Este día iba a ser de los que más kilómetros íbamos a hacer, ya que nos íbamos a la zona este y sur de la isla, aunque a priori era mucho más descansado que el día anterior, ya que no teníamos tantas cosas programadas e íbamos a ir sobre la marcha.
Lo único que teníamos claro era que queríamos ir a las Cuevas del Drach, de las que ya traíamos las entradas pagadas e impresas de la península. Además, ya en previsión de que el sitio estaba lejos, pues decidimos reservar para una hora "prudente" como eran las once de la mañana y así nos evitábamos el madrugón.
Luego ya veríamos lo que hacíamos. Las cuevas están en la zona este y en plena costa, con lo que queríamos bajar hacia el sur pegados al mar, ya que sabíamos que era una zona de calas bastante bonitas...Pero sin nada muy definido, tal vez llegar a Cala d'Or y si se podía, hasta Cala Mondragó, pero sobre la marcha.
Una buena noticia era que no nos hacía falta madrugar mucho y así nos levantamos sobre las ocho y media, pero sin despistarnos tampoco, ya que sabíamos que al menos una hora nos la íbamos a tirar montados en el coche. Así que hicimos lo típico, prepararnos y bajar a desayunar con tranquilidad, teniendo ya dominados los "rituales" en el "Sol Antillas". Sobre todo en lo que se refiere al café, que acabamos por coger leche fría, y calentarla en el microondas, ya que somos anti máquinas y su chorro de agua final. Por supuesto, que el café de sobre descafeinado, porque la otra alternativa era la típica máquina de buffet. Habíamos estado en los últimos hoteles en restaurantes donde te lo servían los camareros de cafetera, por lo que lo echamos de menos. Pero bueno, no deja de ser un detalle, porque la estancia fue buena en líneas generales.
Después de desayunar, no tuvimos que salir tan "a la carrera como el día anterior", es decir, pudimos subir con tiempo a la habitación a coger las cosas (principalmente bañadores, toallas y equipamiento de playa en general). Y ya algo antes de las nueve y media estábamos en nuestro Fiat Punto de alquiler dispuestos a iniciar nuestra jornada.
LARGO VIAJE HASTA LAS CUEVAS DEL DRACH (¡OJO, NO CONFUNDIR CON LAS DEL HAMS!)
Como de costumbre, cogimos la carretera Ma-1 para ir en dirección a Palma de Mallorca y luego la circunvalación Ma-20 que es desde donde salen todos los viales principales de la isla. Curiosamente, al ser sábado había algo menos de tráfico que los días anterior, pero no como para ir relajado conduciendo.
Después de rodear toda la ciudad y a punto de llegar al final de la circunvalación, ya nos encontramos la salida hacia Manacor, que era una de las ciudades por donde teníamos que pasar. Así todo, tras una sucesión de glorietas, llegamos a la carretera Ma-15, que en el mapa estaba marcada como autovía, pero no era así.
Se trataba de una carretera desdoblada, con dos carriles por sentido, pero limitada a cien km/h. con diversas glorietas por el medio e incluso alguna curva por la que no se podía pasar muy rápido. Aún así, se iba tranquilo al no encontrarnos mucho tráfico y casi sin darnos cuenta, llegamos a Manacor.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Iglesia Nuestra Señora de los Dolores de Manacor.
En la glorieta situada a la entrada de la ciudad, giramos hacia la izquierda por una carretera que llevaba a Capdepera, Artá y Porto Cristo (la localidad donde están las cuevas), y parecía que no íbamos a tener que entrar en el casco urbano. Pero al poco nos encontramos otra salida hacia Porto Cristo que nos metía hacia la Manacor y no nos libramos de la travesía.
La localidad natal de Rafa Nadal es la segunda más grande de Mallorca y tendrá entre 50.000 y 60.000 habitantes. Es una localidad industrial y por lo tanto no es de las que vive del turismo ni crece exponencialmente en verano, por lo que no nos llamó la atención como para detenernos.
Debe haber alguna iglesia y los hay que se detienen a ver el club de tenis donde entrena el 9 veces campeón de "Roland Garros"... Pero lo más promocionado incluso en los folletos turísticos es la fábrica de joyas "Majórica". Si os interesa, no hace falta entrar en la ciudad, ya que la nave está en un polígono industrial un poco antes de llegar. Hay gente que va, pero no nos llamaba la atención para los pocos días que estábamos en la isla y, además, sus productos los puedes encontrar en cualquier joyería.
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Factoría de "Majórica" en Manacor
Así que después de la travesía de Manacor, continuamos en dirección a Porto Cristo por una carretera comarcal, de algo más de diez kilómetros. Y justo antes de llegar a la población ya nos encontramos unas cuevas muy publicitadas a lo largo de la carretera y con aparcamiento muy grande, pero, mucho cuidado, porque las cuevas que te encuentras son las del Hams, no las del Drach.
Las del Hams también son de las famosas de Mallorca y debe merecer la pena, sin lugar a dudas. Pero las más conocidas son las del Drach y si vas con intención de ir allí, cuidado con la confusión. En cualquier caso, si echas la vista un poco más adelante, ya te encuentras un cartel gigante donde te aclara que debes seguir adelante para ir a las del Drach.
Aún así, nosotros nos debimos perder con el coche Y digo esto porque nos metimos en el medio de Porto Cristo, cuando creo que podías coger una circunvalación. En cualquier caso, llegamos hasta la misma playa y luego siguiendo las indicaciones hacia la derecha, ya nos salimos del pueblo y sobre un kilómetro más adelante ya llegamos a nuestro destino. Íbamos a disfrutar de una de los destinos turísticos más importantes de Mallorca.
LAS CUEVAS DEL DRACH... PRECIOSAS PERO UN POCO DECEPCIONANTES Y AGOBIANTES
Eran sobre las 10:20, con lo que apenas tardamos una hora en llegar al destino, y ya había mucha gente, pero con sitio de sobra en el aparcamiento, que es muy grande (por eso no va a haber problema). Realmente ya íbamos con todo hecho, ya que llevábamos las entradas compradas e impresas, con lo que nos ahorramos la larga cola que había en la taquilla. Muchísima gente, pero parecía organizado y además había pantallas donde se indicaba los turnos a los que ya no había entradas (en ese momento, sólo no se podía a las once y había que esperar a las doce).
Nosotros pasamos ese edificio donde está la taquilla, restaurante y tienda y seguimos las indicaciones que nos mandaban unos 500 metros más allá para ir hacia la entrada de la cueva...
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A partir de aquí viene mi opinión sobre la visita a las "Cuevas del Drach". No quiero desilusionar a nadie porque estos comentarios son completamente subjetivos y míos propios. Y la mayoría van sobre las aglomeraciones de gente y falta de información complementaria, por lo que en otras épocas como la primavera o el otoño seguramente las hubiera disfrutado más. Por ejemplo, mi novia era la tercera vez que estaba allí y no le importaba volver porque le gustaban mucho.
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En cualquier caso, lo primero que te encuentras tres filas frente a los tornos de acceso y ves cómo detrás tuya se va apelotonando gente, principalmente alemana, con lo que fácilmente adivinarás que va a haber aglomeración. Está el operario que te pasa la entrada por el lector de código de barras y allí nos dimos cuenta que también bastaba con descargarla en el móvil, que no hacía falta imprimirla, por los de delante así lo hicieron.
Como dije, entramos en el turno de las once y supuestamente la visita duraba una hora... Así es, pero vamos con el matiz porque andar, lo que es andar, vas muy despacio y sólo media hora.
