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Para nuestro segundo día en Gyeongju, teníamos planificada la visita al templo de Haeinsa, situado en Hapcheon, provincia de Gyeongsangnam del sur. Como desde nuestro hotel, teníamos unas 2h de viaje aproximadamente, decidimos madrugar un poco más de lo habitual y a las 8h15, ya estábamos aseados, desayunados y listos para marchar.

Hasta ahora, no habíamos comentado una cosa que habíamos visto mientras conducíamos por Corea y que nos llamó mucho la atención. Lo altas que son las protecciones anti-ruido en las autopistas coreanas. Fijaos en el tamaño de los coches y camiones con respecto al muro.

Sobre las 9h45 pasamos por el peaje de Haeinsa, en la autopista 12, y quince minutos más tarde, llegamos a la entrada del templo. Una vez atravesamos la puerta de la entrada, seguimos la carretera hasta que el final y aparcamos el coche en un parking bastante grande que había. Nos sorprendió que no había muchos coches, pero pensamos que como eran poco más de las 10h, igual no habían empezado a llegar los visitantes.


Después de dar varias vueltas por los alrededores, no acabamos de encontrar la entrada y de repente, vimos una señal que indicaba el templo, pero en dirección a donde habíamos venido por la carretera.
Cogimos el coche y deshicimos parte del camino que acabábamos de hacer. Suponemos que, a la ida no la habíamos visto, pero había una entrada en la carretera que iba hacia el templo. El problema es que había un “paisano” que nos dijo que por ahí sólo podían entrar vehículos autorizados, pero que había un parking cerca (otro, no el de antes) y que desde allí había que caminar 1 km hasta la entrada del templo.
Cogimos el coche y deshicimos parte del camino que acabábamos de hacer. Suponemos que, a la ida no la habíamos visto, pero había una entrada en la carretera que iba hacia el templo. El problema es que había un “paisano” que nos dijo que por ahí sólo podían entrar vehículos autorizados, pero que había un parking cerca (otro, no el de antes) y que desde allí había que caminar 1 km hasta la entrada del templo.

Nos dio un poco de rabia el tiempo que habíamos perdido, porque entre localizar el parking y el km que tuvimos que andar, llegamos al templo pasadas las 11h. Por lo menos, el paseo estuvo bien y pudimos sacar alguna foto interesante. En el camino había habías carteles explicativos sobre la fauna y flora del lugar.


Haeinsa es uno de los templos budistas más importantes de Corea del Sur y está ubicado en el monte Gayasan. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1955 debido a su valor histórico, cultural y artístico.
Desde el periodo de los Tres Reinos, el budismo ha sido fundamental en la formación cultural y espiritual coreana y Haeinsa es un símbolo destacado de esa herencia.
Desde el periodo de los Tres Reinos, el budismo ha sido fundamental en la formación cultural y espiritual coreana y Haeinsa es un símbolo destacado de esa herencia.

El nombre Haeinsa puede traducirse como “Templo del Reflejo del Mar en Calma”, un símbolo de las enseñanzas budistas que reflejan la realidad con claridad y serenidad. Una leyenda cuenta que dos monjes, Suneung e Ijeong, curaron milagrosamente a la reina del rey Aejang. Siguiendo sus instrucciones con un hilo de colores atado a un árbol y al dedo de la reina, ella sanó y el árbol se marchitó. Como agradecimiento, el rey donó el terreno en el año 802 y ordenó la construcción del templo.
La puerta Iljumun es la primera puerta de entrada al templo y se llama así porque, al verla de lado, las columnas están alineadas en una sola fila. Al pasar por esta puerta, se debe dejar atrás los deseos mundanos y la ira, abandonando las perturbaciones de la mente.
Para conmemorar la fundación del templo, se plantó un árbol especial muy cerca de la entrada. Este árbol vivió aproximadamente 1.200 años, testigo silencioso de siglos de historia, devoción y transformación espiritual. Finalmente, se secó y murió en 1945, el mismo año en que Corea fue liberada del dominio japonés. Hoy solo queda la base del tronco, un símbolo tangible de la larga trayectoria del templo.
La puerta Iljumun es la primera puerta de entrada al templo y se llama así porque, al verla de lado, las columnas están alineadas en una sola fila. Al pasar por esta puerta, se debe dejar atrás los deseos mundanos y la ira, abandonando las perturbaciones de la mente.
Para conmemorar la fundación del templo, se plantó un árbol especial muy cerca de la entrada. Este árbol vivió aproximadamente 1.200 años, testigo silencioso de siglos de historia, devoción y transformación espiritual. Finalmente, se secó y murió en 1945, el mismo año en que Corea fue liberada del dominio japonés. Hoy solo queda la base del tronco, un símbolo tangible de la larga trayectoria del templo.


