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POR EL VALLE DE LA PUERTA DE MORAVIA
POR EL VALLE DE LA PUERTA DE MORAVIA
Domingo, 28 de Septiembre. Día de San Wenceslao
Hoy es fiesta en todo el país, no sólo porque es domingo sino que porque es el día de San Wenceslao, patrón de la República Checa.
Salí de mi humilde pensioncilla a eso de las 9 de la mañana para ir otra vez a coger el tranvía en Trznice. Tres paradas más allá me bajaría de nuevo en la estación central o Hlavi Nadrazi, donde por segunda vez alquilé la misma bicicleta que tuve ayer -la número 15-. Seguidamente me fui al edificio donde están las taquillas y compré un billete para mí y la bici (por la que hay que pagar). Destino: Lipnik nad Becvou, una localidad situada a 38 kms de Olomouc. Para ir allí tendría que cambiar en Prerov, a donde llegué sin problemas tras un recorrido por las llanuras moravas de unos 20 minutos. Cambiar en Prerov fue fácil: Fui al andén correspondiente y al llegar el tren a Lipnik, vi que había un vagón con una bicicleta pintada en un círculo, así que ahí me metí.
Nada más entrar, ví que el hall de entrada al vagón era bastante pequeño y pensé que la bici podría obstaculizar el paso a los pasajeros que quisiesen entrar o salir, pero comprobé que había muy poca gente en el tren, así que decidí sentarme en el primer sitio más cercano al hall de la bici manteniendo un ojo en ella, en caso de que pudiese estorbar a alguien.
Mala suerte: Al cabo de 3 minutos, la primera persona que apareció fue la revisora del tren, una mujer grandota, casi tan alta como yo, con pinta de campeona olímpica de lanzamiento de martillo que, al ver la bici ahí, señalándola acusadoramente con el dedo índice, se puso a ladrarme en checo:
- ¡¡¡¡ Guau guau guau guau - Arf, arf - Wof-wof, wof-wof - Guau guau guau guau !!!!
Dejé que se explayase a placer, sin interrupciones. Tras una larga parrafada checa de ladridos, expiró sonoramente una bocanada de aire de satisfacción, como diciendo "¡¡¡ Oooohhhh..... Qué a gusto me he quedado !!!" Tras lo cual le dije pausadamente:
- Lo siento, pero no hablo checo y no he entendido ni una sola palabra del bonito poema que me acaba usted de dedicar.
Se echó a reir. Por suerte hablaba inglés y tenía sentido del humor. Me dijo que la bicicleta no debería estar ahí porque obstaculiza el paso y porque hay un vagón específico donde meter las bicis y otro objetos de gran tamaño. Le respondí que lo sabía pero que el dibujo de la bicicleta rodeada con un círculo que hay en la parte exterior de la puerta del vagón hizo que me confundiese. Lo entendió y me preguntó a dónde iba.
- A Lipnik -le contesté
- No hay problema entonces porque es la siguiente estación. Estaremos ahí en diez minutos.
Me senté y al cabo de 5 minutos ví que el tren aminoraba la marcha. Me dispuse a prepararme para coger la bici y bajar, pero ella apareció y me dijo con una sonrisa de oreja a oreja:
- Me he equivocado: Le he dicho que Lipnik era la siguiente estación, pero me había olvidado que este tren precisamente hace una parada antes en el apeadero de la aldea de Matalascabrillas del Archiduque de Moravia. Así que Lipnik es la segunda parada.
Así fue. Llegamos a Lipnik. Un chico me ayudó a bajar la bici del vagón. La estación estaba desierta. Fui la única persona que se bajó aquí.
LIPNIK NAD BECVOU
Salí y pregunté al primer lugareño cómo ir al "Centrum". Torcer la primera a la izquierda y todo seguido. Está a 1 km. Fue fácil. Llegue en 5 minutos. Serían como las 11.30 de la mañana aproximadamente. El pueblo estaba vacío. Ví una primera iglesia: La de Santiago, pero estaba cerrada. Continué un poco más y llegué a la Plaza Tomáš Garrigue Masaryk de Lipnik. Grande, amplia. Muy bonita, en forma de 'L', con unos bonitos soportales a un lado, con una fuente en el centro de la plaza y, cómo no, una columna mariana de la peste. Los edificios que hay alrededor de la plaza son realmente bonitos.
