Morbihan, el "pequeño mar" francés con una isla para cada día del año
Considerada una de las bahías más bellas del mundo
Morbihan, da nombre a todo un departamento francés. La importancia del golfo de Morbihan para la región de Bretaña es incuestionable.
Once mil hectáreas de mar salpicadas por numerosas islas ofreciendo un entorno de gran riqueza natural en el que disfrutar de la experiencia de navegar.
Alrededor de las célebres islas de Moines y de Arz, accesibles en barco desde Vannes o Port-Blanc, se dispersan cerca de cuarenta islotes que dan forma a un paisaje único: Boëdic, los Logoden, Irus, Ilur, La Jument, Gavrinis, Radenec... Cada uno, con su silueta particular, contribuye al carácter singular del golfo de Morbihan.
Este pequeño mar interior, de cuarenta kilómetros cuadrados entre Vannes y Auray al norte, y Arzon y Sarzeau al sur, despliega un mosaico de colores y formas que cambian con la luz y las mareas. Cada rincón, cada lengua de granito que se adentra en el agua, es un espectáculo para los sentidos y un paraíso para los fotógrafos: en ningún otro lugar se combinan tantos matices de verde y azul.
El encanto de estas tierras se revela en cada detalle: desde la reserva ornitológica de las marismas de Séné hasta la península de Rhuys, y desde los meandros del río de Auray hasta su desembocadura en Port-Navalo. No puede faltar la visita al megalito de Gavrinis ni al paso de La Jument, donde se agita una de las corrientes de marea más potentes de Europa.
Detente a observar el trabajo minucioso de los ostricultores, así como los pequeños puertos y fondeaderos donde se balancean veleros tradicionales, sinagots y guépards. Desde Conleau hasta Arradon, desde la punta de Kerners a la de Bernon, y de Port-Navalo a Locmariaquer, todos los paisajes del golfo de Morbihan dejan una impresión imborrable.
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