21/08 (viernes)
El nuevo día comenzó pronto, como siempre, ya que el cambio horario nos acompañó prácticamente todo el viaje, y levantarnos entre las 6h y las 7h no requería despertador, aunque por la noche dormíamos como benditos.
Para variar un poco, buscamos una panadería para comprar algo para desayunar, e hicimos uno de los descubrimientos más necesarios en estos casos: Amy Bakery, una panadería - pastelería de barrio, con un surtido de pastas, muffies, y todo de tipo de cosas para golosos, y a un precio más que razonable. En la 9th Ave, entre la 46th y la 48th, más o menos.
Una vez repostados y listos, al metro, y hacia el Chrysler Building.
Ya sabemos que no se puede visitar, pero como pilla de paso hacia Central Station, pues nos acercamos a ver el vestíbulo. Al ser hora de entrada, había mucho movimiento de gente, y los porteros no nos dieron cuartelillo para pasar de la puerta prácticamente.
Así que rápidamente entramos en el vestíbulo de la estación, y nos dimos una vuelta por los diferentes niveles, recordando escenas de películas que discurren en ese inmenso hall, de un tono dorado que recubre las paredes y realza las vidrieras del fondo. ¡Y por supuesto, foto al reloj del mostrador central!
Aquí, cuando estaba haciendo las fotos dentro de la estación, en uno de los encuadres, vi que había un grupo de soldados, y como al fondo había la típica e inmensa bandera americana, pues empecé a enfocarlos para hacer una foto curiosa: ¡Ni en sueños! Cuando vieron que estaba enfocando hacia su lado, vino un oficial hacia mí con muy malas pulgas, y me dijo que estaba prohibido hacer fotos a los militares (¿). Yo, por supuesto, ni hice foto, ni rechisté, y me fui por donde había venido, pero me sorprendió mucho, ya que los bomberos, policías, y prácticamente cualquier neoyorquino, no suelen poner ninguna pega a que les hagas fotos…
De aquí nos fuimos andando hasta el área de las Naciones Unidas, y estuvimos dando alguna vuelta por allí, y tirando fotos, pero sin entrar dentro del edificio.
A partir de aquí comenzamos a utilizar el autobús, ya que el metro, aunque es rápido, era claustrofóbico, mal iluminado y con un calor sofocante. Así pues, siempre que el recorrido no era muy largo, el autobús nos permitía seguir viendo algo de la ciudad, y tampoco era excesivamente lento.
A continuación, de aquí al Flatiron, el más antiguo de los rascacielos emblemáticos de NY. En la esquina opuesta (desde donde se hacen las fotos..) hay unos maceteros, y unos bancos y sillas para sentarse.. Además hay un spot wi-fi free...
Desde aquí fuimos andando hasta DAVE’S, que es donde todo el mundo recomienda comprar los LEVI’S originales. Pues bien, es cierto, es el sitio donde están más baratos de todo Nueva York, pero (porque todo tiene un pero), es preferentemente una tienda de chicos y ropa de trabajo, y los modelos son más bien clásicos (501, 505 y 515), que no quiere decir antiguos, pero tiene la mitad de modelos que un LEVI’S Store, pero claro, solo cuestan 27$,29$ y 35$. (Ni en los outlets están tan baratos).
Bueno, pues ya tenía una bolsita con tejanos a cargar, y hacia Chelsea caminando, para intoxicarnos de un poco de Sexo en Nueva York: Magnolia Bakery, no podía ser otra. Los pasteles, de escándalo, y además, bonitos… Allí nos encontramos a una pareja de Badalona, que hacían un viaje muy parecido al nuestro, pero en sentido inverso, y estuvimos comentado la jugada. (Al final ha resultado que era la forera Inmina y su novio
)
Ya nos dimos una vuelta por Perry Street, para ver los exteriores del edificio de la serie, pero tienen una cadena puesta para que la gente no incordiemos mucho.
De nuevo cogimos un autobús hasta Houston Street, ya que la idea era dar una vuelta por el SOHO a ver alguna tienda, y nos encontramos en medio del rodaje de Letters to Julia, con su protagonista, Amanda Seyfried (Sophie en Mamma Mia) en pleno rodaje. Le hicimos alguna foto, y mi hija intentó acercarse par hacerse una foto con ella, pero no estaban por la labor..
