SÁBADO 13 de JULIO
El ferry que me ha traído a Samos ha sido uno nocturno de Nel Lines (32€). Tardaba en teoría 10'5 horas, pero ha llegado a las 11:00 en vez de a las 10:00. He venido en una cabina con cuatro literas (tres ocupadas, aunque sólo la mía hasta el destino final). La verdad es que he dormido como un rey.
Por cierto, mientras me llevaban a mi cabina por una laberinto de pasillos, pude ver a bastantes mochileros que dormían en algunos departamentos, tipo hall, en saco propio para ahorrarse la litera (en ese caso el precio era 18€).
Al igual que Syros, Samos tampoco cuenta con albergues ni dormitorios comunitarios (y fíjate si los he buscado de mil maneras). El coach surfing no me tienta, pues creo que careces de la independencia que tanto me gusta. En mi caso me alojo por una noche (la del domingo) en el hotel Cleomenis, a un kilómetro aproximadamente del puerto: en uno de los extremos de la bahía de Samos, junto a la playa. El precio 35€ incluido el desayuno (a ese precio sólo he podido reservar una noche). Menos mal que había reservado el día anterior, porque por primera vez no me he encontrado a nadie a la boca del puerto ofreciendo habitaciones.
Lo atiende una familia de dos hermanos jóvenes encantadores. Yo que quería sólo dejar la mochila (11:20), pues el check in era a partir de las 14:00... Pues han insistido en que me quede unos minutos, que me hacían la habitación al momento, que me tome unas tostaditas, que un café, que si tal pueblo merece la pena.... vamos que ni me he dado cuenta y para las 11:30 estaba en mi habitación doble, de uso individual.
Enseguida me he acercado al balconcito y he visto esto:
Esa playita me espera mañana para hacer tiempo al ferry hacia Turquía. Como que me llamo Iñaki.
Me dejo guiar por las opiniones de los chicos del hotel y de la lonely y me dirijo hacia la parada de autobuses (en el otro extremo de la bahía), a unos dos kilómetros (la bahía es grande), pasando por la plaza más concurrida de la capital, llamada Phytagorau, pues el sabio griego nació en esta isla.
La parada de bus es un esperpento. Basta con decir que ponen los horarios de los siguientes dos o tres autobuses en una tabla con tiza blanca:
La frecuencia de autobuses se reduce mucho el fin de semana (hoy es sábado) y llegan a desaparecer ciertas líneas. Además, la mayor parte de las conexiones se hacen desde Samos capital (como ocurría en Santorini o en Naxos).
El principal destino era Pythagorio, sí, sí, el mismo nombre que la plaza de la capital. He cogido un bus que salía alas 12:45 e iba llenísimo.
Se llega en apenas 20 minutos. El autobús te deja en la carretera principal, pues después sigue su ruta.
El pueblo es típico costero, con barcas de pesca, pero que vive hoy en día del turismo (por supuesto, sin masificar). Tiene una playa a un kilómetro aproximadamente de donde deja el autobús, pero es de piedra o guijarros, así que con chancletas.
Lo que se ve al fondo es el castillo de lykourgos logothetis (seguro que está mal escrito), hay que tener en cuenta que se pueden ver desde allí las costas turcas.
Sin embargo, tanto los hermanos como la guía hacían referencia a un lugar en concreto:
Bueno, en la foto te dirigen a varios, pero yo me refería al túnel de Efpalinos. Al parecer un tal Polícrates ordenó a los trabajadores que excavaran la montaña siguiendo rigurosamente el plan del ingeniero Evpalinos. Se les fue la mano, pues escavaron 1034 metros, en el año 524 a.C.!! Claro, y una vez de hacerlo, pues que menos que con dos alturas, una como acueducto para traer el agua potable y otro de servicios.
En la actualidad dejan acceder a unos 150-200 metros. La entrada es claustrofóbica, un señor delante mío (eramos tres) ha optado por no hacerla. El precio de la entrada es de 4€. ¡Coño, es la primera vez que pago por ver algo en Grecia! Me parece, por lo que he leído, que en Turquía ya me van a cobrar lo suyo y lo de los griegos.
