Tempranito por la mañana salimos dirección a Anaga. Era el día que peor previsión meteorológica daban, pero como teníamos el permiso para ese día, para allá nos fuimos, con la esperanza de que la lluvia nos respetase un poco.
Entramos a Anaga por la TF12 desde el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Una carretera con unas curvas de espanto y un paisaje maravilloso que no puedes admirar como merece porque no hay sitio para pararse. Ya en la cumbre, paramos en un mirador que se llama El Bailadero. Hacía un viento muy fuerte y estaba nublado, pero de momento no llovía. Las vistas maravillosas, a las montañas, el mar y el pequeño pueblo de Taganana.
Seguimos por la carretera TF123, estrecha y rodeada de vegetación, hasta llegar al aparcamiento de la ruta de “el bosque encantado”.
Comenzamos a caminar y realmente parecía que estábamos en un lugar mágico. Un estrecho sendero cubierto con una vegetación húmeda e impresionante. Laurisilva y helechos nos acompañaban a cada paso.
Recomiendo hacer este sendero con botas, sobre todo si el día está lluvioso. Pero aunque no llueva es un bosque húmedo y supongo que el barro en el sendero será habitual. Además, esta primera parte del camino es bastante irregular, con piedras y raíces, bastante resbaladizo.
Nos asomamos a un par de miradores que nos encontramos por el camino, el Pico de Chinobre y el del Roque Anambro. En este último nos dimos cuenta de que llovía desde abajo hacia arriba. Pero nosotros estábamos “protegidos” dentro de la espesa vegetación. Pero ya sabéis el refrán “quien se cobija debajo de hoja, por dos veces se moja”.
Llegamos al mirador de Cabeza de Tejo, pero no vimos nada, porque todo estaba cubierto por una densa niebla. Descansamos un rato, viendo a unos simpáticos pinzones que estaban por allí.
Continuamos por la segunda parte del camino, que va por una pista más ancha y de terreno más regular. Pero igualmente llena de barro y también rodeada de vegetación. Además, encontramos escavadas en la roca cuevas de diferentes tamaños. Tuvimos que entrar en una de estas cuevas cuando empezó a diluviar, esperando a que amainase un poco.
Antes de llegar al punto de inicio se vuelve al sendero irregular. La ruta merece mucho la pena, y aunque acabamos de barro hasta las orejas, pudimos hacerla entera sin mojarnos demasiado.
El plan original sin lluvia incluía bajar hacia Taganana, comer por allí y ver la playa de Benijo. Pero con el fuerte viento y la lluvia, decidimos ir al Centro de Visitantes de Cruz del Carmen, y por el camino buscar un restaurante para comer algo. Solo vimos un restaurante abierto y en el minúsculo aparcamiento no había sitio. En el centro de visitantes hay una tienda/cafetería/restaurante y allí comimos un sencillo menú. También hay un mirador muy bonito, y un pequeño sendero adaptado, que no hicimos.
Muy cerca está el Mirador del Pico del Inglés, pero cuando llegamos estaba la policía cerrando el acceso por el viento. Vimos las vistas desde el aparcamiento.
Bajamos hacia San Cristóbal de La Laguna, pensando en dar una vuelta por la ciudad. Pero ya la habíamos visto en nuestra anterior visita (merece mucho la pena) y estábamos cansados y con algo de dolor de cabeza por el viento. Así que volvimos al alojamiento, nos cambiamos de ropa y terminamos la tarde en Montaña Amarilla. Primero unas cervecitas en las rocas y por último un ronmiel en el chiringuito. Esa noche cenamos en el apartamento.