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Nuestro segundo día en Busan amaneció con el cielo totalmente despejado y con tan sólo 2°C de temperatura. Este es el tiempo que nos esperábamos cuando estábamos preparando el viaje. Puntuales, como siempre, a las 8h estábamos desayunando en el comedor del hotel.
Nuestro plan para por la mañana era visitar el barrio de Gamcheon Village. Para llegar hasta allí optamos por coger un autobús que tenía la parada cerca de nuestro hotel. Para pagar, pudimos utilizar la T-money. Por cierto, el viaje hasta el barrio fue bastante “movidito” porque había bastantes curvas y encima, era cuesta arriba.
Al llegar al centro de información (donde se supone que se empieza la visita), vimos que había “más gente que en la guerra”. Algo ya nos imaginábamos porque, por lo que habíamos podido leer mientras preparábamos, se había vuelto un sitio muy famoso para los turistas.
Nuestro plan para por la mañana era visitar el barrio de Gamcheon Village. Para llegar hasta allí optamos por coger un autobús que tenía la parada cerca de nuestro hotel. Para pagar, pudimos utilizar la T-money. Por cierto, el viaje hasta el barrio fue bastante “movidito” porque había bastantes curvas y encima, era cuesta arriba.
Al llegar al centro de información (donde se supone que se empieza la visita), vimos que había “más gente que en la guerra”. Algo ya nos imaginábamos porque, por lo que habíamos podido leer mientras preparábamos, se había vuelto un sitio muy famoso para los turistas.
Gamcheon-dong, es una zona que arrastra una historia de sufrimiento desde la Guerra de Corea, aunque conserva las huellas culturales del pueblo coreano. Debido a su contexto histórico y a las características geográficas del terreno, sus caminos en ladera tienen un gran valor cultural. Los vecindarios de Gamcheon-dong fueron construidos siguiendo un diseño escalonado único, desde Oknyebong hasta los pies del monte Cheonma.
Según pudimos leer en centro información, la construcción de las casas sigue un “principio de convivencia” en la arquitectura, ya que cada casa fue construida cuidando de no bloquear la vista frontal de la que se encuentra detrás. Para quienes viven en ciudades modernas, este lugar evoca recuerdos del pasado. "Gamcheon-dong es un hermoso barrio donde los residentes han hecho comunidad, cuidan unos de otros y han conseguido preservar las tradiciones culturales".
Según pudimos leer en centro información, la construcción de las casas sigue un “principio de convivencia” en la arquitectura, ya que cada casa fue construida cuidando de no bloquear la vista frontal de la que se encuentra detrás. Para quienes viven en ciudades modernas, este lugar evoca recuerdos del pasado. "Gamcheon-dong es un hermoso barrio donde los residentes han hecho comunidad, cuidan unos de otros y han conseguido preservar las tradiciones culturales".
En el centro de información, nos dieron un mapa del barrio con varias rutas sugeridas en función del tiempo que cada uno quiera pasar allí. Nosotros, como siempre, fuimos ambiciosos y nos marcamos la meta de intentar hacer la ruta completa.
En el mapa hay marcados unos cuantos puntos de interés para ayudar a los visitantes. A modo de punto de control, es esos puntos, hay un sello para que puedas ir poniéndolo en el mapa y así sepas los sitios que has visitado. ¿Conseguiríamos todos los sellos?
Sobre las 11h15 hicimos una parada para almorzar en una pastelería que vimos en el recorrido. Dos cafés fríos y algo de vicio (bollería) por 14.800 krw (9,68 €). Mientras nos estaban sirviendo, en hilo musical de la cafetería, empezó a sonar una canción coreana que conocíamos e instintivamente, me puse a silbar. La chica que nos estaba atendiendo, me hizo un gesto para que dejara de hacerlo. Aunque, en un principio, nos supimos por qué le había molestado, investigamos un poco por internet y parece que, en Corea del Sur, no está bien visto silbar en sitios cerrados. Una anécdota más que nos trajimos para España.