Entramos por unas escaleras y rápidamente vimos el pasillo semi estrecho por el que íbamos todos los del turno en filas. Si habéis estado en más cuevas, la mecánica es exactamente la misma, pero con el agravante de que muchísima gente más y se forman aglomeraciones.
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Se echan de menos explicaciones a lo largo del recorrido o folletos informativos que te ayuden a entender lo que ves, con lo que efectivamente, ves un montón de estalagtitas y estalagmitas y puedes adivinar el impresionante trabajo de miles de años para llegar a formarse estas cavidades, pero poco más.
En realidad el recorrido es alargado y con galerías no muy anchas. Lo cierto es que la iluminación que hace casi cien años instaló el catalán Carles Buigas hacen que lo que ves es precioso, pero no terminé de disfrutarlo, por tener gente por delante obstaculizando y por detrás que te venía empujando, además de los operarios que se llevaban aprendido el discurso de "no se paren continúen caminando", con lo que las fotos que saques (el flash está prohibido) debes hacerlas a la carrera y sin poder pararte demasiado.
Efectivamente, pasas por una serie de galerías (serían tres o cuatro), que para alguien que no haya entrado en una cueva nunca le puede gustar mucho; sin embargo en mi caso ya había estado muchas veces en las de "Valporquero" en León, (que no tienen nada que envidiar, no están tan masificadas y cuestan casi la mitad que las cuevas mallorquinas) y otra vez en la de Nerja, con lo que el efecto sorpresa no era tal.
Pero uno de los puntos en contra del "Drach" es la falta de información para entender la visita. Os aconsejo que si realmente os interesa lo que véis, entréis en la página web de las cuevas (www.cuevasdeldrach.com/la-cueva/) u os documentéis de cualquier otra forma.
En cualquier caso, después de 20-25 minutos llegamos al punto más conocido de la visita y que casi todo el mundo conoce de referencias: El lago Martell. Se trata de la joya de las cuevas, ya que es la galería más grande e impresionante (probablemente la mayor de todas las que hay en España) y que mide más de cien metros de largo y unos treinta de ancho, con un gran lago cubriéndola.
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El nombre se debe a la persona que descubrió y realizó las primeras expediciones a las cuevas del Drach, el francés Eduard Martel, a finales del siglo XIX.
Después de estos datos, y reconociendo la gran belleza del sitio, vamos con nuestra experiencia, ya que sabíamos que la visita incluía un concierto de música clásica con los artistas navegando en barcas sobre el lago. El plan llamaba la atención, pero la "letra pequeña", es que llegas a un gran auditorio y te hacen sentarte y esperar hasta que llegue todo el mundo y se ubique.
Debimos ser de los primeros, porque no paraba de llegar gente y gente... Vamos, que no sé donde ponen el límite de la visita, pero se trataba de masificar Y lo cierto es que estuvimos tranquilamente esperando otros 20-25 minutos hasta que llegase todo el mundo al auditorio... Así claro que la visita se convierte en una hora.
El caso es que una vez que estuvimos todos, escuchamos las instrucciones que una persona iba dando por la megafonía en diversos idiomas...Sin embargo lo que me chocó fue la excasa "dicción" a la hora de leer en inglés Y en alemán no lo debió hacer mucho mejor por las caras que ponían los turistas dominantes en esta visita. Vamos que podíamos cuidar un poco más estos detalles, digo yo...
Así, comenzó el espectáculo, con tres barcas iluminadas, surcando el lago y los músicos interpretando tres piezas. No está mal, se agradece y está bien preparado, pero según comentaba mi pareja: "Esto es exactamente lo mismo que hace 20 años, no ha cambiado nada". Vamos, que podían reciclarse un poco, al margen de subir la entrada hasta los 14 euros y medio.
El concierto era el punto y final a la visita y al final del Lago Martel ya estaba la salida. Para ello te daban dos opciones: O salir andando, o hacerlo montado en una barca
Esta última opción habríae stado bien, pero viendo que había muchísima gente esperando para pocos "botes", ya lo descartamos, porque tampoco era algo que sintiésemos especial necesidad por probar.
... Y así acabó nuestra visita a las "Cuevas del Drach". Simplemente, como la salida estaba justo al lado del edificio de las taquillas, vimos un poco la tienda, pero vamos una visita rápida porque tampoco había algo que nos llamase mucho la atención.
Así que pasando ya algunos minutos de mediodía, nos dirigimos hacia el coche porque el día estaba muy comprimido si queríamos ver unas cuantas calas... Y es que queríamos comer en Cala d'Or.
PORTO CRISTO VISTO MUY RÁPIDO
Quizás lo más propio habría sido escoger una sóla cala antes de ir a comer y no complicarse. Pero estábamos en la zona este de la isla, de calas y, salvando las distancias, similar en diversos puntos a la vecina Menorca. Por ello reconozco que me obsesioné un poco y quise ver lo más posible en poco tiempo, lo cual no es para nada recomendable, ya que supone "mojar el culo" e irte ya a la siguiente cala.
Tampoco sabíamos muy bien a donde acudir. No muy lejos estaba "Cala Varques", que para muchos es de las playas más bonitas de Mallorca, pero suponía ir por caminos de cabras y dejar el coche a una media hora andando y con el riesgo de perderse (es de los sitios a los que se va mejor en barco precisamente desde Porto Cristo. Por lo que estaba descartado.
Pero bueno, ya que Porto Cristo estaba a un kilómetro o así, teníamos curiosidad por ver lo que era. No es que esté muy publicitada en las guías, pero nos encontramos en la revista de "Air Europa" una especie de ránking de playas donde la de esta localdidad se encontraba muy arriba... Vamos, para gustos colores porque para nosotros fue una cierta decepción.
El caso es que nos dirigimos al casco urbano y justo donde está el puente sobre la "riera" de la localidad, había un parking gratuíto que fue donde dejamos el coche y estaba más o menos no muy masificado. Eso sí, marché un poco mosqueado ya que por allí había una persona merodeando y mirando todos los coches, así que desconfié un poco y más cuando se trata de un coche de alquiler que no es el tuyo.
En ese mismo puente estaba la entrada a lo que es el puerto deportivo con sus yates y lanchas motoras que no estaba mal, pero no tiene nada especial con respecto a cualquier otra, y con sus restaurantes por esa zona, que siendo sobre las doce y media tampoco había nada abierto.
El paseo nos llevó directamente a la playa y lo cierto es que no nos gustó mucho en comparación con otras que habíamos visto. Vamos, una playa urbana, no muy grande y bastante pegada a la calle, con lo que aproveché para sacar alguna foto y nos fuimos.
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Porto Cristo no daba para mucho más. Es la típica localidad turística de playa (la principal del ayuntamiento de Manacor) y parecía venida un poco a menos en cuanto a edificaciones bastante antiguas, como si tuviese un cierto explendo en el pasado, pero que ha perdido atractivo en comparación con otros sitios cercanos como precisamente Cala d'Or.
Así que nos fuimos inmediatamente de allí.
A CALA ANTENA Y CALA MURADA ANTES DE IR A CALA D'OR
En Porto Cristo nos encontramos diversas señalizaciones hacia Cala d'Or y Calas de Mallorca, que parecía estar de camino por lo que apurando bastante decidimos ir a investigar un par de playas por esa zona y que localizamos con el mapa en la mano, aunque tampoco sabíamos muy bien lo que nos íbamos a encontrar.
