Rumania: del sur al norte y volver ✏️ Blogs de RumaniaCasi un par de semanas recorriendo Rumania de Bucarest hasta Bucovina atravesando los Cárpatos y viendo las iglesias pintadas, las iglesias fortificadas, haciendo rally por la Transfagarasan...Autor: Bisa Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (10 Votos) Índice del Diario: Rumania: del sur al norte y volver
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Etapas 7 a 9, total 16
10 de agosto
Recogemos los vehículos en donde estaban aparcados y vamos hasta Piata Sfatului para cargarlos con las maletas y el personal. A pesar de que es zona peatonal no nos ponen pegas para entrar dentro de la plaza y en un par de minutos cargar y salir hacia las iglesias fortificadas de Harman y Prejmer. Por la carretera DN11 hay que dirigirse al Nordeste. Alrededor de los siglos XII – XIII llegan a las llanuras transilvanas colonos sajones llamados por los reyes de Hungría. Surgen pueblos y dado que por la zona deambulan de cuando en cuando hordas tártaras y otomanas, ven que tienen que protegerse de alguna manera. Así surgen estas curiosas fortificaciones en cuyo centro se levanta la iglesia. Estas dos, las de Harman y Prejmer están cerquita de Brasov y la verdad es que son muy interesantes. La segunda, la de Prejmer es patrimonio cultural de la Unesco. Es más grande que la primera y tiene una entrada que conforma una pequeña plaza. Se sitúan allí algunas viviendas y luego, a través de un pasadizo que puede ser cortado por una barbacana, se accede al interior. Alrededor de la iglesia se sitúan viviendas en unos cuatro pisos de altura. Hay algunas estancias que se pueden visitar en la pequeña plaza que da acceso al recinto. Dentro del paseo de ronda se ve con claridad la disposición inteligente del lugar y cómo seguramente estaban preparados para soportar asedios prolongados pues hay mucho sitio para almacenar víveres. Se puede subir a la torre de la iglesia para gozar así de las bonitas vistas alrededor. La anterior, la de Harman es más pequeña y esta no está incluida en la lista de la Unesco pero tiene un encanto especial. Está muy bien conservada y tienen en su interior estancias que recrean la vida de entonces. En una de ellas se instala una escuela, con sus pupitres, su pizarra y sus mapas. Está adornada y decorada con mucho gusto, hay flores por todo el recinto y todo está en un perfecto estado de conservación, remozado, ordenado y limpio. Los precios y horarios vienen en las webs que he enlazado. Satisfechos con las dos visitas, imprescindibles a mi juicio, llega la hora de partir hacia el norte, hasta las iglesias pintadas. Antes tenemos un percance con la furgoneta. Al salir del parking chocamos marcha atrás con un autobús de turistas belgas. Es culpa nuestra y nos cargamos el cristal de una de las puertas de atrás de la furgoneta y el espejo retrovisor del bus, así que a hacer papeleo y bricolaje. Con un parte amistoso y la buena voluntad de todos (y nuestros retoños que se manejan muy bien en inglés) arreglamos los temas del seguro. La policía aparece enseguida pero desaparece enseguida también, como si con ellos no fuera la cosa. Entre tanto en una ferretería del pueblo, cerquita de la iglesia conseguimos hacernos entender por la señora que regenta el local y conseguimos unos cartones, unos plásticos, un cutter y cinta americana. Con todo ello hacemos un apaño y podemos proseguir viaje, que se presenta largo además pues nos tenemos que desplazar al norte, hasta la localidad de Falticeni y eso son unas 4 horas largas de viaje. Al entrar en la ciudad nos sorprenden unos carteles colgados en la carretera pidiendo que no se dé limosna a la gente que pide. No llegamos a ver nada de eso. Arribamos al hotel Tourist y nos registramos. Es la hora de cenar y llegamos sobre la campana. Nos atienden y nos dan algo de cenar, sopas, alguna ensalada… que no terminan de ser del gusto de todos. Seguramente les hemos pillado desprevenidos. La persona de la recepción muy atenta, eso sí. Nos alojamos y las habitaciones están muy bien: limpias, bastante renovadas y agradables, el alojamiento es bueno. Falticeni tampoco tiene gran cosa que ver así que después de una Ursus fresquita nos retiramos a reponer fuerzas, que falta hace. Etapas 7 a 9, total 16
11 de agosto
