Nuestro vuelo con Ryanair salía de Sevilla a las 11:30 de la mañana. Dejamos el coche en Parking Vuela, que nos costó 29 euros una semana. Un parking recomendable, con un servicio rápido de traslado al aeropuerto.
El vuelo transcurrió sin contratiempos, aunque tardamos sobre media hora más de lo programado, probablemente debido al viento y al mal tiempo. Y es que en tierra nos esperaba el diluvio universal. Este otoño ha sido especialmente lluvioso en Canarias, y ese día estábamos en alerta amarilla por lluvia.
En el aeropuerto nos estaban esperando de la empresa Pluscar, con la que habíamos contratado el alquiler del coche. Alquilamos la gama más baja, por 87 euros la semana, con seguro a todo riesgo y segundo conductor incluido. No tienen la oficina en el aeropuerto, así que nos acompañaron al parking, donde les pagamos y nos dieron un Kia Picanto. En ese momento no miramos mucho el coche, y al día siguiente nos encontramos una sorpresa.
Ya que hacía muy mal tiempo y no íbamos a poder hacer ninguna actividad al aire libre, decidimos ir hasta Arucas para comer allí y visitar el pueblo. Aparcamos y entramos en el restaurante De Enyesque, muy cerca de la Iglesia de San Juan Bautista. Pedimos judiones con chorizo para entrar en calor, pulpo frito, unas papas arrugás, 4 cervezas y tarta de chocolate de postre. Total, 33 euros. En general todo bueno, un sitio recomendable.
Comenzamos la visita a Arucas por la Iglesia de San Juan Bautista, el edificio más emblemático, construido en estilo neogótico, que parece que no pega mucho entre las casas de arquitectura típica canaria. Pero es muy bonita, tanto por dentro como por fuera.
Seguimos caminando por una calle peatonal muy bonita y colorida, hasta llegar al parque municipal, que tiene que ser una delicia con buen tiempo. Muy cerca está la fábrica de ron Arehucas, y fuimos hasta allí, pero era sábado, y cierran los fines de semana.
Dimos por terminada la visita al pueblo, bajo la lluvia no teníamos muchas opciones. Así que nos fuimos hasta Puerto de las Nieves, donde nos íbamos a alojar. Debo reconocer que la primera impresión de los paisajes desde la autovía del norte no fue muy buena, y la lluvia no ayudaba.
Llegamos a Puerto de las Nieves y ya casi no llovía. Dejamos las cosas en el hote y aprovechamos el último rato de luz para dar una vuelta por el pueblo. Las nubes tapaban parte de los acantilados, pero hicimos algunas fotos y estuvimos viendo romper las olas, que eran de bastante tamaño.
Después de una ducha y un poco de descanso salimos a cenar. En el pueblo hay muchos restaurantes, pero la mayoría estaban cerrados o vacíos. Finalmente entramos en “El dedo de dios”, el único que tenía algo de ambiente, pero no nos gustó. Pedimos unas croquetas de pescado, sardinas y una ensalada. Lo único que se salvaba eran las croquetas, pero estaban frías. Las sardinas poco frescas y nos las sirvieron frías, y la ensalada era un batiburrillo de verduras enlatadas. Es barato, pero el servicio no es bueno y la comida tampoco.