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Dos semanas pasan en un “abrir y cerrar de ojos” y cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos camino de Termibús (la estación de autobuses de Bilbao) con Raquel (mi cuñada favorita) que nos acercó con su coche. El autobús salía a la 1h00 y la terminal estaba prácticamente vacía, salvo por los que íbamos a hacer ese trayecto. Media hora antes de la salida, “invitaron amablemente” a Raquel a que abandonase la estación, así que nos despedimos de ella.
El autobús nos estaba esperando ya en la dársena y sin tiempo de acomodarnos en la sala de espera, junto con el resto de caras somnolientas, embarcamos. Nadie controló el peso de los equipajes. Lo comentamos porque, para la vuelta, habíamos pagado un suplemento para poder llevar las maletas hasta con 25 kg. No sabíamos sí en Madrid sería diferente.
Como me mareo más de lo que me gustaría, pagamos un suplemento para elegir los asientos, e hicimos el viaje justo detrás del conductor. Salimos de Bilbao con 17°C y el cielo estaba nublado.
El autobús nos estaba esperando ya en la dársena y sin tiempo de acomodarnos en la sala de espera, junto con el resto de caras somnolientas, embarcamos. Nadie controló el peso de los equipajes. Lo comentamos porque, para la vuelta, habíamos pagado un suplemento para poder llevar las maletas hasta con 25 kg. No sabíamos sí en Madrid sería diferente.
Como me mareo más de lo que me gustaría, pagamos un suplemento para elegir los asientos, e hicimos el viaje justo detrás del conductor. Salimos de Bilbao con 17°C y el cielo estaba nublado.

La semana anterior al viaje, había pasado una ola de frío por el centro de la península y las noticias decían que aún había bastante nieve en los alrededores de la sierra de Madrid. También tuvimos bastante viento en la autopista, hasta el punto de que una chica se asustó y lanzo un pequeño grito cuando el autobús dio un pequeño bandazo. Afortunadamente, no fue a más.
A las 2h45 pasamos Burgos y el mercurio había bajado hasta los 6 °C y un poco más adelante, en Lerma, hicimos una parada de ½ hora para estirarnos un poco.
Sobre las 4h45 pasamos por el puerto de Somosierra. El termómetro no conseguía subir de los 5°C, aunque afortunadamente la carretera estaba limpia y pudimos pasar sin problemas.
Tras haber estado dormitando a ratos, llegamos a la T4 del Aeropuerto Adolfo Suarez – Madrid Barajas a la hora prevista. Nos dirigimos hacia la zona de los mostradores de facturación para quitarnos de encima las maletas grandes, pero aún era temprano y estaban cerrados.
A las 2h45 pasamos Burgos y el mercurio había bajado hasta los 6 °C y un poco más adelante, en Lerma, hicimos una parada de ½ hora para estirarnos un poco.
Sobre las 4h45 pasamos por el puerto de Somosierra. El termómetro no conseguía subir de los 5°C, aunque afortunadamente la carretera estaba limpia y pudimos pasar sin problemas.
Tras haber estado dormitando a ratos, llegamos a la T4 del Aeropuerto Adolfo Suarez – Madrid Barajas a la hora prevista. Nos dirigimos hacia la zona de los mostradores de facturación para quitarnos de encima las maletas grandes, pero aún era temprano y estaban cerrados.

Cuando empezamos a ver movimiento de personal, nos pusimos en la cola que se estaba empezando a formar. Entablamos conversación con un par de chicas murcianas que iban en nuestro mismo vuelo, pero en Abu Dhabi, se separarían para dirigirse a Japón que era su destino. Desconocemos sí es así en todas las rutas de Etihad, pero a Corea del Sur, el equipaje de bodega incluido en el precio del billete, puede llegar a los 25 kg. Nuestras maletas iban “holgadas” con 18 kg, pero ya veríamos qué sería de nosotros a la vuelta…. Jaja.
Nos fuimos a desayunar en grupo, compartiendo experiencias viajeras. Y sí por casualidad llegan a leer este diario Teresa y Trini, os mandamos un saludo.
Nos divertimos un buen rato, pero siempre echando un vistazo a las pantallas con la info de los vuelos. Sobre las 8h15 vimos que ya teníamos asignada puerta de embarque. Nos fuimos acercando y allí estaba esperándonos el Boeing 787-9 Dreamliner (se supone que es el avión más eficiente de la empresa americana). Iba a ser la primera vez que volásemos en este modelo de avión.
Nos fuimos a desayunar en grupo, compartiendo experiencias viajeras. Y sí por casualidad llegan a leer este diario Teresa y Trini, os mandamos un saludo.
Nos divertimos un buen rato, pero siempre echando un vistazo a las pantallas con la info de los vuelos. Sobre las 8h15 vimos que ya teníamos asignada puerta de embarque. Nos fuimos acercando y allí estaba esperándonos el Boeing 787-9 Dreamliner (se supone que es el avión más eficiente de la empresa americana). Iba a ser la primera vez que volásemos en este modelo de avión.


