Se tiro toda la mañana lloviendo muy fuerte, desde la cama oíamos el agua, y, aunque Mónica dijo que ella estaba tranquila porque suponía que dejaría de llover, yo no estaba tan seguro.
Finalmente dejo de llover un poco antes de salir a desayunar, aunque al irnos a preparar para salir hacia la selva, arranco de nuevo a llover con fuerza, "veras como se nos fastidia la excursioncilla", pero duro poco y pudimos ir.
Estuvimos, antes de entrar en la ¡selva!, dando de comer a unas monas muy simpáticas y después... pa' dentro. La caminata de unas 3 horas es muy interesante, casi todos los sonidos, eran nuevos para nosotros. Pudimos jugar con las lianas, beber agua del tronco de la uña de gato y conocer un montón de medicinas naturales.
Es alucinante entrar dentro de la selva y no ver la luz el sol, porque toda la vegetación lo tapa. Lo más llamativo fue un árbol gigantesco, con raíces enormes con unas formas muy curiosas.
A la vuelta, viento y marejada en Yarinacocha. A la llegada ya teníamos a Gustavo pendiente de nuestra comida, comeríamos pollo, como siempre rico, rico, acompañado de un zumo de una fruta que se llama carambola, me resulta familiar pero aun no se a que exactamente.
No pudimos resistirnos a una pequeña siesta para recuperar un poco las fuerzas. Y al despertarnos... Mónica está muy convencida de bañarse en la laguna, aunque a mí, no es lo que más me apetece. Y mientras ella se baña, llega Gustavo, y me convence a mí también. Y allá vamos, en una barquita de chapa, hacía el centro de la laguna.
Nos tiramos al agua, que todo sea dicho, está en su punto justo de temperatura, se está a gusto la verdad, además nos cogimos unos flotadores, y nos dedicamos charlotear mientras flotábamos y mientras la corriente nos llevaba. El Sol se iba marchando y coloreaba tímidamente el cielo de rojo. Y de repente... una experiencia genial.... unos cuantos delfines saltaban y jugaban a 5 metros escasos de nosotros. ¡BRUTAL! jeje.
Nos recogimos con los dedos como garbanzos y por fin pudimos ducharnos, pues estábamos sin agua hasta ese momento. Poco hicimos hasta las 20:00 h. Y solo unas cartas, con Mónica como aprendiz que ganaba casi todas las partidas, después de cenar, y nos fuimos a dormir bastante pronto.