Jueves 14 de agosto y arrancamos esta aventura lusa. Arrancamos de Avilés a esto de las 12 y media, cuando mi padre se puede escabullir del trabajo, para aprovechar al máximo los 4 días. El planning del día estaba muy claro: comida de bocadillos en un área de servicio, visita a Chaves y patear toda Braga. Siendo tan fácil lo cumplimos sin problemas.
TOTAL: 520 kms.
El viaje fue un poco accidentado, tras una comida rápida entre Benavente y Puebla de Sanabria, tuvimos que parar un rato en el arcén para llamar al 112 tras ver un aparatoso accidente que por suerte se saldó sin daños personales y nos metimos por el carril de
Easy Toll al poco de cruzar la frontera entre Verín y Chaves. Este sistema es el mejor para entrar a Portugal, sencillamente metemos la VISA (debe de ser de crédito, no valen de débito) en una ranura y una cámara nos asocia la matrícula a la tarjeta de crédito, pudiendo circular por todos los peajes electrónicos (los que no son de cabina) En los de cabina no debemos meternos por la Via V (telepeaje), lo hicimos el primer día y coló, pero nos dimos cuenta de que a los coches de delante les indicaba el precio al pasar y a nosotros no y el semáforo estaba en rojo, así que optamos por hacer las cosas legalmente y no jugárnosla por 3 míseros euros. Más info de los peajes en este estupendo tip:
www.losviajeros.com/Tips.php?p=129
Arribamos a
Chaves a esto de las 3 y media de la tarde (hora portuguesa, da gusto atrasar una hora el reloj, da mucho juego) Aparcamos al principio de la Rua Santo Antonio (la principal de la ciudad) sin darnos cuenta, pensando que era una secundaria y apartada, luego explico porqué, pero antes, una breve introducción histórica a esta ciudad de los Tras-os-Montes (hasta hace bien poco la región más atrasada de toda la Unión Europea y a la que debo una escapada) En lo que busqué no encontré ningún diario ni etapa referente a Chaves, así que espero que esto sirva como base a futuros viajeros que se lancen a conocer la zona.
Chaves como tal nace en la época romana, tras someter las legiones a los celtas que poblaban los diversos castros del Alto Támega. Aqua Flaviae nació hace unos 2.000 años en una encrucijada de las calzadas a Bracara Augusta (Braga), Asturica Augusta (Astorga) y Lamecum (Lisboa), y recibe su nombre de las aguas termales que poseía (Aqua) y del emperador Flavio Vespasiano que la construyó (Flaviae). En el año 79 comienza Vespasiano las obras del Puente Romano que concluye Trajano y que es el principal atractivo y monumento de la ciudad (hago un pequeño inciso para recomendar la trilogía de Santiago Posteguillo sobre Trajano -Los Asesinos del Emperador y Circo Máximo a falta de la tercera parte-, que devoré en el viaje y que explica muy bien la vida del mítico emperador Trajano, me hizo ilusión pisar su puente con el libro esperándome en el coche, la verdad)
Tras caer Chaves en manos de los suevos pierde importancia hasta que en el siglo XI Alfonso V de León la conquista de los moros y tras varios cambios de manos empieza a florecerer como ciudad fronteriza (en contraposición a Verín, en Galicia; siempre que Portugal o Castilla construían un fuerte en la frontera el otro construía uno enfrente para lo que pudiera pasar) En Chaves se imprimen los primeros libros de Portugal a finales del siglo XV y pasó por las edades Moderna y Contemporánea sin pena ni gloria, siendo hoy en día una ciudad de nivel provincial y sin mucho peso económico en Portugal ni en su Región Norte. Tanto es así que ha sufrido una fortísima emigración debido a las escasas perspectivas de futuro que ofrece la región, emigrando muchos chavenses a Francia, lo que hace que la ciudad esté llena de franceses, pues como bien apuntó nenufar en un comentario los hijos de los emigrantes no aprenden el portugués y cuando van a su tierra de origen se les confunde con turistas.
Bueno, explico porqué estábamos en la arteria principal sin saberlo: al ir buscando sitio veíamos una torre en lo alto, seguimos hacia ella pensando que era una del Forte de Sao Francisco, en el extremo norte del centro de Chaves, y aparcamos unos metros más arriba, por lo que empezamos a caminar hacia ella (con un servidor haciéndose el chulo explicando la historia del Fuerte por el camino y jurando y perjurando que sabía por donde íbamos) hasta que al llegar a ver el "castillo" me percaté de un pequeño detalle, solo había una torre, muy guapa y todo lo que querais pero una torre.
