Cruzamos el Mosela para unos kilómetros después adentrarnos en Luxemburgo. La distancia de Trier a allí es de unos 30 kms, lo cual hacia rápido el trayecto. Luxemburgo es un país que nace oficialmente en el siglo X, cuando Sigfrido, Conde de las Ardenas, construyó el Castillo Lucilinburhuc sobre el río Alzette. Con el paso del tiempo se fue formando a su alrededor una ciudad, fortificándose y creando espacios que expandieron su territorio…Pasó por diversas manos, perteneció a otros países, como el caso de España (durante casi dos siglos) durante el reinado de Carlos V (entre otros), los Países Bajos, a la dinastía de los Hagsburgo, se les acusó de germanófilos por su acercamiento en el XIX y comienzos del XX a Alemania, también de colaboracionistas durante la IIGM: Sobre esto último decir que si bien culturalmente están muy vinculados a Alemania, durante la IIGM nunca se posicionaron a favor del nazismo, ni sus gobernantes ni el pueblo luxemburgues. Si bien no existió un movimiento de resistencia activo como en Francia o en Yugoslavia, si lo hubo de resistencia pasiva contra el invasor (Alemania invadió el país el 10/05/1940) consecuencia de lo cual se produjeron fusilamientos, deportaciones e incluso internamientos en campos de concentración. Se les declaró ciudadanos alemanes, llegando a obligarse a 13000 de ellos a servir en el ejército alemán, so pena de ser fusilados si se negaban…Todo ello acabó en 1945, tras la llamada “Ofensiva de las Ardenas”, cuando el ejército americano logró expulsar de Luxemburgo al ejército alemán, pero a este tema volveremos más tarde…
Llegados a la ciudad, cuyo casco histórico es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, estacionamos el coche en un aparcamiento público cercano al centro, en el Boulevard de la Foire (80 cts/hora, ojo aquí porque a partir de las 18:00, fin de la jornada laboral, la mayoría son gratuitos). Desde allí bajamos atravesando un hermoso y cuidadísimo parque, con un barco pirata a tamaño natural (logradísimo), caminando en dirección a la Avenue de Monterey para enlazar con el Boulevard Royal que nos dejó de frente al Pont Adolphe, ya en el casco histórico, un enorme puente (en altura) que se eleva a través de su doble arco 153 metros sobre el valle. Nos acercamos al mirador del Petrusse, situado a poca distancia, desde donde se observa una espectacular vista de la torre del reloj perteneciente al edificio Spuerkees (al otro lado del Pont Adolphe), el valle que forma a sus pies, el Viaducto y los propios jardines anexos al mirador con las banderas del país ondeando en lo alto. Bajo nuestros pies se encontraban las famosas casamatas, pasadizos subterráneos y puestos defensivos excavados en la roca, la mayoría de ellos en época del dominio español (concretamente hacia el siglo XVII), de ello la etimología de la palabra. Lamentablemente las del Petrusse solo abren sus puertas en épocas puntuales del año, con lo cual no pudimos entrar a verlas.
Llegados a la ciudad, cuyo casco histórico es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, estacionamos el coche en un aparcamiento público cercano al centro, en el Boulevard de la Foire (80 cts/hora, ojo aquí porque a partir de las 18:00, fin de la jornada laboral, la mayoría son gratuitos). Desde allí bajamos atravesando un hermoso y cuidadísimo parque, con un barco pirata a tamaño natural (logradísimo), caminando en dirección a la Avenue de Monterey para enlazar con el Boulevard Royal que nos dejó de frente al Pont Adolphe, ya en el casco histórico, un enorme puente (en altura) que se eleva a través de su doble arco 153 metros sobre el valle. Nos acercamos al mirador del Petrusse, situado a poca distancia, desde donde se observa una espectacular vista de la torre del reloj perteneciente al edificio Spuerkees (al otro lado del Pont Adolphe), el valle que forma a sus pies, el Viaducto y los propios jardines anexos al mirador con las banderas del país ondeando en lo alto. Bajo nuestros pies se encontraban las famosas casamatas, pasadizos subterráneos y puestos defensivos excavados en la roca, la mayoría de ellos en época del dominio español (concretamente hacia el siglo XVII), de ello la etimología de la palabra. Lamentablemente las del Petrusse solo abren sus puertas en épocas puntuales del año, con lo cual no pudimos entrar a verlas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Continuamos nuestra ruta pasando por la Plaza de la Constitución, con su monolito coronado por una dama dorada, levantado en 1923 como homenaje a sus caídos en la IGM. Fue destruido en 1940 durante la invasión alemana, restaurándose en 1984. Descendimos el Boulevard Roosevelt para antes de llegar al Viaducto, cruzar en perpendicular hasta el llamado Chemin de la Corniche, conocido con el sobrenombre del “balcón más hermoso de Europa”: No se si efectivamente lo es, ahora que si puedo decir que las vistas son espectaculares, esa alternancia de zonas altas y bajas, rodeadas de agua (en este caso del otro río que baña la ciudad, el Alzette) y vegetación, confundiéndose con el cuasi-subterráneo barrio del Grund y la Abadía de Neumunster erigiéndose desde el fondo del calle como si fuese un faro, hacen de la singularidad de este lugar un atractivo único…Tras recrearnos un buen rato en las vistas y el paisaje (y de hacer chirriar las cámara con la cantidad de fotos que tomamos), caminamos hasta la entrada de las otras casamatas, en esta ocasión las del Bock (siglo XVIII), con la mala suerte de encontrarlas ya cerradas, ¡para unas que eran visitables ese día!
