![]() ![]() Picos de Europa 2019 ✏️ Blogs de España
Viaje realizado por Cantabria, León y Asturias en julio de 2019Autor: Lou83 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (9 Votos) Índice del Diario: Picos de Europa 2019
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Etapas 13 a 15, total 15
19 de julio de 2019
El viaje llega a su fin, pero hasta el ultimísimo instante siempre ocurren cosas dignas de ser anotadas para recordar años después. La jornada final que marca el cierre de la aventura y nos vuelve a dejar en tierras mallorquinas se divide en dos días ya que, partiendo de nuestro último alojamiento como invitados de unas amigas en Vitoria, el primero de los días lo dedicaremos a deshacer en coche la distancia que nos separa de Barcelona y el segundo, tras un día de comidas y encuentros familiares, nos hará casi coincidir a L despegando en un vuelo de Ryanair desde el Aeroport del Prat y a mí zarpando desde el interior de un buque de Baleària en el Port de Barcelona. Eso sí, tras la nada aconsejable experiencia del año pasado regresando con una acomodación de butaca esta vez elegí comodidad y salud mental por encima de economía. Me espera un camarote en el que pasar de la mejor manera posible las ocho horas que me llevarán desde la salida al mar a las 23:00 hasta la llegada a Palma de las 7:00 del día siguiente. Bueno, pongámonos en marcha. Tal y como avisé tanto a L como a nuestra anfitriona M la noche anterior, podíamos acordar como hora de inicio la que quisiéramos ya que mi organismo es incapaz de dormir más allá de las 7:00 de la mañana. Así que ahí estoy yo, evitando romper el silencio de la noche mientras salgo del cuarto con dos camas que M nos ha habilitado y sacando de mi equipaje el portátil y la cámara de fotos para montar una pequeña oficina en la mesa de la cocina, con la puerta cerrada para que mis aporreando el teclado no perturben a nadie. Cuando pasan poco de las 8:00 aparece L con cara de sueño por la puerta y, todavía en modo sigiloso, nos turnamos para utilizar la ducha en el baño de invitados mientras M todavía duerme. A las 9:00 ya estamos todos en pie y participando en una animada charla mientras dejamos todo listo para salir a la calle. Antes de abandonar Vitoria nos queda un último momento social para desayunar no solo con M, si no también con su pareja A. Así que volvemos a usar el tranvía para desplazarnos al centro de la ciudad dónde ésta ya nos espera en su pausa para desayunar. Pasamos dos largas horas sentados en la terraza del Dublín, un local en plena Plaza de la Virgen Blanca con vistas a la arquitectura del casco antiguo y a un grupo de jubilados haciendo ejercicios orquestados por, literalmente, un par de payasos. El tiempo vuela hablando de todas las afinidades que compartimos, siendo los viajes alrededor del mundo la que más tema de conversación ocupa. Podríamos pasar aquí todo el día pero unos tienen que trabajar y a otros les espera un largo camino en carretera hasta terminar el día, así que previo último paso por el tranvía y tras recuperar nuestro coche en el barrio residencial que nos ha hecho las veces de hogar, son las 12:00 cuando empezamos a rodar con el único objetivo de superar las casi 6 horas y algo más de 500 kilómetros que separan Vitoria-Gasteiz de Barcelona por vías que no sean de peaje. La niebla matutina que cubría el horizonte acompañada de una temperatura poco superior a 10 grados ha sido desplazada por un calor que comienza a preocupar y un cielo despejado que brinda una visibilidad perfecta. El asfalto de un buen puñado de provincias nos esperan. ![]() Plaza de la Virgen Blanca ![]() Catedral de María Inmaculada Hacemos que el primer tirón sea el más largo, consumiendo la mitad del trayecto en 3 horas en las que no nos detenemos. Salimos de Álava, atravesamos una porción de Navarra que nos lleva alrededor de un precioso embalse de color turquesa, entramos