Tomáš Garrigue Masaryk -la personalidad de la que toma nombre esta plaza- es la figura que hizo posible la independencia de Checoslovaquia en los albores de la I Guerra Mundial. Fue el primer presidente de la nación y hoy, tanto checos como eslovacos, lo consideran un símbolo del talante democrático y la defensa de los derechos humanos.
Lipník nad Bečvou: La Plaza T.G. Masaryka
Lipník nad Bečvou: Una de las entradas a la Plaza T.G. Masaryka
En una de las bocacalles de la plaza ví un cartel con la 'i' de Información. Allí fui y una chavala muy amable me explicó qué es lo más importante del pueblo: La plaza, los "Roof Gardens" o jardines en una terraza de la Mansión y el cementerio judío. Me dío un mapa que reproduzco aquí abajo:
MAPA LIPNIK NAD BECVOU:
1- Plaza T.G. Masaryka; 2- Casa num 41; 3- Calle 28. rijna
4- Ermita de San José; 5- Plastika Janua Reserata 6-katuv domek; 7- Campanario;
8- Iglesia de Santiago; 9- Escuelas Secundarias; 10- Sinagoga; 11- Casa de investiduras
12- Sinagoga; 13- Ermita Sv Rocha; 14- Iglesia de la Santísima Trinidad; 15- Mansión;
16- Roof Garden o Jardín sobre el tejado;
17- El Parque de la Mansión; 18- Iglesia de San Francisco Serafin; 19- Monasterio de los Padres Pios;
20- Antiguo Cementerio Judío; 21- Nuevo Cementerio Judío; 22- Ermita de Santa Ana
Lipník nad Bečvou: Imagen de San Francisco de Asís (San Francisco Seráfico)
Lipník nad Bečvou: El cementerio judío
Lipník nad Bečvou
Creo que lo interesante de Lipnik es el conjunto urbano: El casco antiguo, bien conservado, con sus murallas, más que los distintos elementos tomados separadamente. No es un pueblo de grandes monumentos. Los de Lipnik y Olomouc son los dos cascos históricos protegidos de Moravia. En algún lugar leí una comparación entre unas muñecas rusas (o checas en este caso) matrioshkas y las tres "joyas" de la República Checa. Praga es la matrioshka mayor: Grande y bella. Luego está Olomouc, la matrioshka mediana, pero igualmente bella. Y finalmente está Lipník nad Bečvou, la matrioshka pequeña, diminuta, pero también muy bonita.
En bicicleta me recorrí el pueblo en tan sólo una hora. Fue entonces cuando decidí encaminarme, por la calle Smetanova, hacia el río Becva, cruzándolo, para dirigirme hacia Týn nad Bečvou, a tan sólo 3 kms de Lipnik, para atravesarlo y subir al castillo de Helfstýn, situado sobre una colina. La calle Smetanova no tiene apenas tráfico, y una vez cruzado el río, siguiendo su curso, se entra en una serie de caminos, prohibidos para los vehículos a motor. Estos caminos están magníficamente señalizados para andar en bici ya que son parte de los "Greenways" o las rutas para ciclistas que hay por gran parte de Europa. Así, en 10 minutos, pedaleando por un paisaje de bosques y campas fantástico, llegue al pueblito residencial de Týn
Camino a Týn nad Bečvou
Camino a Týn nad Bečvou. En la cima de la colina se encuentra el Castillo de Helfstýn
El pueblo es minúsculo. En el cruce hay un bar donde compré agua. Desde ahí comienza la subida al castillo, de kilómetro y medio. Decidí no machacarme y hacerla andando tranquilamente. En 20 minutos estaba arriba comiendo un bocata y algo de fruta en unas mesas que hay junto al aparcamiento. Mientras comía observé que pasaron un par de coches antiguos. Luego, cuando llegué a la entrada ví que fueron llegando más y más. El billete para visitar el castillo costó 60 coronas (2.5 €)
La inmensidad de los bosques de la colina de Helfstýn
Entrada al Castillo de Helfstýn
Cuando entré ví en el primer patio mucha gente y muchos coches antiguos aparcados. Por lo general los coches hay que aparcarlos abajo, fuera del castillo, pero estaba claro que ésta era una ocasión especial: Una reunión de propietarios de vehículos de motor "vintage": Coches y motos. Ví que abundaban los viejos Skodas. Ya se sabe: Producto nacional, pero también ví algunos viejos Citroën, Renault y Chrysler incluso un "seiscientillos" y unas cuantas motos con sidecar. Los propietarios asistían vestidos de época.