En SOHO, fuimos a la tienda North Face directamente, ya que quería mirar una mochila ligera que había visto en España, pero como me esperaba, no las regalaban… El modelo que buscaba en concreto, no lo vi, pero uno prácticamente igual, con otra combinación de colores costaba 85$, y aquí estaba por 80€, así que como no me acababa de convencer, se quedó allí..
El resto de las tiendas que vimos (Marc Jacobs, Hugo Boss, Adidas, etc...), en el mismo rollo, precios parecidos a Europa, pero en dólares, quizás más baratos, pero un abrigo de chico que aquí cuesta 900€, allí estaba en 800$, que siguen siendo quinientos y pico euros.., así que eso ya cada uno.
Hicimos una parada técnica a tomar una cerveza y hojear el diario, porque ya nos tomábamos el día con más tranquilidad, y ya llegamos a Little Italy.
Pues eso es cada vez más Little, y menos Italy, ya que incluso las pizzerias de Mulberry Street están llenas de chinos.
Pasamos por delante de Angelo, que llevaba anotado como recomendación para comer, pero lo vimos un poco desangelado, y decidimos seguir y comernos algo en plan bocata.
Por fin llegamos a Canal Street, en pleno Chinatown, y la verdad es que es bastante curioso el ver absolutamente todo rotulado en ¿chino, cantonés,…?.
Por lo demás, como a mí el pato lacado no me va mucho, y los “lolex y caltiel” con su “good plice, sir”, pues como que tampoco, decidimos finalizar aquí la caminata, comer el bocata previsto y colocarnos en el metro de vuelta al museo que tocaba hoy: el MET.
Para entrar, con el City Pass, vas al mostrador de información, no al de las taquillas, y te dan la chapita-pin que hace de entrada
En el Metropolitan, como ya he dicho en otra parte, hay una buena colección de obras de arte moderno, pero combinado con muchas obras clásicas, y un gran repertorio griego, japonés y egipcio, (es la colección egipcia fuera de Egipto más grande del mundo) que culminan en el Templo de Dendur.
Piezas de Mesopotamia, de arte islámico, un ala dedicado al arte americano, pinturas de todos los estilos europeos…, en fin, un museo enorme, al estilo del Louvre, y que todo el mundo debería visitar. Sin duda, si hay que escoger un museo en Nueva York, es este.
Al salir del MET, ya empezaba a caer el día, y había llovido, así que de nuevo al bus y para el apartamento.
Tras dejar la bolsa de DAVE’S que había cargado todo el día, nos fuimos a Times Square a cenar, y pasamos por el teatro donde hacían La Sirenita para ver si había entradas, pero lógicamente, una hora antes de empezar estaba todo vendido.
Así que estuvimos dando una vuelta por el ESPN Zone, las tiendas TOY’s R Us, GAP, Foot Loocker, Billabong, etc…, y cuando nos cansamos, nos fuimos a Bubba Gump a hacer cola.
Veinte minutos de cola, sin reserva previa, no nos pareció mucho, el ultimo viernes de agosto a las 9 de la noche en pleno Times Square ¿no os parece?.
Dentro, el sitio está divertido, ya sabéis, rollo Forrest Gump, y la comida, a base de gambas (cubo de gambas, gambas con gabardina, etc...), bastante aceptable, pero no esperéis nada que se acerque, ni remotamente, a lo que es un plato de gambas en España… Si alguno cumple años, o parecido, se lo decís al camarero, y os vendrán todos a cantar una canción. (¡Yo no la había oído nunca, porque no es el Happy Birthday, pero todo el mundo se la sabía!).
Nuestra camarera fue muy simpática, e incluso nos dijo que hablaba español, aunque luego vimos que su español era peor que nuestro inglés, pero ponía voluntad (como nosotros...). Los tres, 75 $, propinas y tasas aparte, y a dormir.
22/08 (Sábado)
Hoy el desayuno fue delante del Milford Plaza, en un sitio que hay varios take away dentro, ya que íbamos hacia abajo a coger el metro, dirección Battery Park.
Hay que decir que el día se levantó nublado tras la lluvia del día anterior, y aflojó un poco las temperaturas, ya que hasta entonces la humedad había sido terrible, y de hecho, el aparato de Aire Acondicionado del apartamento, estaba en funcionamiento desde el día que llegamos (y eso que hacia más ruido que un tren viejo), ya que si no era insoportable totalmente.