Últimamente creo que ya todas las aerolíneas ordenan bastante el momento del embarque haciéndolo más práctico y efectivo, al llamar a los pasajeros por bloques de asientos. A nosotros siempre nos gusta entrar de los primeros, no por otra cosa que llevamos la mochila con la cámara y la del ordenador junto a todos los bártulos que los acompañan. Por eso queremos tenerlos encima nuestro y no perderlos de vista. Tan simple… jeje.
Dentro del avión, la configuración de asientos en turista era de 3-3-3. El avión no iba al completo y nosotros no tuvimos a nadie al lado. En nuestro caso, habíamos hecho el checkin online 30 horas previas al vuelo y los asientos nos los asignaron automáticamente: fila 39, ventanilla y medio. No pagamos por elegir otros asientos diferentes.
Tras sentarnos y mientras todo se iba disponiendo a bordo, le echamos un vistazo al sistema de entretenimiento que nos recordó mucho al del Airbus A-380 (con el mando extraíble para los que les apetece jugar).
Dentro del avión, la configuración de asientos en turista era de 3-3-3. El avión no iba al completo y nosotros no tuvimos a nadie al lado. En nuestro caso, habíamos hecho el checkin online 30 horas previas al vuelo y los asientos nos los asignaron automáticamente: fila 39, ventanilla y medio. No pagamos por elegir otros asientos diferentes.
Tras sentarnos y mientras todo se iba disponiendo a bordo, le echamos un vistazo al sistema de entretenimiento que nos recordó mucho al del Airbus A-380 (con el mando extraíble para los que les apetece jugar).

A las 9h50 y cumpliendo horarios, nos empezamos a mover. Observamos que las ventanillas ya no eran manuales, sino que se oscurecen a través de un sistema electrónico. Mientras el despegue y aterrizaje, no se pueden ajustar por el viajero y permanece en la posición más clara.
Nos resultó curioso que el GPS del teléfono no funcionó. Nos gusta llevarlo encendido para que registre la ruta y, además, sí sacamos alguna foto, podemos saber dónde ubicarla en un mapa posteriormente. En el instante en que entramos en el avión, se perdió la señal. Lo mismo sucedió en el siguiente trayecto entre Abu Dhabi y Seúl. Y exactamente igual, a la vuelta.
Nos resultó curioso que el GPS del teléfono no funcionó. Nos gusta llevarlo encendido para que registre la ruta y, además, sí sacamos alguna foto, podemos saber dónde ubicarla en un mapa posteriormente. En el instante en que entramos en el avión, se perdió la señal. Lo mismo sucedió en el siguiente trayecto entre Abu Dhabi y Seúl. Y exactamente igual, a la vuelta.

Gracias a la pantalla de información, pudimos ver que salimos de España por Valencia para sobrevolar el mar Mediterráneo.
Cuando eran aprox. las 11h30 (hora España) nos trajeron la comida. Nosotros elegimos pasta con verduras y una especie de cuscús. Debe ser que somos de fácil conformar, pero no nos hemos quejado nunca de la comida de los aviones y esta vez tampoco iba a ser la excepción, nos gustó.
Cuando eran aprox. las 11h30 (hora España) nos trajeron la comida. Nosotros elegimos pasta con verduras y una especie de cuscús. Debe ser que somos de fácil conformar, pero no nos hemos quejado nunca de la comida de los aviones y esta vez tampoco iba a ser la excepción, nos gustó.