El caso es que accedimos a la carretera que discurre por el este de la isla desde Son Servera hasta Santanyí y al poco nos encontramos el desvío a "Calas de Mallorca".
Y después de unos kilómetros nos encontramos lo que es realmente eso. Aparecieron ante nuestros ojos unos bloques grandes de hoteles, quizás ya un poco antiguos pero que se veía que era de unas cuantas estrellas y que para mi gusto era lo que destrozaba el entorno, ya que realmente "Calas de Mallorca" es una urbanización situada sobre unas cuantas calitas a las que ya tienes que acceder bajando sus respectivos caminos o escaleras.
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Urbanización "Calas de Mallorca"
No nos complicamos y accedimos a la primera que nos encontramos indicaciones, Cala Antena. Al principio tuvimos dificultades para entender cómo se accedía, ya que no entendíamos las indicaciones... Hasta que vimos una señal que indicaba un acceso para peatones. Todo, porque estábamos en una especie de calle que iba surcando hoteles y apartamentos pero ni había rastro de playa.
Cuando bajamos vimos que era una zona tranquila, sin mogollones de bares ni restaurantes, y con unos cuantos bungalows de lujo donde abundaban los turistas extranjeros. Siguiendo las indicaciones, fuimos entre varios de ellos por una especie de caminito estrecho hasta que se adivinó nuestro destino.
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Cala Antena es una playita muy pequeña y estrecha y el camino nos llevaba a unas escaleras por las que había que bajar. Lo cierto es que los hoteles que están por encima desentona, pero es una cala coqueta, que sobre la una y cuarto o así que era no estaba nada masificada aunque era muy pequeña.
Contaba además con su "bandera azul" y las aguas eran cristalinas. Así que aprovechamos para meternos un chapuzón rápido y a secarse un para el coche otra vez. Fue una visita "flash" A toro pasado no lo habría hecho y escogería una sóla cala, pero estaba obcecado en ese momento con ver todo lo que pudiese de la isla... Y eso es tremendamente estresante.
Y es que quería ver otra cala que estaba marcada más en negrita en el mapa como era Cala Murada que no parecía que estuviese muy lejos de allí. Aún así tuvimos que callejear un poco por la urbanización y salirnos de ella antes de coger un desvío quue en esta ocasión si nos llevó directamente casi a la misma playa, con otro parking gratuíto que estaba al mismo lado y donde dejamos el coche.
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Cala Murada
Hay que decir que estaba a punto de ser las dos de la tarde, por lo que íbamos ya un poco contrarreloj por lo que tampoco la llegamos a disfrutar tanto. Además la cala en este caso estaba un poco más "abierta" y hacía una cierta brisa aparte de estar el agua llena de algas y ser el suelo algo rocoso. Con todo simplemente dimos un cierto paseo y ya decidimos no despistarnos más e ir sin más dilación hacia Cala d'Or a comer.
CALA D'OR UNA BONITA URBANIZACIÓN "IBICENCA", CON SU COQUETA CALA GRAN
El trayecto por carretera no fue muy largo. Era tirar un poco más hacia el sur por la carretera de Santanyi (municipio al que pertenece Cala d'Or), y por el camino aprovechamos para llenar el depósito en la primera gasolinera que encontramos, ya que lo habíamos prácticamente vaciado y eso era señal de la cantidad de kilómetros que llevábamos recorridos.
También nos encontramos el desvío a otra de las urbanizaciones, Portocolom, aunque no nos llamaba tanto la atención para detenernos y ya era la hora de comer. Así que continuamos y nos encontramos el desvío a la izquierda para ir a Cala d'Or. Por una buena carretera ya accedimos directamente al lugar y veíamos desde unos kilómetros antes dónde íbamos.
La carretera nos metió directamente en la población y como no sabíamos exactamente dónde ir, seguimos con el coche hasta que nos pareció que llegábamos más o menos al centro y estábamos cerca de la playa.
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Panorámica de Cala d'Or
No nos equivocamos mucho, de hecho llegamos hasta el punto donde no podíamos seguir porque la calle pasaba a ser peatonal Así que ya decidimos aparcar.
La sorpresa agradable es que pensábamos que las íbamos a pasar "canutas" para aparcar y cuando llegamos vimos que había una especie de "zona azul", donde creo recordar que tenías que ir a unas tiendas a sacar el tíquet, ya que no había parquímetros. Sin embargo, era sábado y no había que pagar.
Eran sobre las dos y media y vimos que estábamos en una zona céntrica, ya que había bastantes tiendas de souvenirs, de cursos de buceo, etc. Y aparte había gente paseando por la calle peatonal.
Lo primero era buscar sitio para comer y no nos complicamos en absoluto. Allí cerca, nos encontramos con una pizzería con bastante gente en la terraza y donde los camareros ya nos invitaban a pasar. El sitio se llamaba "Pizzería Marfil" (C/ Marqués de Comillas) y aunque no nos gusta que nos agobien los relaciones públicas, lo cierto es que fueron amables y cuando vimos la carta todo estaba sorprendentemente barato. Acostumbrados a clavadas en lugares como Alcudia y en un sitio muy turístico como Cala d'Or nos encontrábamos precios razonables.
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Calle principal de Cala d'Or donde se concentran tiendas.
Hay que decir que los clientes eran principalmente españoles y los camareros se deshicieron en detalles. Pedimos una pizza y una ensalada para compartir y sin decirles nada nos cambiaron los platos cuando acabamos la ensalada, nos pusieron otra mesa para tener sitio de sobra, etc. Nos tomamos unos cafés y creo que pagaríamos unos 17-18 euros, vamos que es de los sitios que comes bien (la pizza estaba muy buena) y estás a gusto.
Al acabar, caminamos un poco para ver con lo que nos encontrábamos y vimos que muy cerca estaba la cala principal de la población: Cala gran. Lo cierto es que hay varias más, pero esta era la más grande.
Ubicados, como no era cuestión de ir inmediatamente a la playa, volvimos a la zona donde comimos porque queríamos ver algunas de las tiendas cercanas, típicas de cualquier destino turístico de playa, con sus palas, equipo de snorkel, artículos de recuerdo etc.
Es una forma de entretenerse y así entramos en algunas de ellas e incluso compramos algo. Había alguna tienda con cosas muy elaboradas como artesanía de madera. También el hecho de pasear por las calles de Cala d'Or era agradable ya que la población está bien hecha en cuanto a normas urbanísticas con viviendas bajas y encaladas de blanco como es la arquitectura típica de Ibiza. Merece la pena un paseo.
Al acercarnos a la playa te encuentras con diversos hoteles, varios de los cuales no los habían ofrecido antes de reservar las vacaciones, aunque luego analizaré los "pros y contras". Y ya nos fuimos a la cala Gran.
Es un sitio bonito, y tuvimos lugar suficiente para dejar la toalla sin estar agobiados ni tener a otro muy pegado a nosotros. La cala está bastante recogida y la arena es muy fina, pero si te adentras en el agua verás que tienes roca para hacer algo de snorkel incluso sitios para tirarte al agua y salir por unas escaleras.
Otra playa con agua cristalina y bandera azul donde decidimos descansar y estar bastante rato. No nos importaba ir a más sitios o dejar de ir, el caso era relajarnos y disfrutar. Así que estuvimos tumbados, jugando con las paletas y, por supuesto, no tardamos en meternos (tranquilos que con la temperatura del agua no vais a sufrir corte de digestión alguno ).
