En Borneo I ✏️ Diarios de Viajes de Brunei17º día: de Kuala Lumpur a Brunei. No hemos reservado tiempo para visitar la capital federal de Malasia en este viaje porque ya lo hicimos hace un par de años, de regreso de Filipinas. Para hoy tenemos un vuelo a Brunei que sale hacia mediodía y...Diario: De Bangkok a Brunei⭐ Puntos: 5 (7 Votos) Etapas: 9 Localización: Asia Sudeste17º día: de Kuala Lumpur a Brunei No hemos reservado tiempo para visitar la capital federal de Malasia en este viaje porque ya lo hicimos hace un par de años, de regreso de Filipinas. Para hoy tenemos un vuelo a Brunei que sale hacia mediodía y no podemos entretenernos mucho. Nuestro hotel está en el distrito financiero de KL, pero cerca ya de Chow Kit, un vecindario que no conocemos; no importa, salimos temprano a dar una vuelta y al rato encontramos lo que más nos interesa: un callejón con distintos restaurantes populares donde podemos elegir qué desayunar. Entramos en un gran autoservicio en el que sirven de todo; mientras Pilar se pone morada de roti chanai (tortitas de estilo indio) con sus habituales aderezos, yo me tiro a la versión local del nasi padang (carnes y pescados en adobo con arroz). Contando con el té y el café nos gastamos en total unos 15 Ringgit. Volvemos a buscar nuestro equipaje y tratamos de parar un taxi en el vertiginoso tráfico de Jalan Rajah Laut (calle del rey del mar, o algo así)... pero no es tan fácil como parece y al final nos tiene que ayudar el conserje xD. El taxi nos deja en la estación de ferrocarril Sentral; ya conocemos de otros viajes lo bien equipada que está, pero hoy por primera vez vamos a usar el KLIA Express, que es el modo de transporte más rápido al aeropuerto. Es un tren que corre que se las pela: 75 kms en 45 minutos con una sola parada. Y supongo que también un despilfarro económico, puesto que suele ir casi vacío. El billete cuesta 35 Ringgit; por supuesto los trenes están climatizados, hay prensa (sólo de negocios, of course) y wifi gratis. Además, el hecho de volar con Malaysia Airlines (y alguna compañía más) nos da derecho a facturar el equipaje en los mostradores de Sentral. Llegamos a Bandar Seri Begawan, o BSB, nombre oficial de la capital del sultanato, hacia las 14h, y en algunos aspectos es como entrar en otra época. Somos conscientes de haber estado en los dos últimos países del mundo que siguen siendo gobernados de manera ejecutiva por un sultán: Omán y este en que nos encontramos ahora. No digo que sea forzosamente un anacronismo, pero sí que tiene sus particularidades. Para empezar, aquí rige la ley seca. Pero el sultán es magnánimo y permite a los huéspedes extranjeros echar un traguito de forma discreta siempre que el licor lo traigan ellos mismos, claro está. Antes de que mi maleta pase por el escáner de aduanas tengo buen cuidado de declarar el último frasquito de 1/3 de Sang Som que guardo desde Lipe. La funcionaria, medio embozada en su hiyab morado, me entrega una tarjeta amarilla que debo rellenar, luego me la sellan y adelante! ya puedo pasar con mi humilde petaca de ron. Al hombre de negocios que intenta pasar detrás de mí con una gran caja de habanos le ponen cara de que o sea que como mínimo tendrá que pagar una tasa. Además este sultanato es, si hemos de creer su fama, muy rico; las cosas no deben estar pensadas para facilitar la vida a visitantes de bajo presupuesto. Intentando averiguar dónde paran los minibuses públicos que van a la ciudad nos envían de un lado a otro de la terminal; al cabo de media hora nos resignamos a coger un taxi que nos cuesta 25B$. Antes hemos pasado por una oficina de turismo de lo más precaria en la que sí nos dan algo gratis: unos folletos y planos muy chulos y el típico pin redondo con la leyenda I Brunei Brunei compite con Singapur por el nº1 en limpieza xD En el trayecto al centro de BSB comprobamos que la ciudad no está hecha para peatones; la movilidad pasa por tener vehículo propio. Por otro lado no es que se vean Rolls Royce y Ferraris por todos lados, al contrario, casi todos los coches son utilitarios japoneses de los más baratitos. Pronto comprobaremos que BSB es una ciudad malaya provinciana y sin muchos fastos aparte de las propiedades del sultán y familia. Nos alojamos