Un día más.... y de nuevo un día gris, pero pasamos un día fresquito sin lluvia. Nos quedaba por visitar la parte del Sur de la Alsacia, ya que el día 7, no podíamos moverlo del día 7, ya veréis porqué.
Salimos dirección Estrasburgo y continuamos hacia el sur, parándonos en RIQUEWIRH, a 60 km. Ya los últimos km llegando al pueblo son espectaculares, todo verde, lleno de viñedos y bodegas que ofrecen degustaciones gratuitas a todos los turistas. La actividad principal de sus habitantes gira en torno al vino y sus equilibrados vinos de Riesling. Además hay varios hoteles.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Allí, cogimos el mapita de la Tourist Office, pero Riquewihr es un pueblo muy pequeño, en el que sólo sus calles principales te transportan a otra época o a un cuento de los Hermanos Grimm. En cada esquina hay vinacotecas muy llamativas y muy bien decoradas que ofrecen degustaciones gratuítas, y muchísimas pastelerías, panaderías, etc, con unos dulces riquísimos, así como también cuidados restaurantes. Sus casas con entramados de madera te transportan al siglo XV, cada una de un color, que hicieron en aquel momento una bonita combinación con el cielo gris que teníamos encima.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras unas horas, nos dirigimos a COLMAR, otra de las ciudades bellísimas de la zona de la Alsacia. Al igual que Riquewir, su principal actividad reside en el viñedo. La tarde nos daba la bienvenida a esta ciudad, con un sol espléndido, pero sin quitarnos las chaquetas.
Colmar es una ciudad más grande que su vecina, por lo que sí que merece la pena parar medio día y dejarse perder en medio de sus callejuelas de adoquines entre sus casas alsacianas perfectamente conservadas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Ha sido una ciudad que ha pasado por muy malas etapas en su historia debido a las continuas guerras entre Francia y Alemania, pero siempre ha mantenido su personalidad francesa, la cual puede observarse en el barrio más turístico de la ciudad, La Pequeña Venecia. Antiguamente, era un barrio de pescadores, hoy poco queda de aquello, salvo algunas barcas de madera sobre las que se permiten paseos, casas alsacianas de colores y macetas floridas y coloridas en cualquier balcón que hacen la delicia de un bonito paseo de todos sus visitantes.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Su colegiata se construye en el año 1300.
Sin duda, fue el día que mejor comimos y donde mejor comimos en BRASSERIE SCHUWENDI/ 23-25 Grand'rue/ Place de l'ancienne Douane. Su terraza estaba llena y pedimos una Pizza Alsaciana (ellos lo llaman Tarta flambeada) , un Roaste, una cazuela de queso gratinada con pollo (o con lo que queráis) y 2 birritas por 26 euros.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
No queríamos entretenernos mucho más, ya que queríamos llegar a tiempo a visitar el Castillo de Haut-Kroenisgbourg, pero no pudimos dejar la oportunidad de fotografiar la Estatua de la Libertad de Colmar, curiosamente obra de Eiffel (entre otros) en honor al arquitecto Bartholdi, nacido en esta pequeña ciudad y responsable de la auténtica estatua de NY.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por fin llegamos al CASTILLO DE HAUT-KROENINGSBOURG (muy bien señalizada su salida por la autovía dirección Estrasburgo), pero se nos puso a llover ya antes de entrar y nos estropeó un poquito las vistas del valle. La entrada cuesta 7.50 eur y 5.60 para estudiantes. El castillo fue donado por Carlo Magno a la zona en el año 774, pero ha sufrido numerosas reformas debido a los bombardeos y guerras que lo han preceido. Dentro, se pueden visitar habitaciones perfectamente amuebladas, cañones, lanzas, armaduras, y si andais despistados, os podeis tomar un café o merendar en su cafería.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Volvimos a casa donde nos encontramos una visita internacional a la Bodega del Sr. Huber que muy amablemente nos invitó a unirnos a los turistas ya que la harían en inglés. La sorpresa vino después, cuando posiblemente por causas del idioma “nos acoplamos” al festín que les tenían preparado a sus invitados, aún así, su mujer estaba encantada, era un amor.
Degustamos productos de la zona, quesos, embutidos, salsas y por supuesto catamos o mejor dicho, bebimos todos los vinos que elabora cada año el Sr. Huber. Fue una velada muy divertida gracias a los invitados (especialmente dos coreanos con un inglés bastante terrible) y muy muy contentos, nos fuimos a casa a dormir, el viaje estaba tocando a su fin y ésta había sido como la “fiesta de despedida”.