-- Tras una noche con mucho viento pero sin nada de lluvia, amanecimos a las 7 a.m con más viento y lluvia. Ya nadie paseaba por nuestro lado pese a ser un lugar apartado.
-- Fuimos a la
estación de servicio N1 a ver si podíamos utilizar el servicio, peor hasta las 8 a.m no abrían las puertas, por lo que fuimos al camping del que fuimos "desterrados"; y aprovechando que aún todos yacían en sus aposentos, utilizamos los baños.
-- Siendo la hora de apertura de la estación de servicio, nos dirigimos hacia allí; éramos los primeros clientes, entré yo solo, con un gorro, mis gafas, una chaqueta casi 2 tallas más grande y la barba de 10 días ( no es muy frondosa, pero no llevaba arreglado el cuello) El dependiente nada más entrar no me quitaba ojo de encima, preguntándome que si buscaba algo en especial, y al escoger un brick de leche y otro de yogurt de fresa, a la hora de pagar, pensaría que era un mendigo (con todos mis respetos), porque de repente extraje de mi bolsillo cerca de 1500 ISK en monedas de todo tipo jajaja, quería deshacerme de ellas y se me ocurrió decirle: " i have a lot of coins" ( cual mendigo ha estado recogiendo limosnas durante todo un duro día y busca algo para echarse al buche).
-- Enseguida le pido permiso para utilizar el servicio y cuando me dispongo a lavarme los dientes aparece de repente como si me vigilase, y me dice algo muy rápido mirando al techo, que no entendí lo que era, pero el caso es que se marchó y pude asearme tranquilo.
-- Al salir y reírme después contando a mi mujer la situación ocurrida, desayunamos en el coche nuestro menú de housemóvil, rebanadas de pan de molde con miel, mermelada, un batido de chocolate y zumo; y sin pisar el asfalto siendo las 8:30 a.m, pusimos rumbo a
Arnastapi, por
la N1 y
tomaríamos desvíos por las carreteras 68 Y 54 para ir por lo máximo por la costa.
-- Recomendable para no perderse uno de los mayores atractivos de la esa zona. La lluvia y el viento marcaron el ritmo de todo el trayecto, y pese a haber visto que desde
Arnastapi hasta
Snaefells no se predecía lluvia, parecía que de nuevo
www.vedur.is nos engañaba, no nos fiábamos.
-- A medida que acortábamos kilómetros el tiempo seguía igual, incluso más
viento aún, de
en torno a 50 km/h, muy molesto a la conducción. Nos metimos por dos "
road gravel", sin asfaltar y muchos baches y gravilla. La lluvia ahora era llovizna, y eso añadido a la estela de polvo de estos tramos, dejó el coche parcialmente machado de barro, digo parcialmente por el lado del copiloto que era donde no pegaba el viento y sí la lluvia, estaba bien limpito.
-- Creo haber dicho anteriormente, que
los paisajes desde el Norte hasta antes de acceder al Oeste, son ya más "europeos", menos volcánicos. Al menos esa fue la impresión que tuvimos. Sin embargo, al acceder a la
carretera 55, ya se podía respirar la presencia de actividad volcánica. Extensos campos de lava marcaban el sendero. Un paisaje realmente digno de ver y sentir. En ocasiones una cámara de fotos no podrá transmitir la imagen real y se pierden sensaciones inexplicables.
-- Al encarar el último tramo hasta
Arnastapi, primera parada, la lluvia parecía detenerse y el cielo negro y nublado, parecía aclararse (ojo, no a salir el sol, sino unas nubes más claras).
-- Una vez en
Arnastapi lo primero que vimos por culpa del hambre que teníamos, fue un restaurante del que no recuerdo el nombre, pero sí que está prácticamente al entrar al pueblo, a escasos metros del único surtidos de combustible que hay. Pero como dejó de llover, aunque el fuerte viento no remitía, decidimos observar y fotografiar el
gigante vikingo formado por centenares de piedras, muy bien trabajado por cierto. También hicimos el paseo hasta el saliente que hay a 50 metros hacia el mar del gran hombre de piedra, y gozamos de unas bonitas vistas.
