Después de visitar el pueblo de Guisando (etapa que os pondré en el diario de AVILA Y SUS PUEBLOS), nos fuimos a ver El Charco Verde. Se puede llegar en coche y hay un parking gratuito habilitado en las cercanías. Toda la zona del Valle del Tiétar es precioso, hemos estado varias veces y en breve tengo pendiente otra visita para ver otra maravilla del lugar. Foto cogida de internet.
Era el mes de febrero cuando visitamos la zona y hacía bastante fresquillo, pero se estaba bien pese a nuestros atuendos de frío polar, nos abrigamos por si acaso ya que en ésta zona las temperaturas son muy, muy frías, hoy era un frío normal. De camino a La Charca Verde se puede ver una réplica de los famosos Toros de Guisando. El escritor Camilo José Cela afirmó en su libro de viajes Judíos, moros y cristianos, publicado en 1956, que "Guisando es quizás el pueblecito de las más bellas vistas de toda España". En 2017, Guisando fue elegido por votación popular como el pueblo con menos de mil habitantes más bello de Ávila en el concurso El pueblo más bello de Castilla y León, organizado por Radio Televisión de Castilla y León con el patrocinio de Iberdrola.
A poco más de un kilómetro del pueblo y junto al Camping Los Galayos, se encuentra La Charca Verde, una poza del río Pelayo con aguas transparentes, rodeado de piedras y un color verde esmeralda que es el que le da el nombre.
Aprovechando que llevo botas de agua, me meto por una pasarela de piedra donde cae el agua a modo de cascadan incluso me animé a meterme más adentro con cuidado de no caer ya que estaba lleno de piedras. Si no fuera por el frío, ya estaba en el agua dándome un bañito.
Cogí a Samba y la metí conmigo para hacernos algunas fotos junto a la cascada, después la solté para que fuera caminando y la tía no quería, ya no por fría que seguramente también, es más porque es anti agua, parece un gato, jajajajaja, pero pasito a pasito llegó a la orilla mientras mi marido hacía las fotos y mi hijo la grababa en vídeo, porque iba a paso tortuga y levantando las patas, yo a su lado animándola, y al final lo consiguió
Mirar que maravilla de lugar, dan o no ganas de tirarse de cabeza?
Vistas de la poza cuyo agua cae en cascada atravesando un pequeño puente de piedra que hay unos metros más abajo.
Vamos bordeando la poza hasta llegar al pequeño salto de agua.
Subimos río arriba y nos encontramos con más pozas, éstas más pequeñas pero muy bonitas también. Si veis algo raro en las fotos, es un efecto remolino que se hizo cuando mi hijo tiró una piedra al agua
El camino para ver más pozas era un poco complicado ya que teníamos que ir saltando por las piedras, podían habilitar un sendero paralelo al río para poder pasear por él.
El ir saltando por las piedras como las cabras, tiene su recompensa
Samba es una gran modelo y donde la ponemos para que pose ahí se queda quieta sin pestañear, pero como está al lado del río, no se fía, ya está mirando y pensando: ay madre, a que estos capullos me tiran al río y no me libro, porque la pobre rara vez se libra del baño, jajajajajaja.
Seguimos paseando por la zona y disfrutando de este bello rincón, además estamos los cuatro solitos, una gozada venir en temporada baja.
Vistas de La Charca Verde, del puente de piedra y la carretera que pasa al ladito, no tiene pérdida.
Mi marido colocando a Samba para su posado con La Charca Verde, pero ésta no se fía mucho y piensa que va ir al agua en cualquier momento
Esperando a que mi marido la llame, mientras no se menea, se puede quedar ahí una hora quieta hasta que la llames, que buena es, eso sí, en cuanto la llamó, saltó tan rápido que no me dio tiempo ni a paralizar la imagen, jajajaja.
La pobre, según bajó de la roca se refugió en un agujero, parece que ya presentía lo que se avecinaba, su cara es un poema
Sigo haciendo mis fotos y cuando me giro donde mi marido, ya veo que ha cogido a Samba y la está lanzando al agua, tampoco me dio tiempo a regular la cámara, la pillé ya en el aire, como intuía la pobre que no se libraba
Mientras Samba se sacudía el agua, iba haciendo algunas fotos más antes de irnos. No os penséis que Samba sufre con estas cosas, es un poco peliculera, al principio no quiere meterse en el agua pero una vez que sale, es la mar de feliz corriendo de un lado para otro llena de felicidad, lo que pasa que le cuesta mucho meterse en el agua y se lo hacemos para que se le vaya el miedo.
Y después de una hora disfrutando de este bello entorno, nos ponemos rumbo a Madrid