Cansados por el madrugón y el viaje, llegamos a Tenerife Sur. Desde el avión tuvimos una vista fantástica de la isla con el Teide en el centro atravesado por una nube. Como no facturamos fuimos directos al mostrador de Auroreisen, a recoger el cochecito que nos acompañaría los próximos 4 días. Pequeñito pero suficiente para lo que necesitábamos.
Fuimos a nuestro alojamiento en Costa del Silencio, muy cerca del aeropuerto. Habíamos alquilado un pequeño apartamento por Airbnb. El dueño nos dio muchas recomendaciones y nos dejó muchos detalles de fruta y comida.
Comimos por allí cerca y nos tomamos nuestras primeras Doradas, la cerveza de la isla, que nos supieron a gloria. Ya teníamos ganas de unas papas arrugás con mojo y la doradita.
Después de comer, nos pusimos el bañador y nos fuimos andando a Montaña Amarilla, que estaba a solo 10 minutos. Buscando en internet información sobre lugares para hacer snorkel en el sur de la isla, leímos que la playa de Montaña Amarilla era uno de los mejores. Y ciertamente vimos muchos peces, cangrejos, pulpos,…
Hacía mucho frío, así que no duramos más de 45 minutos dentro del agua. Esta playa, además de por su vida marina, merece la pena por lo bonita que es. Está a los pies de un cono volcánico y la erosión ha dejado unas curiosas formas.
Dando un corto paseo, subimos a la montaña, desde donde hay una bonita vista del mar y del sur de la isla, salpicado por esos pequeños conos volcánicos.
Y para terminar la tarde, cerveza en el chiringuito que hay allí, un lugar muy agradable, con asientos en la piedra volcánica y vistas fantásticas. Ya os adelanto que volvimos a terminar cada tarde allí.
Antes de volver al apartamento entramos en el supermercado a comprar algunas cosas para el desayuno. Nos duchamos y fuimos a cenar a El Rancho de Nino, un restaurante tradicional, a pocos minutos en coche. Comimos pulpo y conejo, además de papas arrugás y las doradas correspondientes.