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Primer día
Ya va siendo una costumbre esto de madrugar, nuestro vuelo salía a las 8:45 así que a las 6:45 de la mañanita ya estábamos en pie para salir camino del aeropuerto. Íbamos con Iberia por lo que no pudimos evitar la media horita de retraso correspondiente.
Al llegar a Barcelona nos dirigimos rápidamente al Hotel Catalonia Princesa en la calle Rec Comtal al ladito del arco del triunfo. El hotel no tenía mala pinta por fuera ya que es un edificio antiguo convertido en hotel en el año 2002, luego por dentro era más bien corriente con una habitación relativamente pequeña, pero eso sí una ducha enorme y bañera aparte.
Nada más salir mi padre se dirigió a la Sagrada Familia, antes le obligamos a pararse para comernos unos bocatas de “Tumaca amb pernil”, no faltaría más estando como estábamos en Barcelona.
En la plaza de la Sagrada Familia había el típico mercadillo navideño con figuritas de Belen y adornos diversos, pero para los que conozcan el de la plaza mayor de Madrid nada de particular. En la Sagrada Familia cogimos un ticket que incluía la visita guiada, tuvimos suerte porque eran las doce menos cinco y a las doce empezaba la visita guiada en español. La guía se llamaba Nuria y era bastante buena además el grupo no era muy numeroso (unos 10) por lo que lo vimos todo bastante bien. Nos sorprendía el celo con el que Nuria espantaba a la gente que se trataba de pegar a nuestro grupo sin haber pagado la visita guiada, luego nos lo explicamos cuando nos contó que el templo se está construyendo exclusivamente con donaciones privadas y mayoritariamente con la aportación de lo que pagábamos los visitantes. Estaba claro que Nuria quería que se terminara el templo cuanto antes.
La verdad es que lo de la Sagrada Familia es algo impresionante. Las ocho torres que están construidas son altísimas unos 100 metros y todavía faltan otras 6 más altas y la supertorre de 170 metros. La iglesia por dentro también es muy bonita y original llena de columnas como si fueran troncos de palmera que se abren para sostener la cubierta. Las dos puertas que están casi terminadas: la del nacimiento y la de la pasión son muy bonitas con un montón de esculturas que representan los distintos momentos de ambos acontecimientos. Todo está lleno de detalles muy curiosos como animales y frutas y plantas. Uno no se explica como no están impacientes por terminar la Iglesia y ponen ya de una vez todo el dinero que hace falta. También nos explicó Nuria que la obra está amenazada por el tren de Alta Velocidad que va a pasar muy cerquita de la fachada que falta. Mi padre como buen ingeniero dijo que la amenaza no sería para tanto, ya se encargaría sus compañeros de hacer la obra sin que pasara nada.
Lo que más me gustó de la explicación de la Sagrada Familia fue lo que se refiere a los arcos empleados por Gaudí. Al parecer Gaudí no quería que su catedral tuviera contrafuertes para sostener los arcos por lo que pensó utilizar un arco que pudiera sostenerse sin necesidad de contrafuertes e inventó el arco catenario que es de la forma que tiene una cadena cuando cuelga. Esa forma es autoportante y el arco se sostiene a sí mismo. Toda la Sagrada Familia está formada por este tipo de arcos que la gente se cree que son góticos pero que no tienen nada que ver. Para diseñar los arcos y bóveda con estos arcos, Gaudí hacía unos montajes muy curiosos con cadena de las que colgaban unos saquitos. Todo colgaba hacia abajo por lo que para ver como quedaría si fuera desde el suelo hacia arriba disponía un espejo en el que aparecía como si se levantara del suelo.
Aunque el tiempo estaba un poquito inseguro, lucía un poco el sol y mi madre propuso ir al puerto olímpico. Al parece guardaba el recuerdo de pasearse por allí bajo el solecito viendo el mar y los barquitos. La realidad es que soplaba un viento bastante desagradable y no pudimos sino acercarnos al borde del puerto y danos la vuelta.
Ya apretaba el hambre y teníamos que buscar algo para comer. Mi padre nos llevó a un sitio bien raro. Una especie de crepería-zumería que se llama George’s y que está a la entrada del Centro Comercial “el centre de la Vila”, detrás justo del puerto olímpico. El sitio tenía un aspecto bastante lamentable y la carta de zumos, sándwiches, crepes y hamburguesas parecía bastante cara. Sin embargo, tenían un menú de zumo y crep o hamburguesa o sándwich que era una pasada. Por sólo 8 euros comías bastante bien porque todo era rico y abundante y, sobre todo, el zumo era enorme y estaba increíble.
Nuestra siguiente parada era el Aquarium de Barcelona en el muelle viejo al lado del centro comercial maremagnum. Esta visita también estuvo bien porque había muchos peces y pasabas por debajo de algunos en una especie de túnel de cristal bastante chulo. Los tiburones eran enormes y había bonitos peces de colores, rayas, pulpos, e incluso pingüinos.
La siguiente parada eran las ramblas. Mi padre es un forofo de las ramblas siempre dice que se pasaría las horas muertas simplemente viendo pasar la gente tan especial que pasa por las ramblas. Imaginaros lo que era un sábado por la tarde ya cerquita de la navidad, pues eso, una auténtica locura de gente. Lo primero que hicimos en las ramblas fue desviarnos por una callecita a mano izquierda, justo al principio, y entrar en un bar que se llama el bosc des fades o algo así. Es el bar del museo de cera y está decorado como si fuera un bosque de hadas. Nos gustó mucho aunque había muchísima gente y nos costó encontrar un sitio.
