I : Charlotenburg y su palacio, imanes y arco iris ✏️ Diarios de Viajes de Alemania

Autor: Chungking
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Diario: BERLÍN: un carajillo de café turco con Brandy Gran Reserva y azúcar integral

Puntos: 5 (6 Votos)  Etapas:   Localización: Alemania

El actual barrio de Charlottenburg, antiguamente una aldea llamada Lietzow, ya anotada en un papel en el año 1239, se origina a finales del siglo XVII, cuando el prusiano rey Federico I, al fallecimiento por neumonía con 36 años, de su segunda esposa Sofía Carlota de Hannover, decide renombrar en su honor como Schloss Charlottenburg, la residencia a la orilla del río Spree, que se había ordenado construir en 1695, la entonces princesa, para pasar los veranos. Originalmente llamado Palacio Lietzenburg, la villa, a la que la reina prusiana podía llegar navegando desde Berlín, se convirtió para ella en un refugio en el que poder librarse de la corte y del rey, dando paseos con su amigo el filósofo Gottfried W. Leibniz, o desconectar de Berlín, disfrutando de conciertos de música y danza, o viendo fuegos artificiales.


Para llegar allí, cogemos un tranvía y el metro; primero el tram M8 en una parada a 5 minutos del hotel, bajándonos en Rosa Luxemburg Platz, a 10 minutos a pie de Alexander Platz, y luego, la línea U2 del metro, para llegar en unos 40 minutos a Bismarck Str, 17 paradas después.


Después de haber estado leyendo sobre Charlottenburg, en cualquier página web, blog o guía, solo palabras como elegante, sofisticado, caro, aristocrático, refinado, tranquilo, acaudalado, lujo, señorial, esplendor, exclusivo, etcétera, salir del metro por la calle Wilmersdofer en dirección al Palacio de Charlottenburg, es toda una extrañeza, ya que en vez de opulencia y casas regias, lo que encontramos es una calle normalita de barrio, con bastante chino, edificios mediocres, bares normales, supermercados, ferreterías, tiendas de telefonía, farmacias, oficinas, ópticas, papelerías, floristerías, tiendas de colchones, agencias de viaje, lavanderías, etc., y aunque un poco más adelante se empiezan a intercalar edificios con fachadas ornamentadas y ventanas rematadas con frontones, la calle no cambia mucho de ambiente.


En 20 minutos, tras girar por la avenida Otto Suhr Allee, que cruza la calle en diagonal, llegamos a la esquina sureste del que fue palacete de verano de la de Hannover, el Schloss Charlottenburg, y aunque los lunes el interior del palacio está cerrado para las visitas, buscamos alivio al agobiante calor del día en los reales jardines, que son un oasis de acceso libre y están abiertos todos los días de 8 a 20 horas.


El paseo por los jardines resulta muy agradable, y aunque no tienen una extensión como para perderse, el sendero que los rodea es arbolado y fresco, discurre entre el estanque de carpas y el río Spree, y cruza los canales artificiales que conectan con el río, sin perder de vista intermitentemente, el suntuoso edificio del palacio. Hay poca gente, y la que hay, se acompasa a la calma general del lugar, sentada en la hierba, los bancos, o bajo la copa de los árboles, recogiendo flores o paseando. En el lado este del complejo palaciego, después del recodo del río, aunque hay obras y barcazas amarradas, se pueden apreciar en la otra orilla desde el sendero, las ventanas y balcones de las viviendas de la gente acomodada que tiene privilegiadas vistas al río, al palacio y sus jardines.