en el Hotel Terrace, un auténtico veterano del lugar. Esto quiere decir que durante décadas fue el único hotel "normal" del sultanato y que ahora, avejentado ya, sigue siendo casi el único "barato" de la ciudad. Había reservado una habitación por una tarifa, confirmada por e-mail, de 65B$ y cuando nos registramos la astuta recepcionista quiere cobrarnos 75B$ no se sabe por qué (no es una fianza reembolsable como nos ha pasado en otros países). No lo consigue, pero ha sido un buen intento y de todos modos hace que paguemos por adelantado. Es tarde para almorzar y pronto para cenar, así que simplemente salimos a dar un paseo y nos metemos en la cercana Mezquita de Omar Saifuddien, uno de los símbolos nacionales. Esta mezquita fue construída en 1958 y con sus 52 metros de altura se mantiene (por decreto del sultán) como el edificio más alto del centro de BSB. El proyecto arquitectónico fue realizado por un italiano (Rudolfo Nolli) y eso se nota; no sé si se puede calificar como un gran monumento, pero desde luego su aspecto exterior y el entorno son armoniosos y no carecen de buen gusto. Está construida sobre un lago artificial que a la vez sustenta un pabellón en forma de barco; las fachadas y el minarete son de un blanco deslumbrante y la cúpula central, de mediano tamaño, puede deslumbrar más aún puesto que está cubierta de oro. El interior es de diseño muy sencillo y sólo nos permiten verlo desde el umbral pero salta a la vista que las lámparas y alfombras también son valiosas. Mezquita de Omar Saifuddien Seguimos paseando hasta la orilla del Sungai Brunei, la zona más animada de una ciudad que se puede calificar de aburrida. Por el río pasan velozmente barcas ligeras a motor que ofrecen sus servicios a todo el que se acerca; enfrente se ve la multitud de cabañas levantadas sobre pilotes en el agua que componen Kampung Ayer, el barrio más tradicional de BSB; sin embargo no nos decidimos a cruzar y en lugar de eso recorremos la zona comercial de la orilla norte. De paso tratamos de informarnos sobre las posibilidades de viajar a Miri, en el vecino estado malayo de Sarawak. El río Brunei nos separa de Kampung Ayer Bajando algo más por el río nos encontramos con un mercado nocturno que se llama Gerai Makan; aquí viene mucha gente a comer satay (pequeñas brochetas de pollo o cordero) y otras sencillas especialidades malayas, así que nosotros hacemos lo mismo. De regreso a nuestro hotel nos encontramos con otra feria popular más grande, con actuaciones musicales, en un solar a la altura del Hotel Radisson. Hay muchos puestos de durianes, así que el olor no es precisamente suave; pero los habitantes de Brunei están muy orgullosos de los durianes que cultivan, de hecho tienen una variedad propia, de carne mucho más oscura. A Pilar en general el durian le gusta, yo consigo vencer mi repugnancia y también lo pruebo cuando los vendedores nos lo ofrecen amablemente (ya se imaginan que no vamos a poder viajar con esas bombas fétidas en la mochila xD) y la verdad es que no está mal, sabe como a turrón no demasiado empalagoso. Durianes del sultanato.... Irresistibles xD 18º día: de Brunei a Miri Madrugamos un poco y dejamos las maletas en el hotel, dispuestos a recogerlas y marcharnos en cuanto sea posible. Vamos a pie de nuevo a la estación de autobuses de Jalan Cator, una zona céntrica y de mercado, y allí tratamos de enterarnos por fin de los horarios de salida hacia Sarawak, cosa que nos cuesta varios paseos y múltiples preguntas a todo el vecindario. Al parecer hay alguna empresa de bus interurbano que viaja hasta puntos tan distantes como Pontianak, en el extremo oeste de Kalimantan (Indonesia), pero a nosotros nos vale con que nos dejen en Miri, que en realidad está bastante cerca. Por fin nos confirman que hay dos salidas diarias a esa ciudad con una empresa llamada PHLS; no salen de la propia estación sino que esperan en una esquina a un par de manzanas de allí, junto a la fachada de un edificio a medio levantar. También nos aclaran que el primer autobús ha salido hace ya horas y que la segunda salida es para las 13h, así que no podemos perderlo. No nos queda pues demasiado tiempo para pasar en el sultanato. Cerca de donde estamos pasa un canal que desemboca en el