Al lado de las ramblas fuimos a visitar el mercado de la boquería que es muy chulo con unos puestos de frutas y de golosinas con todo colocado de una manera muy espectacular. También había una inmensidad de gente. Compramos una de las cajitas preparada con frutas y seguimos camino por las ramblas.
En las ramblas vimos al señor que se supone que es capaz de dar mas toques al balón seguidos y vimos como hacia una de sus demostraciones que estuvo bien, aunque el señor ya está un poquito para que le den el retiro.
Por una de las callecitas a mano derecha, según subíamos, nos metimos en el barrio gótico que es muy bonito con muchas placitas muy bonitas y tiendas de diseño. Vimos la plaza de San Jaume donde están el ayuntamiento y la generalitat frente por frente y tiendas muy originales con 2bis en el mismo número de la calle del Bisbe.
También estuvimos en el mercadillo de Navidad de la plaza de la catedral y entramos en la misma a oir misa y aprovechar para descansar un ratito ya que estábamos molidos. Al salir de la catedral nos dirigimos a cenar.
Mi padre había escogido para la cena un restaurante llamado la crema canela al lado de la plaza de real. La comida era muy buena y muy barata creo que el plato más caro no llegaba a los 10 euros y era un entecote que estaba riquísimo. El sitio es muy bonito pero bastante estrecho, eso si el servicio era como muy raro, la mayoría de las camareras eran asiáticas pero como de distintos sitios y no parecían entender mucho lo que les pedías.
Al salir vimos que en la misma plaza real había otro restaurante de la misma cadena que se llama les quinze nits y que tenía una cola de casi 100 personas esperando para cenar. En este la comida era del mismo precio, pero parecía mas a la española, en el que nosotros estuvimos la comida era más bien italiana. En conjunto parece que esta cadena, que tiene también restaurantes en Madrid, es una estupenda opción para comer con calidad, en cantidad razonable y a buen precio.
Después de cenar nos fuimos directamente a la cama que estábamos muertos. Eso sí reseñar que para ir al hotel tuvimos que pasar por una calle llamada San Pere mes baix o algo así en la que vimos de todo: gente rebuscando en la basura, colgados de distintas sustancias, etc. Una experiencia corta pero intensa.
Segundo día.
Desayunito en el hotel. Hay que reconocer que estaba bastante bien con su pan tomaca sus fiambres, huevos etc. y unas tartas de manzana, almendra y puding que estaban muy buenas. De todos modos teniendo en cuenta la cantidad de bares que hay en Barcelona y la oferta de bocatas de jamón y zumos a módico precio, creo que no merece la pena desayunar en el hotel.
Nuestra primera parada del día consistió en ir a la iglesia de Nuestra señora del Mar que dicen que es la que ha inspirado el libro de la catedral del mar. La iglesia es muy bonita y merece la pena visitarla.
De nuevo a las ramblas. En esta ocasión el espectáculo estaba asegurado con las estatuas vivientes. No sé ni las que había, pero eran muchas. Cada una disfrazada de algo más espectacular que la anterior. Dimos alguna moneda a alguna y se prestaban gustosas a hacerse una foto e incluso te daban una bolita de cristal que da buena suerte. Total que nos pasamos media mañana en las ramblas. Va a haber que darle la razón a mi padre de que sólo con las ramblas ya tiene uno diversión suficiente en Barcelona.
De las ramblas pasamos al paseo de Gracia atravesando la plaza de Cataluña. Es como cambiar de mundo, en las ramblas es todo más cercano más del pueblo, el paseo de Gracia es más elegante, un pelín elitista. Allí vimos a ver la casa Batlló en la que no entramos porque nos pareció una pasada pagar 16,5 euros por cada uno. Por fuera la casa es preciosa con una fachada llena de color.
Sí entramos en la pedrera que es mucho más asequible y estuvimos visitando la azotea que es muy bonita con subidas y bajadas y chimeneas y cajas de ascensor con formas divertidas. También vimos la planta de los trasteros con una especie de bóvedas con arcos catenarios y un piso recreado tal y como estaría en la época. El resto de pisos están todavía ocupados por vecinos y oficinas.
Seguimos subiendo por el Paseo de Gracia y la calle gran de Gracia para ir a comer de tapas a un sitio llamado l’anxoveta en la calle Sant Doménec. Mi padre quería comer en un sitio de la calle gran de Gracia que se llama Can Xurrades pero estaba cerrado. Esta zona tiene pinta de tener buenos sitios para comer y bien de precio. Las tapas de l’anxoveta estaban muy bien.
¿A que no adivináis que hicimos por la tarde?. Sí otra vez a las ramblas, por el camino visitamos otras dos bonitas plazas: la plaza del Pí donde había un mercadillo de productos típicos pero de comer: mermeladas, chocolates, quesos etc. y la plaza del Rei donde había un espectáculo de bailes catalanes.
De vuelta al hotel pasamos por la calle de la Princesa donde hay otras dos tiendas interesantes: Xocoa dedicada a los chocolates y Demasié de galletas. Son bastante caras pero las cosas que tienen están la mar de ricas.
Sólo queda reseñar el sitio donde comió mi padre el día siguiente y que está al otro extremo de la ciudad se llama el 103 de Santaló y está en esa calle y número. Tenían un menú muy rico que se podía mejorar con otros platos por un poco más de precio. Mi padre quedó encantado.
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