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También estaba la típica zona para alquilar kayaks y pedaletas y el ambiente era bueno y el paisaje sostenible. Aunque estabas en la misma población, se respetaba la naturaleza y no había monstruosidades de edificios cercanos.
En un momento dado, ya que en el mapa estaba marcado "Cala Ferrera" como un sitio destacado, vimos la señal que indicaba cómo ir, pero cuando nos pusimos a callejear vimos que estaba bastante lejos para caminar y decidimos rechazar la idea y regresar a la cala Gran donde aún estuvimos disfrutando un buen rato del sitio, hasta más o menos las cinco y media de la tarde.
Queríamos ir a la Cala Mondragó, que es sin duda uno de los imprescindibles de la isla y estaba allí mismo y por eso nos pareció más que suficiente haber estado unas tres horas en Cala d'Or, aunque habríamos estado más y nos dejamos de ver otros sitios de la población como su puerto deportivo. En cualquier sitio un lugar muy recomendable.
Cala d'Or, ¿un lugar para alojarte en Mallorca durante una semana? Como dije, nos ofrecieron hoteles en esta zona y al final lo descartamos principalmente por motivos geográficos. Ir allí te supone fácil unos 200 o 300 euros más para una pareja que estar en Magalluf, Palma Nova o Santa Ponça, aun así yo los pagaría.
El problema es que está en la zona sureste de la isla y muy alejada de la mayoría de sitios turísticos de la isla, por lo que pierdes mucho tiempo con el coche y es por eso por lo que nos decantamos finalmente por Magalluf. Tiempos que, además, se incrementan ya que según nos comentaron otros viajeros, en Cala d'Or se montan unos atascos considerables.
En cualquier caso, si volviese a Mallorca, sin dudarlo ésta sería una de mis principales opciones. Claro está, hablando de que no iría a ver tantos sitios y sí a relajarme.
UN BAÑO EN LA PRECIOSA CALA MONDRAGÓ PARA DESPEDIR LA JORNADA
Para despedir la jornada, queríamos acercarnos hasta Cala Mondragó, que según nos comentaban los que fueron alguna vez a Mallorca y las guías, es posiblemente la mejor playa de la isla, enclavada en pleno parque natural de Mondragó.
Así pues, llegamos en unos 15 minutos desde Cala d'Or, siguiendo las indicaciones por carreteras relativamente estrechas, pero en absoluto complicadas y que podías ir con tranquilidad. Así, siguiendo las indicaciones, llegamos al parking para coches, amplio y de pago, aunque al llegar sobre las seis y pico, se nos aplicó una tarifa reducida de dos euros, que al parecer es lo que se cobra a los que llegan más allá de las cinco.
A esa hora ya no había muchos coches y lo cierto es que la gente que por allí caminaba tampoco era demasiado. Así seguimos la carretera en dirección a la cala y llegaríamos allí después de 5 o 10 minutos. Es decir, no es algo que se haga cansado en absoluto.
Lo cierto es que el lugar resulta de una preciosidad absoluta, plagada de vegetación y sin construcciones cercanas que afeen el paisaje. Realmente, de Mondragó forman parte dos calas y la primera que llegas es a la que se llama "Font de n'Alis" que es donde se encuentran los servicios básicos de restaurante baños, etc. y también cuenta con bandera azul, merecida.
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Playa alargada y ancha para lo que es la zona y con arena muy fina, además del agua cristalina. Como era una primera incursión, simplemente caminamos un poco por la orilla porque queríamos ver la otra cala del parque natural y que es la conocida como S'Amarador, que es la que mejores comentarios tiene en las diferentes guías.
El acceso es de unos cinco minutos por un camino que va sobre las rocas de la cala y rápidamente llegamos a S'Amarador. Lo cierto es que esta playa es muy bonita pero se encuentra abandonada de servicios y allí había poca gente, además de haber algas, cosa que ese día en la otra cala no ocurría.
Además, daba una cierta sensación de abandono en detalles como los baños típicos de caseta de obra y sin mantenimiento alguno, vamos nada recomendable
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Sacamos unas fotos y regresamos a "Font de n'Alis". Y por el camino vimos unos cuantos chavales tirarse desde las rocas y hacer snorkel. En cualquier caso, ya no quedaba mucha gente por allí y eso nos proporcionó un lujo como era estar muy tranquilos en una playa casi paradisiaca.
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Vamos, que estuvimos bastante rato en el agua y el hecho de que la playa fuese ancha nos permitió hasta jugar a las paletas sin miedo a poder molestar a nadie. Entre eso, tumbarse y sacar fotos pasamos un rato agradable suficiente, antes de salir hacia el coche, que sería sobre las siete y media de la tarde. Me quedé con ganas de ir a la cercana Cala Figuera, pero lo descartaríamos por no querer apurar muchos los tiempos y llegar tarde a Magalluf.
DAR UNA VUELTA POR EL PASEO MARÍTIMO DE MAGALLUF Y TOMAR ALGO EN EL HOTEL ANTES DE DORMIR
Como dije, el hecho de salir sobre las siete y media me hacía pensar que igual podía ir hasta Cala Figuera de forma breve pero se vio que no era tan fácil. Primero hubo que ir a Santanyí, que es la cabecera municipal a la que pertenece Cala Mondragó y Cala d'Or, y fácil que tardamos en llegar a este pueblo unos quince minutos. Allí salía el desvio a Cala Figuera, que estaba a unos siete kilómetros. Y al final, para no apurar decidimos regresar en dirección a nuestro hotel.
Estábamos en el sur de la isla y teníamos que irnos hacia el oeste y concretamente por la carretera que va a Palma de Mallorca y que es del ancho de una nacional, pero que estaba muy masificada. Desde Santanyí había unos 60 kilómetros y tuvimos que ir mucho rato con calma y sin pasar de los 80 km/h. Todo ello pasando por poblaciones como Campos, que atravesamos por el medio y todavía un rato más hasta que alcanzamos Llucmajor.
Desde allí la carretera se convierte en autovía y es la que va a la capital balear pasando por conocidos lugares turísticos como s'Arenal o Can Pastilla, además del aeropuerto.
Así todo, el tramo final era sobradamente conocido ya a estas alturas. Es decir, por la circunvalación de Palma (Ma-20) y luego la autovía del oeste en dirección a Andratx (Ma-1) para desviarnos en la salida a Magalluf.
Al final llegamos hasta pronto al hotel y con tiempo sobrado para cambiarnos, asearnos y poner a secar los bañadores .
Bajamos a cenar sobre las nueve de la noche y en ese día lo particular es que el restaurante lo dedicó a la gastronomía mallorquina, limitándose eso sí al trampó, la sobrasada y poco más. Pero bueno, se agradecía el detalle.
Poco más. En un principio me habría apetecido acercarnos a Puerto de Andratx o investigar algún pueblo cercano para tomar algo, en vez de quedarnos en Magalluf. Aunque finalmente lo descartamos por completo, ya que no nos gustaba la idea de tener que sacar el coche.
Asi que nos conformamos con dar una vuelta por el paseo marítimo de Magalluf. No llegaba en absoluto a la situación de "Punta Ballena" ni abundaban los jóvenes "guiris" borrachos, si no que era más familiar. Sin embargo, todo muy estereotipado con restaurantes que te hacen cualquier plato (la cuestión es en qué condiciones = y sitios de copas caro.
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Por lo tanto, decidimos regresar al hotel y tomar tranquilamente una copa en la terraza antes de ir a dormir.
