En la noche navegamos hacia Asuán, lugar de la famosa represa, después de cenar nos pusimos nuestras chilabas que habíamos comprado en una tienda en el barco, estuvimos un rato en la fiesta llamada “noche de las chilabas” donde muchos pasajeros vestían trajes típicos árabes.
Todos los vehículos que van a Abu Simbel se reúnen entre las 3:00 y las 4:00 AM frente a un puesto policial en Asuán, luego dan la orden de partida y cada conductor toma la velocidad que desee. Creo que esto lo hacen para que el viaje se haga con algo de compañía y en caso de que algún vehículo se quede accidentado pueda ser auxiliado por otros. La carretera es muy solitaria, son 280 kilómetros y solo pude a ver dos o tres viviendas, ningún árbol, ninguna nube.
Parte de la cabeza de uno de los colosos se encuentra en el suelo y puede apreciarse en su real dimensión.
Al día siguiente nos tocó el check out después del desayuno y nuestro tren hacia El Cairo salía a las 6:00 PM. Gracias a la gestión del guía nos prestaron una habitación y pudimos utilizar el resto del día para caminar por las tiendas de Asuán. Compramos perfumes ya diluidos en alcohol en botellitas decorativas y con válvula spray para llevarlos como regalos a nuestros familiares y amistades. Había imitaciones muy buenas de todas las marcas conocidas y cada botellita de 50 ml costó 10 LE (2 USD). El vendedor tuvo el detalle de diluir los perfumes delante de nosotros, muy atento.
En la tarde recogimos nuestras maletas, y por 20 LE un taxi, que había sido contratado por el guía, nos llevó hasta el terminal de trenes. Lo sorprendente fue que después que estábamos instalados en nuestra cabina tocan la puerta y es el chofer del taxi pidiendo propina, lo más sencillo que tenía eran 5 € y se los dí, el taxista ganó más con la propina que con el traslado.
El trayecto sin inconvenientes, no es un tren lujoso pero se duerme bien y te ahorras una noche de hotel, además de la cena.