SÁBADO, 06 DE AGOSTO.
Hoy era nuestro último día. La habitación había que dejarla a las 11 del mediodía, pero el vuelo no salía a las 19.30, así que abandonamos la habitación y dejamos las maletas en las consignas del albergue. Hacia las 11 nos fuimos para la Saint Chapelle. La Iglesia en sí es pequeñita, pero las vidrieras que tiene bien que merecen la pena, y el juego de colores que hace al atravesarlas el sol es precioso.
Tras verla, volvimos a la zona de souvenirs del barrio latino, ya que a mi cuñada se le había olvidado comprar un detalle, así que llegamos, compramos, y de allí para el albergue, a comer y coger las maletas para salir hacia el aeropuerto. Llegamos a él a las 17.00, llenísimo de genteeeee. Nos sentamos a ver los aviones despegar hasta que abrieron nuestros mostradores para facturación. Con un poquito de pena por abandonar la ciudad, pero a la vez con mucha alegría por lo bien que había ido el viaje, por todo lo bello que habíamos visto y sentido, por las risas, por la cantidad de personajes idos de la olla que nos encontramos...montamos en el avión no sin antes prometerme que a París, volvería.
Tras verla, volvimos a la zona de souvenirs del barrio latino, ya que a mi cuñada se le había olvidado comprar un detalle, así que llegamos, compramos, y de allí para el albergue, a comer y coger las maletas para salir hacia el aeropuerto. Llegamos a él a las 17.00, llenísimo de genteeeee. Nos sentamos a ver los aviones despegar hasta que abrieron nuestros mostradores para facturación. Con un poquito de pena por abandonar la ciudad, pero a la vez con mucha alegría por lo bien que había ido el viaje, por todo lo bello que habíamos visto y sentido, por las risas, por la cantidad de personajes idos de la olla que nos encontramos...montamos en el avión no sin antes prometerme que a París, volvería.
Au revoir París.