Tras, aproximadamente, 3h30 de vuelo, dejamos el Mediterráneo y entramos en la península arábiga. Lo único que se llega a ver desde el avión es puro desierto.

Debido a que nos dirigíamos hacia el este, se hizo bastante rápido de noche. En las pantallas pusieron información de las conexiones de vuelos, señal de que nos estábamos acercando a nuestro primer destino. Comprobamos nuestro siguiente vuelo y en principio, todo parecía estar correcto, así que algo menos de lo que preocuparse.



Por fin, a las 16h10 hora española (19h30 hora local) aterrizamos en el Aeropuerto Internacional Zayed de Abu Dhabi. Tras pasar el control de inmigración, volvimos a encontrarnos con nuestras amigas murcianas y con ellas paseamos entre tiendas de lujo, haciendo tiempo hasta el siguiente vuelo.


Nos habíamos dado ya los contactos, así que cuando en las pantallas aparecieron las respectivas puertas de embarque, nuestros caminos se separaron y nos despedimos de Teresa y Trini con el compromiso de contarnos qué tal nos fue respectivamente.

Para el vuelo desde Abu Dabhi a Seúl, el sistema del checkin on-online nos asignó los asientos en la fila 29. Esta vez nos tocó medio y pasillo, pero como el viaje iba a ser de noche, tampoco nos importó. Además, está la ventaja de poder levantarnos todas las veces que quisiéramos sin molestar a nadie.
El despegue se desarrolló sin problemas y poco antes de las 22h00 (hora de Abu Dhabi) estábamos en el aire. Y sin casi tiempo para ponernos cómodos, nos trajeron la cena. Volvimos a optar por la pasta, un poco de ensaladilla y una mousse de chocolate.
El despegue se desarrolló sin problemas y poco antes de las 22h00 (hora de Abu Dhabi) estábamos en el aire. Y sin casi tiempo para ponernos cómodos, nos trajeron la cena. Volvimos a optar por la pasta, un poco de ensaladilla y una mousse de chocolate.

El vuelo fue bastante movido (debido a turbulencias) y hubo un momento en que, tras un aviso del comandante hacia la propia tripulación, la asistenta de vuelo que justo estaba al lado nuestro repartiendo bebidas, frenó el carro y se sentó en el suelo. Nunca habíamos visto una cosa así. Afornadamente, no fue a más y el resto del vuelo se desarrolló sin incidencias.

Poco después de las 11h15 (hora de Corea del Sur), aterrizamos en el Aeropuerto Internacional de Incheon. Tras pasar el control de inmigración y recoger las maletas, nos fuimos directos a localizar el mostrador de Korean Telecom (KT) para recoger el “pocket wifi”. Para ponerlo en marcha, sólo tuvimos que encenderlo, dejar un par de minutos a que las luces se pusieran en verde y buscar la red wifi que veía en la pegatina del dispositivo. Además del propio dispositivo, venía un cable USB para poder cargarlo.

