Por lo que habíamos visto en el foro, teníamos muy claro que queríamos hacer la excursión a Samaná, aunque tuve dudillas por algún comentario que leí sobre los aviones y los vuelos ilegales
. En el aeropuerto tenían los carteles sobre los vuelos ilegales:
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Al final no lo dudamos y pese al precio, 220€, la cogimos.
Nosotros teníamos contratada la excursión para el viernes día 12 de junio. Soltour nos recogía a las 7 de la mañana en el lobby del hotel. ¿Y nos íbamos a ir sin desayunar? Pasamos por el buffet y estaba abierto, no había cosas calientes (huevos, tortillas, bacon,...) pero sí zumos, embutidos, bollería,..., así que cogimos fuerzas y hacía el autocar. Partimos rumbo al aeropuerto de Punta Cana, pero al montarnos en el avión, éste no despegaba. Nosotros íbamos en primera fila, y la cabina de los pilotos no iba cerrada, así que veíamos como cogían unos papeles, tocaban los botoncitos y aquello sólo hacía más ruido, pero no se movía
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Así que vuelta al hotel y aplazamos la excursión para el día siguiente.
Este es el avión que se estropeó.
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Al día siguiente volvimos a repetir madrugón. Esta vez con un avión diferente:
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Imagen de Punta Cana desde el avión:
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Aquí os dejo un vídeo del despegue del aeropuerto de Punta Cana:
Después de unos 30 minutos de vuelo llegamos a Samaná, al aeropuerto de Arroyo Barril
Allí nos montamos en unos taxis para recorrer unos 100 metros y coger los camiones. Esto no lo entendimos demasiado, porque a la vuelta si nos llevaron con los camiones al aeropuerto.
Con los camiones pasamos por las zonas rurales.
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Los paisajes allí son mucho más verdes que en Punta Cana.
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Vamos pasando por poblados donde los niños nos salen al camino, les damos caramelos, lápices,... Y nuestro guía, Domingo, les reparte Coca-Cola. La verdad es que si volviese a ir me llevaría muchas más cosas para darles. Nos daba la sensación de estar en la cabalgata de los reyes magos. Ver la carita de felicidad cuando les dábamos los caramelos o lápices....
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Nos pararon en un "rancho" para enseñarnos las frutas tropicales, el café, el cacao, la mamajuana y por si queríamos comprar.
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Volvemos a los camiones y seguimos la ruta hasta el inicio del sendero de la Cascada del Limón.
Cuando llegamos aparecen los voluntarios que nos acompañarán todo el camino hasta la Cascada.
La verdad es que el trabajo que hacen es impagable. Con el barrizal que había, llevarnos todo el camino sujetando al caballo y algunos incluso llevando las mochilas.
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Estos eran nuestros guías:
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A mí, el chico que me ayudó, Luis, me bajó de la mano hasta la Cascada y luego me volvió a subir de la mano para que no resbalase.
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Llegando a la caída del agua, dejamos los caballos y hacemos unos metros a pie, para ver cómo cae el agua.
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Luego hay una bajadita, lo mejor hacerla con unos zapatos que se agarren bien, porque con el barro resbalaba mucho y hay que ir cogidos de la barandilla. Pero lo mejor está por llegar, después de unos minutos andando, encontramos la Cascada del Limón.
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Aquí tienes unos minutos para bañarte, cosa que recomiendo, es increíble sentir como cae el agua encima tuyo. Pero cuidado porque hay bastante corriente y luchar contra ella supone un esfuerzo que hay que tener en cuenta.
Luego a deshacer el camino. La subidita hay que tomársela con calma, porque cansa. Volvemos a coger el caballo y hacia los camiones para irnos a comer.
Después de comer nos dirigimos a Cayo Levantado (Isla Bacardi).
Por el camino, nos enseñaron los puestos de venta de gasolina, en medio de la carretera. Venden la gasolina en botellas, para los que se hayan quedado tirados y tengan las gasolineras lejos.
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Para llegar a la isla nos montamos en un catamarán. Antes de bajar del camión, pedirle al guía bebidas, porque en la isla sólo tenéis incluida un vaso de Coca-Cola o de cerveza, si queréis otra cosa hay que pagarla.
Este es el catamarán que nos acercó a Cayo Levantado.
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Y aquí un vídeo acercándonos a la isla.
Una vez en Cayo Levantado tenéis un buen rato para disfrutar de la playa. Hubo chicas que aprovecharon para hacerse las trencitas, otros se bañaron y otros paseamos.
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Cuando nos íbamos, el capitán del catamarán aceptó dar una vuelta a la isla para que pudiésemos contemplarla.
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Vistas de la playa del hotel Bahía Príncipe Cayo Levantado.
Golfo de las flechas. Le llaman así porque Cristóbal Colón cuando llegó aquí, los indígenas les atacaron con muchísimas flechas.
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Esta es la recepción del hotel Bahía Príncipe Cayo Levantado, que está fuera de la isla.
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Luego de vuelta a los camiones. Pasamos por el pueblo.
Este es el mercado en Samaná.
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Y volvemos al aeropuerto a coger el avión que nos llevará otra vez a Punta Cana.
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Ya de vuelta en el hotel, a refrescarnos un poquito y a descansar.
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