Después de bastante retraso dejo por aquí unas notas de mi reciente viaje por Bretaña.
Estuve once días, volando a Nantes, desde allí tren a Rennes, estancia en Rennes unos días, visitas a varias ciudades (Mont-Saint-Michel, Fougères, Dinan), vuelta a Nantes y estancia hasta el regreso a España.
Todo el viaje en transporte público. Cierto que limita más que un coche pero hay líneas de bus o tren para ir a todas partes.
Rennes.
Alojamiento en el
hotel Mercure Centre Parlement. Una maravilla. Céntrico, estupendo, gran servicio. Muy recomendable.
Restaurantes:
Lèon le Cochon (acaban de abrir nuevo local para sustiuir al viejo y aún les falta un hervor en organización), L
a Mère Madeleine,
Le Tire-Bouchon (estupendo),
Le Baron Rouge (una delicia total). Para todos casi imprescindible reservar.
La ciudad es pequeña y para mi gusto menos interesante que Nantes.
Desde allí visité el MSM (ya pondré los comentarios en su hilo),
Dinan que me encantó con su ciudad medieval, sus murallas, la basílica de San Salvador. La comida en el
restaurante Les 3 Lunes fue algo para recordar mucho tiempo; toda una experiencia gastronómica de las que me gustan.
Fougères fue una pasada. Con su castillo y lo bien montado que está el recorrido con la historia de Bretaña; la iglesia de San Leonardo y las vistas desde los jardines. La comida fue en una crêperie fabulosa:
La Duchesse Anne. Está como quien dice en lso muros del castillo y fue una grata sorpresa encontrar tanta calidad en un lugar tan turístico.
Nantes.
El
alojamiento de pesadilla fue en el Gran Hotel Mercure Nantes Central. No se lo recomiendo a nadie salvo que sea para máximo una noche. Parece el típico Ibis de aeropuerto al que llegas a dormir para tomar un vuelo a primera hora sin deshacer maletas ni nada. Alojarme allí casi una semana sin sitio para moverse (no te podías peinar en el baño porque te dabas con las paredes) ni para poner la ropa, sin poder abrir la ventana por el ruido de la calle, las obras en el hotel, la (des)atención de recepción, ... Una pena porque la situación es fabulosa y porque Nantes es fascinante pero el hotel es penoso. El resto de clientes eran casi todos tripulaciones de aviones que están de paso. No da para más.
Los
restaurantes todos fabulosos, algunos incluso exquisitos y un fiasco enorme.
La Cigale fue una experiencia para no repetir ni en broma: camareros bordes, comida cutre y mal preparada, leentos con ganas y caro para lo que fue.
Los demás fueron geniales (casi imprescinible reservar en todos):
O'Deck en el Nantilus junto a las Máquinas de la Isla. No me esperaba nada y fue un sitio para repetir.
L'Ardoise, cocina de mercado al día. Coquetón y riquísimo.
L'Un.i, no sorprende que sea de lo mejor de Nantes. Alta cocina en un entorno agradable. Todo un lujo para disfrutar de la mesa.
L'Instic¡nct Gourmand. Sin palabras. Una maravilla que repetí. Pequeñito (como suele ser habitual) con carta al día y unos platos de preparación sorprendente. Delicioso.
Penn Kalet. No me extraña que la tengan como la mejor crêperie de la ciudad. Carta enorme y variada de galettes saladas y dulces y una carta de sidras estupenda.
Lulu Rouget. Sería el que menos me dijo de todos los sitios de Nantes. Está bien pero me desfraudó un poco las -para mi gusto- poco afortunadas mezclas de sabores, las preparaciones de los platos, la carta de vinos, ... Es el único que no repetimos.
Tabl'o Gourmand. Un Brunch de lujo. Para el fin de semana no admiten reservas pero si se va muy pronto hay sitio. Tienen desayunos "normales" y brunch de varios tamaños para elegir lo bien.
Las mermeladas son de fabricación propia y debo reconocer que la de ruibarbo era exquisita. Para disfrutar de un buen desayuno con toda la calma de un domingo.
Nantes es una ciudad llena de cosas que hacer, de enorme oferta cultural y que pide varios días para sacarle el jugo.
El castillo de los Duques de Bretaña es precioso tanto por el edificio en sí, como por pasear por sus murallas, como por su interior que alberga el museo de Historia de Nantes (fascinante por cierto) y como por sus exposiciones temporales. La que hay hasta febrero de 2014 es sobre las dos Guerras Mundiales en la zona y es impresionante.
La Torre LU y sus vistas, el monumento de la Abolición de la Esclavitud que impresiona, ¡¡las Máquinas de la Isla!! Subir al elefante, correr a sus pies, montar en el Carrusel, visitar la galería de las máquinas, ... Fue un día genial para pasárselo como un crío.
El Museo de Julio Verne me desencantó un poco pues, siendo además una apasionada de Verne, esperaba algo más de su museo en su ciudad.
Su monumento sí que es precioso.
La Tour Bretagne es estupenda para gozar de unas magníficas vistas de Nantes y su entorno. Se accede de forma gratuita y arriba está Le Nid; un bar que pasa por ser el nido de una cigüeña inmensa (que allí mismo está) con sus huevos (las mesas y las sillas). El mirador de 360º es también grauito y las vistas merecen la pena. Es divertido ver cómo algunos edificios cercanos tienen sus tejados pintados como huevos rotos que la cigüeña hubiera dejado caer desde su nido.
Es bonito el paseo en barco por el río Erdre viendo un montón de castillos en sus orillas. Y por supuesto perdese paseando por la ciudad: sus mascarones en las fachadas, sus iglesias, tiendas, compras,...
Pues eso, que me ha encantado Bretaña y que es un destino para volver.
Si alguien tiene preguntas sobre los transportes (u lo que sea), aquí estoy.