Este viaje seguramente ha sido de los que más larga elaboración han tenido de los muchos que ya he realizado. Diez meses antes de salir ya estaba entrando en los foros de Turquía y leyendo todo lo que encontraba por internet para finalmente, antes incluso de salir, casi convertirme en un experto. Lo primero fue formalizar billetes de avión, hotel y circuito por Anatolia, ya que si bien tenía claro que Estambul lo iba a hacer por libre, no tenía demasiadas ganas de organizarme el viaje por el interior. Afortunadamente encontré una agencia por internet, en concreto viajas.com, pero que tenía una sede física en Granada y un teléfono donde te atendían estupendamente cada vez que llamabas. Les expuse lo que quería, organizar el circuito con ida y vuelta desde Estambul en vez de hacerlo desde España. Y me lo resolvieron a total satisfacción. El día convenido estaban en mi hotel para llevarme al aeropuerto. Y todo salió a las mil maravillas. El vuelo a Estambul lo reservé con Turkish Aerolines porque fue el más barato y con un horario razonable que no me hacía llegar a Estambul a horas intempestivas. En el hotel de Estambul patiné un poco. El Sapphire tenía tan buenas críticas por todos lados que no podía sospechar que luego fuera tan cutrecillo. Sobre todo en el tema de limpieza resultó un poco lamentable. Y en la habitación existía una cama de matrimonio metida con calzador por lo que tuvieron que eliminar una de las dos mesillas de noche. Y entrar a la ducha suponía hacer escalada que dudo que una persona con más años pudiera hacerlo.
Pero bueno, finalmente llegó el día D y la hora H, un inolvidable 8 de septiembre. Tren a Madrid, un viaje que me lo hizo corto “la sombra del viento” de Zafón. Unas bravas en el callejón del gato con esos espejos cóncavos y convexos tan valleinclanescos, una tortillita en el mesón de la ídem y a dormir que al día siguiente estaríamos en Estambul.
Antes de empezar decir que este diario no es un diario técnico con datos que son ampliamente conocidos. No se habla de lo que cuesta el visado, ni de las características artísticas de Santa Sofía. Es más bien un cúmulo de experiencias y de opiniones que me parece pueden resultar más útiles que lo que ya está dicho por todas partes, seguro que mucho mejor de lo que yo pudiera expresar.
Pero bueno, finalmente llegó el día D y la hora H, un inolvidable 8 de septiembre. Tren a Madrid, un viaje que me lo hizo corto “la sombra del viento” de Zafón. Unas bravas en el callejón del gato con esos espejos cóncavos y convexos tan valleinclanescos, una tortillita en el mesón de la ídem y a dormir que al día siguiente estaríamos en Estambul.
Antes de empezar decir que este diario no es un diario técnico con datos que son ampliamente conocidos. No se habla de lo que cuesta el visado, ni de las características artísticas de Santa Sofía. Es más bien un cúmulo de experiencias y de opiniones que me parece pueden resultar más útiles que lo que ya está dicho por todas partes, seguro que mucho mejor de lo que yo pudiera expresar.