El plan consistía en ir a ver la Estatua de la Libertad, y como el tema de las colas lo habían pintado tan mal, decidimos madrugar para subir al primer ferry, y a las 8h. de la mañana estabamos ya canjeando las entradas del CityPass.
Por supuesto a esta hora no hicimos nada de cola, y lo más entretenido fue el control de seguridad, pero la cantidad de sitio acondicionado para las colas de espera ya hacen prever la que se debe montar allí a según que horas.
El viaje es muy agradable, y las vistas de Manhattan, la isla de Ellis, y el Verrazano al fondo, consiguen que el viaje se te pase sin darte cuenta.
Como montamos todo tan deprisa, cuando tuvimos el planning mas o menos definido, ya fue imposible encontrar entradas par subir a la corona de la estatua, así que nos contentamos con dar la vuelta por la isla, para después subir al pedestal.
Aquí fue donde pasamos el rato más agobiante de todo el viaje: ¡la cola para subir al pedestal! Que es la misma que para subir a la corona, todo sea dicho, por si alguien pensaba escaparse.
Para empezar, te hacen dejar las mochilas en una consigna (0,5$ dos horas) con un sistema de reconocimiento de la huella dactilar, y solo te dejan llevar exclusivamente las cámaras de fotos o vídeo, con lo que las bebidas o refrescos que pudieses llevar se quedan allí. A continuación haces una hora de cola en una carpa, con un calor asfixiante, para pasar el control de seguridad, y después finalmente entras al museo y comienzas a subir las escaleras hasta el pedestal (153 escalones, por sí le interesa a alguien). Bastante palo, en resumen.
Tras las fotos y demás, nos volvimos al embarcadero, y volvimos a montar rumbo a la isla de Ellis. Aquí ya no hay controles, ni colas. Se sube al mogollón, y ya empieza a haber carreras de turistas de todas las nacionalidades para sentarse, o ir al WC, o lo que toque.
La isla de Ellis es una agradable sorpresa, ya que está muy cuidado, y el interior de los edificios alberga una exposición-museo que explica muy bien todo el proceso que se realizaba a la llegada de los emigrantes. Muy chulo y entretenido, pero en una hora mas o menos, lo tienes visto a nivel general. De nuevo al ferry al mogollón, y vuelta hacia Manhattan. En todo esto, madrugando, se te ha ido más de media mañana (¡y sin colas!).
Ya de nuevo en Manhattan, cruzamos el Battery Park, con sus diferentes monumentos a los caídos de la Marina, de los Guardacostas, etc…,
y empezamos a subir hacia Wall Street.
La primera parada, por supuesto en el toro, que es bastante más grande de lo que me imaginaba, y en el cual ya tienes que empezar a usar los codos como en el basket para conseguir ponerte delante y hacerte una foto.
Seguimos hacia arriba, al NYSE y al Federal Hall,
y le hicimos unas fotos a la Trinity Church, donde continuaban mis problemas con las grúas que se interponen delante de mi objetivo.
Hablando fuimos por delante de la iglesia , y pasamos sin darnos cuenta por delante de la escultura de Steve Tobin, The Trinity Root, levantada sobre las raíces del árbol arrancado con la caída de las torres gemelas y que protegió la iglesia de los cascotes.
www.artknowledgenews.com/ ...format=pdf
Una lástima, ya que cuando nos dimos cuenta, ya estabamos en el bus de nuevo.
De nuevo nos fuimos a Meatpacking, ya que queríamos (bueno, yo quería) dar una vuelta por el High Line Park: se trata de una curiosa iniciativa para recuperar los espacios de las antiguas líneas de metro de superficie que han quedado en desuso, y convertirlas en un paseo.
www.thehighline.org/
Recorrimos todo el paseo hasta el final, junto al edificio de la ICA de Frank Gehry, que no lleva más de media hora, y luego, de nuevo nos subimos al autobús para subir hasta el Museo de Historia Natural, que era nuestra siguiente parada. Antes de entrar, hicimos una parada en el Shake Shack, un curioso local de fast food en el 366 de Columbus Avenue. El sitio no tiene nada, pero estaba abarrotado (?).
El Museo, pues bueno, el que haya visto Noche en el Museo, ya se lo imagina…dioramas, dinosaurios, ¡y mucho cartón piedra!. Es desde luego un museo para los niños, pero como la tarde era un poco desapacible y ya estabamos allí, pues le dimos una vuelta, que se hizo entretenida...