fugazmente en Zaragoza y pasamos gran parte del camino en Huesca, con unas cotas bajas de los Pirineos totalmente despejadas saludándonos desde la distancia y, a nuestro paso por la antigua carretera de Jaca, una sucesión de desvíos cuyos carteles parecen el índice de nuestro diario de viaje del año anterior. En el lado opuesto de la carretera de montaña que superamos sorteando un valle se van haciendo grandes hasta llegar a ser descomunales a nuestro paso junto a ellos los Mallos de Riglos, una serie de gigantescas torres que nos recuerdan a algunos puntos del Parque Nacional de Arches en Utah. Hay tanto por ver y tan poco tiempo... y además, estar al volante cuando pasamos a través de todo esto es algo frustrante por la imposibilidad de soltar el volante y tomar algunas fotografías. Este primer tramo de carretera cuyas tres horas se nos antojan excesivas termina en el McDonalds junto un Carrefour a las puertas de la capital oscense. Nos comemos un par de menús de oferta para no perder demasiado tiempo con la comida y, previo cambio de conductor, volvemos a echarnos a la carretera a las 15:05. A las 16:30 entramos en Catalunya y Lleida, síntoma inequívoco de que nos estamos acercando a la meta. Durante un largo rato nos acompaña un paisaje desértico en comparación con el que pasaba por nuestras ventanillas en los días más recientes y en algunos momentos vemos en una misma panorámica hasta tres castillos feudales en sus respectivas colinas. La temperatura ha subido hasta los 35 grados y se nota, ya que el aire que rompen nuestras manos al asomarlas por la ventanilla es caliente y no invita a salir del coche. Nos acercamos a y alejamos de Montserrat, vemos aparecer en el horizonte el repetidor de la Torre de Collserola y antes de las 19:00 estamos ya descargando parte de los contenidos del maletero frente a la casa de mis padres. Tras la descarga y ocupando mi hermano el asiento de copiloto nos dirigimos al parking que éste nos cede durante nuestras horas en Barcelona para no dejar el coche y nuestras posesiones a merced de la calle. Ya a pie y tras regresar a la que fue mi casa durante más de 20 años empezamos el festín de reencuentros, reparto de sidra, queso, pastas, chorizos y moscovitas y abundante cena cortesía de La Lola, esa espléndida cocinera sevillana que el público barcelonés se perdió por no decidirse a abrir el local que su cocina se merece. Escancio una de las botellas que he traído para dejar aquí y, quitando algún momento crítico en el que la sidra que debería rebotar en el fondo del vaso lo hace sobre el mantel, parece que mi técnica de novato progresa adecuadamente. Terminamos la velada con una quesada pasiega que traemos de Cantabria y todos estamos de acuerdo en que su sabor recuerda al del arroz con leche. Y más charla, y más calor y humedad, y definitivamente el norte ha terminado. Han sido, tras comparar la cifra del cuentakilómetros con la del inicio, un total de 2.810 kilómetros que nos han llevado por sitios a los que no solo volveríamos, si no que nos plantearíamos convertir en nuestro lugar de descanso durante mucho más tiempo que apenas unas semanas. Pero por ahora, el norte ha terminado. Por ahora. Etapas 13 a 15, total 15
20 de julio de 2019
Arranca nuestra última mañana antes de regresar a Mallorca. Se trata de un día que guardamos de margen para el caso en el que un imprevisto nos impidiera llegar a Barcelona a tiempo para coger barco y avión pero, como finalmente todo ha salido según lo planeado, finalmente no ha sido necesario utilizarlo. Así que se nos presenta por delante casi todo un día sin obligaciones que, tras encajar las piezas y conseguir poner a todos de acuerdo, se traducirá en una jornada familiar con partes de ambas familias reuniéndose en Sabadell, una ciudad a 40 minutos en coche de Barcelona que tiene para nosotros un significado muy especial ya que fue donde comenzó nuestra