En la Sala del Campanario se pueden ver cuatro instrumentos rituales: el campanario (범종), el gong de Dharma, el pez de madera y la campana de viento (운판). El campanario se toca para transmitir el eco del Dharma a los seres atrapados en el sufrimiento del infierno. El gong de Dharma se golpea para liberar a los animales de la tierra. El pez de madera se usa para aliviar el sufrimiento de los seres que viven en los ríos o en el mar y finalmente la campana de viento, que se toca para reducir el sufrimiento de los seres que surcan los cielos.

La pagoda que se ve en la siguiente fotografía, fue construida durante la fundación de Haeinsa y sigue el estilo típico de las pagodas de la dinastía Silla. Durante las reparaciones de la pagoda, en junio de 1926, se encontraron 9 estatuas de Buda en la plataforma superior, las cuales se conservaron y se colocaron nuevamente en su lugar.

Y si por algo es famoso el [align=justify]templo de Heinsa
, es por contener la Tripitaka Coreana, una de las colecciones más completas y mejor conservadas de las escrituras budistas Mahayana, talladas en más de 81,000 bloques de madera con más de 52 millones de caracteres. La siguiente fotografía no es nuestra, sino que es una foto de un poster que había en la entrada de los pabellones y es que no está permitida la entrada a los edificios que contienen las “tablillas”.[/align]
¿Qué es lo que ha permitido que la Tripitaka de Haeinsa, completada en 1251, haya conservado su forma original casi 800 años después?
El secreto se encuentra en la Sala de los Tablones de la Tripitaka, que es una concentración de técnicas y dedicación para preservar los tablones de la Tripitaka a través de siglos de historia y guerras. La Sala de los Tablones es el único edificio del mundo diseñado específicamente para almacenar la Tripitaka, y fue construido en el estilo tradicional de la arquitectura de madera de principios de la dinastía Joseon. No solo es un edificio hermoso, sino que ha sido diseñado para ofrecer una ventilación adecuada, control de temperatura y humedad, funciones que permiten su conservación natural.
Aunque no se sabe con exactitud cuándo se construyó, se sabe que en 1457, durante el reinado del rey Sejo de Joseon, por orden real, se añadió una sección de unos 40 compartimentos al edificio. Más tarde, durante el reinado de Seongjong, el monje Hakjo, con el patrocinio de la familia real, construyó 30 compartimentos adicionales y los denominó "Sala de los Tablones de Seguridad".
Como hemos comentado, la entrada a los salones no está permitido (por razones obvias), pero tras pedir permiso, lo que sí pudimos hacer, fue sacar unas fotos desde fuera que, aunque no son muy buenas, nos sirven de recuerdo de haber podido estar frente a semejante maravilla.
El secreto se encuentra en la Sala de los Tablones de la Tripitaka, que es una concentración de técnicas y dedicación para preservar los tablones de la Tripitaka a través de siglos de historia y guerras. La Sala de los Tablones es el único edificio del mundo diseñado específicamente para almacenar la Tripitaka, y fue construido en el estilo tradicional de la arquitectura de madera de principios de la dinastía Joseon. No solo es un edificio hermoso, sino que ha sido diseñado para ofrecer una ventilación adecuada, control de temperatura y humedad, funciones que permiten su conservación natural.
Aunque no se sabe con exactitud cuándo se construyó, se sabe que en 1457, durante el reinado del rey Sejo de Joseon, por orden real, se añadió una sección de unos 40 compartimentos al edificio. Más tarde, durante el reinado de Seongjong, el monje Hakjo, con el patrocinio de la familia real, construyó 30 compartimentos adicionales y los denominó "Sala de los Tablones de Seguridad".
Como hemos comentado, la entrada a los salones no está permitido (por razones obvias), pero tras pedir permiso, lo que sí pudimos hacer, fue sacar unas fotos desde fuera que, aunque no son muy buenas, nos sirven de recuerdo de haber podido estar frente a semejante maravilla.


