Hoy nos ponemos en marcha temprano. Con las pocas horas de luz que tenemos, hay que aprovechar todo lo posible. Además, empezando tan pronto podemos disfrutar de amaneceres que son ETERNOS. Acostumbrados a que duren poco, es una grata sorpresa encontrarte con un amanecer que como media hora.
Nuestra primera parada es Seljalandsfoss. A pesar de haber llegado pronto, ya hay bastante gente. Aún así, bastante menos que en verano, lo cual permite hacer el recorrido por detrás de la cascada sin que parezca una procesión.
Recomendación, la misma que hace todo el mundo : ropa impermeable. Chaqueta y pantalon (o cubrepantalón) porque aunque no sople el viento, terminas bastante mojado. Y si tienes la mala suerte de que sople el viento, acabas hecho una sopa.
Tras el paseo por Seljalandfoss, a unos 5 minutos andando, nos colamos entre las piedras para ver Gljufrafoss. El nivel del agua es algo más alto que en verano, pero en cualquier caso, se puede pasar con relativa facilidad pisando las piedras.
Volvemos al coche después de mojarnos un poco más y nos dirijimos a Skogarfoss.
Aún se nota la afluencia de excursiones que llegan en bus desde Reykiavik y queda claro que Skogarfoss es uno de los puntos fuertes en cualquier ruta. La idea era subir las escaleras y adentrarnos un poco en el camino, pero nos lo encontramos cerrado por obras. Parece ser que están adecentando un poco la zona. Al menos, el día está bastante claro y nos tenemos que "conformar" con las vistas que tenemos desde lo alto. Casi impresionan más que la propia cascada.
No podíamos irnos sin visitar (para mí) uno de los lugares más especiales de Islandia. Aunque tristemente dejará de serlo pronto porque ya vimos llegar una excursión en mini bus, así que en breve pasará a estar masificada como tantos otros sitios.
A continuación nos encaminamos a Vik i Myrdal, con la intención de comprar algo de comida en el Bonus antes de continuar viaje hacia nuestro alojamiento en Kirkjubæjarklaustur. Pero antes de eso, paramos Reynisfjara para admirar las columnas de basalto, disfrutar de la arena negra o simplemente, ver cómo empieza a teñirse el cielo con los colores del atardecer.
Y tras esta parada, ponemos rumbo a Kirkjubæjarklaustur. Hoy el cielo está totalmente despejado y las aplicaciones que llevamos en el movil nos indican que habrá bastante actividad (nos lo confirma la chica de recepción al llegar al alojamiento) pero lamentablente, esta noche no hay suerte a pesar de tenerlo todo de cara y nos quedamos con las ganas de ver auroras de nuevo. En cualquier caso, podemos disfrutar de un cielo estrellado increible, cosa que tampoco está nada mal