Después de varios años sin poder ir a Rumanía, por fin he podido volver con la excusa de un bautizo.
El punto de partida fue Timisoara, Capital Europea de la Cultura 2021: esperemos que con ese motivo se dé un lavado de cara a la ciudad.
Su aeropuerto tiene conexión con Madrid, Barcelona y Valencia. Moverse por la ciudad es sencillo en tranvía, si bien el centro se patea a pie sin problema. Los taxis con el precio habitual en Rumanía, baratos para los que venimos desde el oeste europeo.
El centro se encuentra limitado por varias avenidas y tiene forma más o menos redonda.
Dentro del centro el eje turístico lo forman tres plaza:
Plaza de la Victoria, una plaza alargada presidida en uno de sus extremos por la catedral y en el otro por el teatro, una ópera en rumano, húngaro, alemán y serbio.
Esta plaza cuenta con la preciosa catedral ortodoxa y está bien ajardinada. También cuando ya con varios edificios muy bonitos, aunque muchos de ellos lucen fachadas cubiertas de negro y descuidadas.
Siguiendo por una calle peatonal encontramos la plaza de la libertad, una plaza bonita aunque también cuenta con algún edificio al que hay que dar una limpieza.
Por último encontramos la plaza de la unión, con la catedral católica, una plaza con edificios ya rehabilitados que si os enseño una foto, no sabéis si estáis en Rumanía, Austria o Alemania. Preciosa plaza, y ojo a la iglesia Serbia en el extremo contrario a la catedral católica.
La ciudad cuenta también con un antiguo bastión, que se ha reacondicionado y que cuenta también con varios bares donde disfrutar comida rumana.
Otro punto importante es el Castillo Huniade, que alberga también un museo.
En general el centro alterna palacetes con moles de la era comunista, y como en tantas ciudades rumanas hay marañas de cables en los postes de la luz.
Una parte del centro está limitada por el río Bega. Sin grandes alardes el borde del río está bien acondicionado para dar un agradable paseo y cuenta con carril bici.
Según nos alejamos del centro vamos encontrando más edificios de la época comunista que se alternan cada vez con menos edificios clásicos y con muchas zonas industriales.
Una visita curiosa que hicimos fue al Museo de productos de la era comunista. No es un museo como tal sino que es un bar y en el sótano tienen varias habitaciones acondicionadas todas con productos de la era comunista.
Tenéis también una tienda Guban, algo alejada del centro. Ésta era la tienda donde Elena Ceausescu iba siempre a comprar sus zapatos.
Su comunicación con el resto del país todavía no es fácil. Una autopista pasa junto a la ciudad pero todavía no está terminada. Por ello para llegar a Sibiu, una de las ciudades más bonitas de Rumanía, hay que alternar tramos de autopista con otros tramos de carretera de tercer nivel dónde ir a más de 50 es un sueño difícil de conseguir durante casi todo el trayecto.
Una vez la autopista esté terminada tocará volver para disfrutarla
Los centros comerciales de las afueras tienen estándares totalmente europeos, y cuentan con Carrefour y Auchan.
Visitas cercanas: Arad (por autopista, una hora), Hunedoara y su imponente castillo a mitad de camino de Sibiu... Cuándo haya autopista terminada será mejor; Belgrado (Serbia), Szeged (Hungría).
En resumen, una ciudad que necesita un lavado de cara y mejoras necesarias que seguro tendrá para su capitalidad europea y también con algunas joyas que merecen y mucho la pena.
Como siempre en Rumanía, antes de ir tenéis que echar un vistazo a la historia de la ciudad para ver cómo ha ido cambiando de una cultura a otra y poder comprender así porque se alternan templos y edificios de tan diversos estilos.