Así, muy perspicazmente, me di cuenta de que no estábamos ante el Forte Sao Francisco, sino ante la
Torre de Menagem, el único vestigio del castillo mandado construir por Dom Dinis en el siglo XIV. Está en un jardín muy cuidado con cañones y demás y alberga el Museo Militar al que se accede con la entrada del Museo da Regiao Flaviense (cuesta 1€) aunque no entramos porque no somos muy de museos, la verdad.
Se tienen buenas vistas del entorno de Chaves desde sus jardines
Una vez nos percatamos del error y con el mapa de la Lonely (como me ayudó durante el viaje, no os lo podeis imaginar) desandamos nuestros pasos para dirigirnos al Fuerte, pero antes pasamos por el precioso
Jardim du Bacalhao, donde está la Oficina de Turismo de Chaves.
Y por fin llegamos al
Forte de Sao Francisco, menos mal que las distancias en Chaves son superpequeñas, el fuerte fue construido en el siglo XVII (su construcción concluyó en 1658) en torno a un convento franciscano que aún sigue en pie. Hoy en día es un hotel pero podemos entrar a verlo, en mi opinión es positivo que entes privadas se hagan cargo de edificios históricos porque las tienen muy cuidadas, sobre todo cuando permiten las visitas (aunque algunas zonas están restringidas)
Podemos visitar también la sencillísima iglesia franciscana, pequeña y con un retablo barroco en el que prima la austeridad, todo lo contrario de lo que nos íbamos a encontrar en otras ciudades.
El Fuerte reina sobre toda la zona antigua, teniendo buenas vistas del contorno del centro de Chaves, con la Torre del Homenaje sobresaliendo sobre todo lo demás
Comenzamos entonces a bajar la
Rua de Santo Antonio, la principal arteria de la ciudad, que une el Jardim du Bacalhao -aledaño al fuerte- con el Puente Romano. Esta calle y las que salen de ellas es comercial y bastante bonita, se nota que esta ciudad nunca tuvo un crecimiento demográfico desmesurado y que se respetaron construcciones antiguas.
Y tras bajar toda la calle (pese a que en el mapa de la Lonely parece grande no nos llevó ni 5 minutos de caminar, aunque si que fuimos parando en tiendas a comprar agua y algún recuerdo, menos mal que no hacía demasiado calor), y llegamos al principal objetivo de Chaves, el
Ponte do Trajano, un puente romano construido en el siglo IdC para salvar el Río Támega camino de Bracara Augusta y que acabó el célebre emperador romano. Está muy modificado, quizá demasiado, y al pasar por él parece un puente más, un poco decepcionante ese aspecto.
Sin embargo, en el centro del puente nos encontramos dos millarios con inscripciones romanas informando de que el puente fue iniciado por Flavio Vespasiano y finalizado por Marco Ulpio Trajano
Bajando a la vera del río podemos ver la estructura de 18 arcos que componen este emblema de la ciudad, y uno de los de la región de Tras-os-Montes
Subimos entonces hacia la
Igreja Matriz, en Portugal todas las localidades que no tienen Sé (catedral) tienen una Igreja Matriz, es decir, la iglesia principal, que suele ser la más importante historicamente. La de Chaves llegó a ser Catedral hasta que perdió el arzobispado en favor de Vila Real, su exterior es románico y llama la atención que se mantenga intacto en una ciudad como Chaves (normalmente el románico solo se encuentra así en zonas rurales, pues en las ciudades muchos nobles y obispos las reformaron dejándolas con fachadas de artes posteriores -sobre todo gótico, renacentista y barroco-), aunque el interior fue reformado posteriormente y tiene un coro barroco muy trabajado.
La iglesia está en la
Praça de Camoes, muy bonita y cuidada (aunque podría mejorar mucho si prohibieran el acceso rodado) y que acoge la Cámara Municipal (el ayuntamiento) y una estatua de Dom Alfonso Henriques, primer Duque de Bragança y fundador del Reino de Portugal (hablaremos mejor de él en la etapa de Guimaraes) que murió en Chaves en 1461, de ahí este homenaje.
CONCLUSIONES DE CHAVES: Tiene un centro histórico bastante bonito con una serie de calles y plazas agradables de pasear. En cuanto a monumentos unicamente destaca el Ponte Romano, siendo la Torre de Menagem algo curiosa y lo demás bastante prescindible.
Para ver la ciudad basta con 1-2 horas para el viajero medio, pues se recorre entera muy rápido y no hay ningún monumento que lleve más de 5 minutos ver. La visita es recomendable si se va a pasar por cerca, pero no merece la pena hacer un gran desvío para visitarla.