Al final el día había sido bastante denso. Habíamos cumplido ya la mitad de nuestras vacaciones. El día siguiente iríamos a Palma de Mallorca, en principio una jornada más relajada que las últimos... Aunque eso ya es otra historia.
Lo único que teníamos claro era que queríamos ir a las Cuevas del Drach, de las que ya traíamos las entradas pagadas e impresas de la península. Además, ya en previsión de que el sitio estaba lejos, pues decidimos reservar para una hora "prudente" como eran las once de la mañana y así nos evitábamos el madrugón.
Luego ya veríamos lo que hacíamos. Las cuevas están en la zona este y en plena costa, con lo que queríamos bajar hacia el sur pegados al mar, ya que sabíamos que era una zona de calas bastante bonitas...Pero sin nada muy definido, tal vez llegar a Cala d'Or y si se podía, hasta Cala Mondragó, pero sobre la marcha.
Una buena noticia era que no nos hacía falta madrugar mucho y así nos levantamos sobre las ocho y media, pero sin despistarnos tampoco, ya que sabíamos que al menos una hora nos la íbamos a tirar montados en el coche. Así que hicimos lo típico, prepararnos y bajar a desayunar con tranquilidad, teniendo ya dominados los "rituales" en el "Sol Antillas". Sobre todo en lo que se refiere al café, que acabamos por coger leche fría, y calentarla en el microondas, ya que somos anti máquinas y su chorro de agua final. Por supuesto, que el café de sobre descafeinado, porque la otra alternativa era la típica máquina de buffet. Habíamos estado en los últimos hoteles en restaurantes donde te lo servían los camareros de cafetera, por lo que lo echamos de menos. Pero bueno, no deja de ser un detalle, porque la estancia fue buena en líneas generales.
Después de desayunar, no tuvimos que salir tan "a la carrera como el día anterior", es decir, pudimos subir con tiempo a la habitación a coger las cosas (principalmente bañadores, toallas y equipamiento de playa en general). Y ya algo antes de las nueve y media estábamos en nuestro Fiat Punto de alquiler dispuestos a iniciar nuestra jornada.
LARGO VIAJE HASTA LAS CUEVAS DEL DRACH (¡OJO, NO CONFUNDIR CON LAS DEL HAMS!)
Como de costumbre, cogimos la carretera Ma-1 para ir en dirección a Palma de Mallorca y luego la circunvalación Ma-20 que es desde donde salen todos los viales principales de la isla. Curiosamente, al ser sábado había algo menos de tráfico que los días anterior, pero no como para ir relajado conduciendo.
Después de rodear toda la ciudad y a punto de llegar al final de la circunvalación, ya nos encontramos la salida hacia Manacor, que era una de las ciudades por donde teníamos que pasar. Así todo, tras una sucesión de glorietas, llegamos a la carretera Ma-15, que en el mapa estaba marcada como autovía, pero no era así.
Se trataba de una carretera desdoblada, con dos carriles por sentido, pero limitada a cien km/h. con diversas glorietas por el medio e incluso alguna curva por la que no se podía pasar muy rápido. Aún así, se iba tranquilo al no encontrarnos mucho tráfico y casi sin darnos cuenta, llegamos a Manacor.
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Iglesia Nuestra Señora de los Dolores de Manacor.
En la glorieta situada a la entrada de la ciudad, giramos hacia la izquierda por una carretera que llevaba a Capdepera, Artá y Porto Cristo (la localidad donde están las cuevas), y parecía que no íbamos a tener que entrar en el casco urbano. Pero al poco nos encontramos otra salida hacia Porto Cristo que nos metía hacia la Manacor y no nos libramos de la travesía.
La localidad natal de Rafa Nadal es la segunda más grande de Mallorca y tendrá entre 50.000 y 60.000 habitantes. Es una localidad industrial y por lo tanto no es de las que vive del turismo ni crece exponencialmente en verano, por lo que no nos llamó la atención como para detenernos.
Debe haber alguna iglesia y los hay que se detienen a ver el club de tenis donde entrena el 9 veces campeón de "Roland Garros"... Pero lo más promocionado incluso en los folletos turísticos es la fábrica de joyas "Majórica". Si os interesa, no hace falta entrar en la ciudad, ya que la nave está en un polígono industrial un poco antes de llegar. Hay gente que va, pero no nos llamaba la atención para los pocos días que estábamos en la isla y, además, sus productos los puedes encontrar en cualquier joyería.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Factoría de "Majórica" en Manacor
Así que después de la travesía de Manacor, continuamos en dirección a Porto Cristo por una carretera comarcal, de algo más de diez kilómetros. Y justo antes de llegar a la población ya nos encontramos unas cuevas muy publicitadas a lo largo de la carretera y con aparcamiento muy grande, pero, mucho cuidado, porque las cuevas que te encuentras son las del Hams, no las del Drach.
Las del Hams también son de las famosas de Mallorca y debe merecer la pena, sin lugar a dudas. Pero las más conocidas son las del Drach y si vas con intención de ir allí, cuidado con la confusión. En cualquier caso, si echas la vista un poco más adelante, ya te encuentras un cartel gigante donde te aclara que debes seguir adelante para ir a las del Drach.
Aún así, nosotros nos debimos perder con el coche Y digo esto porque nos metimos en el medio de Porto Cristo, cuando creo que podías coger una circunvalación. En cualquier caso, llegamos hasta la misma playa y luego siguiendo las indicaciones hacia la derecha, ya nos salimos del pueblo y sobre un kilómetro más adelante ya llegamos a nuestro destino. Íbamos a disfrutar de una de los destinos turísticos más importantes de Mallorca.
LAS CUEVAS DEL DRACH... PRECIOSAS PERO UN POCO DECEPCIONANTES Y AGOBIANTES
Eran sobre las 10:20, con lo que apenas tardamos una hora en llegar al destino, y ya había mucha gente, pero con sitio de sobra en el aparcamiento, que es muy grande (por eso no va a haber problema). Realmente ya íbamos con todo hecho, ya que llevábamos las entradas compradas e impresas, con lo que nos ahorramos la larga cola que había en la taquilla. Muchísima gente, pero parecía organizado y además había pantallas donde se indicaba los turnos a los que ya no había entradas (en ese momento, sólo no se podía a las once y había que esperar a las doce).
Nosotros pasamos ese edificio donde está la taquilla, restaurante y tienda y seguimos las indicaciones que nos mandaban unos 500 metros más allá para ir hacia la entrada de la cueva...
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A partir de aquí viene mi opinión sobre la visita a las "Cuevas del Drach". No quiero desilusionar a nadie porque estos comentarios son completamente subjetivos y míos propios. Y la mayoría van sobre las aglomeraciones de gente y falta de información complementaria, por lo que en otras épocas como la primavera o el otoño seguramente las hubiera disfrutado más. Por ejemplo, mi novia era la tercera vez que estaba allí y no le importaba volver porque le gustaban mucho.
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En cualquier caso, lo primero que te encuentras tres filas frente a los tornos de acceso y ves cómo detrás tuya se va apelotonando gente, principalmente alemana, con lo que fácilmente adivinarás que va a haber aglomeración. Está el operario que te pasa la entrada por el lector de código de barras y allí nos dimos cuenta que también bastaba con descargarla en el móvil, que no hacía falta imprimirla, por los de delante así lo hicieron.
Como dije, entramos en el turno de las once y supuestamente la visita duraba una hora... Así es, pero vamos con el matiz porque andar, lo que es andar, vas muy despacio y sólo media hora.