-- Enseguida fuimos a comer, pero divisamos otro restaurante, de fachada blanca que ponía Iceland food creo, y entramos pero el panorama era entristecedor. Parecía un velatorio, unas 4 parejas distribuidas en las distintas mesas y sin decir ni una palabra. Nos fijamos en la pizarra donde estaba el menú y en menos de 1 minuto
decidimos irnos al otro restaurante, el de cerca del surtidor, de color rojizo y con forma de casita de madera.
-- Allí pedimos un
[u] sopa del día (1600 ISK) y un cach of the day (2800 ISK creo recordar)[/u], esta vez no fallábamos, acompañado con dos big Viking beer.
La sopa nada más probarla, mi mujer detectó que era
claramente de sobre, una sopa de champiñones de supermercado. Vaya timada. Te la tenías que servir tú mismo, estaba en una gran olla al fondo del pequeño local, y allí lo que habían hecho era echar 6 sobres de sopa y agua caliente.
Saladísima estaba grrgrrr. Aún así repetí del hambre que tenía.
-- El pescado llegó y la presentación del plato no era mala pero tampoco como lo que habíamos visto hasta ahora. Se trataba de
bacalao al horno sobre cebada inflada salteado con verduras y pipas de girasol (peladas). Era bueno pero no para echar cohetes y
la broma nos salió por 11.200 ISK, lo que vienen siendo unos 72 eurazos. Partiendo de la base que la comida en Islandia es cara, lo que cominos por ese precio, era aún más caro. Recuerdo con nostalgia el menú en casa de Elin, del Glacier View House, o el restaurante del Vogafoss GuestHouse de Myvant.
-- De
Arnastapi, fuimos hasta
Hellnar, donde teníamos
1 noche de hotel reservada en el
Hellnar Hotel, 170 euros nada menos (
los alojamientos en Islandia van de los 120 a lo 180 euros por noche).
-- Por un momento y al ver que el fuerte viento no remitía, siendo acompañado en ocasiones de lluvia, pensamos que la visita por el Oeste (península de
Snaefells) fue una equivocación que podríamos habernos ahorrado. Pero después de hacer el check in y dormir una siesta de una hora y algo, algo cambió. Quizás fue esa energía positiva que dicen que
Snaefelljokül emana, o que no podíamos abandonar
Islandia con ese mal sabor de boca. Por lo que nos aseguramos un lugar donde cenar, el
restaurante Fjoruhúsudi en Hellnar, a pie de las rocas de la cala que hay en Hellnar. Lo que vendría después, sería espectacular.
-- Eran las 19:00 horas y ya comenzamos a disfrutar de las maravillosas vistas que ofrecía el mirador que hay sobre este restaurante. Y al bajar a la cala, ya un sonido constante de aves procedente del interior y exterior de una gran cueva, captó nuestra atención.
-- Eran docenas de gaviotas cual murciélago entra y sale de su cueva, posadas en los reposaderos de roca basáltica esculpidos por la naturaleza.
-- Pero eso era más que el preludio a lo que verían nuestros ojos, una espectacular "
medusa de melena de león ártica" en la orilla de esa cala. Un obsequio del mar, ya que difícilmente se ven estos ejemplares en la costa, pudimos captarlo con una cámara deportiva (Gopro) y la imagen fue aún mejor que verla desde arriba, impresionante. No tenía los larguísimos tentáculos de los que se habla sobre esta medusa, pero sí su gran melena y forma de flor cuando se abre.
-- Aún estupefactos, hicimos medio trayecto que hay
desde Hellnar hasta Arnastapi, arropados por pequeños campos de lava con musgo, y que al recibir tímidos rayos de un sol oculto entre las densas nubes, dotaban de un color especial a toda esa zona.
-- Tras ello y aprovechando el " buen tiempo" que nos brindaron los dioses, cogimos el coche como alma que se lleva el diablo, y tratamos de ir hacia la otra punta de
Snaefells, donde más atractivos paisajísticos nos esperaban, pero decidimos dar media vuelta y dejarlos para después de cenar (con el riesgo que ello suponía al poder comenzar a llover de un momento a otro), ya que la cocina la cerraban a las 21p.m y no queríamos riesgos innecesarios. Allí no hay mucha oferta gastronómica.
-- Una vez en el magníficamente ubicado restaurante, gracias a opiniones de viajeros, en Tripadvisor, fuimos a tiro fijo y pedimos una sopa de pescado y una quiché de verduras (tampoco había mucha más variedad), con dos cervezas islandesas.
