Esta mañana empezamos temprano, como siempre, por el Grand y Petit Palais , que son majestuosos por fuera (no llegamos a entrar).
Una de las esculturas que adornan el Petit Palais.
Paseando por los Campos Elíseos llegamos a la Plaza de la Concordia, que habíamos visto los primeros días desde Tullerías. ¡Mucho cuidado al cruzar!
Esta plaza, conocida en otros tiempos como de la Revolución, fue escenario de miles de muertes en la guillotina, hasta que, tras el período del Terror, pasó a su denominación actual. Está custudiada a un lado por el edificio de la Asamblea Nacional y por el otro por la Marina.
Las fuentes de temas marinos no tienen precio por su hermosura; el obelisco de Luxor, de más de 3300 años de antigüedad, es un regalo de Egipto.
Desde la Plaza de la Concorde por la Rue Royale se llega a La Madeleine, con su planta de tipo griego.
El interior es también de una belleza considerable.
Buscando un baño, por casualidad (¡bendita!), saliendo de la iglesia a la izquierda, justo enfrente del lateral, encontramos los baños de estilo art nouveau. ¡Otra sorpresa inesperada!
La Plaza Vendome es símbolo del lujo, así que pasamos conteniendo la respiración, por si nos cobraban. La columna Vendome, que recuerda a la trajana romana, se erigió en honor de las campañas victoriosas de Napoleón en Alemania, fundiendo el bronce de los cañones tomados a los ejércitos vencidos de la batalla de Austerlitz en 1805.
La majestuosidad de la Ópera Garnier nos dejó sin habla.
Si por fuera es imponente, por dentro… Dudábamos de si hacer esta visita, pero después… ¡qué bien empleados los 16 € de las dos entradas!
La Gran Escalera quita el sentido, su belleza es extrema, las lámparas, el Pilón de La pitonisa… Uno no puede dar crédito a lo que ve.
Entramos en los dos palcos que estaban abiertos, vimos la curiosa pintura del techo de M. Chagall (un padre explicaba a sus hijos quién era ese pintor y las partes del teatro, mejor legado que esto…), paseamos por el Gran Salón de Descanso, que nos recordó vagamente a la Galería de los espejos versallesca, y por la logia exterior, desde la que se va una frenética actividad comercial…
Muy cerquita, en el Boulevard Haussmann se encuentran las famosas Galerías Lafayette. Subimos a la última planta, a la terraza. Otra vez París desde las alturas. Desde aquí el Sacre Cour se veía mucho más cerca. Ya nos quedaba menos para conocerlo.
Por la tarde volvimos a pasear por Le Marais, por donde nos perdimos callejeando sin rumbo fijo. Por la Rue du Temple llegamos a la Plaza de la República. De vuelta a Le Marais, la pastelería Korcaz (29, Rue des Rosiers) nos ofreció unos enormes trozos de tarta de manzana y de chocolate, a 2.50€ la unidad. Una delicia.