5 de Junio. Un día muy especial ✏️ Diarios de Viajes de USA

LLegábamos a la mitad de nuestra estancia en la ciudad y encarábamos un día especial, y es que, ¡¡no todos los días se celebra un cumpleaños en Nueva York!!. Y aunque Elena pensaba que ella había planeado el día, realmente le esperaba alguna que otra sorpresa. La idea era pasar el día en el High Line, el Soho, Chinatown y luego ir a cenar al Ellen Stardust. Algunas cosas se cumplieron, otras...

Aprovechamos para dormir un poco más (no mucho), porque el viaje del día anterior a Washington nos había dejado algo cansados y a las 9:30 salíamos por la puerta de Penn Station, la parada del metro del MSG. Pasamos por delante del edificio de United States Post Office y compramos algo para desayunar en un Duane Reade (suelen tener bollería del día a buen precio).enseguida llegamos a la entrada del High Line Park desde la que empezaríamos el recorrido (en W 30 ST, entre la 10ª y la 11ª).

Por si alguno no lo conoceis, el High Line Park es un nuevo parque peatonal construido sobre una antigua línea de ferrocarril que dejó de usarse en 1980. Tiene aproximadamente 2 km de longitud y tiene varias entradas a lo largo de su recorrido. Ya nos habían avisado de que pasear por él era una de las mejores cosas de la ciudad y no nos decepcionó. Es como un remanso de paz y tranquilidad en medio del bullicio de Nueva York, un lugar por el que puedes caminar tranquilamente mientras te paras a ver mil cosas curiosas, como esculturas, graffitis, gente haciendo deporte o simplemente, las interminables calles por las que vas cruzando. Además, como volvimos el Domingo con Stephen, nos enteramos de que también se ha convertido en una de las zonas más caras de Nueva York (y de las más solicitadas por gente joven y con dinero por sus edificios modernos). Completamos el recorrido en más o menos una hora, sin prisas, disfrutando, sacando algunas fotos como las que veis a continuación.

Salimos del parque por Gansevoort St, y la próxima parada era el Soho, así que, andando, fuimos bajando por Hudson St, con un tiempo excelente (mucho sol y sin el calor agobiante del fin de semana anterior), atravesando GreenWich Village (y de nuevo, comentando que nos deberíamos alojar allí la próxima vez) hasta llegar a Houston St. Una vez allí, empezamos a callejear para entrar de lleno en el SoHo y en sus conocidas calles llenas de tiendas de moda. Y esa era la idea de Elena, disfrutar de una mañana de tiendas, pero yo tenía otros planes. Me las arreglé para acabar en Howard St, donde le había reservado una hora de masajes en un SPA asiático.

Mientras ella disfrutaba de su momento de relax, me acordé de que no habíamos podido hacer buenas fotos de Washington Square por la lluvia, así que decidí ir allí, subiendo por Broadway y pasando por delante de la NYU. Y efectivamente, el ambiente no tenía nada que ver con el del Lunes. Gente por todos sitios, mucha música y mucha gente disfrutando del tiempo. Tras ello, y un pequeño refrigerio en un Deli, de vuelta al SPA para recoger a la cumpleañera. Por cierto, durante todo el camino, publicidad del GTA V que estaba a unos meses de salir, algo impensable en España

Eran las 12:30 y Elena estaba como nueva, así que ahora nadie me iba a librar de mi ración de shopping. Visitamos varias tiendas y pude aprovechar el WIFI gratis de la mayoría de ellas para entretenerme con el movil así que se hizo bastante ameno. Además, también entramos a algunas tiendas "diferentes", como Yellow Rat Bastard (me encantó esta tienda, aunque no compré nada para dejarlo todo para la visita al outlet del día siguiente).

