Amanecía muy temprano. Habíamos puesto el despertador a las 6 de la mañana, pero desde las 5 o incluso antes ya era de día, así que supusimos que a esa hora saldrían los globos. Nos vestimos rápidamente, cogimos el coche y nos dispusimos a buscarlos. No teníamos muy claro desde dónde eran las mejores vistas, simplemente los buscábamos con el coche. Cuando decidimos que se veían bastante cerca, aparcamos y fuimos en su busca caminando.
No habíamos conseguido hueco en ninguna agencia para montarnos en uno así que tendríamos que conformarnos con verlos lo más cerca posible.
Poco a poco vimos como iban ascendiendo a contraluz con el sol que estaba apareciendo también. Duran poco tiempo en el cielo o eso nos pareció a nosotros con la emoción.
Cuando todos habían aterrizado en la tierra, volvimos al coche para volver al hostal y dormir un poco hasta la hora del desayuno.
Nuestra pequeña cabaña era preciosa, pero nos dimos cuenta que en cuanto saliera un poco el sol era prácticamente dormir allí con el calor que hacía. Así que, era una señal para desayunar y salir a la calle.
En primer lugar visitamos Love Valley, donde hay muchísimos columpios con forma de corazón entre otras, y que deja detrás unas maravillosas vistas a las famosas piedras en forma de pene. Se puede hacer un sendero para caminar entre ellos, pero con el calor que hacía, el poco tiempo que teníamos y todo lo que queríamos ver lo descartamos y seguimos con nuestra ruta.
Nuestra siguiente parada era Derinkuyu, una ciudad perteneciente a Nevsehir. Derinkuyu es la ciudad subterránea más profunda del mundo, que en su momento llegó a tener 20000 habitantes, y fue todo un acierto ir hasta allí. El precio de la entrada fue de unos 4€ por persona.
Una vez dentro, el camino era de un único sentido, siendo normal porque eran escaleras, donde mucha veces había que ir agachado y pasillos muy estrechos, llegando a dar un poco de claustrofobia.
Salimos con muy buen sabor de boca. Totalmente recomendable.
Tocaba almorzar, así que en uno de los restaurantes de camino paramos a hacerlo. Después de esto volvimos al centro, donde nuestro próximo destino era el famoso Open Air Museum.
Aparcar en el centro es bastante complicado, pero nada que con un poco de paciencia no arregle. Después de encontrar un hueco caminamos por una calle bastante recta que llegaba hasta el museo.
La entrada cuesta unos 7€, bastante caro para ser Turquía, pero es bastante famoso y la fama se paga.
Hay un camino prefabricado, bastante cómo de recorrer, donde puedes ir entrando a todo lo que vayas encontrando. Está bien, se respira paz. Pero después de haber visto las grandiosidades de Capadoccia no nos sorprendió demasiado.
Justo al salir del museo pusimos rumbo a una montaña pequeña donde poder ver la puesta de sol, pues se iba acercando el momento. Nuestra sorpresa fue cuando, por el camino encontramos un gran valle solitarios cubierto por chimeneas de hada. Esto nos dejó encantados e hipnotizados.
Nuestro gran momento del día fue sentarnos en solitario, respirando paz frente a una gran puesta de sol que nos brindaba la ciudad.
No hace falta destacar que nos gustó muchísimo más los alrededores del museo que el museo en si.
Luego descendimos el camino, cenamos y de vuelta al hostal.
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