De camino hacia la salida, todavía nos dio tiempo para fotografiar algunos rincones que nos llamaron la atención. Al mirar el reloj, nos dimos cuenta de que llevábamos 3h dentro del templo. Y es que, cuando estás haciendo algo que te gusta, el tiempo vuela.
Igual es porque el templo está un poco alejado de las ciudades donde más suelen ir los turistas o porque era entre semana, pero la verdad es que no hubo mucha gente, por lo que disfrutamos mucho de la visita.
Igual es porque el templo está un poco alejado de las ciudades donde más suelen ir los turistas o porque era entre semana, pero la verdad es que no hubo mucha gente, por lo que disfrutamos mucho de la visita.


Antes de finalizar la visita, entramos brevemente en el museo donde, entre otras cosas, pudimos ver una réplica en bronce de uno de los tablones de la Tripitaka coreana. Parece increíble que pudieran hacer eso a mano, tallando la madera.


Eran las 14h45 cuando volvimos al primer parking que habíamos estado por la mañana y buscamos un sitio para comer. Igual es que fuimos un poco tarde, pero todo el restaurante fue para nosotros. La comida nos salió por 25.000 krw (16,28 €).


Como queríamos hacer otra actividad por la tarde, no nos entretuvimos demasiado con la comida (aunque si la disfrutamos) y poco antes de las 15h30, nos pusimos en marcha, de regreso a Gyeongju.

Llegamos al templo de Bulguksa a las 17h15 y en el parking apenas quedaban coches ya. De marzo a septiembre abren hasta las 18h, así que todavía estábamos a tiempo de visitarlo.


La construcción del templo de Bulguksa, fue iniciada por el Primer Ministro Gim Dae-seong en el año 751, el décimo año del reinado del Rey Gyeongdeok, y finalizada en el año 774, el décimo año del Rey Hyegong. El templo sirvió como centro del budismo Silla y como lugar de oración para proteger al país de invasiones extranjeras.
Durante las invasiones japonesas en 1593, el templo fue incendiado y destruido por completo ya que que se utilizaba como base de la milicia voluntaria. Aunque el salón principal y algunos otros edificios principales fueron reconstruidos, no fue hasta 1969–1973 cuando fue completamente restaurado tras investigaciones, estudios y excavaciones en el sitio del antiguo templo.
Durante las invasiones japonesas en 1593, el templo fue incendiado y destruido por completo ya que que se utilizaba como base de la milicia voluntaria. Aunque el salón principal y algunos otros edificios principales fueron reconstruidos, no fue hasta 1969–1973 cuando fue completamente restaurado tras investigaciones, estudios y excavaciones en el sitio del antiguo templo.

Entre los bienes culturales importantes del periodo de Silla Unificado que se encuentran en el recinto se incluyen las dos pagodas de piedra Seokgatap y Dabotap, los puentes Yeonhwagyo y Cheongungyo, la puerta Anyangmun, la estatua de Amitābha sentado en bronce dorado en el pabellón Geungnakjeon, y la estatua sentada de Vairocana en bronce dorado en el pabellón Birojeon.
En 1995, junto con la gruta Seokguram, el templo Bulguksa fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
En 1995, junto con la gruta Seokguram, el templo Bulguksa fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.


A las 18h30 acabamos la visita y podemos decir que, prácticamente, cerramos nosotros el templo porque ya no quedaba nadie en el parking, jejeje
Al volver al hotel, buscamos una lavandería para hacer la colada y también compramos la cena para ese día (cenamos en el hotel) y también el desayuno para el día siguiente. La lavandería nos costó (con secadora incluida), 9.000 krw (5,90€) y la comida 38.700 krw (25,2 €).
Al volver al hotel, buscamos una lavandería para hacer la colada y también compramos la cena para ese día (cenamos en el hotel) y también el desayuno para el día siguiente. La lavandería nos costó (con secadora incluida), 9.000 krw (5,90€) y la comida 38.700 krw (25,2 €).

*** final del día 13 ***
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