Por rápidos que sean los trenes, la suma del tiempo de los distintos desplazamientos más las esperas, hacen que se "pierda" mucho tiempo. Y pongo entre comillas lo de perder porque no considero que sea un tiempo realmente perdido, ya que siempre vas a ver cosas muy curiosas aunque sean simples escenas cotidianas de la vida china, en muchas ocasiones mucho más interesantes que cualquier visita de pago.
Me refiero a perder tiempo en el sentido de programar los horarios del viaje, ya que etapas que parecen que se podrían hacer en un par de horas, realmente se prolongan mucho más.
Eso nos sucede este día, en el que a pesar de que entre la estación de Fenghuanggucheng (no confundir con Fenghuangcheng) y Zhangjiajiexi apenas hay una hora, y como los trenes no salen hasta casi las 12 del mediodía, llegamos a nuestro hotel en Wulingyuan casi a las 4 de la tarde, demasiado tarde para hacer planes allí, así que nos lo tomamos con calma.
Dedicamos la primera hora de la mañana a pasear por las zonas no turísticas de Fenghuang, y llegado el momento volvemos al hotel a por nuestras mochilas y solicitamos un didi para ir a la estación de tren de Fenghuangucheng, que no hace honor a su nombre, ya que está en las afueras a varios kms de distancia.
La aplicación de Didi no nos localiza ningún vehículo y acabamos parando un taxi para que nos lleve. No usamos mucho los didi, pero de 4 intentos, uno fue satisfactorio, otro así así y en dos casos tuvimos que acabar usando otro medio ya que tras un cuarto de hora de espera no nos ofrecía ningún conductor. No es la panacea.
Una hora escasa en tren de alta velocidad hasta Zhangjiajiexi, pero nosotros habíamos decidido alojarnos en Wulingyuan, a unos 25 kms, ya que esta última está en las puertas del parque natural. Ademas, Zhangjiajie en sí, como casi todas las ciudades anónimas chinas (tiene millón y medio de habitantes), es horrible, mientras Wulingyuan no voy a decir que sea un pueblito, pero tiene otro aspecto.
Al salir de la estación vamos hacia la izquierda donde vemos una estación de autobuses, pero hay muy poca información, no hay taquilla, y los conductores no están por la labor de ayudarnos mucho. Tras un buen rato, un joven que chapurrea algo de inglés nos dice que hay otra estación de autobuses en el otro extremo de la estación de tren, y que es allí donde podremos coger el bus a Wulingyuan. Así que si queréis hacer ese trayecto, recordad, saliendo de la estación de tren, a la derecha.
El hall de la esta estación de autobuses es nuevo y enorme, pero no hay prácticamente nadie. Mostradores desvencijados, luminosos apagados,...solo un par de máquinas automáticas para coger billetes, con el chino como única opción. A tientas consigo seleccionar los billetes que quiero, pero al final siempre me pide que pase la identificación china (que evidentemente no tenemos).
En esto, se acerca un hombre que nos pregunta dónde vamos y, con señas, nos dice que le sigamos. Acabamos en un mostrador donde nos saca un código qr para pagar y aquí yo, desconfiado por haber sufrido infinitos intentos de timo en estas situaciones, me hago el remolón y le digo que no, que me lo voy a pensar.
Por supuesto, toda esta conversación la mantenemos yo en inglés y él en chino, pero nos entendemos perfectamente.
Otro rato haciéndonos los dubitativos, tanteando si un didi podría ser la solución,... pero como pasa el tiempo y no avanzamos, volvemos donde el hombrecillo y le pagamos. Nos marca 15 yuanes por persona y nos dice que nos sentemos fuera a esperar.
Al rato aparece el típico minibús chino y nos dicen que montemos. Media hora después estamos en la estación de autobuses de Wulingyuan. Tarifa oficial: 15 yuanes.
Son casi las 4 de la tarde, así que poco más podemos hacer que ir dando un paseo por la orilla del río hasta nuestro hotel, el Louzhongxiaoge Inn (9,90€), en la línea de los anteriores, habitación decorada con gusto y todos los servicios. Quizás si volviese no lo cogería porque está al lado opuesto del pueblo donde se sitúa la entrada al parque y obliga a caminar unos 20/25 minutos para llegar.
Cuando veníamos hacia el hotel ya habíamos visto que el río que atraviesa el pueblo venía muy crecido y con fuerza, y estaba lloviendo con cierta intensidad. Lo que no esperábamos es que en el hotel nos anunciaran que el parque estaba cerrado y que posiblemente siguiera así unos días ya que las inundaciones habían destruido varias carreteras.
No os voy a negar que fue la gran decepción del viaje. Según pude leer, desde su creación en los años 80 jamás se había cerrado el parque por motivos metereológicos. Ibamos mentalizados y preparados para soportar la lluvia durante la etapa maratoniana que teníamos pensado hacer, recorriendo el parque a pie durante unas 12 horas, pero no para quedarnos en tierra.
Dimos una vuelta al atardecer, nos acercamos a ver la entrada al parque y nos fuimos a la cama con la esperanza de un milagro que cambiara la situación al día siguiente. Cosa que no sucedió.