Al salir, nos montamos en el autobús, y nos fuimos hacia el Empire, ya que queríamos subir al atardecer, pero como era un poco pronto decidimos entrar en Macy's a hacer un poco de tiempo, pero no compramos nada. Por fin, a eso de las 19h, nos fuimos hacia la entrada del Empire, y comenzamos a recorrer pasillos y más pasillos con cintas de espera, que daban miedo solo de verlos (¡horas se debe pasar allí la gente!). Nosotros conseguimos llegar hasta el ascensor del tirón, y con el grupo de japoneses y brasileños de turno, pa'rriba!
Cuando llegamos arriba, a la planta 80, para coger el segundo ascensor, si que había algo de cola, pero cuando llevábamos unos diez minutos, y aquello no se movía, abrieron unas puertas, y dijeron que quien quisiera subir andando hasta la planta 86, lo podía hacer por allí y que tardaría unos diez minutos, y que los que quisieran usar el ascensor tardarían unos veinte minutos. Automáticamente, la mitad de la gente se fue hacia las escaleras, pero nosotros como estabamos un poco cansados, nos quedamos con los abueletes esperando la cola. ¡A los cinco minutos entrábamos en el ascensor!
Una vez en el observatorio de la planta 86, lo primero que me sorprendio fue el poco espacio que hay para la marabunta de gente que había. Tras un ratito de dar vueltas, y algún empujón, conseguimos hacernos un hueco donde poner la cámara, orientados hacia el edificio Chrysler, justo cuando empezaba a anochecer.
Entre una cosa y otra estuvimos una horita en la terraza, hasta que anocheció completamente y se fue la mayoría de la gente. Para mi, entre el Rockefeller y el Empire, creo que hay que subir...¡a los dos!, porque cada uno te da una visión diferente de Manhattan, y, y aunque el TOR te da una visión de Central Park tremenda, el Empire es el Empire, y realmente, en pocos sitios te sentirás tan inmerso en el “american way of life".
Al salir, hicimos un nuevo intento de ir a ver "la Sirenita" o "El Rey León", pero de nuevo nos volvimos a quedar sin entradas.., así que nos fuimos al apartamento a cenar algo y dormir, ya que de nuevo estabamos destrozados. Por el camino, vimos con cierta sorpresa y curiosidad como cortaban las 8 Avenida a las 9h de la noche para arreglar un mini socavón (¡con las trampas para elefantes que hay en esas calles, por Dios¡).
23/08 (Domingo)
De nuevo desayuno prontito, y al metro para estar en St.John’s The Divine, a las 8h de la mañana. En el camino del metro al St.John’s nos volvimos a encontrar con una pareja que conocimos en la Estatua de la Libertad, ¡que ya volvían de verla! ¡y yo que pensaba que madrugaba!.
La catedral es, como mínimo, curiosa, ya que pretenden que sea la más grande del mundo, y las dimensiones ya lo revelan, pero tiene zonas absolutamente peladas, y de hecho, en el interior solo hay bancos en una tercera parte, y el resto está vacío… Hay un pulpito en medio de la nada… las paredes están sin pintar…
En cualquier caso, en quince minutos lo ves todo, ya que el quid está en las dimensiones. En el interior, como siempre, hay unos cepillos para los donativos, y poco más. Por no poder, no conseguimos ni comprar un cirio para colocarle al patrón…
Una vez visto, nos volvimos al metro (por aquí el bus no tenia tan buenas combinaciones), y anos fuimos directamente a la 125th, ya que queríamos ir a alguna de las misas gospel de Harlem.
Estuvimos dando una vuelta, ya que teníamos anotadas un par que en teoría comenzaban a las 8h ó las 9h, pero no se si por ser agosto, o por algún otro motivo, pero el caso es que no encontramos ninguna que empezase antes de las 11h, así que nos fuimos a mirar tiendas y tomar un café mientras examinábamos todas las iglesias que encontramos por el camino.
He de decir que aquí fue unos de los sitios donde me volví a sentir turista total, ya que la gente que estaba por la calle eran señoras mayores emperifolladas con sus vestidos y pamelas como si fueran a una boda (negras, por supuesto), y familia o parejas con mochila y cámara de fotos en la mano (blancos, por supuesto). Nota: Cualquier persona de raza blanca que diga que ha integrado y pasado desapercibido en Harlem, miente.