Sobre las 14:30 decidimos que ya era hora de dejar las tiendas y de irnos a comer y aquí si seguimos el plan marcado. Como ya habíamos andado bastante, decidimos coger el metro hasta la parada de la 2ª Av (aunque no estaba demasiado lejos a pie) y entramos en el famoso Katz Deli (seguro que los que hayan visto la película de "Cuando Harry encontro a Sally" lo conocerán). Allí, no podíamos pedir otra cosa que no fuese el bocadillo de pastrami, lo que acompañamos con una especie de puré de patatas. Y cuando llegó el sandwich, ¡¡sorpresa con la cantidad de pastrami!!. Con un sandwich para los dos nos hubiésemos quedado bien, ¡¡sin duda!!. Más allá de eso, la visita al restaurante es recomendada, muy buen ambiente, la comida bastante buena y los recuerdos de la película por todos lados. El precio, eso si, un poco más alto de lo normal (en torno a 57$ con 3 bebidas), pero vale la pena.

De ahí, decidimos bajar andando hasta Chinatown por la zona del Sara D.Roosevelt Park, donde había un muy bastante gente haciendo deporte, hasta llegar a Grand St, por donde entramos en uno de los enclaves étnicos más reconocibles de Nueva York. La verdad es que el barrio a mi me sorprendió bastante, no solo por las tiendas y comercios, si no porque es bastante difícil ver carteles que estén escritos en inglés además de en chino. Vamos, que la imagen que saqué es que realmente la comunidad china ha hecho una pequeña ciudad dentro de Nueva York.

Pasamos por varias tiendas con unas frutas y verduras difícilmente descriptibles y llegamos a Mulberry St, donde se encuentra Little Italy, bueno, mejor dicho, lo que queda de ella. Como ya se comenta por todos los sitios de internet, apenas queda una pequeña parte de lo que fue el barrio italiano antiguamente, absolutamente conquistado por los establecimientos chinos.

Continuamos hacia el sur por Mulberry St hasta que llegamos a Columbus Park, donde estuvimos un buen rato disfrutando del ambiente, viendo como bastantes chinos jugaban a unos juegos muy peculiares (algunos creo que estaban jugando al Mahjong o algo similar, pero otros...) o disfrutando de gente que estaba tocando algunos instrumentos que también desconocíamos.

Salimos por la parte Este del parque, donde nos llamó la atención la cantidad de funerarias china que había juntas (si, también comentamos las típicas gracias de los chinos y donde los entierran...) y callejeamos un poco hasta llegar a Doyers St y su famosa [url=https://en.wikipedia.org/wiki/Doyers_Street_(Manhattan)]Bloody Angle[/url], un lugar conocido por la cantidad de muertes que se han producido ahí por temas de mafias chinas. Y si antes, ya teníamos la sensación de no estar en Nueva York, por estas calles más estrechas y con la gente mirándote cuando pasabas por delante de sus tiendas, ¡¡ya ni os contamos!!.

Pronto salimos a Bowery St y nos dirigimos al norte dejando a la derecha la Confucious Plaza, y llegamos al templo budista Mahayana, el mayor de toda la ciudad de Nueva York, donde se encuentra una figura de Buda de 5 metros de alto (aunque a nosotros no nos pareció tan grande). No estuvimos dentro demasiado tiempo ya que no había absolutamente nadie y estábamos un poco incómodos (además, unas mujeres que había en la entrada no nos quitaban ojo de encima), total, que salimos, hicimos una foto del Manhattan Bridge y nos dirigimos a la parada de metro más cercana (Grand St).

En nuestro camino al apartamento hicimos una parada en el Madison Square Park. Ahí, estuvimos un buen rato admirando el Flatiron, uno de los edificios que más nos impresionaron de la ciudad. Es uno de los primeros rascacielos que se contruyeron en NY (en 1902) y además, es quizá el más peculiar de todos por su forma triangular (¡la parte más estrecha apenas tiene 2 metros de anchura!). Aprovechamos para sentarnos en algunas sillas que había por el parque, disfrutar un poco del WIFI gratis y avanzar un poco por la 5ª Avenida, parando en el Museum of Sex. Realmente, no pasamos al museo, nos quedamos en la tienda que ya era bastante "curiosa" de por si. De allí, de nuevo al metro y vuelta al apartamento, que había que prepararse para alguna sopresa más que quedaba.