Tras la muerte de la reina, el palacete barroco y los jardines reales fueron ampliándose y adecuándose a las modas del momento y a los usos tanto personales como oficiales, del rey y sus herederos. De esa manera, década a década, los jardines se embellecieron y se rediseñaron siguiendo el modelo del paisajismo inglés; se construyeron más alas en el edificio principal, con habitaciones reales, y salones de baile y de banquetes; se edificaron pabellones y un mausoleo, etcétera. Hasta 1918, en que fue derrocada la monarquía y el palacio pasó a ser un museo, todos los descendientes de Sofía Carlota de Hannover y Federico I, la dinastía prusiana de los Hohenzollern, establecieron Charlotenburg como residencia de verano, e incluso algunos de los Federicos, Guillermos y Luisas, como residencia real, y tumba.


Durante la II Guerra mundial, un 60% del palacio quedó destruido, aunque una buena parte del mobiliario y obras de arte, sobrevivió oculto en sótanos y búnkeres. En 1946, a partir de fotografías, grabados, dibujos, planos y textos, anteriores a la guerra, empezaron las primeras reparaciones de Charlottenburg que, a pesar de las muchas dificultades y trabas que se fueron encontrando sus impulsores, por los diferentes criterios de las potencias que se habían dividido Berlín, y por la enorme cantidad de fondos que se necesitaban, siguieron a lo largo de las décadas siguientes.


Una de estas promotoras, sino la principal, fue la historiadora de arte Margaret Kühn quien, como directora del Departamento de Palacios y Jardines de Berlín después de la guerra, logró que el edificio fuera declarado Monumento histórico de la ciudad, y luchó y trabajó hasta su jubilación para lograr que hoy esté en pie, y pueda ser visitado. Una calle de Charlottenburg lleva su nombre.


Gastamos una hora y media en el oasis, y tras bordear todo el recinto palaciego, tomamos dirección sur por Schlosstrasse, el regio bulevar que encara al palacio, y que con sus edificios señoriales y su paseo central, sí que confirma la etiqueta de Charlottenburg como barrio aristocrático, caro, elegante y tranquilo; un barrio que 300 años antes, eran un grupo de casas arrimadas al palacio, a las que una década después de la construcción del mismo, se les otorgó el título de ciudad; que fue absorbido como barrio de Berlín en los dorados años 20, cuando era el epicentro del glamur de la ciudad con sus salas de baile, teatros, cabarets, y cafés; y que durante la división de Alemania, fue el corazón de Berlín Occidental.


Tres manzanas de bulevar nos bastan, y giramos al este para volver a descender por la paralela Kaiser Friedrich Str, una avenida más urbana y algo menos suntuosa, pero que con su ambiente, sus tiendas, su gasolinera, y sus comercios comunes, sigue teniendo poco que ver con el centro de de la ciudad. Atravesando plácidas calles arboladas, llegamos en media hora a la calle Kantstrasse, que también corrobora por los rótulos de los comercios y restaurantes que vemos, ser el oficioso barrio chino de Berlín.


Como es la hora de comer, y nos apetece una dosis de buena comida guarra, nos llegamos en 10 minutos hasta el Windburger de la preciosa calle Windscheid Str, y pedimos en la taquilla una Cheese burger con lechuga, tomate, cebolla, queso y encurtidos; una London burger con lechuga, tomate, pepinillo, cebolla, bacon y huevo frito; dos bebidas; pagamos 15 €, y cuando vibra el chivato que nos han dado, recogemos el pedido y lo devoramos en una de las alargadas mesas comunitarias de madera del exterior, rodeados de la numerosa clientela que tiene esta hamburguesería. Al acabar, con ganas de rematar la dieta hipercalórica, bajamos hasta la esquina con Stuttgarterplatz, una tranquila y ajardinada plaza al lado de las vías elevadas del tren, con edificios nobles y aroma a dinero, y nos sentamos a tomar un helado y un carajillo en la terraza de una heladería china todo a cien, entre la gente acomodada de Charlotenburg.