Nos levantamos para desayunar y en el hotel no tienen buffet libre. Te ponen el desayuno que suele ser habitual en Rumanía. A mí me gusta pero a la mayor parte del grupo no. Sea como sea enseguida estamos dispuestos para emprender el viaje que nos llevará hasta no muy lejos de la frontera con Ucrania. Las iglesias pintadas de Bucovina son realmente notables. Nosotros visitamos las de Voronet, Humor y Sucevita, pero hay más. Son todas preciosas, cada una a su manera, pero siempre bajo el común denominador de la espectacularidad de sus pinturas y sus vivos colores incluso 500 años después de haberse pintado. Son Patrimonio de la Unesco y hay que visitarlas sí o sí. Encontramos muchos turistas, especialmente en la de Voronet. En las otras dos, Humor y Sucevita estamos más a gusto, sin un gentío tan intenso y podemos disfrutar a nuestras anchas y sacar fotos a discreción sin incomodar al resto del personal. En la iglesia de Humor había una zona que estaban reparando y en la de Sucevita, también. El recinto en el que se ubican estas dos últimas es también más amplio, lo que favorece la contemplación de las pinturas y hace que no tenga uno la sensación de agobio que hemos experimentado en Voronet. Los coches se pueden dejar en parkings que están al lado y que cuestan 5 lei por vehículo, creo. Hasta acceder hay que recorrer los típicos puestos de artesanía y recuerdos para turistas. La iglesia de Voronet tiene al lado un cementerio que se puede visitar por si alguien tiene curiosidad. El lienzo de la parte posterior de esta iglesia, con la escena del juicio final, es realmente magnífico. Seguro que en otras épocas del año se podrá visitar con más paz y tranquilidad este sitio maravilloso y disfrutar de él con plenitud. Es en estos monasterios donde vemos a muchas monjas ortodoxas, vestidas de negro de la cabeza a los pies y tocadas con una especie de bonete. El monasterio de Humor es muy bonito también, lo que a mí más me llamó la atención fue la paz que emanaba del lugar. Las pinturas están muy bien pero de entre los tres que hemos visitado este es quizás el que peor conserva los colores. En algunos lugares hay desconchados y faltan algunos trozos Otros se han descolorido, especialmente en la parte más cercana al suelo. Me imagino que el gobierno rumano tendrá todo esto en cuenta y tratará de mantener en el futuro estas construcciones tan originales en el mejor estado de conservación posible. Este monasterio estaba fortificado, pero sólo queda la torre norte. Los jardines y la torre mencionada dentro del recinto están bien mantenidos y le dan un encanto especial a este monasterio, que tiene su pozo de agua y todo. La última que visitamos es la de Sucevita. Está en un recinto más grande que las demás y llegamos al atardecer, lo que confiere al lugar un punto más de magia y vistosidad. Son notables la escalera de la virtud y el árbol de Jesé que muestra la genealogía de Jesús. La pared orientada al sur conserva vivísimos colores y el trabajo es realmente muy bueno. ¡¡Cuánta paciencia y destreza tuvieron que tener estos artistas!! La minuciosidad de las escenas, el detalle de los personajes y la rotundidad de los colores son realmente notables. El jardín interior está muy cuidado y hay muchas flores, rosales preciosos que realzan la belleza del lugar. Este monasterio es una fortificación y el entorno en el que se ubica es muy bonito. Dentro del recinto, en una de las edificaciones que conforman la muralla del monasterio, hay también un museo con objetos artísticos que se puede visitar sin coste adicional. Aquí también hay pozo, por cierto. Terminamos de ver estas maravillosas construcciones y nos ponemos de nuevo en marcha, dirección Falticeni. Tenemos que ir por Suceava pero la carretera está cortada y tenemos que tomar una ruta alternativa. Como hemos comido poquita cosa en un parque cercano al monasterio de Humor, tenemos hambre, especialmente la juventud. En la ruta encontramos una especie de taberna, en la que paramos a reponer fuerzas: unas ensaladas, unas chuletas de cerdo y unas salchichas, que devoramos con fruición tranquilizan nuestros rugientes estómagos. Cenamos por muy poco dinero y nos atiende la dueña del local que ha trabajado en España y habla muy bien castellano. Todavía tenemos un rato hasta el hotel pero llegamos cuando ya ha caído la noche y después de un par de cervezas en el comedor techado pero al aire libre que tiene el hotel, nos retiramos a descansar, que el día ha sido intenso y mañana nos espera una buena ración de coche. Etapas 7 a 9, total 16
12 de agosto
Es domingo y las campanas de las iglesias ortodoxas llaman a la oración bien temprano. Hemos dormido bien, lo único que es para mí mejorable son las almohadas, demasiado finas, pero esto es como todo, a unos les parecerán mejor y a otros peor. Para las 9 ya hay oficios y se ve bastante gente acudir a la iglesia. Echamos un vistazo pero no queremos molestar a los fieles y ahora nos urge buscar algo para desayunar. No lo hacemos en el hotel pues el día anterior no fue del gusto de todos lo que sacaron y además los jóvenes no tenían leche para tomar un colacao caliente o similar, así que en el parque Cimitrul Eroilor encontramos una tienda que tiene bollería industrial y máquina de café y con eso nos apañamos. Lo de la leche es curioso en