En principio, habíamos planeado una cena en el Ellen Stardust y una copa en el 230 Fifth para terminar de celebrar el cumpleaños, pero Elena no sabía que había un ligero cambio de planes. Tras convencerla de que había que arreglarse un poco más de lo normal por ser un día especial (tampoco demasiado, yo iba con vaqueros, una camisa con corbata fina y americana, por ejemplo), salimos del apartamento y a la primera oportunidad que vi, llamé un taxi y subimos. Ella no entendía nada, hasta que le dije al taxista dónde ibamos. Teníamos mesa reservada en Delmonico's, uno de los restaurantes más antiguos de Nueva York. Pasé el viaje en taxi explicándole a Elena algunas cosas del restaurante (en está página de la wikipedia hay bastante información) mientras ella no iba dando crédito. Tras un largo trayecto bordeando el rio Hudson (26'85$), entramos en el restaurante.

Este sitio lo elegí gracias a la ayuda de Tere, del blog Luquituqui New York (¡¡gracias por todo de nuevo!!) y para nada decepcionó. Sabíamos que era un restaurante un poco "elitista" y eso ya se nota al entrar. Nosotros no estamos demasiado acostumbrados a este tipo de restaurante, era una ocasión especial y estábamos algo nerviosos, pero en unos minutos nos tranquilizamos y disfrutamos de una cena excelente. Pedimos un risotto con setas de entrante y luego un petit Filet Mignon y uno de los famosos Delmonico's Steak (bueno no, lo siguiente), acompañados de puré de patatas. Terminamos con el también conocido Baked Alaska (de hecho, el nombre del postre viene de este restaurante). Todo ello, con agua y dos cervezas Stella como bebidas, por el sorprendente precio de 150$ (¡¡pensaba que iba a ser bastante más caro!!). Realmente vale la pena pagar dicha cantidad por cenar en un sitio como este (el restaurante, por dentro, es muy muy bonito, decorado de forma retro y con una buena amplitud entre las mesas para estar cómodo).

Una anécdota bastante graciosa del viaje nos sucedió con uno de los camareros (había varios, es el típico sitio donde te sirven el agua en cuanto ven el vaso medio vacío y te limpian las migas de la mesa cada 3 minutos). Nos entregó la carta y nos empezó a decir los platos que había fuera de carta dándonos bastantes explicaciones de una manera super educada. Cuando terminó y se fue, le pregunté a Elena si había entendido algo, y me dijo que lo mismo que yo, casi nada (¡¡los nervios!!). Total, que pedimos de carta y luego durante la cena, como el hombre nos tuvo que oir hablar, se acercó a nosotros y nos preguntó que tal todo en un castellano bastante aceptable!!. Nos dio por reir y pensamos que ya podía haber hablado así desde el principio!!. Al final, le dejamos una buena propina a los camareros, que realmente se la ganan con su excelente servicio.

Sobre las 10:30 salíamos del restaurante y nos dirigimos a la parada de metro más cercana para ir al 230 Fifth. Ahí nos dimos cuenta de que el Financial District no descansa en cuanto a los edificios, ya que había luces en casi todas las ventanas, pero que la calle estaba prácticamente desierta. Pronto llegamos a nuestro destino, subimos y tuvimos la tremenda suerte de encontrar una mesa disponible para dos justo enfrente del Empire State, así que nos pedimos un par de cóckteles (30$ y no eran gran cosa, pero el sitio había que pagarlo) y pasamos un rato genial, sentados, hablando y casi sin poder apartar la mirada de lo que teníamos enfrente. Un broche sencillamente inmejorable para un día inolvidable!!.