Sin duda, las dos imágenes más “icónicas” Gamcheon Village son la panorámica desde uno de los miradores, donde se pueden ver todo el barrio con las casas de colores escalonadas y la estatua de “El principito”. Intentamos buscar la relación entre el personaje del libro de Antoine de Saint-Exupéry y Gamcheon, pero lo único que encontramos, fue lo que ponía en el mapa que nos dieron en el centro de interpretación.
“El Principito y el zorro del desierto = Na Inju El Principito y el Zorro del desierto, que dejaron su estrella y vinieron a la Tierra, llegaron a la Aldea Cultural de Gamcheon y contemplan el pueblo desde lo alto.”
En el mapa hay marcados unos cuantos puntos de interés para ayudar a los visitantes. A modo de punto de control, es esos puntos, hay un sello para que puedas ir poniéndolo en el mapa y así sepas los sitios que has visitado. ¿Conseguiríamos todos los sellos?
Sobre las 11h15 hicimos una parada para almorzar en una pastelería que vimos en el recorrido. Dos cafés fríos y algo de vicio (bollería) por 14.800 krw (9,68 €). Mientras nos estaban sirviendo, en hilo musical de la cafetería, empezó a sonar una canción coreana que conocíamos e instintivamente, me puse a silbar. La chica que nos estaba atendiendo, me hizo un gesto para que dejara de hacerlo. Aunque, en un principio, nos supimos por qué le había molestado, investigamos un poco por internet y parece que, en Corea del Sur, no está bien visto silbar en sitios cerrados. Una anécdota más que nos trajimos para España.
Sin duda, las dos imágenes más “icónicas” Gamcheon Village son la panorámica desde uno de los miradores, donde se pueden ver todo el barrio con las casas de colores escalonadas y la estatua de “El principito”. Intentamos buscar la relación entre el personaje del libro de Antoine de Saint-Exupéry y Gamcheon, pero lo único que encontramos, fue lo que ponía en el mapa que nos dieron en el centro de interpretación.
“El Principito y el zorro del desierto = Na Inju El Principito y el Zorro del desierto, que dejaron su estrella y vinieron a la Tierra, llegaron a la Aldea Cultural de Gamcheon y contemplan el pueblo desde lo alto.”
Por cierto, había una cola bastante grande para hacerse una foto junto a la estatua de “el principito y el zorro” (foto de la derecha). Como nosotros no solemos hacernos fotos de ese tipo, sólo tuvimos que esperar entre dos turnos para tener “la foto” sin gente
Aunque el principio del recorrido, había mucha gente, a partir del mirador de “el principito”, la gente se fue dispersando y parecía como si el resto del recorrido, ya no tuviera interés.
Nada más lejos de la realidad, ya que encontramos rincones realmente interesantes y, en alguno de ellos, estuvimos solos. A continuación, os dejamos un resumen de lo que más nos llamó la atención. Casas de colores, escaleras pintadas con nombres de libros y murales pintados en las paredes. Sin duda alguna, esta es la parte que más nos gustó del recorrido.
Nada más lejos de la realidad, ya que encontramos rincones realmente interesantes y, en alguno de ellos, estuvimos solos. A continuación, os dejamos un resumen de lo que más nos llamó la atención. Casas de colores, escaleras pintadas con nombres de libros y murales pintados en las paredes. Sin duda alguna, esta es la parte que más nos gustó del recorrido.
A las 13h30 nos percatamos que nos habíamos entretenido mucho (sarna con gusto, no pica) y que no nos iba a dar tiempo a hacer el recorrido completo, así que, sintiéndolo mucho, tomamos un atajo y buscamos un sitio para comer. Después de revisar el mapa que nos dieron al principio del recorrido, sólo nos dejamos un sello, así que le dimos un buen repaso a Gamcheon Village.
El sitio donde comimos, era auténtico. Un restaurante tradicional regentado por un señor muy amable y servicial. Pedimos dos raciones de jajangmyeon (con sus acompañamientos) y agua para beber. El precio de los dos platos fue, 12.000 krw (7,85 €).
Una de las cosas que nos ha pasado al preparar este viaje con tan poco tiempo, es que no nos ha dado tiempo a planificar todas las visitas, así que en alguna ocasión hemos tenido que improvisar.