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Sin dejarnos llevar por el cabreo inicial, retornamos unos metros hacia atrás para ascender la Rue Sigefroi hasta la entrada a la Ville, donde tras callejear un poco nos encontramos de frente con el Palacio Ducal. Construido en 1572, sufrió diversas modificaciones en los siglos XVIII y XIX, hasta llegar a su aspecto actual, con sus torres terminadas en volutas y su mezcla de estilo renacentista, barroco y neoclásico; para ser la residencia de los Grandes Duques no parece excesivamente opulento, aunque esto no lo exime de ser una hermosa construcción. Solo es visitable entre julio y agosto con reserva previa en la Oficina de Turismo. Adosado al palacio, su minúsculo parlamento, que si uno se despista ni se daría cuenta que está allí…Sorprende que a escasísimos metros del palacio, se encuentren varias brasseries (cervecerías) con su clientela tomando sus consumiciones en el exterior, eso sí, vestidos todos ellos de traje y ellas en plan ejecutiva agresiva, jeje. La verdad es que no me imagino yo, un par de mesones al lado de la Zarzuela, no…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Como llevábamos bastante andado, decidimos hacer una nueva parada técnica, esta vez en la Place D´Armes, llena de terrazas y con un gran ambiente, donde le dimos la merienda a Sofi y tomamos unas Bofferding (cerveza local), que no estaban nada mal, ya que llevábamos todo el día soportando un sol de justicia. Mientras estábamos allí, pudimos disfrutar de un concierto en directo de música clásica en el kiosco de la plaza, que según parece es muy habitual. De allí nos dirigimos a la Place Guillaume II, en ella se encuentran la oficina de turismo, el Hotel de la Ville (Ayuntamiento), que nos pareció un pelín anodino en comparación con el resto del casco histórico, y la estatua de Guillermo II, Gran Duque entre 1840 y 1849, que otorgó al país su primera constitución.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras bajar unas escaleras laterales salimos a la Rue Notre-Dame, donde encontramos la Catedral. Por alguna razón el exterior estaba engalanado con banderas del país (normal) acompañadas de las del Estado Vaticano. Se trata del templo más importante de Luxemburgo, construido en el siglo XVII, no fue consagrado como catedral hasta el siglo XIX, y es una mezcla de elementos góticos y renacentistas. Se encontraba en obras de restauración en su parte exterior lo cual afeaba un poco su aspecto…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y llegó el momento de retirarnos al hotel, en esta ocasión el NH Luxembourg (4*) que habíamos reservado por Booking, por 67€/noche sin desayuno, la habitación amplia y espaciosa, decorada con muy buen gusto, personal multilingüe (es una cadena hotelera que me gusta especialmente porque en la mayoría de los casos siempre hay algún miembro del personal que habla español) y justo enfrente al pequeño aeropuerto de Luxemburgo, a pesar de lo cual dormimos plácidamente puesto que la insonorización era perfecta. El motivo de coger este hotel era su cercanía a Hamm, lo cual nos venía perfecto para la primera visita de la mañana siguiente.