Boromo cae justo en medio de la ruta Ougadougou-Bobo, a donde tuve que ir primero. Según muchos foros, se cambia de bus aquí, pero en mi caso no fue necesario. En Boromo hay aun menos que ver que en Banfora, pero no me apetecía invertir un día entero viajando de Banfora a la capital, así que paré allí. Normalmente los visitantes sí que hacen todo el trayecto seguido, o bien dan una vuelta por el sur, para visitar el País Lobi. Como esta región es relativamente parecida a algunas zonas de Benín, sobre todo por su animismo, y ya lo conocía (y no tenía tiempo, además), decidí saltarme esta zona. No solo quería hacer noche en Boromo para no hacer 9 horas de bus en un día, sino también para visitar el Deux Balé, el parque nacional más pequeño del país. En Boromo había quedado con un conductor para explorar mejor el día siguiente el país Kassena, tres horas al sur de Ouaga, así que aproveché para que me llevara el parque. Pero hubo un problema: estaba cerrado porque lo estaban limpiando. Improvisé una visita a un pueblo habitado por una etnia, los Bambwa, a 5 quilómetros de Boromo. Se trata de Ouromboro, y ahí sí que no había pisado un pie un turista en la vida. Me enseñaron el barrio de los herreros-animistas, vi como pisaban el algodón (primer producto en exportación del país) e incluso vi cocodrilos en un estanque próximo.
Pasé la noche en el Sama Camp, un hotel a un quilómetro del centro al que me costó llegar, porque no había indicaciones; suerte que en la gasolinera me enseñaron cómo llegar: “200 metros a la izquierda del Baobob, tras 500 metros de camino, justo pasada la escuela”. El paso por la escuela fue espectacular, con más de 100 niños que salieron a verme, riendo y gritando “tubabu” (“blanco”, en el idioma dioula, hablado por la segunda etnia del país, los Bobo…la primera es el moré, de los Mossi, hablado en Ouga: aquí pasé a ser “nasara”, que es su término para designar a los blancos). En el Sama Camp era el único huésped, y el primero del mes. En el mes anterior tuvieron tres en total…sin duda los atentados de Malí (y también en Ouaga, hace dos años) han afectado mucho el turismo. El alojamiento estaba muy bien, era bastante nuevo y las habitaciones eran casetas hechas al estilo sudanés. Para ducharse, agua en barreños, calentada con brasas. No había agua corriente pero el lugar era muy acogedor.
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