En uno de los folletos que teníamos sobre Busan, venían diferentes recorridos por la ciudad viendo diferentes puntos de interés. Como no teníamos nada planificado para la tarde de ese día, decidimos elegir uno de los recorridos y ver a dónde nos llevaba. La guía se llama “Play in Dong-gu”.
El primer punto fue El callejón de la Historia, donde se pueden ver murales coloridos que cuentan episodios como la Ocupación Japonesa. Una zona muy fotogénica con la bandera Taegeukgi y otros temas relacionados con la historia entre Corea y Japón.
En uno de los folletos que teníamos sobre Busan, venían diferentes recorridos por la ciudad viendo diferentes puntos de interés. Como no teníamos nada planificado para la tarde de ese día, decidimos elegir uno de los recorridos y ver a dónde nos llevaba. La guía se llama “Play in Dong-gu”.
El primer punto fue El callejón de la Historia, donde se pueden ver murales coloridos que cuentan episodios como la Ocupación Japonesa. Una zona muy fotogénica con la bandera Taegeukgi y otros temas relacionados con la historia entre Corea y Japón.
La siguiente parada fue el Altar Jeonggong-dan. Erigido en 1766 por Yi Gwang-guk, oficial militar de Busan, para conmemorar al almirante Jeong Bal, soldados y ciudadanos que murieron en la Batalla de Busanjin durante la invasión japonesa de 1592. Aunque fue cerrado temporalmente durante la ocupación japonesa, tras la liberación de Corea en 1945 se retomaron los rituales, organizados por la Sociedad de Preservación de Jeonggongdan.
Siguiendo el mapa, llegamos a la Fortaleza Busanjinseong. Durante la invasión japonesa de Corea en 1592, las fuerzas japonesas invadieron la fortaleza Busanseong y construyeron una fortaleza llamada Jaseongdae hacia la costa sureste. Tras ser expulsados, la marina de Joseon tomó el control y la renombró como Fortaleza Busanjinseong. Aunque fue demolida durante la ocupación japonesa, conserva 500 años de historia vinculada al sacrificio y honor de los defensores de Joseon.
El paso subterráneo Jaseong-ro, conecta la antigua aldea maechukji con el exterior. Las paredes están decoradas con una campana conmemorativa, fotos del pueblo y carteles de neón.
Una de las cosas que más nos llamaron la atención es que, al igual que en Japón, a pesar de ser países muy desarrollados tecnológicamente, puedes ver calles donde hay una increíble “maraña” de cables cruzando por todos los sitios. Como informático que soy, lo primero que me vino a la cabeza es que, cortando un cable de esos, dejas sin internet (o electricidad) a medio barrio, jejeje.
Casi sin buscarla, llegamos a la “Escuela de Niñas Busanjin IlSin”. Fundada en 1905 por una misionera australiana, fue la primera academia moderna para mujeres en Busan y la provincia de Gyeongsangnam-do. También fue cuna del movimiento independentista, izando por primera vez en la región, las banderas del Movimiento de Independencia del 1 de Marzo en 1919. Aún conserva su estructura original como raro ejemplo de arquitectura moderna coreana.
El punto final de nuestro recorrido fue el “ascensor inclinado” de la calle Gaehanggado que con conecta el centro cultural con el Parque Jeungsan (el que no quiera utilizar el ascensor, siempre puede subir los 190 escalones que hay hasta el parque). Desde lo alto se puede ver el camino Sanbok y el puente Bukhangdaegyo.
De regreso al hotel, sobre las 19h, hicimos varias paradas para hacer “comprillas”. Una que yo me sé, tenía ganas de llegar a Busan para ver si encontraba alguna de las tiendas que traía fichadas desde España.
Para cenar, compramos unos “platos combinados” en la tienda de conveniencia que había junto al hotel y los comimos en el comer del hotel. Con refrescos y postre, pagamos 19.350 krw (12,5 €). El cielo estaba cubierto y la temperatura había vuelto a bajar hasta los 5 °C.
Para cenar, compramos unos “platos combinados” en la tienda de conveniencia que había junto al hotel y los comimos en el comer del hotel. Con refrescos y postre, pagamos 19.350 krw (12,5 €). El cielo estaba cubierto y la temperatura había vuelto a bajar hasta los 5 °C.
*** final del día 10 ***
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