río Brunei y al otro lado se extiende Tamu Kianggeh, el mercado más auténtico y colorista del país. Los puestos están todos protegidos con telas y en ellos se encuentran toda clase de alimentos frescos, aparte de flores, especias, productos del bosque, etc. Habituales del mercado Tamu Kianggeh Pasamos un buen rato recorriendolo enterito y cuando salimos el sol es muy fuerte y no tenemos ganas de ir ya mucho más lejos. Cuando pasamos frente a la puerta del Royal Regalia Museum nos llega una bocanada de aire helado y por supuesto entramos en él de cabeza... qué alivio!! La visita es gratuita, hay que dejar los bolsos en consignas también gratuitas y descalzarse para pisar las moquetas que cubren gran parte del suelo. En este museo se guardan los uniformes, armas y otros cachivaches que utilizan el sultán y todo su séquito en los desfiles protocolarios que se organizan de tarde en tarde. A la entrada está la carroza que se utilizaba en el pasado, una reliquia decorada con pieles de leopardo y cosas así; y en el interior está la otra, mucho más grande y moderna, que todavía se puede usar cuando llegue la ocasión. Casi ninguno de los miles de objetos expuestos tiene un valor especial pero.... cualquiera sale ahora a la calle, con lo fresquito que se está aquí dentro Por fin nos armamos de valor y volvemos a pie al hotel a recoger las maletas. Para volver al centro hacemos que nos llamen un taxi, eso sí. Apurando el tiempo entramos a comer en uno de los restaurantes sencillos que abundan por el centro; el laksa no es de los mejores que he probado, pero puede pasar. Cuando vamos hasta la esquina donde aguarda el autobús sucede lo que temíamos: los dos billetes cuestan 36B$ y no nos ha quedado bastante para pagar en moneda local (sí en ringgit malayos, pero sale más caro). En los 15 minutos que quedan consigo encontrar un sitio donde me cambian unos euros a una tasa normal y asunto arreglado. Último almuerzo en Brunei El autobús sale puntual y con sólo 4 viajeros: una pareja de jóvenes australianos y nosotros. Salimos de la ciudad por una cómoda autopista, el moderno autobús corre de lo lindo... aún así tardaremos 4 horas en llegar a Miri. Hacemos una parada muy larga en la estación de autobuses de Seria, la segunda ciudad del sultanato; al salir sube a bordo un quinto pasajero, un chico malayo que hace algo de trapicheo entre los dos estados. Con tan poca gente la verdad es que el paso de la frontera se hace volando; al entrar en Sarawak nos vuelven a dar 90 días de permiso de estancia. La terminal de autobuses en la que nos dejan está en las afueras de Miri, una ciudad bastante extensa. Agarramos otro taxi y desembarcamos en el Park Hotel, un edificio macizo cuya gestión china es algo caótica. Con todo, las habitaciones son grandes y bastante pasables; pagamos 87 Ringgit con desayuno incluído. Después de un viaje tan largo necesitamos tiempo para refrescarnos, descansar, lavar ropa, etc. Cuando salimos ya es de noche y las calles no parecen muy animadas, de todos modos sabemos más o menos hacia dónde ir: en la orilla del ancho Sungai Miri hay una esquina que concentra varios restaurantes chinos con terrazas al aire libre. Su especialidad son los productos acuáticos que se mantienen vivos en grandes peceras y cubos con hielo: pescados, anguilas, incluso ranas... pero sobre todo cangrejos marinos, grandes, rojos y apetitosos. Elegimos pescado y cangrejos, nos los pesan y nos disponemos a esperar tranquilamente trasegando cerveza indonesia Anker. Los cangrejos se cobran al peso, con una cantidad mínima de 1 kilo y cuando los sirven vemos que están hechos con huevos revueltos, guindillas y probablemente vino de arroz o de palmera.... DELICIOSOS!! Casi sublimes, es decir casi tan buenos como los que probamos hace 2 años en Palawan. Cangrejos 'alla Miri'... apetitosos, ¿no es verdad? xDD De regreso al hotel pasamos por otra avenida distinta, Jalan Yu Seng, y aquí es donde está la marcha de la ciudad: multitud de bares modernos y bien surtidos de bebidas locales y extranjeras, llenos de jóvenes adinerados, en su mayoría malasios de origen chino. Echamos un par de tragos para celebrar nuestro regreso al Borneo profundo antes de ir a dormir. 