Tras esto cogemos el coche y en una hora nos ponemos en nuestro centro de operaciones,
Braga, la capital religiosa de Portugal, con toda la cantidad de iglesias que ello conlleva. Vamos directos al hotel y aparcamos en zona azul a la puerta, metemos unas monedillas en el parquímetro y nos da ticket hasta las 9 y media, perfecto, nos ahorramos el parking esta noche.
Pero antes de nada, un poco de historia sobre esta ciudad, que nació con la época de las citanias (castros celtas) y que recibe el nombre a los brácaros, una antigua tribu que sucumbió ante el Imperio Romano entre los siglos I-II aC, siendo acabada la conquista por el emperador Augusto, el primer emperador romano, que fundaría aquí el 14aC una ciudad llamada Bracara Augusta, en honor de la tribu conquistada para intentar acercarlos al mundo romano y al emperador. La ciudad se desarrolla en los siglos I y II, alcanzando su máximo esplendor cuando se concede la ciudadanía romana a los hispanos. En el siglo III se convierte en la capital de Conventus bracarensis, una de las tres provincias en las que se divide Gallaecia (las otras son Lugo y Astorga), pero el nivel de vida baja por la gran inseguridad del Imperio en sus últimos siglos. En 385 llega a ser la capital de toda la Gallaeica, pero cae 25 años después en manos de los suevos, siendo la capital de su reino.
Al ser conquistado el Reino Suevo de Gallaeica por los visigodos, Braga se convierte en la sede de la archidiócesis, es decir, es la capital religiosa del Reino Visigodo. Es conquistada por los moros y reconquistada en 1040 por Fernando I de León, restaurándose 30 años despues el arzobispado y empezando la Catedral en el siglo XI, siendo una de las iglesias más antiguas de Portugal. La ciudad crece entorno a la Sé (Catedral) y la corte de Portugal se instala aquí a intervalos antes de lograr la independencia definitiva. Durante 5 siglos puja con Santiago por ser la ciudad religiosa más importante de la Península, fallando el Papa en el siglo XV a favor de Braga, pero sin duda Santiago sale mucho más beneficiada al recibir hordas de peregrinos.
A partir del final de la Edad Media deja de crecer Braga, no siendo beneficiada por todo el tráfico marítimo portugués, sin embargo, tanto el Arzobispo Diego de Sousa en el siglo XVI, como la acción de los arquitectos André Soares y Carlos Amarante en el siglo XVIII llevan una ciudad medieval a ser una moderna ciudad a caballo entre el Renacimiento y el Barroco. Durante la invasión francesa pierde mucha fuerza, que recupera en la segunda mitad del siglo XIX con las remesas llegadas de Brasil, siendo en el siglo XX uno de los baluartes del regimen salazarista al ser la ciudad más conservadora de Portugal, tanto fue así que aquí dio el dictador el discurso que incitó el golpe de estado de 1926, que sumió a Portugal en medio siglo de dictadura fascista.
Tras una ducha rápida y un poco de descanso vamos a patear Braga, aunque por desgracia todo esté cerrado ya (lo último en cerrar es la Catedral y lo hace a las 7 de la tarde en verano), por lo que tendremos que dedicar un rato el tercer día a entrar en la Sé y en la Fonte do Ídolo (al final no la visitamos porque abría a las 11 el sábado, demasiado tarde) Nos indican en recepción como ir al centro y nos dan un plano, sacado de Google Maps, bastante cutre, así que nos guíamos por la Lonely.
Para ir al centro debemos subir la
Avenida da Liberdade, al principio una arteria del tráfico de Braga y cuando este entra un túnel, se convierte en una preciosa avenida ajardinada con multitud de tiendas a los lados. Según subimos la parte izquierda son edificios decimonónicos muy bonitos y cuidados, sin embargo la derecha son bloques de edificios bastante descuidados, una pena romper la armonía de la calle.
En un momento dado torcemos a la izquierda para entrar en el
Largo Carlos Amarante, que acoge dos iglesias. Un largo portugués es el equivalente a una plaza española. La plaza es impresionante y fue un perfecto contacto con la ciudad portuguesa. A un lado de la plaza tenemos la Igreja do Hospital, que aparece en la Lonely como Capela da Conceiçao. Es una espectacular obra barroca del arquitecto Carlos Amarante construida en el siglo XVIII, y tiene estatuas de diversos santos en el tejado, corta el hipo ver esta iglesia en esta plaza, para mí de lo más bonito de Braga, aunque sobran los edificios modernos que sobresalen en una esquina de la misma.
En la misma plaza nos encontramos con la Igreja de Santa Cruz, un templo del barroco manierista construido en el siglo XVII, más pequeño que la del Hospital, pero con una fachada mucho más trabajada y bonita. Por desgracia (y como todo en el día de hoy), cerrado.
