Comenzaba un nuevo día, y como teníamos poco tiempo y muchas ganas para recorres Estambul no había tiempo que perder. Así que, nos vestimos y subimos a la azotea del edificio a desayunar. Una vez allí, ya estábamos sonriendo de la belleza de alrededor.

No todo era de ensueño, pues a partir de ahí descubriríamos que los desayunos turcos no son lo que se dice suculentos. Cada día ponen tomate, pepinilo, huevo, aceitunas... pero bueno igualmente comimos, pues estábamos deseando salir a descubrir.
Vivíamos muy cerca de la plaza de Sultanahmet, así que en menos de 3 minutos ya estábamos mirando hipnotizados a cada lado.

Al ser muy temprano e ir en época de Ramadán, no había mucha gente por la calle.
Las principales atracciones se encuentran bastante cerca las unas de las otras. Decidimos entrar primero a la maravillosa Mezquita Azul. Para entrar es necesario tapar brazos, piernas y si eres mujer la cabeza, y ellos mismos facilitan la vestimenta. Entrar es gratis. Si por fuera es impresionante por dentro lo es también. Inmensidad de detalles en cada esquina por donde caminas.

Después de esto seguimos nuestra ruta, y nos encontramos con la cola para entrar a Santa Sofía. El ticket nos costó unos 7 euros por persona. La verdad que por fuera es maravillosa, preciosa la mires por donde la mires, pero por dentro esperábamos más de ellas. Aún así es muy recomendable.
Decidimos empezar a caminar sin rumbo por una de las calles con más comercios y restaurantes de Estambul, deteniéndonos, mirando artesanía, viendo esas lámparas tan características o riendo con los turistas y las bromas de los helados.

Y así callejeando, y viendo falsificaciones, llegamos a la mezquita Suleymaniye, donde se respiraba mucha paz y la cual, no tiene nada que envidiarle a las más populares.

Es muy recomendable perderse por las calles de Estambul. No hay ninguna que tenga desperdicio.
Recorrimos varias mezquitas más, todas gratis, que nos encontramos por el camino. Hasta que llegamos al Gran Bazar.
Es muy recomendable, pero también lo son las calles de alrededor. Pues si algo define la ciudad es por la venta callejera.
Con respecto a la comida es bastante barato. Tanto los platos como los famosos kebabs.
Hay bastante gente que habla perfecto español. Están muy acostumbrados al turista.
Después de estar todo el día caminando y con unos cuantos souvenir en la mochila, pues aqui son muy baratos y muy bonitos, nos disponíamos a ir al hostal a dormir, cuando al volver por la plaza de Sultanahmet, en el césped, habían multitud de familias con su comida preparada, para que, en cuanto diera la hora terminar el ayuno del día. Es realmente espectacular.