19º día: P.N. Gunung Mulu A las 9h30' sale la avioneta de MAS Wings, filial de Malaysia Airlines, con destino a Mulu. El billete lo compramos hace unos meses y no era muy caro, creo que unos 20€ por trayecto. Desde luego el trayecto es breve pero resulta interesante, en una isla ya tan deforestada como Borneo, poder contemplar desde el aire la que posiblemente sea el área de selva primaria mejor conservada. Ya en la terminal de Mulu se respira paz y tranquilidad: pocos aviones, pocos viajeros y prácticamente ningún coche ya que hasta aquí debe ser casi imposible llegar por las pistas. El desembarco del equipaje se hace esperar bastante y al salir con él también hay que aguardar un poco para conseguir transporte. Un puñado de conductores autónomos se turnan para llevar a los recién llegados al Parque Nacional en sus furgonetas, por un precio de 4 o 5 Ringgit por persona (son unos 3 o 4 kms). Frente a la entrada del parque no hay más que un par de casas y un homestay sencillo con bar-terraza. Cruzamos el río Melinau por un largo puente suspendido y a partir de aquí todo es selva. Nos registramos en las oficinas del parque, con una larga serie de papeleo que por supuesto incluye el pago de una tasa. Nos dicen que nuestra habitación no está limpia del todo pero que podemos dejar el equipaje dentro sí nos va mejor; hemos reservado alojamiento en una de las que llaman "longhouse rooms", algo más baratas que los bungalows. Cuando nos asomamos podemos ver que es muy grande y bonita, toda revestida de madera, con 2 camas enormes, ventiladores, A/C y un baño muy completo. Nos cuesta unos 48€ por noche con desayunos y hay que reseñar que tuvimos que pagar una parte como fianza en el momento de reservar, pero no pagamos online ni por medio de Paypal ni nada de eso sino que nos hicieron enviar los datos de la tarjeta a su oficina de cobros para que ellos mismos lo realizaran . Esas fueron, por extraño que parezca, las instrucciones que me enviaron por e-mail si quería confirmar la reserva. Y por extraño que parezca la operación concluyó sin sorpresas. Aeropuerto y pasarela sobre el río son las puertas de entrada al mundo selvático de Mulu Salimos por el sendero principal del parque, cubierto por una pasarela de madera de varios kms, y empezamos a darnos cuenta de lo que supone adentrarse en la selva primaria. Yo ya había estado en otros parques de Borneo pero esto es algo distinto, en todo momento el ruido causado por los insectos es ensordecedor, hasta el punto que uno se siente absorbido por la selva. Cada cierto tiempo escuchamos también el rumor de la lluvia, pero apenas nos mojamos, el agua parece quedarse atrapada entre el follaje de los inmensos árboles. Caminamos hasta el desvío que lleva a una cascada; aquí se acaba la pasarela y pisamos el frágil suelo vegetal hasta el río, donde nos paramos a disfrutar de la naturaleza y el total aislamiento del paraje. A partir de aquí no está permitido continuar sin la compañía de un guía, así que volvemos tranquilamente a los locales del parque para deshacer nuestras maletas. Mientras Pilar se documenta sobre todo lo que se puede ver por aquí yo les pido a los empleados la llave de la torre de vigilancia (la puedo conservar varios días, para eso se deja una fianza) que hay a la salida, junto al camino. Abro el candado de la verja y subo trabajosamente por unas escaleras medio hundidas y llenas de telarañas; la torre es alta pero en cuanto llego arriba me doy cuenta de que será casi imposible ver algún pájaro interesante: los árboles que la rodean son aún más altos y están demasiado cerca. Aquí lo normal es tener un aspecto raro... sobre todo si eres un insecto Cuando regreso es la hora de cenar y nos instalamos en una de las grandes mesas del comedor con vistas al río. Aquí la comida es más bien cara y las cervezas carísimas, de modo que por unos días nos inclinaremos más bien por los refrescos. Tras la cena volvemos a pasear un buen rato por el camino de madera y luego aún podemos escuchar fascinados el rumor de la selva desde la veranda de la longhouse. Índice del Diario: De Bangkok a Brunei
01: Introducción
02: Norte de Tailandia I
03: Norte de Tailandia II
04: Sur de Tailandia I
05: Sur de Tailandia II
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