Nuestro último día completo en Londres amaneció, esta vez sí, con un sol espléndido y con calor, todo lo contrario a los días anteriores. Tal era así, que nos parecía estar en otra ciudad. A eso también contribuyó el que Westminster estuviera cerrada al tráfico, todas las aceras protegidas por vallas metálicas y los pasos de peatones inutilizados. Habíamos quedado con mi prima en la estación de metro de Westminster, pero era imposible cruzar la calle, y no sabíamos muy bien por qué. Creíamos que era algún tipo de carrera de minusválidos… Al final tuvimos que meternos en el metro por la salida junto al reloj para cruzar. Nos encontramos con mi prima y compramos un billete para un día, a 6,60₤ (solo con coger el metro dos veces en el día ya es rentable), y nos montamos en la línea Jubilee, la gris, en dirección a Greenwich. Antes nos bajamos en Canary Wharf en la isla de los Perros. Aquí se encuentra la otra zona financiera de Londres, con grandes rascacielos de cristal, entre ellos el más alto del Reino Unido, el 1 Canada Square (el más alto hasta que acaben la mole cercana al Tower Bridge). También aquí tenían todo un tinglado montado, con actuaciones (vimos la de un coro que bailaba), y nos enteramos de qué estaba ocurriendo: ese día se celebraba la maratón de Londres, y más de 30000 personas se disponían a recorrer la ciudad, casi entera cerrada al tráfico. El ambiente era muy festivo, a lo que creo que contribuyó el buen tiempo. Vistos los rascacielos, volvimos al metro, aunque esta vez cogimos el DLR, Docklands Light Rail, que nos llevaría a Greenwich.
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En ese tren quedó mi paraguas… Por desgracia para nosotros, de Greenwich salía la maratón y la cantidad de gente allí era abrumadora, tanto que nos costó un buen rato cruzar la calle, pues tuvimos que esperar a que pasaran todos los corredores… Lo cierto es que nos aburrimos de esperar, por lo que nos colamos en la carrera “corriendo lateralmente” para cruzar la calle.
Cruzada la calle subimos al famoso Observatorio (hay una buena cuesta), gratis hasta tres meses antes. Ahora costaba 10₤, y como no íbamos preparados para ello, pues no entramos más que en la tienda de souvenirs… También aprovechamos para ver el Museo Naval, la Casa de la Reina, el Salón Pintado y la capilla de la universidad, todo muy bonito y gratis. Me hubiera gustado ver el Cutty Shark, pero por lo visto se quemó y está en restauración…
Comimos nuestros bocadillos en el césped de la Casa de la Reina y regresamos a la ciudad para dedicarnos a hacer una turné por todos los monumentos importantes de Londres para hacer fotos bajo la luz del sol, aprovechando la extraña circunstancia de que no había coches.
Después de hacernos un par de fotos chorras, nos dedicamos a pasear tranquilamente hasta la estación Victoria, donde mi prima nos llevó a cenar a un restaurante chino – italiano en el que podías comer lo que quisieras por 7₤. Allí nos despedimos de ella, pues al día siguiente ella tenía que trabajar y ya no la veríamos. Ya en el hotel, recogimos nuestras cosas, hicimos cálculos de lo gastado y nos fuimos a dormir.
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