![]() ![]() Recorriendo Extremadura. Mis rutas por Cáceres y Badajoz ✏️ Blogs de España
Recopilación de las diferentes rutas que hemos hecho (y haremos) por Extremadura, muchas de las cuales estaban recogidas en mi diario DE VIAJE POR ESPAÑA. Creo que esta tierra tan bella y sorprendente se merece un diario propio. De momento, la mayor parte corresponden a Cáceres, pero espero añadir pronto más etapas de Badajoz.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (11 Votos) Índice del Diario: Recorriendo Extremadura. Mis rutas por Cáceres y Badajoz
01: Las Hurdes (Cáceres). Extremadura en verde y agua.
02: La Vera (Cáceres). Ruta otoñal por sus pueblos y su espectacular naturaleza.
03: Cáceres capital y su centro histórico, Patrimonio de la Humanidad.
04: Cáceres capital. Recorrido de noche por el casco histórico iluminado.
05: Un paseo por Trujillo (Cáceres). Cultura, monumentos y gastronomía.
06: Fin de semana en las Villuercas y Guadalupe (Cáceres). 1ª parte: Las Villuercas.
07: Fin de semana en las Villuercas y Guadalupe (Cáceres). 2ª parte: Guadalupe.
08: Escapada cacereña (I). Plasencia, Ciudad Romana de Cáparra y Granadilla.
09: Escapada cacereña (II). Hervás, Chorrera y Castañar. Baños de Montemayor.
10: Mérida, Presa de Proserpina y Dolmen de Lácara. Rutas por Badajoz.
11: Sierra de Gata(Cáceres), 1ª parte. Robledillo de Gata y San Martín de Trevejo.
12: Sierra de Gata (Cáceres), 2ª parte. Trevejo, Hoyos y Gata.
13: Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres).
14: Los Barruecos, Malpartida de Cáceres y Garrovillas de Alconetar (Cáceres).
15: Valle del Jerte (Cáceres) (1). Cabezuela del Valle y Ruta Tres Cascadas.
16: Valle del Jerte, Cáceres (2). Navaconcejo, Garganta de Nogaledas y Miradores.
17: Valle del Jerte, Cáceres. (3). Tornavacas, Ruta Garganta de Infiernos y Jerte.
18: Provincia de Cáceres: Puentes de Segura y Alcántara. Alcántara. Coria. Galisteo.
19: Recorriendo Medellín (Badajoz).
20: Recorriendo Zafra (Badajoz).
21: Recorriendo Llerena (Badajoz).
22: Provincia de Badajoz: su punto más alto, Monasterio de Tenturía y Calera de León
23: Ciudad Romana de Regina y Alcazaba de Reina (Badajoz). Alrededores de Llerena.
24: Mina de la Jayona y Ermita de la Virgen de Ara, Fuente del Arco (Badajoz).
25: La espectacular floración de los cerezos en el Valle del Jerte (Cáceres).
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Etapas 16 a 18, total 25
![]() Valle del Jerte, Cáceres (2). Navaconcejo, Garganta de Nogaledas y Miradores.En esta segunda etapa dedicada al Valle del Jerte voy a contar la preciosa senderista que hicimos a la Garganta de las Nogaledas de frondosa vegetación y muchas cascadas; después visitamos el bonito pueblo de Navaconcejo, con casas de arquitectura tradicional, y por la tarde fuimos a los pueblos altos de Rebollar y El Torno con sus miradores, para terminar con un paseo por la Garganta de la Puria.
CONTINUACIÓN DE LA ETAPA ANTERIOR.
Día 4 de mayo. Sábado por la mañana. RUTA SENDERISTA DE LAS CASCADAS DE LA GARGANTA DE LAS NOGALEDAS. Después de desayunar en el hotel, pusimos rumbo a Navaconcejo (menos de cinco kilómetros de distancia entre ambas localidades), desde donde se inicia esta ruta, una de las más bonitas y concurridas del Valle del Jerte.
