El día empezaba de la misma manera. Después de desayunar nos echamos a caminar, pero esta vez el destino era diferente, nos dirigiríamos hacia el río Bosforo para descubrir sus encantos.
Antes de eso, decidimos pasar por una agencia donde comprar el autobús que nos llevaría a nuestro siguiente destino esa misma noche. Después de preguntar y regatear y decirnos que estaba prácticamente lleno compramos el ticket desde Estambul- Capadoccia por unos 8€. Así que esa noche pasaríamos 11 horas encima de un autobús.
De la mano de Google Maps y después de perdernos, y con ello descubrir agradables rincones llegamos al río donde están todos los barcos que nos llevarían donde queríamos.
Compramos los ticket en una máquina destino Uskudar, que por solo 0.40€ cruzaríamos el río Bosforo e iríamos a la parte asiática de Estambul. El barco estaba bastante bien. Cuenta con baños y bar donde comprar algo para el camino y no se mueve demasiado al ser tan grande. Además tiene parte alta al aire libre y parte baja donde disfrutar sentado y cómodo.
Al poco tiempo habíamos llegado. No teníamos muy clara la ruta que teníamos que coger pero empezamos a caminar sin rumbo fijo hasta que descubrimos en medio del mar la famosa Torre de Leandro, justo en medio del río. Justo enfrente de la torre habían unas alfombras en unas gradas desde donde poder contemplarla y tomar un te.
Nuestro siguiente punto en el mapa era el famoso puente de Estambul, ahora muy de moda por las telenovelas turcas. Cogimos un BiTaksi, que a esas alturas ya estábamos muy familiarizados con el y que por unos poco euros nos dejaba donde queríamos.
Las mejores vistas del puente del Bosforo las podemos encontrar desde el parque Nakkastepe. Nosotros lo encontramos de casualidad y acabamos encantados. Desde la parte más alta se ve impresionante y luego comenzamos a bajar hasta llegar de nuevo a la carretera principal para coger el barco de vuelta.
Se hace largo el camino, para que engañarnos. Porque al principio se camina al lado del río pero luego empieza la civilización y no es muy entretenido
Cuando llegamos al embarcadero compramos el ticket de vuelta con el mismo procedimiento que a la ida. Nos pareció una zona bastante insegura, sobre todo por los niños que rondaban por ahí. Fue el único momento que menos nos gusto de Turquía.
El barco nos dejó en el mismo sitio donde lo cogimos por la mañana. Comenzamos a andar hacia el famoso puente de Galata donde se encuentran también los famosos pescadores. Encima de él se vive un ambiente festivo, tanto por los hombres que pescan acompañados como por los trileros que intentan embaucar a los turistas.
Nosotros comimos al final del puente donde hay unos cuantos restaurantes, pues sabíamos que a partir de ahí comenzarían calles empinadas y según habíamos leído de las más bonitas de Estambul.
Y efectivamente no se equivocaban. La subida no es tan complicada como habíamos leído, y eso que nuestro estado físico no es para echar cohetes. Además el camino está lleno de tiendas de souvenir o con cuadros pintados a mano a lo largo de la calle.
Y así tocamos de frente con la famosa torre Galata. Es muy fotografiable, pues todas las calles llevan a ella y se puede ver de diferentes perspectivas.
Estaba claro que no éramos los únicos que queríamos verla, pues había una cola tremenda y el sol era matador. Se sube a través de un ascensor que lleva directamente a la azotea y el precio es de unos 3€ por persona.
Las vistas desde la torre son espectaculares. Aunque a decir verdad también da un poco de vértigo. Además de que hay muy poco espacio para toda la gente que acumulan arriba y como a alguien se le ocurre venir en dirección contraria es muy difícil de efectuar.
Bajamos y nuestros planes del día habían acabado, pero aún había mucha luz así que paseamos para encontrarnos con el mercado de las flores y de las especias que se encuentran cerca del puente Galata. No nos sorprendió demasiado, pero tampoco nos disgustó. Hay que ir con paciencia por la cantidad de gente que se acumula y empuja dentro.
Para ir con tiempo y tranquilos, pusimos rumbo a recoger las mochilas al hostal e ir hacia la estación de autobuses y comprar algo de comer para el trayecto. Para llegar a la estación volvimos a utilizar la aplicación BiTaksi, que al ser tres personas nos salía bastante económico.
Los autobuses no son puntuales y asignan asiento a cada pasajero. Eso si, eran muy cómodos, más de lo que nos esperábamos.
Nos quedaban 11 horas por delante con alguna parada para ir al baño, estirar las piernas o fumar, que por suerte pasaríamos durmiendo y nos ahorraríamos una noche de hotel.
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