Entramos por unas escaleras y rápidamente vimos el pasillo semi estrecho por el que íbamos todos los del turno en filas. Si habéis estado en más cuevas, la mecánica es exactamente la misma, pero con el agravante de que muchísima gente más y se forman aglomeraciones.
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Se echan de menos explicaciones a lo largo del recorrido o folletos informativos que te ayuden a entender lo que ves, con lo que efectivamente, ves un montón de estalagtitas y estalagmitas y puedes adivinar el impresionante trabajo de miles de años para llegar a formarse estas cavidades, pero poco más.
En realidad el recorrido es alargado y con galerías no muy anchas. Lo cierto es que la iluminación que hace casi cien años instaló el catalán Carles Buigas hacen que lo que ves es precioso, pero no terminé de disfrutarlo, por tener gente por delante obstaculizando y por detrás que te venía empujando, además de los operarios que se llevaban aprendido el discurso de "no se paren continúen caminando", con lo que las fotos que saques (el flash está prohibido) debes hacerlas a la carrera y sin poder pararte demasiado.
Efectivamente, pasas por una serie de galerías (serían tres o cuatro), que para alguien que no haya entrado en una cueva nunca le puede gustar mucho; sin embargo en mi caso ya había estado muchas veces en las de "Valporquero" en León, (que no tienen nada que envidiar, no están tan masificadas y cuestan casi la mitad que las cuevas mallorquinas) y otra vez en la de Nerja, con lo que el efecto sorpresa no era tal.
Pero uno de los puntos en contra del "Drach" es la falta de información para entender la visita. Os aconsejo que si realmente os interesa lo que véis, entréis en la página web de las cuevas (www.cuevasdeldrach.com/la-cueva/) u os documentéis de cualquier otra forma.
En cualquier caso, después de 20-25 minutos llegamos al punto más conocido de la visita y que casi todo el mundo conoce de referencias: El lago Martell. Se trata de la joya de las cuevas, ya que es la galería más grande e impresionante (probablemente la mayor de todas las que hay en España) y que mide más de cien metros de largo y unos treinta de ancho, con un gran lago cubriéndola.
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El nombre se debe a la persona que descubrió y realizó las primeras expediciones a las cuevas del Drach, el francés Eduard Martel, a finales del siglo XIX.
Después de estos datos, y reconociendo la gran belleza del sitio, vamos con nuestra experiencia, ya que sabíamos que la visita incluía un concierto de música clásica con los artistas navegando en barcas sobre el lago. El plan llamaba la atención, pero la "letra pequeña", es que llegas a un gran auditorio y te hacen sentarte y esperar hasta que llegue todo el mundo y se ubique.
Debimos ser de los primeros, porque no paraba de llegar gente y gente... Vamos, que no sé donde ponen el límite de la visita, pero se trataba de masificar Y lo cierto es que estuvimos tranquilamente esperando otros 20-25 minutos hasta que llegase todo el mundo al auditorio... Así claro que la visita se convierte en una hora.
El caso es que una vez que estuvimos todos, escuchamos las instrucciones que una persona iba dando por la megafonía en diversos idiomas...Sin embargo lo que me chocó fue la excasa "dicción" a la hora de leer en inglés Y en alemán no lo debió hacer mucho mejor por las caras que ponían los turistas dominantes en esta visita. Vamos que podíamos cuidar un poco más estos detalles, digo yo...
Así, comenzó el espectáculo, con tres barcas iluminadas, surcando el lago y los músicos interpretando tres piezas. No está mal, se agradece y está bien preparado, pero según comentaba mi pareja: "Esto es exactamente lo mismo que hace 20 años, no ha cambiado nada". Vamos, que podían reciclarse un poco, al margen de subir la entrada hasta los 14 euros y medio.
El concierto era el punto y final a la visita y al final del Lago Martel ya estaba la salida. Para ello te daban dos opciones: O salir andando, o hacerlo montado en una barca
Esta última opción habríae stado bien, pero viendo que había muchísima gente esperando para pocos "botes", ya lo descartamos, porque tampoco era algo que sintiésemos especial necesidad por probar.
... Y así acabó nuestra visita a las "Cuevas del Drach". Simplemente, como la salida estaba justo al lado del edificio de las taquillas, vimos un poco la tienda, pero vamos una visita rápida porque tampoco había algo que nos llamase mucho la atención.
Así que pasando ya algunos minutos de mediodía, nos dirigimos hacia el coche porque el día estaba muy comprimido si queríamos ver unas cuantas calas... Y es que queríamos comer en Cala d'Or.
PORTO CRISTO VISTO MUY RÁPIDO
Quizás lo más propio habría sido escoger una sóla cala antes de ir a comer y no complicarse. Pero estábamos en la zona este de la isla, de calas y, salvando las distancias, similar en diversos puntos a la vecina Menorca. Por ello reconozco que me obsesioné un poco y quise ver lo más posible en poco tiempo, lo cual no es para nada recomendable, ya que supone "mojar el culo" e irte ya a la siguiente cala.
Tampoco sabíamos muy bien a donde acudir. No muy lejos estaba "Cala Varques", que para muchos es de las playas más bonitas de Mallorca, pero suponía ir por caminos de cabras y dejar el coche a una media hora andando y con el riesgo de perderse (es de los sitios a los que se va mejor en barco precisamente desde Porto Cristo. Por lo que estaba descartado.
Pero bueno, ya que Porto Cristo estaba a un kilómetro o así, teníamos curiosidad por ver lo que era. No es que esté muy publicitada en las guías, pero nos encontramos en la revista de "Air Europa" una especie de ránking de playas donde la de esta localdidad se encontraba muy arriba... Vamos, para gustos colores porque para nosotros fue una cierta decepción.
El caso es que nos dirigimos al casco urbano y justo donde está el puente sobre la "riera" de la localidad, había un parking gratuíto que fue donde dejamos el coche y estaba más o menos no muy masificado. Eso sí, marché un poco mosqueado ya que por allí había una persona merodeando y mirando todos los coches, así que desconfié un poco y más cuando se trata de un coche de alquiler que no es el tuyo.
En ese mismo puente estaba la entrada a lo que es el puerto deportivo con sus yates y lanchas motoras que no estaba mal, pero no tiene nada especial con respecto a cualquier otra, y con sus restaurantes por esa zona, que siendo sobre las doce y media tampoco había nada abierto.
El paseo nos llevó directamente a la playa y lo cierto es que no nos gustó mucho en comparación con otras que habíamos visto. Vamos, una playa urbana, no muy grande y bastante pegada a la calle, con lo que aproveché para sacar alguna foto y nos fuimos.
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Porto Cristo no daba para mucho más. Es la típica localidad turística de playa (la principal del ayuntamiento de Manacor) y parecía venida un poco a menos en cuanto a edificaciones bastante antiguas, como si tuviese un cierto explendo en el pasado, pero que ha perdido atractivo en comparación con otros sitios cercanos como precisamente Cala d'Or.
Así que nos fuimos inmediatamente de allí.
A CALA ANTENA Y CALA MURADA ANTES DE IR A CALA D'OR
En Porto Cristo nos encontramos diversas señalizaciones hacia Cala d'Or y Calas de Mallorca, que parecía estar de camino por lo que apurando bastante decidimos ir a investigar un par de playas por esa zona y que localizamos con el mapa en la mano, aunque tampoco sabíamos muy bien lo que nos íbamos a encontrar.
El caso es que accedimos a la carretera que discurre por el este de la isla desde Son Servera hasta Santanyí y al poco nos encontramos el desvío a "Calas de Mallorca".