Después de mirar en varios sitios, y de salirnos de un par donde solo estábamos los turistas, acabamos en la African Methodist Episcopal Church, en la que solo había 30 o 40 personas, pero solo éramos nosotros y otra pareja de extranjeros, en la esquina de Malcom X y la 123th. El sitio estuvo entretenida, porque la “reverenda” nos ofreció un sermón vibrante, al que los feligreses respondían y coreaban continuamente, e incluso estuvieron cantando un rato, pero a mitad del oficio, como tampoco seguíamos gran parte de los discurso, nos fuimos. Nos asomamos en un par más, y el tema era parecido en todos (unos con estética mas lujosa, y otras más sencillas).
Nos subimos de nuevo al autobús y nos fuimos al Guggenheim.
Al llegar aquí, ¡sorpresa, había una cola tremenda! Asustados ante la perspectiva, fuimos con nuestro New York Pass a preguntar donde teníamos que hacer cola, y para nuestro regocijo, nos dejaron entrar directamente por un lateral y adelantar toda la cola (¡).
Dentro ya se sabe que lo más reseñable es el edificio en sí, así que le dimos un vistazo rápido a la exposición permanente, y vimos la temporal, que estaba dedicada al propio Frank Lloyd Wright, un poco al trote.
Al salir, lo suyo fue irse al Jackson Hole de Madison con la 91th a zamparnos una de las Beef Burger y unas ensaladas de la casa, todo típicamente yankee, por supuesto. Había gente haciendo el “brunch”, pero decidí no pedirlo porque vimos que era una combinación un poco rara de sabores (zumos, café, ensaladas, bacon, etc…)
Con la barriguita llena, nos fuimos a hacer el neoyorquino por Central Park, es decir, ir a ver al resto de la gente que hace lo mismo.
Después de acercarnos hasta la estatua de Alicia en el País de las Maravillas, y al comenzar a tomar conciencia de las dimensiones reales del parque, conseguí convencer a mi mujer de alquilar unas bicicletas para dar una vuelta (todavía se acuerda y me la tiene bien guardada…).
Alquilamos unas cruiser al lado del estanque, pero estas bicicletas no llevan frenos ni cambio, y son un poco pesadas, con lo que las rampas (que las hay) en la parte trasera se le pusieron un poco cuesta arriba a mi mujer (y nunca mejor dicho). De todas formas, es recomendable hacerlo, ya que sino difícilmente le darías toda la vuelta al parque, aunque también es verdad que lo ves un poco todo de pasada, ya que aunque te vas parando, hay tanto tráfico de bicis, que estás mas pendiente de pedalear y no chocar ni atropellar a nadie, que de recrearte con lo que ves.
Para rematar un poco el día, cuando devolvimos la bici, y bajamos hasta el final del parque andando, volvimos al apartamento a dejar una bolsa que llevábamos con algunas tonterías que habíamos comprado en Harlem, y nos acercamos a ver el Intrepid por fuera (el portaaviones en el que practica el golf Will Smith en Soy Leyenda). Esta chulo, y en alguna visita con más tiempo, igual nos acercamos a verlo por dentro.
Finalmente, volvimos hacia Times Square, para confirmar el error más garrafal que tuvimos en el viaje, y es que después de los intentos frustrados de ir a ver un musical los días anteriores, nos fuimos al chiringo de TKTS (por el que habíamos pasado cincuenta veces durante toda la semana), dispuesto a comprar unas entradas para cualquier función, y nuestra sorpresa fue mayúscula al descubrir que ¡estaba cerrado porque los domingos por la tarde los teatros no tienen función! (algunos musicales hacen la de mediodía, a las 15h). La verdad es que nos quedamos muy chafados, ya que nos íbamos al día siguiente, y ya no teníamos oportunidad de ir a ninguna otra función.
Para aliviar el enfado, nos fuimos a comprar los souvenirs que nos faltaban, y nos pasamos el resto de la tarde-noche dando una vuelta por Times Square, e intentando grabar en la retina cada una de las imágenes que tanto nos habían impactado de la Big Apple… Al final, nos fuimos al apartamento, a recoger las cosas y hacer las maletas: al día siguiente nos esperaba otro día muy, muy intenso…