relación. La mañana pasa calurosa y tranquila hasta que a las 12:00 nos dirigimos mis padres y nosotros dos al parking para darle al coche una última excursión por carreteras extrañas para él. Comemos todos en Can Tòfol, un lugar que hemos descubierto a raíz de que el que iba a ser nuestra primera opción rechazara la posibilidad de reservar mesas y además lo hiciera de muy malas maneras. El Aquí Te Espero de la avenida principal pasa a ser así un claro ejemplo de como en tan solo 30 segundos de conversación telefónica puedes echar por tierra años de buena reputación y perder para siempre a un cliente fiel. Comemos bien, con menús a 10,50 y 16,50 con mucha variedad y servidos de forma diligente. Tras un paseo por los alrededores del Parc Catalunya y a la sombra y fresco de un pequeño rincón en el que observamos caer el agua de una catarata artificial, nos separamos ya que L se irá al aeropuerto con su padre y su hermano mientras yo vuelvo a Barcelona para pasar con los míos un último par de horas antes de dirigirme hacia el puerto. En el camino de vuelta, seguir al pie de la letra las indicaciones de Google Maps me lleva por calles que solo conocía de el Monopoly. De Vía Augusta solo sabía que formaba parte del grupo verde. Dos horas en casa en compañía de fichas de dominó, vasos de horchata y esas galletas moscovitas que hemos traído y a todo el mundo han convencido, y un último paseo hasta el aparcamiento para plantarse enseguida en el puerto. O no tan enseguida, ya que según me aproximo a la Plaça de Drassanes por el Paral·lel la circulación empieza a congestionarse y, tras de mí, empiezan a sonar cláxones. Veo cruzarse a varios vehículos de los Mossos d'Esquadra para intervenir en algo que está ocurriendo más atrás, así que no me extrañaría que haya evitado por los pelos un corte de tráfico por alguna manifestación espontánea... y menos mal, porque ya estaba apurando los 90 minutos de antelación que Baleària exige para los pasajeros que quieran embarcar su vehículo. Encuentro el punto de control para el embarque hacia Palma y no gracias a Google, cuyas indicaciones para la "Salida del ferry de Baleària a Palma" me llevan a una carretera cortada. Un agente del puerto me ayuda a encontrar el camino y cuando sigo sus indicaciones y alcanzo el punto de embarque, leen el código de barras de mi tarjeta y me instan a sumarme a una ya extensa cola de vehículos con las luces de emergencia puestas. Tras unos instantes empezamos a circular en convoy a velocidad lenta y siguiendo una furgoneta de la compañía, y durante 15 minutos damos vueltas por el puerto ante la mirada atónita de otros conductores que deben pensar que somos una comitiva presidencial. Finalmente enfilamos la rampa del Rosalind Franklin y apagamos todos el motor en la cubierta 3 del buque, ya que la cubierta superior está ocupada por varios tráileres de mercancias. Y eso que ganamos, ya que de ese modo me ahorro tener que lavar urgentemente el coche a mi llegada a Palma para quitarle toda la sal que hubiera recibido durante la travesía. Subo hasta la recepción de la cubierta ocho en la que me entregan la llave de mi camarote doble. Tras el mal trago del año anterior en el que solo contaba con acomodación de butaca para el trayecto de vuelta, esta vez no quise correr riesgos. El camarote es todo un lujo en comparación, con una cama -y litera abatible encima de ella en caso de que fuéramos dos personas-, un pequeño escritorio y un baño con ducha que no tengo previsto utilizar. Dejo mis cosas y me dirijo a la cafetería para comprar algo caliente que llevarme a mi "casa" antes de que suba el resto del pasaje y se formen largas colas. Diez minutos más tarde estoy de nuevo sentado en mi escritorio con un wrap de pollo y una lata de cerveza que he traído de la nevera de mis padres. Las dos pastillas de Biodramina sin cafeína que me he tomado al subir al barco empiezan a hacer efecto