Puente sobre el Jerte en Navaconcejo.
![]() Ya en el pueblo, cruzamos el puente sobre el Jerte y giramos a la izquierda, buscando una amplia zona de aparcamiento que hay junto a la orilla. Quizás sea posible dejar el coche más cerca del inicio de la ruta en día laborable, pero tratándose de un sábado de puente preferimos no arriesgar, aunque nos supuso caminar unos 700 metros extras. Supongo que en verano, cuando las piscinas naturales estén su apogeo, el aparcamiento será complicado en todas partes.
Caminando por la orilla del río.
![]() Dejamos el río a nuestra derecha y pasamos por una zona de restaurantes y chiringuitos frente a zonas de baño estivales hasta llegar al panel informativo de la ruta, cuyos datos principales resumo a continuación:
Denominación del sendero: SL-CC-33. Garganta de las Nogaledas.
Distancia: 4,8 kilómetros. Duración total: 2 horas (mejor calcular un poco más). Recorrido circular. Desnivel: 330 metros (positivo y negativo, se sube y luego se baja). Nivel de dificultad: fácil. Sin embargo, advertir que es sendero de bosque (no pista), con alguna zona de pendiente acusada y muchos escalones. Indicadores de la ruta.
![]() Todo el tramo de ida es cuesta arriba, lo cual notamos nada más internarnos en la ladera de la Sierra de la Cabrera, donde se encuentran las cascadas objetivo de nuestra caminata, cuyos primeros saltos de agua no tardamos en contemplar.
![]() ![]() ![]() El río corría veloz saltando entre las rocas abrazadas por una vegetación tan frondosa que muchos visitantes primerizos de estas tierras no creerían propia de Extremadura. Aunque nosotros ya nos hemos habituado después de visitar diferentes comarcas cacereñas, este paisaje con tanta agua, sobre todo en primavera y otoño, nunca deja de sorprendernos.
![]() ![]() La ruta ascendía rápidamente por una pista, ofreciendo panorámicas de Navaconcejo y de Valdastillas, zona donde habíamos estado la tarde anterior viendo las cascadas de Marta, el Caozo y Calderón.
![]() El paisaje se mostraba hermoso, verde y brillante. A pesar del sol, una brisa fresquita facilitaba el afrontar la pronunciada pendiente ya por un sendero cada vez más estrecho y empinado hasta que, entre los árboles, apareció una cascada grande. ¡Qué bonita!
![]() Como descubrimos después, en cada cascada importante, el camino principal hace un aparte a modo de mirador, adentrándose unos metros hacia el río para permitir contemplar los saltos más cerca. Este primer tramo resultó un poco agobiante porque éramos muchos los empeñados en ponernos en primera fila para hacer fotos. El lugar era precioso, pero parecía que estábamos en la cola de la caja del supermercado.
![]() ![]() ![]() A partir de aquí, la senda se hizo un poquito más dura, aunque sin mayores complicaciones pues seguía habilitada con cuerdas y barandillas. Sin embargo, los empinados escalones consiguieron desanimar a unos cuantos, lo cual ayudó a evitar más aglomeraciones. En adelante, todo estuvo mucho más tranquilo.
![]() ![]() Más adelante, las cascadas se sucedían una tras otra, brindándonos su bramido y su frescor. En algunas, resultaba imposible no detenerse un rato, observando los imponentes chorros que se deslizaban sobre las rocas. La semana anterior había llovido bastante y los saltos de agua sin duda lo agradecían, aunque seguramente no estaban en su máximo esplendor.
![]() ![]() ![]() Aprovechando algún claro en el bosque, podíamos distinguir lo que habíamos ascendido desde el inicio de la caminata. Sin embargo, apenas había tregua porque las cascadas demandaban nuestra atención casi a cada paso que dábamos. Afrontábamos un tramo realmente bonito, de los que dejan un grato recuerdo.
