La experiencia en el desierto -mejor dicho, ¡los desiertos!- con Mohammed fue increíble. Si bien al principio era un poco reacio a emplear un día entero en el desierto, a la vuelta volví a caer en aquella reaciedad y me dije: "Menos mal que te aventuraste"
El día va _in crescendo_. Cuando piensas que no puedes ver algo más espectacular, Mohammed te sorprende con enclaves absolutamente maravillosos. Empezamos por el desierto negro, donde el silencio te apaga a pesar del calor, con kilómetros y kilómetros de paisajes maravillosos; después hicimos una parada en la Montaña de Cristal, el único sitio de todo el desierto que ni tiene arena sino un material semejante al cristal caído hace Dios sabe cuánto: sencillamente espectacular. Tras aquello creía que todo sería similar, no monótono, y tras parar en un oasis para echarnos agua en la cabeza paramos en el majestuoso valle de Ágaba. En beduino significa difícil, dada su complicada travesía. No es para menos, por un momento pensé que aquello era ficción. Recuerdo además decirme: "Cuando vuelvas España, y veas un mapa: ¿Dónde dirás que estuviste?" Me seducía la idea de estar en mitad de la nada.
El día acabó con el desierto blanco, de tiza. Allí, la naturaleza ha dejado montículos de este material que los beduinos asocian a animales por semejanza. ¡Y se parece!
Antes de volver a El Cairo cenamos en casa de Mohammed una deliciosa comida local. En definitiva, un día redondo que jamás creo y espero olvidar.
Mohammed +20 01275709430, tiene whatsapp recomendable!!