Y después de unos kilómetros nos encontramos lo que es realmente eso. Aparecieron ante nuestros ojos unos bloques grandes de hoteles, quizás ya un poco antiguos pero que se veía que era de unas cuantas estrellas y que para mi gusto era lo que destrozaba el entorno, ya que realmente "Calas de Mallorca" es una urbanización situada sobre unas cuantas calitas a las que ya tienes que acceder bajando sus respectivos caminos o escaleras.
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Urbanización "Calas de Mallorca"
No nos complicamos y accedimos a la primera que nos encontramos indicaciones, Cala Antena. Al principio tuvimos dificultades para entender cómo se accedía, ya que no entendíamos las indicaciones... Hasta que vimos una señal que indicaba un acceso para peatones. Todo, porque estábamos en una especie de calle que iba surcando hoteles y apartamentos pero ni había rastro de playa.
Cuando bajamos vimos que era una zona tranquila, sin mogollones de bares ni restaurantes, y con unos cuantos bungalows de lujo donde abundaban los turistas extranjeros. Siguiendo las indicaciones, fuimos entre varios de ellos por una especie de caminito estrecho hasta que se adivinó nuestro destino.
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Cala Antena es una playita muy pequeña y estrecha y el camino nos llevaba a unas escaleras por las que había que bajar. Lo cierto es que los hoteles que están por encima desentona, pero es una cala coqueta, que sobre la una y cuarto o así que era no estaba nada masificada aunque era muy pequeña.
Contaba además con su "bandera azul" y las aguas eran cristalinas. Así que aprovechamos para meternos un chapuzón rápido y a secarse un para el coche otra vez. Fue una visita "flash" A toro pasado no lo habría hecho y escogería una sóla cala, pero estaba obcecado en ese momento con ver todo lo que pudiese de la isla... Y eso es tremendamente estresante.
Y es que quería ver otra cala que estaba marcada más en negrita en el mapa como era Cala Murada que no parecía que estuviese muy lejos de allí. Aún así tuvimos que callejear un poco por la urbanización y salirnos de ella antes de coger un desvío quue en esta ocasión si nos llevó directamente casi a la misma playa, con otro parking gratuíto que estaba al mismo lado y donde dejamos el coche.
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Cala Murada
Hay que decir que estaba a punto de ser las dos de la tarde, por lo que íbamos ya un poco contrarreloj por lo que tampoco la llegamos a disfrutar tanto. Además la cala en este caso estaba un poco más "abierta" y hacía una cierta brisa aparte de estar el agua llena de algas y ser el suelo algo rocoso. Con todo simplemente dimos un cierto paseo y ya decidimos no despistarnos más e ir sin más dilación hacia Cala d'Or a comer.
CALA D'OR UNA BONITA URBANIZACIÓN "IBICENCA", CON SU COQUETA CALA GRAN
El trayecto por carretera no fue muy largo. Era tirar un poco más hacia el sur por la carretera de Santanyi (municipio al que pertenece Cala d'Or), y por el camino aprovechamos para llenar el depósito en la primera gasolinera que encontramos, ya que lo habíamos prácticamente vaciado y eso era señal de la cantidad de kilómetros que llevábamos recorridos.
También nos encontramos el desvío a otra de las urbanizaciones, Portocolom, aunque no nos llamaba tanto la atención para detenernos y ya era la hora de comer. Así que continuamos y nos encontramos el desvío a la izquierda para ir a Cala d'Or. Por una buena carretera ya accedimos directamente al lugar y veíamos desde unos kilómetros antes dónde íbamos.
La carretera nos metió directamente en la población y como no sabíamos exactamente dónde ir, seguimos con el coche hasta que nos pareció que llegábamos más o menos al centro y estábamos cerca de la playa.
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Panorámica de Cala d'Or
No nos equivocamos mucho, de hecho llegamos hasta el punto donde no podíamos seguir porque la calle pasaba a ser peatonal Así que ya decidimos aparcar.
La sorpresa agradable es que pensábamos que las íbamos a pasar "canutas" para aparcar y cuando llegamos vimos que había una especie de "zona azul", donde creo recordar que tenías que ir a unas tiendas a sacar el tíquet, ya que no había parquímetros. Sin embargo, era sábado y no había que pagar.
Eran sobre las dos y media y vimos que estábamos en una zona céntrica, ya que había bastantes tiendas de souvenirs, de cursos de buceo, etc. Y aparte había gente paseando por la calle peatonal.
Lo primero era buscar sitio para comer y no nos complicamos en absoluto. Allí cerca, nos encontramos con una pizzería con bastante gente en la terraza y donde los camareros ya nos invitaban a pasar. El sitio se llamaba "Pizzería Marfil" (C/ Marqués de Comillas) y aunque no nos gusta que nos agobien los relaciones públicas, lo cierto es que fueron amables y cuando vimos la carta todo estaba sorprendentemente barato. Acostumbrados a clavadas en lugares como Alcudia y en un sitio muy turístico como Cala d'Or nos encontrábamos precios razonables.
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Calle principal de Cala d'Or donde se concentran tiendas.
Hay que decir que los clientes eran principalmente españoles y los camareros se deshicieron en detalles. Pedimos una pizza y una ensalada para compartir y sin decirles nada nos cambiaron los platos cuando acabamos la ensalada, nos pusieron otra mesa para tener sitio de sobra, etc. Nos tomamos unos cafés y creo que pagaríamos unos 17-18 euros, vamos que es de los sitios que comes bien (la pizza estaba muy buena) y estás a gusto.
Al acabar, caminamos un poco para ver con lo que nos encontrábamos y vimos que muy cerca estaba la cala principal de la población: Cala gran. Lo cierto es que hay varias más, pero esta era la más grande.
Ubicados, como no era cuestión de ir inmediatamente a la playa, volvimos a la zona donde comimos porque queríamos ver algunas de las tiendas cercanas, típicas de cualquier destino turístico de playa, con sus palas, equipo de snorkel, artículos de recuerdo etc.
Es una forma de entretenerse y así entramos en algunas de ellas e incluso compramos algo. Había alguna tienda con cosas muy elaboradas como artesanía de madera. También el hecho de pasear por las calles de Cala d'Or era agradable ya que la población está bien hecha en cuanto a normas urbanísticas con viviendas bajas y encaladas de blanco como es la arquitectura típica de Ibiza. Merece la pena un paseo.
Al acercarnos a la playa te encuentras con diversos hoteles, varios de los cuales no los habían ofrecido antes de reservar las vacaciones, aunque luego analizaré los "pros y contras". Y ya nos fuimos a la cala Gran.
Es un sitio bonito, y tuvimos lugar suficiente para dejar la toalla sin estar agobiados ni tener a otro muy pegado a nosotros. La cala está bastante recogida y la arena es muy fina, pero si te adentras en el agua verás que tienes roca para hacer algo de snorkel incluso sitios para tirarte al agua y salir por unas escaleras.
Otra playa con agua cristalina y bandera azul donde decidimos descansar y estar bastante rato. No nos importaba ir a más sitios o dejar de ir, el caso era relajarnos y disfrutar. Así que estuvimos tumbados, jugando con las paletas y, por supuesto, no tardamos en meternos (tranquilos que con la temperatura del agua no vais a sufrir corte de digestión alguno ).
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También estaba la típica zona para alquilar kayaks y pedaletas y el ambiente era bueno y el paisaje sostenible. Aunque estabas en la misma población, se respetaba la naturaleza y no había monstruosidades de edificios cercanos.
