Por fin hoy subiríamos a la Torre Eiffel. Como siempre, llegamos temprano y la cola era considerable. Fuimos en ascensor hasta la 2ª planta y después cambiamos de ascensor para subir hasta la cumbre (entrada completa: 13€). Nuevamente jugamos a identificar los monumentos más emblemáticos de la ciudad: el Arco del Triunfo, la Plaza de la Concordia, el Sacré Coeur... Pudimos comprobar también la inmensidad del Bois de Bolougne.
Unos cafés y crepes después bajamos caminando desde la 2ª planta por las escaleras, pues no teníamos más ganas de cola para coger el ascensor. Es otra forma de ver “a la bestia por dentro”.
Después de un paseo por los Campos de Marte, fuimos hasta el barrio de St. Germain des Pres. La iglesia de St. Sulpice tenía su fachada en restauración, pero al menos la fuente estaba libre de andamios.
Dentro nos sorprendió la tétrica melodía de su órgano, sobrecogedora y conmovedora a la vez. ¡Me encantan estas cosas que no esperas y no llevas programadas! Buscamos la línea de la rosa, famosa por salir en el Código da Vinci, aunque un cartel desmentía la novela y apostaba por el carácter científico, reconocido por la iglesia, del reloj solar que servía para marcar los solsticios y equinoccios.
Las letras “S” y “P” de las vidrieras tampoco tienen que ver con el priorato de Sión, sino con Pedro y Sulpicio, patrones de la iglesia.
Una nueva sorpresa la encontramos en la placita que está al lado de la iglesia de St. Germain, la más antigua de París (S. XI), de estilo románico. Nos gustaron mucho las ruinas medievales y el artesonado del techo, que nos recuerdó al de la Ste. Chapelle.
Otro rincón destacable: la Fuente de los Médicis en los Jardines de Luxemburgo.
El resto de los jardines igual de impresionantes, llenos de gente que comía y dormía la siesta.
A continuación, dimos un paseo hasta la Sorbona. Y de allí, a la Plaza St. Michel.
Después a callejear sin rumbo por el Barrio Latino, que te atrapa con sus gentes, tiendas de recuerdos, restaurantes de todo tipo…
Por la noche cenamos en el León de Bruxelles (120, Rue Rambuteau) de Les Halles, que ya conocíamos de Bélgica. Al ser domingo, por un precio establecido, te servían todos los moules y frites que quisieras… Sin comentarios. Una foto antigua que adorna el local.