Una vez conectados al mundo, saludamos a la familia y seguimos las instrucciones de la empresa de alquiler del coche para localizar el autobús (gratuito) que nos tenía que llevar hasta las oficinas de Enterprise/Alamo situadas en el hotel Grand Hyatt Incheon, muy cerca de la estación de metro Long Term Parking Station. El viaje apenas dura 5 minutos.
Cuando entramos en el hotel, no vimos ninguna señal que nos indicara dónde estaba la oficina de Alamo, así que después de un par de vueltas, preguntamos en la recepción del hotel. Creo que, sin ayuda, no la habríamos encontrado.
Los que veis k-dramas ya lo sabréis, pero para los que no, contaros que los coches en Corea del sur, llevan cámara de video que está grabando constantemente. En los coches nuevos va integrada en el espejo retrovisor y en los más viejos es como una cámara compacta. Mientras estábamos haciendo todo el papeleo, nos explicaron el tema de la cámara y nos aseguraron que no grababa audio. De hecho, nos hicieron firmar una especie de consentimiento.
Y como para nosotros no hay viaje tranquilo, cuando fuimos a pagar… ¡horror! La tarjeta de crédito de ING no funcionó. Operación denegada. Lo intentamos varias veces, con y sin contactless, pero nada. Teníamos miedo porque en alguna ocasión en las condiciones del alquiler pone que tienes que pagar el alquiler con la misma tarjeta que has hecho la reserva. Afortunadamente, nos dejaron intentarlo con la Carrefour Pass y funcionó sin problema. ING 0 – Carrefour 1
Después del susto, el chico que nos atendió salió con nosotros a enseñarnos el coche. Ya sé que es un coche, pero ¡qué pasada! Negro metalizado, escrupulosamente limpio y prácticamente nuevo. El chico nos explicó las cosas básicas del coche y también introdujo la tarjeta para que pudiésemos pasar por los peajes. Al final del viaje, ya rendiríamos cuentas, jejeje.
Aunque el coche disponía de GPS integrado (en inglés), preferimos usar nuestro teléfono con Naver Map ya que teníamos grabadas las direcciones de los sitios donde íbamos a estar.
Después de una primera toma de contacto con los mandos del coche, nos pusimos en marcha dirección a Suwon. El termómetro del coche marcaba 13 °C y aunque el cielo estaba despejado, había una especie de bruma/calima.
Poco después de salir, tuvimos que cruzar el Incheon Bridge. Un impresionante puente atirantado de casi 22 km que conecta la isla de Yeongjong, donde se encuentra el Aeropuerto Internacional de Incheon, con el distrito financiero de Songdo. Antes de cruzar el puente, probamos el primer peaje. Carril pintado de azul en el asfalto. Rápido y cómodo.
Cuando entramos en el hotel, no vimos ninguna señal que nos indicara dónde estaba la oficina de Alamo, así que después de un par de vueltas, preguntamos en la recepción del hotel. Creo que, sin ayuda, no la habríamos encontrado.
Los que veis k-dramas ya lo sabréis, pero para los que no, contaros que los coches en Corea del sur, llevan cámara de video que está grabando constantemente. En los coches nuevos va integrada en el espejo retrovisor y en los más viejos es como una cámara compacta. Mientras estábamos haciendo todo el papeleo, nos explicaron el tema de la cámara y nos aseguraron que no grababa audio. De hecho, nos hicieron firmar una especie de consentimiento.
Y como para nosotros no hay viaje tranquilo, cuando fuimos a pagar… ¡horror! La tarjeta de crédito de ING no funcionó. Operación denegada. Lo intentamos varias veces, con y sin contactless, pero nada. Teníamos miedo porque en alguna ocasión en las condiciones del alquiler pone que tienes que pagar el alquiler con la misma tarjeta que has hecho la reserva. Afortunadamente, nos dejaron intentarlo con la Carrefour Pass y funcionó sin problema. ING 0 – Carrefour 1
Después del susto, el chico que nos atendió salió con nosotros a enseñarnos el coche. Ya sé que es un coche, pero ¡qué pasada! Negro metalizado, escrupulosamente limpio y prácticamente nuevo. El chico nos explicó las cosas básicas del coche y también introdujo la tarjeta para que pudiésemos pasar por los peajes. Al final del viaje, ya rendiríamos cuentas, jejeje.
Aunque el coche disponía de GPS integrado (en inglés), preferimos usar nuestro teléfono con Naver Map ya que teníamos grabadas las direcciones de los sitios donde íbamos a estar.
Después de una primera toma de contacto con los mandos del coche, nos pusimos en marcha dirección a Suwon. El termómetro del coche marcaba 13 °C y aunque el cielo estaba despejado, había una especie de bruma/calima.
Poco después de salir, tuvimos que cruzar el Incheon Bridge. Un impresionante puente atirantado de casi 22 km que conecta la isla de Yeongjong, donde se encuentra el Aeropuerto Internacional de Incheon, con el distrito financiero de Songdo. Antes de cruzar el puente, probamos el primer peaje. Carril pintado de azul en el asfalto. Rápido y cómodo.