Rumanía: en algunos establecimientos hoteleros no tienen brik de leche o botellas, no sé muy bien la razón. En ruta de nuevo, ahora ya para regresar hacia el sur. Hemos estado muy cerca de la frontera con Ucrania y ahora hay que desandar el camino poco a poco y por otra ruta. Enfilamos hacia la garganta del Bicaz. Es un desfiladero realmente angosto y estrecho, un paraje natural que sería precioso si no fuese por la cantidad de coches, motos, tenderetes y demás parafernalia turística que discurre al lado del río. En su parte central y más concurrida se disponen diferentes puestos de ropa, artesanía y comida típica ante los que muchos conductores no dudan en parar y apearse a pesar de que reduzcan los dos carriles de la carretera a uno. Lo bueno del caso es que nadie parece incomodarse, ni enfadarse y con resignación cristiana esperan a que la situación se aclare para proseguir la ruta. Nosotros tenemos suerte y podemos dejar los vehículos en zonas que no incomoden demasiado y sacamos unas fotos a estas paredes verticales y vertiginosas. El río discurre con fuerza y puede que haya alguna senda para pasear a su vera pero de ser así, será en la otra orilla. Nosotros hacemos un poco el cabra en algunas rocas para sacar las consabidas fotos y volvemos a los coches y así seguir hacia el Lacul Rosu. Llegados allí conseguimos aparcar en el parking desde el que empieza el camino que rodea el lago. Nos cuesta 10 lei por vehículo, aunque no me acuerdo muy bien y nos afanamos en buscar algo para comer. En alguno de los restaurantes hay sitio aparentemente pero nos dicen que no nos dan y tenemos que emplear el plan B: bocadillos estilo kebab y similares. El lago es muy bonito pero está atestado de gente. Claro, es domingo y aquello parece una romería. Aunque nosotros no damos la vuelta al lago, seguro que el paseo será bonito. Con mucha menos gente el entorno es precioso, los bosques llegan hasta la orilla y el camino que seguro que no tiene pérdida posible, tampoco es largo. Siguiendo este enlace os podéis hacer una idea. Se pueden también alquilar unas barquitas para remar por el lago al que le hace muy particular la presencia de árboles petrificados en su interior. Le dan un aspecto distinto y en cierto modo inquietante pues todos esos troncos que asoman invitan a pensar si debajo no habrá algo más que eso. Desde las gargantas del Bicaz hacia el Lacul Rosu serpentea la carretera y desde ella se puede ver la imponente mole de Piatra Altarului. Para quien guste de la escalada se abren en ella algunas posibilidades, creo. Dejamos el Lacul Rosu para dirigirnos hacia la bella ciudad de Sighisoara. Por nuestro lado de la carretera avanzamos, lento, pero avanzamos. Hacia el otro lado hay un atasco impresionante, más de 5 kms de retención total y absoluta. En Sighisoara nos alojaremos en el hotel Casa Wagner. Está ubicado en plena ciudadela y se puede subir hasta arriba con el coche para descargar maletas y viajeros. Una vez hecho eso hay que quitar el coche. Por la misma rampa por la que hemos subido con él, bajamos y cruzamos la barrera que obstaculiza el paso a la ciudadela. Allí mismo hay un parking de pago que por 6 lei al día te permite estacionar el coche. Hay máquinas expendedores de tickets que funcionan de un modo bastante “sui generis” pues no te permiten pagar el parking el día anterior. Así, tienes que madrugar para poner el ticket o bien bajar más tarde y decírselo al hombre del parking que ya te habrá puesto una nota desde las ocho de la mañana en el parabrisas del coche. Se saca el ticket, se pone en el coche y listo. Para cenar andamos justitos pero conseguimos hacerlo en la propia plaza. Cuando terminamos tenemos uno de esos extraños lujos que se dan a veces en la vida: un hombre, violín en ristre y ayudado por un pequeño altavoz y su Smartphone interpreta varias piezas de música clásica. Yo no entiendo de música clásica pero hay unas cuentas que reconozco: el adagio de Albinoni, la primavera de Vivaldi, el canon de Pachelbel, algún tango como “por una cabeza”, incluso el intro de “juego de tronos” A una señal suya una mujer que había llegado a la plaza como una turista más, acompañada de sus padres y su hijo, se une a él para interpretar un par de piezas. La verdad es que canta muy bien y tiene un voz preciosa. Sin embargo a mí el violinista me parece que toca de maravilla y enseguida me abstraigo y gozo de ese momento único en el que confluyen la penumbra de la plaza a la luz de la luna, la música que se desliza suavemente por el aire y la silueta de las viejas casas de esta plaza que habrán visto tantas cosas. Y así, con una cerveza en la mano y una paz maravillosa en el espíritu se acaba esta noche mágica. Mañana hablamos del hotel. Etapas 7 a 9, total 16
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