Viajar a Santiago de Compostela: información general ✈️ p60 ✈️

De nuevo hicimos una de esas excursiones que no se cree nadie, cada vez que digo que fuimos a pasar el día a Santiago de Compostela lo primero que me contestan es que no puede ser porque está muy lejos para ir y volver en un solo día, claro que cuando les respondes que no hay problema, que vas en avión por la mañana y regresas por la noche por menos de 2 euros ya es cuando presuponen que les estás tomando el pelo, o en el peor de los casos si no son de mucha confianza pueden incluso pensar que eres un fantasma y que les estás vacilando. El caso es que a pesar de lo que opinen los incrédulos yo he conocido un lugar maravilloso junto a Olga y Loles, o lo que es lo mismo junto a mi mujer y mi suegra.

Toda la semana predecían las páginas metereológicas en Internet que tendríamos lluvia asegurada, pero lo que no indicaban es que por suerte tan solo sería a ratos, permitiéndonos conocer la ciudad con nubes, agua, sol e incluso con un cielo decorado con uno de los arco iris más bonitos que he visto (aunque para ser honestos tampoco he visto muchos, la verdad).

Llegamos al aeropuerto de Santiago en torno a las 11 y media y desde allí cogimos un autobús al centro, concretamente hasta la Plaza de Galicia. En aquel lugar comenzó nuestro paseo, adentrándonos en el casco histórico por calles empedradas con grandes losetas, discurriendo entre bonitos edificios donde destacaban sus miradores de madera y cristal y los soportales de columnas de piedra, los cuales nos resultaron de gran ayuda para sortear la lluvia.

Supimos que estábamos cerca de la Catedral porque sobre los edificios comenzaron a aparecer sus repujados campanarios, llegando a una zona en la que empezaba a sucederse una plaza tras otra, todas rodeadas de curiosos palacetes e iglesias, todas con su fuente de piedra y cada una de ellas impregnada de un cierto aire medieval, mágico quizás. Los músicos callejeros acompañaron nuestro recorrido, con diferentes instrumentos pero con melodías coincidentes en estilos de marcada influencia celta. Una vez dentro de la Catedral descubrimos que no es muy grande, al menos la zona de libre acceso, pero que goza de una enorme riqueza tanto en su continente como en lo contenido, destacando el famoso botafumeiro colgando del techo sujeto por una gruesa cuerda. Salimos por la puerta de la Plaza del Obradoiro, centro de confluencia de peregrinos y lugar de gran interés arquitectónico, con la fachada principal de la Catedral, el Pazo de Raxoi (reconvertido en el Ayuntamiento), el Parador de los Reyes Católicos y el Colegio de San Xerome.

Puesto que el clima no nos aseguraba que pudiéramos realizar muchos paseos decidimos hacer lo que habitualmente se llama una turistada, montándonos en una especie de tren que recorría los lugares de mayor interés y que estaba a punto de iniciar su camino. El trayecto fue largo y si bien no tocó gran cosa del casco antiguo al menos nos sirvió para situarnos y poder elegir con mejor criterio los siguientes lugares a visitar, no antes sin hacer una parada para comer y reponer fuerzas.

Tras el abundante almuerzo (buffet libre) nos encaminamos por unas calles llenas de mesones, bodegas y restaurantes ofreciéndonos la duda de si habíamos elegido correctamente el lugar de la comida, hasta llegar al parque de la Alameda, lugar desde donde se puede observar una espectacular vista de la Catedral y el cual alberga unos bonitos jardines y dos iglesias, además de una gran cantidad de gallos, gallinas y pavos comunes que curiosamente conviven junto a los patos del estanque.

De vuelta al casco histórico volvimos a pasar por calles con soportales, otras cuantas llenas de comercios y entre medias infinidad de iglesias y conventos, incluso visitamos el mercado de abastos, un original lugar que de verlo en horario laboral hubiera sido aun más espectacular.

Quedaba algo más de una hora para coger el autobús de regreso al aeropuerto y nos metimos en una exposición virtual sobre Galicia que la Xunta había organizado en el Monasterio de San Martiño Binario, lo cual además de servirnos para resguardarnos del frío fue un interesante colofón para nuestra aventura. De camino a la Plaza de Galicia vimos la iluminación navideña de las calles y de la Plaza del Obradoiro, sin lugar a dudas en ese momento no nos hubiera importado quedarnos más tiempo en Santiago.