A las 15h30 llegamos al hotel de Suwon. El chico que nos atiendió, se ofreció a meter el coche en el garaje ya que la entrada era bastante estrecha. Cuando le dijimos que, al día siguiente, íbamos a madrugar, nos pidió que le dejásemos las llaves del coche y que él vendría pronto por la mañana, lo sacaría del garaje y dejaría las llaves en recepción donde, además, estaría su madre. Nos pareció un poco raro, pero parecían buena gente, así que les dejamos las llaves. Tengo que reconocer que, en algún momento de aquella noche, soñé que el chico se llevaba nuestro de coche de marcha y tenía un accidente, jejeje
Al coger las maletas del coche para subirlas a la habitación nos dimos cuenta de que no teníamos la documentación del coche. Con lo que había pasado al pagar, se nos fue el “santo al cielo” y ni nosotros, ni ellos nos dimos cuenta.
Aprovechando que el chico del hotel parecía majo, le pedimos por favor, si nos dejaba hacer una llamada a la empresa de alquiler del coche. Como no sabía mucho inglés, utilizamos el traductor del móvil para entendernos, recurso que volveríamos a utilizar muchas veces a lo largo del viaje. El chico no nos puso ninguna pega y una vez al habla con la oficina de alquiler, aclaramos el malentendido y nos mandaron la documentación a través del correo electrónico.
Como podéis ver en las fotos, la habitación era sencilla, pero con todo lo necesario (baño privado incluido).
Al coger las maletas del coche para subirlas a la habitación nos dimos cuenta de que no teníamos la documentación del coche. Con lo que había pasado al pagar, se nos fue el “santo al cielo” y ni nosotros, ni ellos nos dimos cuenta.
Aprovechando que el chico del hotel parecía majo, le pedimos por favor, si nos dejaba hacer una llamada a la empresa de alquiler del coche. Como no sabía mucho inglés, utilizamos el traductor del móvil para entendernos, recurso que volveríamos a utilizar muchas veces a lo largo del viaje. El chico no nos puso ninguna pega y una vez al habla con la oficina de alquiler, aclaramos el malentendido y nos mandaron la documentación a través del correo electrónico.
Como podéis ver en las fotos, la habitación era sencilla, pero con todo lo necesario (baño privado incluido).


Por la hora que era, pensamos que, si no comíamos ahora, nos íbamos a quedar sin comer, así que aprovechamos una tienda de conveniencia que había junto al hotel y compramos unos sándwiches y refrescos por 13.300 krw (8,65 €).
Vamos a aprovechar que mencionamos estas tiendas “salvavidas” para comentar que, al igual que en Japón, estas tiendas abren las 24h y tienen un poco de todo. Comida, bebida, artículos de higiene personal, cargadores de móviles, etc…
Aunque seguro que nos dejamos alguna otra, las que más vimos nosotros fueron GS25, 7-Eleven y Nice to CU. Las tiendas StoryWay las vimos menos y siempre en subterráneos como estaciones de metro.
Vamos a aprovechar que mencionamos estas tiendas “salvavidas” para comentar que, al igual que en Japón, estas tiendas abren las 24h y tienen un poco de todo. Comida, bebida, artículos de higiene personal, cargadores de móviles, etc…
Aunque seguro que nos dejamos alguna otra, las que más vimos nosotros fueron GS25, 7-Eleven y Nice to CU. Las tiendas StoryWay las vimos menos y siempre en subterráneos como estaciones de metro.


Como en Suwon íbamos a estar una tarde, sólo habíamos planificado la visita a la Fortaleza de Hwasong. Al no estar muy lejos del hotel, decidimos ir andando y así desentumecíamos el cuerpo, después del “atracón” de avión que nos habíamos metido.
Al de poco de ponernos a andar, los dos móviles casi al unísono, empezaron a sonar. Era una alerta de emergencia. Como pudimos descubrir durante el viaje, es un recurso muy utilizado por las autoridades para emitir avisos importantes. Muchos de los que nos llegaron fueron recordatorios de que, en el país, estaba habiendo una ola de incendios y que se extremaran las precauciones. Algún otro, era por alguna persona desaparecida.
Al de poco de ponernos a andar, los dos móviles casi al unísono, empezaron a sonar. Era una alerta de emergencia. Como pudimos descubrir durante el viaje, es un recurso muy utilizado por las autoridades para emitir avisos importantes. Muchos de los que nos llegaron fueron recordatorios de que, en el país, estaba habiendo una ola de incendios y que se extremaran las precauciones. Algún otro, era por alguna persona desaparecida.