Vamos entonces en busca de la catedral por las callejuelas del centro de Braga, desembocamos al poco en el
Largo Sao Joao do Souto, que acoge la preciosa Capela e Casa dos Coimbras, otro edificio manuelino. A la izquierda tiene la residencia de esta familia noble construida en el siglo XVI y cubierta de azulejos (¿os parece guapa? Pues esperad a lo de Oporto...) y a la derecha la capilla, en estilo manuelino y con una portada espectacularmente trabajada con muchas esculturas.
En la plaza también nos encontramos con una estatua en honor del filósofo, médico y matemático español Francisco Sánchez, hombre renacentista que vivió en el siglo XVI y que fue bautizado en esta misma plaza (y es que era un judío converso)
Empezamos a acercarnos a la
Sé por su parte trasera, es espectacular esta catedral, la más antigua del país vecino.
En el lateral tiene una plaza con un grabado en bronce al fondo y los escudos de las ciudades dependientes del arzobispado bracarense.
Y por fin llegamos a su portada (una pena no poder entrar, lo dejamos para el sábado) Es un templo románico y se percibe un poco en su exterior, si bien tuvo muchas modificaciones posteriores, casi una por cada arzobispo que pasó por aquí, la modificación que más destaca la realizó el arzobispo Rodrigo da Moura Teles, que dejó el frontal de la catedral como un edificio barroco aunque respetando alguna de las formas románicas. Lo más espectacular de toda la Catedral es, como descubriríamos el sábado, su espectacular coro barrroco tremendamente recargado.
Paseando por callejuelas llegamos al extremo oeste del casco histórico evitando pisar hasta el final la preciosa Rua do Souto, la arteria de este casco histórico. El casco histórico se acaba con el
Arco de Porta Nova, que da acceso al Campo das Hortas y a la parte más moderna de la ciudad y a su estación de tren. Este arco es una antigua puerta de la muralla de la ciudad abierta en 1512 y que en 1712 fue reformada por Carlos Soares bajo el mando del arzobispo Gaspar de Bragança, quien decidió dejarla ahí como recuerdo de la muralla que rodeaba la ciudad (y que fue destruida en esa época) y mandó reformarla con un estilo neoclásico.
Seguimos rodeando el centro histórico sin pasar por la Rua do Souto y llegamos a la
Praça do Municipio, donde se encuentra la Camara Municipal. No nos llamó demasiado la atención esta plaza en la que no se respiraba muy buen ambiente con algún yonki tirado por los bancos.
Cruzamos al
Jardim de Santa Bárbara que nos dejó alucinados esta plaza del s.XVII con su mar de flores atravesados por senderos y unos arcos que dejan ver la parte trasera del Antiguo Paço Episcopal (la antigua residencia de los arzobispos, vivían mal los curillas...) Que paz se respiraba en estos jardínes que estaban vacíos cuando entramos en ellos... Por muy bonitas que sean las fotos la sensación es indescriptible e incomparable.
Seguimos caminando con destino a la Praça da República y nos dejamos impresionar por las antiguas ruas bracarenses. Mucha gente prefiere visitar Bom Jesus do Monte que el centro de Braga, pero si vais pillados de tiempo os aconsejo visitar el centro, me gustó mucho más.
Y llegamos a la
Torre de Menagem, al igual que en Chaves el único vestigio del antiguo castillo que presidía la ciudad.
Enfrente de la torre tenemos la
Igreja dos Terceiros, una iglesia barroca que acoge en su fachada una estatua de San Francisco.
Llegamos a la
Praça da República a la hora justa para cenar, y nos metemos en el
Cafe Astoria que me había recomendado una amiga. Cenamos muy bien por unos 12€/cabeza con plato principal, postre y bebida. Muy recomendable cenar en la terraza de este restaurante con vistas a la preciosa Praça da Republica, la principal de Braga, os lo recomiendo. Está en los soportales del edificio que sale en la segunda foto, justo en la esquina que da a la Torre de Menagem.
Luego nos dimos un paseo por esta plaza para bajar la cena, es ajardinada y muy bonita.
Tiene además una cabina típica londinense que nos llamó mucho la atención.
Acoge además el Convento dos Congregados, un alargado edificio presidido por la barroca Basílica dos Congregados que luce imponente en la noche bracarense.
Y bajamos la animada
Avenida da Liberdade por el centro de los jardines de rosas
Entre el cansancio del viaje y el cambio horario estábamos a las 11 y poco durmiendo como lirones en el hotel, en el que pasamos una noche muy tranquila sin ningún ruido y en camas tremendamente cómodas.