![]() ![]() Al fin, llegamos al cruce con la pista asfaltada del IRYDA, donde tiempo atrás terminaba la ruta propiamente dicha, aunque había gente que continuaba para ver la parte alta de la garganta. Ahora, este tramo está acondicionado de la misma manera que el anterior, con cuerdas y barandillas. El sendero se interna por un terreno algo más agreste y quien prefiera regresar puede hacerlo tomando la pista asfaltada que sale a la izquierda y lleva a Navaconcejo. Naturalmente, lo más recomendable es seguir adelante.
![]() Y bien que mereció la pena porque nos encontramos con nuevas y espectaculares cascadas, cada vez menos concurridas, lo cual hizo que las disfrutásemos mucho más.
![]() ![]() Los rincones naturales eran cada vez más recónditos y las vistas más aéreas al abrirse la vegetación. El sol brillaba con fuerza, reverberando sobre el agua, resultaba difícil sacar una foto que hiciera honor a su belleza natural. ¡Qué ruta tan bonita!
![]() Al fin, llegamos a una pasarela (otro de esos artilugios metálicos a los que son tan aficionados por aquí), que ofrecía una vista magnífica de una nueva y espléndida cascada. ¿Cuántas iban ya?
![]() ![]() ![]() Pues todavía encontramos otro recoveco con unas escaleras sin destino aparente, pero que no pudimos resistir la tentación de subir… por si acaso. Y, sí, allí estaba un nuevo e imponente salto, en realidad, la parte superior de la cascada anterior, que asomaba en una perspectiva diferente y en medio de una frondosa vegetación.
![]() ![]() ![]() ![]() Ya sí, llegamos al término del sendero y hacia la izquierda vimos la pista que lleva a Navaconcejo, la que hay que tomar para realizar la ruta de forma circular. Este tramo, sencillo y cuesta abajo, se nos hizo, sin embargo, muy largo y un tanto tedioso pese a las buenas vistas que íbamos contemplando del Valle y sus pueblos. Quizás sucedía que apretaba el sol y echábamos de menos el frescor del agua, las bellas cascadas y la sombra de la espesa vegetación de la garganta, si bien, para compensar, en un momento dado, descubrimos desde pista uno de los saltos de agua, surgiendo entre la floresta. En resumen, una ruta preciosa, que recomiendo a todo el mundo, mejor en primavera u otoño, o después de un periodo de lluvias abundantes.
![]() ![]() ![]() NAVACONCEJO. Como era sábado de puente y no teníamos reserva, sabíamos que no podíamos exigir exquisiteces culinarias, así que nada más llegar a Navaconcejo fuimos en busca de un restaurante con menú del día y mesa libre, simplemente, que encontramos cerca de la carretera. Después de comer, fuimos a dar un paseo por el pueblo, que nos sorprendió gratamente más aún al ver que sus calles principales se encontraban engalanadas por la fiesta de la flor de mayo. Una suerte.
![]() ![]() Confieso que no me esperaba encontrar un pueblo tan bonito, que no tiene nada que ver con lo que se ve desde la carretera, convertida hoy en día en la arteria principal de esta pequeña localidad donde viven unas 2.000 personas.
![]() De entrada, parece que el río, con su puente y su crucero, supone el atractivo principal de este pueblo, que comenzó siendo un concejo medieval, Nava del Concejo. Sin embargo, merece mucho la pena aparcar el coche y dedicar un rato a recorrer sus calles típicas especialmente la Calle Real, con una arquitectura totalmente distinta a la que nos encontramos al llegar, a ambos lados de la carretera.
![]() ![]() Nada más entrar por una callejuela lateral, empezamos a ver casas con entramado de madera, balcones voladizos y aleros, casi todas ellas adornadas con flores.