En un momento dado, ya que en el mapa estaba marcado "Cala Ferrera" como un sitio destacado, vimos la señal que indicaba cómo ir, pero cuando nos pusimos a callejear vimos que estaba bastante lejos para caminar y decidimos rechazar la idea y regresar a la cala Gran donde aún estuvimos disfrutando un buen rato del sitio, hasta más o menos las cinco y media de la tarde.
Queríamos ir a la Cala Mondragó, que es sin duda uno de los imprescindibles de la isla y estaba allí mismo y por eso nos pareció más que suficiente haber estado unas tres horas en Cala d'Or, aunque habríamos estado más y nos dejamos de ver otros sitios de la población como su puerto deportivo. En cualquier sitio un lugar muy recomendable.
Cala d'Or, ¿un lugar para alojarte en Mallorca durante una semana? Como dije, nos ofrecieron hoteles en esta zona y al final lo descartamos principalmente por motivos geográficos. Ir allí te supone fácil unos 200 o 300 euros más para una pareja que estar en Magalluf, Palma Nova o Santa Ponça, aun así yo los pagaría.
El problema es que está en la zona sureste de la isla y muy alejada de la mayoría de sitios turísticos de la isla, por lo que pierdes mucho tiempo con el coche y es por eso por lo que nos decantamos finalmente por Magalluf. Tiempos que, además, se incrementan ya que según nos comentaron otros viajeros, en Cala d'Or se montan unos atascos considerables.
En cualquier caso, si volviese a Mallorca, sin dudarlo ésta sería una de mis principales opciones. Claro está, hablando de que no iría a ver tantos sitios y sí a relajarme.
UN BAÑO EN LA PRECIOSA CALA MONDRAGÓ PARA DESPEDIR LA JORNADA
Para despedir la jornada, queríamos acercarnos hasta Cala Mondragó, que según nos comentaban los que fueron alguna vez a Mallorca y las guías, es posiblemente la mejor playa de la isla, enclavada en pleno parque natural de Mondragó.
Así pues, llegamos en unos 15 minutos desde Cala d'Or, siguiendo las indicaciones por carreteras relativamente estrechas, pero en absoluto complicadas y que podías ir con tranquilidad. Así, siguiendo las indicaciones, llegamos al parking para coches, amplio y de pago, aunque al llegar sobre las seis y pico, se nos aplicó una tarifa reducida de dos euros, que al parecer es lo que se cobra a los que llegan más allá de las cinco.
A esa hora ya no había muchos coches y lo cierto es que la gente que por allí caminaba tampoco era demasiado. Así seguimos la carretera en dirección a la cala y llegaríamos allí después de 5 o 10 minutos. Es decir, no es algo que se haga cansado en absoluto.
Lo cierto es que el lugar resulta de una preciosidad absoluta, plagada de vegetación y sin construcciones cercanas que afeen el paisaje. Realmente, de Mondragó forman parte dos calas y la primera que llegas es a la que se llama "Font de n'Alis" que es donde se encuentran los servicios básicos de restaurante baños, etc. y también cuenta con bandera azul, merecida.
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Playa alargada y ancha para lo que es la zona y con arena muy fina, además del agua cristalina. Como era una primera incursión, simplemente caminamos un poco por la orilla porque queríamos ver la otra cala del parque natural y que es la conocida como S'Amarador, que es la que mejores comentarios tiene en las diferentes guías.
El acceso es de unos cinco minutos por un camino que va sobre las rocas de la cala y rápidamente llegamos a S'Amarador. Lo cierto es que esta playa es muy bonita pero se encuentra abandonada de servicios y allí había poca gente, además de haber algas, cosa que ese día en la otra cala no ocurría.
Además, daba una cierta sensación de abandono en detalles como los baños típicos de caseta de obra y sin mantenimiento alguno, vamos nada recomendable
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Sacamos unas fotos y regresamos a "Font de n'Alis". Y por el camino vimos unos cuantos chavales tirarse desde las rocas y hacer snorkel. En cualquier caso, ya no quedaba mucha gente por allí y eso nos proporcionó un lujo como era estar muy tranquilos en una playa casi paradisiaca.
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Vamos, que estuvimos bastante rato en el agua y el hecho de que la playa fuese ancha nos permitió hasta jugar a las paletas sin miedo a poder molestar a nadie. Entre eso, tumbarse y sacar fotos pasamos un rato agradable suficiente, antes de salir hacia el coche, que sería sobre las siete y media de la tarde. Me quedé con ganas de ir a la cercana Cala Figuera, pero lo descartaríamos por no querer apurar muchos los tiempos y llegar tarde a Magalluf.
DAR UNA VUELTA POR EL PASEO MARÍTIMO DE MAGALLUF Y TOMAR ALGO EN EL HOTEL ANTES DE DORMIR
Como dije, el hecho de salir sobre las siete y media me hacía pensar que igual podía ir hasta Cala Figuera de forma breve pero se vio que no era tan fácil. Primero hubo que ir a Santanyí, que es la cabecera municipal a la que pertenece Cala Mondragó y Cala d'Or, y fácil que tardamos en llegar a este pueblo unos quince minutos. Allí salía el desvio a Cala Figuera, que estaba a unos siete kilómetros. Y al final, para no apurar decidimos regresar en dirección a nuestro hotel.
Estábamos en el sur de la isla y teníamos que irnos hacia el oeste y concretamente por la carretera que va a Palma de Mallorca y que es del ancho de una nacional, pero que estaba muy masificada. Desde Santanyí había unos 60 kilómetros y tuvimos que ir mucho rato con calma y sin pasar de los 80 km/h. Todo ello pasando por poblaciones como Campos, que atravesamos por el medio y todavía un rato más hasta que alcanzamos Llucmajor.
Desde allí la carretera se convierte en autovía y es la que va a la capital balear pasando por conocidos lugares turísticos como s'Arenal o Can Pastilla, además del aeropuerto.
Así todo, el tramo final era sobradamente conocido ya a estas alturas. Es decir, por la circunvalación de Palma (Ma-20) y luego la autovía del oeste en dirección a Andratx (Ma-1) para desviarnos en la salida a Magalluf.
Al final llegamos hasta pronto al hotel y con tiempo sobrado para cambiarnos, asearnos y poner a secar los bañadores .
Bajamos a cenar sobre las nueve de la noche y en ese día lo particular es que el restaurante lo dedicó a la gastronomía mallorquina, limitándose eso sí al trampó, la sobrasada y poco más. Pero bueno, se agradecía el detalle.
Poco más. En un principio me habría apetecido acercarnos a Puerto de Andratx o investigar algún pueblo cercano para tomar algo, en vez de quedarnos en Magalluf. Aunque finalmente lo descartamos por completo, ya que no nos gustaba la idea de tener que sacar el coche.
Asi que nos conformamos con dar una vuelta por el paseo marítimo de Magalluf. No llegaba en absoluto a la situación de "Punta Ballena" ni abundaban los jóvenes "guiris" borrachos, si no que era más familiar. Sin embargo, todo muy estereotipado con restaurantes que te hacen cualquier plato (la cuestión es en qué condiciones = y sitios de copas caro.
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Por lo tanto, decidimos regresar al hotel y tomar tranquilamente una copa en la terraza antes de ir a dormir.
Al final el día había sido bastante denso. Habíamos cumplido ya la mitad de nuestras vacaciones. El día siguiente iríamos a Palma de Mallorca, en principio una jornada más relajada que las últimos... Aunque eso ya es otra historia.