La muralla de Suwon forma parte de la Fortaleza Hwaseong, una impresionante estructura construida entre 1794 y 1796 durante la dinastía Joseon por orden del rey Jeongjo. Su objetivo era honrar a su padre fallecido y establecer una nueva ciudad modelo. La muralla tiene una longitud de 5,7 kilómetros y rodea el centro histórico de Suwon.

Lo que la hace especial no es solo su tamaño, sino su diseño: combina técnicas de construcción orientales y occidentales, algo muy innovador para su época. A lo largo de la muralla hay 43 estructuras defensivas, como torres de vigilancia y puertas monumentales. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, y está considerada como una de las fortalezas mejor conservadas de Corea del Sur. Podéis descargaros un mapa turístico con más información aquí.

Durante el paseo, pudimos ver la Campana de la Piedad Filial (Hyowon). Según ponía en el cartel explicativo: “…hace resonar en nuestros corazones la tradición del respeto filial y expresa los mejores deseos de los ciudadanos de Suwon para tu familia y para la nación.”
La campana se puede tocar (por un módico precio) todos los días en horario de 10:00 a 18:00 (cada hora). De 1-2 personas, 1.000 krw (0,65 €), 3-4 personas 2.000 krw (1,30 €)
La campana se puede tocar (por un módico precio) todos los días en horario de 10:00 a 18:00 (cada hora). De 1-2 personas, 1.000 krw (0,65 €), 3-4 personas 2.000 krw (1,30 €)
• Primera campanada: Para mostrar gratitud y respeto a tus padres
• Segunda campanada: Para desear salud y armonía a tu familia
• Tercera campanada: Para desear la realización de tus sueños

Y en la parte más alta del recorrido pudimos ver el Puesto de Mando Occidental donde los comandantes militares dirigían a los soldados mientras hacían entrenamientos y también en tiempos de guerra. En la fortaleza Hwaseong hay dos puestos de mando: uno en la sección occidental y otro en la oriental. Ubicado en la cima del monte Paldalsan, el puesto de mando era el centro de mando general de la fortaleza Hwaseong. En 1795, cuando el rey Jeongjo visitó la fortaleza, tomó el mando de los entrenamientos militares desde este puesto de mando. La placa de madera con la inscripción “Hwaseong Jangdae”, que significa “Puesto de Mando de la Fortaleza Hwaseong”, fue caligrafiada por el propio rey Jeongjo.

Desde el puesto de mando hay una magnífica vista panorámica de Suwon. Como comentamos al principio del diario, no habíamos tenido mucho tiempo de preparar el viaje y la verdad es que no sabíamos que Suwon era tan grande.

Siguiendo el recorrido de la muralla, fuimos bajando hasta la zona más turística donde se encuentra la Hwaseomun Gate, una de las cuatro puertas principales de la Fortaleza Hwaseong. Su nombre significa literalmente “Puerta del Oeste” (hwa = brillante, seo = oeste, mun = puerta). Construida entre 1794 y 1796 bajo el reinado del rey Jeongjo de la dinastía Joseon, esta puerta formaba parte del ambicioso proyecto de fortificación que combinaba técnicas militares orientales y occidentales. La Hwaseomun destaca por su estructura y su integración con el terreno montañoso, lo que le daba una ventaja estratégica defensiva.


Mientras esperábamos al atardecer, recorrimos parte de la muralla y pudimos comprobar, igual porque era viernes, que es lugar de encuentro para cuadrillas y lugar de paseo para parejas, jejeje
También aprovechamos para merendar en un 7-Eleven cercano. Unos cafés fríos coreanos y unos bollos por 8.500 krw (5,95 €).
También aprovechamos para merendar en un 7-Eleven cercano. Unos cafés fríos coreanos y unos bollos por 8.500 krw (5,95 €).

Y cuando llegó el momento, volvimos a la Hwaseomun Gate para fotografiarla la muralla durante la “hora azul”. Nos gustó mucho el contraste de una construcción centenaria y el fondo de los rascacielos de viviendas y oficinas.

Cuando el cielo se tiñó de negro, volvimos andando al hotel, aunque haciendo un recorrido diferente y algo más corto. Por el camino aprovechamos para comprar la cena (gimbap, calpis –una bebida japonesa que nos encanta- y unos yogures de plátano) y el desayuno para el día siguiente. Todo por 12.200 krw (8,54 €).

*** final del día 1 ***
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