![]() ![]() De nuevo vimos bastantes casas de arquitectura tradicional a la venta, algunas en buen estado y otras casi en ruina. Esperemos que encuentren una nueva oportunidad y recuperen su aspecto original, cargado de historia y belleza, como muchas de sus vecinas.
![]() ![]() La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, se encuentra en una recoleta plaza, en la que se ven también casas de entramado, que conforman un entorno muy típico y atractivo.
![]() En fin, que Navaconcejo no cuenta con un conjunto de monumentos interesantes que visitar, pero la naturaleza que lo rodea y el tipismo de sus calles, sobre todo la Calle Real, nos dejaron un muy buen recuerdo.
![]() Sábado por la tarde. REBOLLAR, EL TORNO, MIRADOR DE LA MEMORIA Y GARGANTA DE LA PURIA. Preparamos una ruta tranquila, fundamentalmente en coche, si bien incluimos un paseo relajado por la Garganta de la Puria.
![]() REBOLLAR. Desde Navaconcejo, avanzamos unos kilómetros hacia el sur, buscando la carretera CC-133, que sale a la derecha en esa dirección y que nos llevaría al pueblo de Rebollar, uno de los que aparecen en alto, colgado de la montaña. Como no puede ser de otro modo, la carretera asciende rápidamente en un trazado lleno de curvas hasta los 622 metros de altitud, desde donde se contempla toda la ladera oriental del Valle del Jerte. Igual que Valdastillas, el origen de Rebollar se remonta al siglo XII, cuando ambas localidades fueron fundadas por vecinos de la aldea despoblada de Ojalvo, de la que actualmente solo quedan ruinas.
![]() ![]() Aunque es un pueblo muy pequeño, nos aconsejaron dar una vueltecita por sus calles, que constituyen una buena muestra de la arquitectura popular de la zona, con casas de entramado cuyos aleros y balcones se buscan y, a veces, hasta se encuentran.
![]() Sin embargo, lo más interesante y característico son las Casas del Canchal, que se alzan sobre grandes piedras de granito, alguna de las cuales queda todavía en pie. Pese a las cuestas, merece la pena detenerse unos minutos para echar un vistazo tanto al pueblo como al mirador situado en la Travesía de los Naranjos, junto a la carretera, donde hay aparcamiento.
![]() ![]() EL TORNO. Desde Rebollar a El Torno hay menos de 6 kilómetros, aunque cunden poco por la gran cantidad de curvas y las estupendas vistas que se tienen y que obligan, cuando es posible, a detener el vehículo para asomarse y contemplar un panorama que nos presenta Valdastillas y Casas del Castañar justo enfrente y el Embalse de Plasencia hacia el sur. Esta localidad es la más alta del Valle del Jerte, en los Montes de Traslasierra, a 769 metros de altitud sobre el nivel del mar, por lo cual recibe el sobrenombre de “Balcón del Jerte”.
![]() El Torno estuvo habitado en la Prehistoria por vetones y celtas, que dejaron paso mucho después a romanos y musulmanes. Los franceses lo quemaron durante la Guerra de la Independencia como represalia por su apoyo a los guerrilleros que mandaba el “Tío Picote”. Uno de los lugares más conocidos y visitados en El Torno es el Mirador de la Memoria o Mirador de Cancho Rajao, que se encuentra a 2,3 kilómetros del pueblo, en la carretera CC-51, que lleva a la N-110. Cuenta con un amplio aparcamiento y ofrece una estupenda vista sobre el Valle del Jerte casi al completo, cuyos puntos principales podemos localizar utilizando el panel informativo allí instalado.
![]() Además, en diciembre de 2008 se ubicó en este lugar un conjunto de cuatro esculturas del artista Francisco Cedenilla Carrasco, en memoria de los olvidados de la Guerra Civil Española y la dictadura.
