No guardes la libreta, Wanderlust, que viene la experiencia real (la que supera al copia-pega y no está al alcance de la IA
).
Bien, pues a eso de las 20 h nos fuimos reuniendo en la antigua estación de ferrocarril para comenzar la visita. Nunca es igual una a otra pues unos años se cultivan unos campos y otros quedan en barbecho. Además, el paisaje va cambiando conforme avanza la temporada (Nos recomendaron volver a comienzos del otoño, para la siega). Para mayor variedad e interés, las terrazas no se siembran todas a la vez, por lo que podemos contemplar diferentes estados de los cultivos en un mismo día. Y llegar cerca del crepúsculo regala un abanico de tonos cambiantes. Un paisaje vivo, de todas, todas.
El acceso a los arrozales es libre y, de hecho, hay senderos marcados. Una visita guiada está bien para una primera vez, por la riqueza de detalles que aporta sobre el mundo del arroz y de esta variedad en particular.
La característica que más me llamó la atención es que el agua no se pierde, está en constante movimiento por un sistema de terrazas y retorna al sistema de acequias. Sometidas a este flujo, las plantas se hacen más fuertes. No sé; hay algo bonito en todo ello.
Hubo calasparreños en el grupo que nos señalaron detalles a los de fuera. Como la máquina con una especie de anchas mallas a guisa de ruedas, para no quedar atrapada en el barro. Recuerdo que les comenté que no íbamos a tener espejo, por la brisa que rizaba la superficie del agua. Este aire para dentro de un rato, cuando se ponga el sol, me contestaron. Y, oye, tal cual.
Hubo espejo y hubo también la calidez de los sitios que conservan la ilusión por tener visitantes. Cada vez valoro más eso. Es algo a conservar (Y no es fácil, lo sé). Aprendamos los destinos que llegamos más pausadamente a esto de la cosa turística.
La caminata fue sosegada, con tiempo para fotos, comentarios, preguntas...La senda es amplia y llana, salvo el paso estrecho que se señala en el mapa y que tan solo requiere de cierta atención. A mí, la parte que más me gustó fue el regreso a partir de la Presa de El Bayo. Porque la luz estaba en su punto y porque caminar entre la calma del arrozal y el ímpetu del río me resultó mágico. Un deseo cumplido desde que una vez vi fugazmente los arrozales desde la ventanilla de un tren que ya no existe.
El cultivo entre montañas es otra seña de identidad del arroz de Calasparra y un contrapunto visualmente muy estético.
Un destino que cautivará a los aficionados a la fotografía.
Os dejo algo de mi cosecha:
Tamaño: |
104.69 KB |
Visto: |
20 veces |
Visita guiada a los arrozales de Calasparra 0, Comarca del Noroeste de Murcia
|
Tamaño: |
51.8 KB |
Visto: |
20 veces |
Visita guiada a los arrozales de Calasparra 1, Comarca del Noroeste de Murcia
|