Aunque a apenas 10 minutos de nosotros, siguiendo la calle y cruzando por el corto túnel bajo la vía férrea, se encuentra el bulevar Kurfürstendamm, llamado Ku’Damm de manera abreviada, la arteria oeste de la ciudad que, con sus centros comerciales, grandes almacenes, y los elegantes escaparates de las exclusivas tiendas de moda y objetos de lujo, es la más famosa vía comercial de Berlín junto con Unter Den Linden, nosotros descartamos visitarla, y en su lugar, regresamos poco a poco hasta la estación de Bismarck de la línea 2 de metro, para regresar al hotel a descansar un rato.


En la habitación, notamos los kilómetros acumulados y la ola de calor que ha golpeado la ciudad de manera intermitente, durante los cuatro días que llevamos, y decidimos ir a tomar algo al Ice Bar de Berlín, y consumir el resto del día por el cercano y conocido centro. En un cuarto de hora desde la torre de TV, llegamos al Ice Bar, pero no hemos tenido en cuenta que es lunes, y como en el caso del Palacio de Charlottenburg por la mañana, está cerrado. Así que hay que tener esto en cuenta para programar las visitas a los museos públicos y a algunos otros lugares.


Nos quedamos por Alexander Platz, Hackescher Platz y alrededores, dando unas vueltas, y aprovechamos para mirar chiringuitos de souvenirs y tiendas de ropa y objetos de segunda mano, para comprar camisetas lisérgicas con estallidos de colores, e imanes Made in Berlín con el hombrecito de los semáforos, un plato de currywurst, una jarra de cerveza, o pinturas icónicas del muro, para regalarlos a familiares y amigos.


A las 7 de la tarde, la temperatura y el tiempo cambian, y nos pilla un diluvio bajo la protectora sombrilla de la terraza de un bar. Sin embargo, fuera de nuestra guarida, el ajetreo no se detiene, y ni los patines ni la bici ni la gente, paran de rodar, reflejados junto a las luces en el asfalto mojado. El fuerte chaparrón dura apenas 1 hora, y al acabar, aparecen sobre los edificios y gruas, multitud de nítidos arco iris.


Regresamos caminando hacia el territorio del hotel, y en el bar autorservicio de la cafetería Bäckerei (panadería) Melis de la esquina, frente a la punta del Volkspark Friedrichstain, y junto a la concurrida y cotidiana parroquia de vecinos del barrio con cafés o montones de botellas vacías de cerveza sobre la mesa, que hay siempre en el bar, nos sentamos en la terraza a charlar sobre la jornada y a planificar la ruta del día siguiente, último de nuestra escapada a Berlín.


Sin embargo, mientras uno esté sentado en la terraza de un bar en una calle berlinesa, la vida no para, y ya de noche, una manifestación de unas 50 personas con pancartas y altavoces, pastoreados por una vanguardia y retaguardia de unos 10 coches y furgonetas de la polizei, con sus luces azules parpadeando y sus sirenas emitiendo techno industrial, rompe el apacible runrún del indescifrable idioma de las conversaciones solapadas, y de la atmósfera sosegada de la zona.


Ahora sí, y a la de 1, a la de 2, 2 y cuarto, 2 y media, … el lunes se acaba cenando en la habitación, los restos que quedan en la nevera, de la compra en el super del primer día, acompañados de una bolsa con un bol de arroz asiático que hemos pedido a domicilio, y que nos ha traido un repartidor al hotel. Kilómetros del día: 15.