tras pasar 30 minutos redactando la etapa del penúltimo día, y esa pequeña cama cada vez parece más y más cómoda. A las 23:00, coincidiendo con la hora prevista para abandonar el muelle, apago las luces y cierro los ojos, no sin antes dejar mi móvil junto a la almohada con el recurrente audio de lluvia en bucle para amortiguar el ruido de familias que o siguen buscando su camarote, o ya están en él y creen que las paredes están insonorizadas. Pero da igual cuánto griten, porque el poder de la Biodramina lo puede todo. Cierro los ojos y no despierto hasta que a las 6:00 el empleado de la compañía va golpeando las puertas avisando de que estamos aproximándonos a Puerto de Palma. ![]() Así, sí (1) ![]() Así, sí (2) ![]() Así, sí (y 3) Recojo las cosas, entrego la llave y bajo a la cubierta donde esperan los coches no sin antes asomarme a la cubierta superior para disfrutar de los tonos morados que están apareciendo sobre una costa cada vez más cercana a nosotros. A las 6:45, un cuarto hora antes de lo programado, estamos ya circulando por el muelle de una Palma de Mallorca que ya a esta hora comienza a rozar los 30 grados. Los pocos minutos en los que atravieso el Paseo Marítimo son suficientes para ver cuatro ambulancias con sus respectivas muchedumbres de gente curiosa y con resaca alrededor y es que, claro, acaba de empezar un domingo de verano en una de las zonas de discoteca más populares. Viendo restos de un aspecto de la adolescencia que no añoro, acudo a la cita con un amigo para desayunar juntos y así ir asumiendo poco a poco que ya estoy de vuelta. Aunque entre el sofocante bochorno y los borrachos, ya tenía bastante claro que estaba de vuelta. Hola de nuevo, Mallorca. Hasta la próxima, Asturias y Cantabria. Porque habrá una próxima. ![]() Y fin Etapas 13 a 15, total 15
Transporte
Ida y vuelta entre Mallorca y Barcelona con salida desde Alcúdia y regreso a Palma a bordo de un buque de Baleària. Pasaje para un vehículo en garaje y un adulto, la ida en Butaca Sirena y la vuelta en Camarote Doble. Incluye descuento del 75% para residentes baleares. 213,75 € Ida y vuelta en avión entre Mallorca y Barcelona para un adulto con Ryanair, sin equipaje facturado ni selección de asiento. Incluye descuento del 75% para residentes baleares. 25,97 € Diversos repostajes de combustible 143,50 € Peaje de la autopista AP-68 para el tramo comprendido entre Bilbao y Vitoria-Gasteiz. 5,40 € Dos billetes sencillos para el tranvía de Vitoria-Gasteiz. 2,90 € Ida y vuelta para dos personas en el Teleférico de Fuente Dé. 34 € Alojamientos Apartamentos Rurales Fuente de Somave en Cahecho, Cantabria. Estancia de dos noches reservada a través de Booking.com. 110 € Casa Rural El Pinar en Acebedo, León. Estancia de una noche en habitación con baño privado y desayuno reservada a través de Booking.com. 45 € Apartamentos Los Cascayos en Abantro, Asturias. Estancia de dos noches reservada a través de Booking.com. 120 € Apartamentos Lagos de Saliencia en Saliencia, Asturias. Estancia de dos noches reservada a través de Booking.com 140 € Apartamentos Fuente el Güeyu en Cabielles, Asturias. Estancia de tres noches reservada a través su web oficial. 300 € Supermercados Compras en diversos supermercados 146,49 € Restaurantes Cena en el restaurante de la Hostería Peña Sagra en Cahecho, Cantabria. 37 € Cena en el restaurante Punto y Coma de Riaño, León. 30,30 € Comida en el local de la cadena Tierra Astur en Colloto, Asturias. 50 € Cena en el restaurante San Martín Gastrobar de Mestas de Con, Asturias (1 de 2). 43 € Café y bollería para dos en cafetería de Gijón. 3,85 € Cena en el restaurante San Martín Gastrobar de Mestas de Con, Asturias (2 de 2). 41,70 € Cena para tres en la pizzería Pizzicato de Vitoria-Gasteiz. 33 € Comida en McDonalds de Huesca. 9,90 € TOTAL PARA DOS PERSONAS: 1535,76 € Etapas 13 a 15, total 15
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