Ahí estaban todos ellos. Un auténtico encuentro de "Aquellos Chalados en sus Viejos Cacharros". Y es que en Moravia hay gran tradición y afición al motor. El GP de Brno es prueba de ello. Al entrar pude ver cómo se reunían muchos de estos propietarios, dando vueltas por el patio del castillo, admirando los coches y motos de unos y otros, tomando algún vinillo en el bar. Y ¿quién sabe? posiblemente algunos de ellos recordaría y brindaría en memoria de la gran heroina morava: Eliska Junkova.
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ELISKA JUNKOVA: VIAJERA Y REINA MORAVA DEL VOLANTE
ELISKA JUNKOVA: VIAJERA Y REINA MORAVA DEL VOLANTE
Eliska Junkova (1900-1994) nació en Olomouc bajo el nombre de Alžběta Pospíšilová y era la sexta de los ocho hijos de un herrero. De niña le pusieron el mote de smíšek a causa de su eterna y constante sonrisa. Al final de la I Guerra Mundial y tras la creación de la nueva república de Checoslovaquia, gracias a su habilidad para aprender idiomas adquirida por su interés por viajar, consiguió un trabajo en la sucursal que el Banco de Crédito de Praga tenía en su Olomouc natal. Aquí conoció a Vincenc "Čeněk" Junek, un joven banquero fascinado por la velocidad que posteriormente se convertiría en su marido.
Por motivos de trabajo se trasladó a Brno y más tarde a Praga, Francia y Gibraltar. Tuvo intención de ir también al norte de África pues quería conocer in situ las dunas del desierto del Sahara, pero las autoridades españolas del protectorado de Marruecos no le dieron autorización. También quiso viajar a Londres y Ceilán (hoy Sri Lanka), cosa que tampoco fue posible por razones burocráticas. Terminó regresando a París donde se reencontró con Jenek, quien se había enriquecido lo suficiente como para vivir únicamente de su pasión: El motor. Eliska pensó: "Si el va a ser el amor de mi vida he de familiarizarme con estos malditos motores". Así pues, cuando regresó a Praga, recibió clandestinamente clases de conducción, sacándose la licencia en el año 1922, cuando su marido ganó la carrera Zbraslav-Jíloviště, año en que también se casaron.
Compraron un Mercedes y después un Bugatti 30. Inicialmente ella iba como mecánico de su marido, pero éste tuvo una lesión de mano y, por lo tanto, ella tomó su lugar. Su primera carrera como profesional fue en el año 23. Al año siguiente ganó la Lochotín-Třemošná en la modalidad de turismos, alcanzando celebridad. Ganó la Zbraslav-Jíloviště en 1925. Compraron un segundo Bugatti para celebrarlo. Y para el año 1926 ya estaba compitiendo al mismo nivel que los pilotos masculinos por toda Europa. Fue finalista en la Subida del Paso de Klausen, en Suiza y compitió en la exigente Targo Florio de Sicilia a causa de la dureza y gran cantidad de barro del recorrido. Pero Eliska era una meticulosa piloto: Una de los primeras en estudiar el recorrido de antemano, tomando notas: Iba en 4º lugar cuando tuvo un accidente, sin consecuencias. Ese mismo año, en 1926, en Nurburging (Alemania), se convirtió en la primera mujer ganadora de un Grand Prix en la historia. En el Targa Florio de 1928 llegó a estar primera pero al final tuvo problemas y terminó 5ª por delante de pilotos como Luigi Fagioli, René Dreyfus y Ernesto Maserati.