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  chungking  18/08/2022 14:15   📚 Diarios de chungking
Comentario sobre la etapa: L: domingo de rastro, Prezlauer Berg y Museo de Pérgamo
gracias luchino, yo estoy escribiendo el diario y me estoy enterando de muchísimas cosas que no sabía. saludos
  Salodari  18/08/2022 17:34   📚 Diarios de Salodari
Comentario sobre la etapa: L: domingo de rastro, Prezlauer Berg y Museo de Pérgamo
Qué chulo el ambiente que has mostrado en estas fotos. Y la info sobre la Isla de los Museos me ha parecido muy interesante. Sólo por verlos creo que me gustaría la ciudad. Te mando unas estrellas
  chungking  18/08/2022 19:49   📚 Diarios de chungking
gracias Salodari. Nosotros pasamos un buen rato en el museo, aunque no pudimos ver alguna sala, y la isla es sin duda un gran complejo museistico
  elulo  12/09/2022 21:57   📚 Diarios de elulo
Sehr gut, @chungking. Cuando vuelva a Berlín usaré tu información y seguro que encuentro cosas que ni sabía.
  chungking  14/09/2022 10:25   📚 Diarios de chungking
hola Elulo, pues ahí lo tienes para lo que quieras. Ha sido la primera que visitaba Berlín, y me han gustado los contrastes que he visto. Saludos, y gracias por pasarte y comentar. Un abrazo.
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Últimos 5 Mensajes de 993
1503372 Lecturas
AutorMensaje
pepefe

Super Expert

07-02-2011
Mensajes: 429

Fecha: Mar Dic 10, 2024 09:13 am    Título: Re: Berlín: Consejos, opiniones, visitas - Alemania

El trayecto que te dice Ondas viajeras es el mejor. Hay otro con el S41 por el norte, que es más rápida, pero te deja más lejos del palacio.
En cuanto a comer, si vienes ahora en diciembre, tienes la opción de comer en el mercadillo, que dicho sea de paso, me parece uno de los más bonitos, sobre todo por la noche, que proyectan imágenes en el propio castillo. Tienen bastantes puestos de diferentes comidas, incluido salmón asado, que está muy rico, y por supuesto, vino caliente (Glühwein). Creo que el mercadillo abre hasta final de mes.
cancionilo

Super Expert

23-04-2007
Mensajes: 939

Fecha: Mar Dic 10, 2024 09:51 am    Título: Re: Berlín: Consejos, opiniones, visitas - Alemania

Gracias pepefe, vamos en julio, pero voy preparando rutas poco a poco
ondasviajeras

Super Expert

16-08-2020
Mensajes: 280

Fecha: Mie Dic 11, 2024 11:39 am    Título: Re: Berlín: Consejos, opiniones, visitas - Alemania

"cancionilo" Escribió:
Gracias pepefe, vamos en julio, pero voy preparando rutas poco a poco

Ay, olvidé deciros que también podéis alquilar algún día bici! Julio, bici, lagos, picnic en el antiguo aeropuerto de Tempelhof...
JUAN-27

Super Expert

18-11-2018
Mensajes: 340

Fecha: Sab Nov 08, 2025 01:58 pm    Título: Re: Berlín: Consejos, opiniones, visitas - Alemania

Hola a todos, vamos mi hija de 15 y yo ya mayorcete a berlin en navidad, nuestra intención es visitar temas relacionados con la wwII, hemos cogido un hotel en la zona sureste, concretamente un hotel berstwestern. La duda nos surge para la cena del día 24 de diciembre, somos mucho de cenar en el hotel, no nos gusta meternos en un restaurante y pagar una pasta y estar horas. Que opciones hay por la zona, no sé si algún supermercado vende comida para llevar, tipo codillo, carnes, pescados o similar, también nos vale tipo kebap, pero bien elaborados, no como en otras ciudades en las que hemos...  Leer más ...
javiky13

Dr. Livingstone

27-02-2012
Mensajes: 6778

Fecha: Sab Nov 08, 2025 08:18 pm    Título: Re: Berlín: Consejos, opiniones, visitas - Alemania

El día 24, supongo (no lo se) que los supermercados cierren pronto y aunque lleves la comida al hotel, es posible que se quede fria.

En los Rewe , Kaufland, Edeka...si puede haber una zona de carnes para llevar: salchichas, panceta, codillo, schnitzel, fricadeller.... En muchas carnicerías alemanas puedes encontar un puesto a un lado que venden este tipo de productos hechos (desconozco si por la zona del hotel hay)
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