De allí me he dirigido andando, bajo un sol ardiente (y es cuesta arriba) hacia el monasterio que indicaba la señal: El monasterio de la virgen de la cueva. El nombre no es original, la verdad, porque es lo que es...
Esa es la entrada a la cueva y al final de la misma, al de unos diez metros, pues a alguien se le ocurrió hacer esto:
Es curioso, la verdad; pero lo mejor son las vistas que se tienen después de la pechada:
Ya es hora de pensar en volver, que cada vez me canso antes (no quiero pensar lo que me queda aún en Turquía, y allí no va a haber playa)
El bus de regreso se retrasa unos diez minutillos (16:30), pero tengo la suerte de que al llegar a Samos, sale en tres minutos el bus que va a kokkari (eso pone la pizarra), así que a él que me subo.
El trayecto a Kokkari (que ya he marcado en la foto del google maps de arriba) se hace en quince minutitos (1'50€). Es un pueblo pesquero, más pequeño que Pythagorio. Tiene una larga y estrecha playa de guijarros nuevamente, con el agua bastante agitada. Está vacía a la hora que voy. La verdad es que he visto poca gente en el pueblo en general.
El puerto, como viene siendo típico, está canibalizado por las terrazas de las tabernas y cafetrías.
La vuelta la he hecho un par de horas después, en el último autobús. Una vez en Samos capital, aprovecho para comprar el billete del ferry a kusadasi de mañana (35€) y hacia el hotel que me acerco, para poner al día el diario.
He tenido suerte otra vez. Aunque las fotos no le pueden hacer ni una mínima justicia (es de un rojo muy intenso), nuevamente puedo ver el atardecer más bonito.
DOMINGO 14 de JULIO
Pues esto ya se acaba, hoy es mi último día en Grecia, destino inolvidable de la primera mitad de mis vacaciones de Julio (y es que aún queda la otra mitad
El desayuno en el hotel Cleomenis sensacional.
Preparo la mochila para dejar el check out del hotel antes de las 11:30 y resulta que Joanna y su hermano me instan a que no deje la habitación hasta que me vaya del todo; que ande tranquilo. La verdad es que lo de esta pareja no tiene palabras suficientes, simplemente encantadores y atentos. Más incluso que la media de amabilidad, altísima, que me he encontrado por las islas Griegas.
Pues nada, a aprovechar las últimas horas de Samos y a la playa que se ve desde la habitación que me voy. Es de guijarros, por lo que es preferible llevar chanclas (aunque los cantos son rodados y no hacen daño al pie). Me siento en una hamaca VIP (con acolchado de cuero, almohada y toalla) y por 3€ tengo también sombrilla y un te helado. Genial.
Me acerco al agua, pero está más fría que otras veces, lo que, unido a la pereza, hace que me quede donde estoy empezándome el tercer libro de las vacaciones (un caso del inspector Jaritos, ya que estamos aún en Grecia).
Siempre que he estado en alguna cala o playa ha venido gente ofreciéndose para hacer masajes y hoy no va a ser menos. La diferencia es que hoy he aceptado, después de pasar envidia con los masajes que un chico oriental le hacía a dos "vecinas" de tumbona. Total, 30 minutitos muy intensos en la espalda y brazos (hay una inmensidad de opciones) por 20€.
A eso de las 15:00 me subo al hotel, me ducho y a actualizar el diario antes de marchar al ferry que me llevará a Kusadasi.
Samos es una isla bastante grande y sólo he estado una noche, así que poco puedo decir.
Lo mejor su disposición geográfica, pues tiene todos los días uno (a veces dos) ferry hacia Kusadasi, en Turquía.
Las playas no son ni parecidas a las de las cícladas. Pero a la gente que le moleste la arena, las disfrutará, sin lugar a dudas.
Kokkari es un pueblo muy pequeñito, demasiado turístico. Pythagorio es más hermoso, cuenta con una playa grandecita y atracciones propias.
La capital es grande, pero no me ha gustado tanto como Hora o Ermepolis.
El servicio de autobuses está centralizado en Samos ciudad (Vathy), pudiendo llegar a todas las partes en días laborales, aunque la frecuencia no es para tirar cohetes.
Yasas!!!
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