Hoy ponemos rumbo al Valle de Liébana. Cambiamos de ubicación y nos alojaremos en la famosa villa de Potes. Pero por el camino visitaremos otra de las villas marineras que aún nos queda por descubrir: San Vicente de la Barquera. En primer lugar nos dirigimos hacia Cabezón de la Sal, puesto que queríamos visitar su poblado cántabro. Cerrado. En esta ocasión la pandemia ha hecho mella en este lugar y aún no han abierto. Siendo así, continuamos hacia San Vicente de la Barquera, no sin antes pasar por el Parque Natural de Oyambre. Comprende un espacio de gran belleza entre las rias de San Vicente y La Rabia, donde en su conjunto se pueden observar dunas, playas, rias y marismas junto a bosques y prados de un verdor inmaculado. Si los acantilados son la seña de identidad de la costa cantábrica, el Oyambre nos ofrece la otra cara amable y típica de la costa cantábrica.



Y llegamos a San Vicente de la Barquera, marinera 100%, donde en su barrio viejo de San Vicente se alza el castillo, sus murallas y la iglesia. Al otro lado de la ría, el barrio pesquero, unidos por un puente. Es un pueblo fácil de visitar en su conjunto, ya que no es muy grande, y tanto desde el puente de la Maza, como el del Parral, como desde el castillo, se pueden tomar imágenes de la villa a cual más bonito. Comenzamos la visita en el barrio de San Vicente, comprando la correspondiente entrada para acceder al castillo donde como he dicho, hay unas vistas magníficas de la ria y el pueblo. Y después bajamos hasta la zona del puerto.




Después de almorzar seguimos rumbo a la comarca del Valle de Liébana, para ello tenemos que atravesar otra maravilla de Cantabria que comparte con Asturias: el Desfiladero de La Hermida. Un escarpado y estrecho pasillo formado por el rio Deva, de 21 kilómetros de recorrido, y dicen, que el más largo de España. Estamos ya en territorio de los magníficos Picos de Europa, Parque Nacional.
Próximo a nuestro destino visitamos el Centro de Visitantes del Parque Nacional Picos de Europa, un espacio amplio y gratuito donde digamos que te introducen en todos los aspectos generales de los Picos de Europa (Geología, fauna, vida humana,…) Y una buena carta de presentación a tu llegada al valle.



Y llegamos a Potes. Potes le pasa un poco como a Santillana del Mar. Con la única diferencia de que aún mantiene un cierto sabor de pueblo de montaña, y aún hay rincones por donde perderte y no tener la sensación de estar en un lugar masificado turísticamente. Así que entre uno y otro, yo me quedo con Potes. Sin dudarlo. Perderte por sus callejuelas, por sus puentes sobre el rio Deva, admirar la Torre del Infantado o simplemente desayunar un sobao o una corbata de unquera, o almorzar un buen cocido liebanés no tiene precio. Eso si, el alojamiento (Apartamentos Villa de Potes), solo diré que siempre buscamos lugares 3 B (bueno, bonito y barato). Y a este le falló la primera. Menos mal que a partir de aquí el calor hacia mella y disponiamos en el lugar de una piscina para nuestro uso y disfrute.