En 1928 en el GP de Alemania compartía conducción con su marido, cuando éste no consiguió evitar que su vehículo se saliese de la carretera. Murió al instante. Este episodio dejó profunda huella en Eliska, que decidió desde entonces dejar el mundo de la competición, vendiendo sus coches para centrarse en su otra pasión: los viajes. Fue a Ceylan, donde Ettore Bugatti la contrató para sus negocios en Asia.
Se volvió a casar tras la II Guerra Mundial, pero entre 1948 y 1964 el régimen comunista imperante por entonces en Checoslovaquia consideró que su estilo de vida, con su pasado de velocidad y automóviles y su presente de negocios y viajes, era más propio de una alto-burguesa que de una ciudadana socialista y un mal ejemplo para sus compatriotas camaradas, prohibiéndole por lo tanto realizar más viajes y sumiendo su talento y su brillante pasado en el olvido, oculto. Cuando el comunismo sucumbió a finales de los 80 era una octogenaria que desoyó los consejos de sus médicos para realizar un último viaje: A los Estados Unidos, como invitada de honor a una reunión de Bugattis.
Murió en 1994 a la edad de 93 años, pero su espíritu sigue vivo en la composición "Bugatti Step" que el músico de jazz checo Jaroslav Jezek escribió para celebrar su 2º puesto en la Subida al Paso de Klausen (Suiza) en 1928, dedicándosela.
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Mientras estos locos del motor se reunían en el patio principal, yo procedí a visitar el resto de la fortaleza que es enorme. Es una de las mayores fortalezas de Europa Central. Se sabe que ya existía a finales del siglo XIII, época en la que el caballero saqueador Helfrid lo utilizaba como base para sus pillajes a los mercaderes que pasaban por la zona. El rey Juan de Luxemburgo envió tropas para poner fin al bandidaje. Helfrid desapareció pero dío su nombre al castillo. La familia Kravar lo adquirió y lo vendieron en 1447. Fue propiedad de distintas familias ricas de la zona. Asimismo también fue bastión de los husitas en su lucha contra los católicos alemanes de Olomouc. Los húngaros lo intentaron asediar, así como los suecos y los daneses durante la Guerra de los 30 Años, todos ellos sin éxito. En el siglo XVII se llevaron a cabo reformas hasta darle el aspecto que más o menos hoy tiene: Con sus distintas fortificaciones a diferentes niveles, una dentro de otra, cambiando el sistema de torres y puertas. En el siglo XVII era ya una fortificación infranqueable, que los turcos intentaron vencer, sin éxito. A mediados del siglo XIX estaba en estado ruinoso y no fue hasta 1911 cuando comenzaron las obras de mantenimiento y restauración.
Hoy consta de cuatro patios interiores con cinco puertas. En uno de estos patios se encuentra la inmensa torre de vigilancia desde la cual se divisan magníficas vistas de todo el Valle de la Puerta de Moravia, con el río y las poblaciones de Týn y Lipnik nad Becvou. En el recinto del castillo hay un café restaurante. Helfstýn además es el lugar donde todos los años se celebra el Hefaiston o reunión internacional anual de maestros herreros. En distintas partes del castillo se pueden expuestas sus obras de arte.
Torre del Castillo de Helfstýn
Vista del castillo desde lo alto de la torre
Una vez terminado de visitar el castillo emprendí mi camino cuesta abajo hasta Týn. Lo hice con cuidado que tampoco es plan hacer un descenso "a tumba abierta", no vaya a ser que la tumba se abra demasiado Al cabo de 5 minutos estaba otra vez en el pueblito de Týn, dispuesto a seguir el curso del Becva hasta Hranice o Teplice nad Becvou. Mi idea inicial era ir a Teplice y visitar las cuevas Zbrašov Aragonite, pero no me dio tiempo, ya que cierran a las 4 de la tarde (último pase a las 3), así que mi estancia en Moravia no iba a incluir una visita a ninguna de las muchísimas cuevas que hay por este territorio . De todos modos dejo enlace con información (en inglés) de estas cuevas. El enlace es de la web de la Administración de Cuevas de la República Checa: [Zbrasov Aragonite Caves]
La ruta por el Valle de la Puerta de Moravia es un paraíso para el cicloturista. Lo tiene todo: Nada de peligro (estos caminos están cerrados a los vehículos de motor), fabuloso paisaje, magnífica señalización, terreno llano, caminos asfaltados y lisos. Pasear en bici desde Týn a Hranice es un auténtico placer. No sorprende que en una soleada tarde de domingo como aquella hubiese tantos ciclistas de todo tipo, de todas las edades. También vi muchos patinadores.