-- Antes de servirnos la comida, nos pusieron una panera con pan de fabricación "homemade" y como no, un tarrito de mantequilla para que lo untáramos. El pan estaba delicioso, pero cuando llegaron los platos pedidos, ya fue mejor aún. La sopa de pescado, con salmón, pescado blanco, alguna verdura, y no recuerdo qué otro pescado más, era espectacular. Eso era sopa y no la del otro restaurante.
-- La quiché de verduras buenísima la tomaras por donde la tomaras. Así que acabamos de cenar, muy contentos,
pagamos ( 6500 ISK, 43 euros) y salimos a captar fotografías porque el viento había rebajado su fuerza y un brillo en el cielo nos empujaba a ello.
-- Primer impacto para la digestión, un oscuro y pesado "Grand Corbeau" (cuervo negro) nos dejó observarlo y captarlo con nuestro dispositivo. Se movía de piedra en piedra muy costosamente, ya lo digo, era pesado. Y de repente se sube a un montículo de 3 piedras, a modo de altar, permitiendo ser fotografiado. Imagen espectacular, de una especie poco vista entre la variada fauna voladora que habita
Snaefells.
-- De ahí nos dirigimos con el coche hasta la
zona de las rutas que hay señaladas como
Púfubjarg, Lóndrangar y Malarrif.
Hicimos el tramo corto, Púfubjarg, que no el menos bonito por ello.
-- Desde nuestra posición se podía visualizar a un gigantesco y abrupto
Snaefellsjoküll, volcán con un glaciar en su cúspide, que no pudimos ver porque una gran nube se sentaba sobre él. Si bien, todo a su alrededor era un escupidero de magma solidificado. Imagen que impresiona al ver la magnitud del producto de un coloso como es este volcán. Además según hemos leído sobre el volcán,
Julio Verne se inspiró en él para escribir su obra, "Viaje al centro de la tierra". Lo hace aún más especial.
-- La siguiente parada fue la
playa de Djupalónssandur. Oculta entre abstractas formaciones volcánicas, una playa misteriosa, de arena negra, y con historia náutica.
Un barco naufragó en su costa en el año 1950, y aún permanecen allí restos del fuselaje de la embarcación, ya oxidados contrastando con el negro color de la arena. Además hay en la entrada a la playa, una serie de piedras de distintos tamaños, que según el tamaño de piedra que seas capaz de levantar, eres un tipo de marinero. Hay una fotografía gráfica con la descripción de cada uno de los tamaños y pesos.
-- Al ir al coche para regresar al hotel, un señor carnero nos estaba esperando en el parking pastando sus anchas y sin espantarse a nuestra llegada, se notaba quien era el líder. Esa grande y rizada cornamenta, ese denso y voluminoso pelaje lo decían todo. Otros ejemplares de esta especie son muy asustadizos, pero él no. Lo observé, lo grabé y fotografié, y en el momento del vídeo, se me encaró, me miró fijamente unos segundos (estábamos a 3 metros de distancia) y continuó con sus quehaceres. Rascarse la espalda con los postes de la señal de información turística, y luego con los bancos y mesas de madera que hay anclados al suelo. Eso fue otro gran regalo del destino, una despedida con mucha participación de los autóctonos del lugar.
-- Con todo este recorrido, y a falta de haber podido acercarnos más al volcán
Snaefelljoküll, nuestra sed de Snaefells se sació y dimos por cumplida en este caso, nuestra vista a la Islandia salvaje, ya que mañana nos queda recorrer camino hasta la capital, donde pasaremos desde el medio día hasta las 20 p.m, y luego tomaremos dirección al aeropuerto de Keflavik para regresar a España. ¡Mañana más!
Recomendamos si se pretende hacer la ring road y se va a visitar la península Snaefells (emplead al menos 1 día ¡entero!, a nosotros se nos quedó corto porque fue medio día), entrar por la cara Norte y continuad en sentido contrario a las agujas del reloj, pues tuvimos el fallo de entrar por el Sur hasta Arnastapi y para el regreso había que deshacer camino, aunque decidimos hace más kilómetros y dar la vuelta a la península entera, esta vez sin visitas, sólo alguna parada sin bajar del vehículo por falta de tiempo.