A todo esto hay que decir que el Valle de la Puerta de Moravia consiste en una depresión geomorfológica formada por los Cárpatos al este y los Sudetes en el Oeste, siendo atravesado de Este a Oeste por el río Becva, afluente del Morava, que a su vez es afluente del Danubio. Esta depresión ha sido durante siglos un paso importante atravesado por las más importantes rutas comerciales europeas, tanto de Este a Oeste como de Norte a Sur (ruta del ámbar). Además esta región ha sido siempre fértil y rica.
Bueno, dejo unas fotos de este paseo entre Týn y Hranice (13 kms) que creo que hablan por sí solas.
Llegué a Hranice a eso de las 5.30. Posiblemente cualquier otra persona hubiese tardado mucho menos, pero es que yo me paro a hacer fotos, a tomar un reconstituyente (hay merenderos a lo largo del recorrido), a consultar los paneles explicativos sobre la zona que hay a lo largo del trayecto, a pesar de que están escritos únicamente en checo, a observar cualquier cosa por nimia que sea porque cualquier tontería desvía mi atención. Yo me despisto con asombrosa facilidad... pero al final llegué a Hranice. Este pueblo tiene dos cosas destacables: Las cuevas ya mencionadas más arriba (que no están en Hranice, si no en la cercana localidad de Teplice) y el Abismo de Hranice, que es el más profundo de la República Checa con una caída de 442 metros (de los que 373 están bajo el agua) y es la segunda cueva subacuática del mundo en profundidad. Se formo por el colapso del techo de una cueva al ser erosionado por un manantial de agua caliente ácida carbónica sobre la piedra caliza. Se puede visitar, aunque yo a esas horas no lo pude hacer.
La plaza estaba tranquila aunque un gran panel con propaganda electoral que había en medio afeaba la vista. El pueblo es bonito pero nada espectacular. Me tomé una cerveza.
Casas de Hranice na Moravě
La Plaza de Hranice
Hranice na Moravě: Soportales bajo las casas del barrio judío
Busqué la estación, que me costó un poquillo encontrarla pues está a 1.5 kms del centro y compré un billete para mí y la bici a Olomouc, con cambio en Prerov. Al ser domingo por la tarde, el tren iba a tope. El vagón de bicicletas estaba lleno de bicis, cochecitos de niño, pasajeros con perros y no sé qué más, todos allí hacinados en un espacio bastante reducido. Menos mal que el trayecto hasta Prerov sólo era de 20 minutos. Cambié para coger un tren de Prerov a Olomouc. Me guardaron la bici en el vagón correspondiente y yo fui en el de pasajeros... de pie porque estaba a tope. Al llegar a Olomouc me dieron la bici, que entregué a eso de las 8 de la tarde, devolviéndome mi depósito sin problemas.
Cogí el primer tranvía al centro: El Num 2, que me dejó junto a la Iglesia de San Mauricio, cené en plan italiano en un café restaurante llamado Cesar (porque está junto a la Fuente de Cesar) en la Horni Namesti. Esta situado en el bajo del edificio del Ayuntamiento. Había solo otros dos clientes y yo. Me tomé una pizza, cerveza y café: 227 coronas (9 €). Tras cenar me fui a mi humilde pensioncilla, que con tanta bicicleta estaba bastante cansado.
Mi humilde pensioncilla se encuentra en una de las calles más bonitas y pintorescas de Olomouc