![]() GARGANTA Y CASCADA DE LA PURIA. Entre Rebollar y El Torno está la Garganta de la Puria, una de las de aguas más caudalosas de la vertiente derecha del Jerte, aunque también de las menos conocidas. Si se desea recorrer sus parajes a pie, desde El Torno sale una ruta senderista circular de 9 kilómetros que recorre algunos tramos de esta Garganta que cuenta también con una espesa vegetación.
![]() Nos detuvimos en un aparcamiento junto a carretera, donde hay un merendero y un panel informativo. El lugar viene señalado en GoogleMaps, así que no tiene pérdida. Es un lugar bonito, con abundante arbolado y sombra, ideal para hacer un alto en el camino y tomar un bocata. Muy cerca está la Cascada de la Puria, aunque no nos impresionó demasiado después de las que ya habíamos visto.
![]() Decidimos dar un paseo por la garganta y seguimos durante un rato el sendero que he mencionado más arriba y que pasaba por allí. Hicimos unos tres kilómetros por una pista estrecha y que dejaba un poco al margen el río, hasta que llegamos a una bifurcación, donde encontramos una cascada bastante resultona.
![]() Como no estábamos muy seguros de hacia dónde se dirigía aquel sendero, pues no vimos ningún indicador, decidimos dar la vuelta porque se estaba haciendo de noche y regresamos a nuestro alojamiento en Cabezuela del Valle. CONTINUARÁ EN LA SIGUIENTE ETAPA. Etapas 16 a 18, total 25
![]() Valle del Jerte, Cáceres. (3). Tornavacas, Ruta Garganta de Infiernos y Jerte.En esta última etapa dedicada al Valle del Jerte, voy a contar nuestro recorrido por el Puerto de Tornavacas y el pueblo de Jerte. Además, la ruta senderista del Puente de los Papuos y, sobre todo, la caminata más emblemática y bonita de todas: la Garganta de los Infiernos, haciendo el recorrido a los Pilones y Puente Nuevo.
CONTINUACIÓN DE LAS DOS ETAPAS ANTERIORES.
Día 3, domingo. PUERTO DE TORNAVACAS, JERTE Y RUTA DEL PUENTE DE LOS PAPUOS. Este era el día que, en principio, teníamos destinado para hacer la ruta de la Garganta de los Infiernos. Sin embargo, como decidimos cambiar de planes y quedarnos hasta el lunes, tuvimos que modificar también los itinerarios del domingo, que quedaron del siguiente modo:
![]() PUERTO DE TORNAVACAS. Después de dar una vuelta por Cabezuela del Valle (recorrido que ya he relatado), fuimos hacia el norte por la N-110 para contemplar las vistas desde el Puerto de Tornavacas, lugar de acceso al Valle del Jerte desde Ávila y su punto más elevado, a 1.275 metros sobre el nivel del mar, pasando previamente por el pueblo de Tornavacas, unos cuatrocientos metros más bajo en altura.
De camino hacia el Puerto de Tornavacas.
![]() Vista del pueblo de Tornavacas desde la carretera que asciende al Puerto. ![]() Paramos en el Mirador del Puerto, que ofrecía unas vistas magníficas, con varias cumbres nevadas alrededor tanto de la sierra de Béjar como de la de Gredos. En el puerto hay una amplia zona de aparcamiento y varios paneles informativos. También tenían instalados sus puestos unas señoras abulenses que vendían legumbres a granel, en especial las famosas judías blancas del Barco de Ávila.
![]() El río Jerte nace relativamente cerca de aquí, a 1.800 metros de altitud, entre las rocas de la falda del Risco de la Campana, que pudimos localizar gracias al panel informativo. Desde su nacimiento, su cauce fluye a lo largo de 70 kilómetros, con 1.500 metros de desnivel, hasta su desembocadura en el río Alagón, afluente del Tajo. Desde este punto elevado se aprecia perfectamente la forma de V del valle del río Jerte, cuyas aguas esculpen el paisaje tras alimentarse de los ríos y arroyos que trazan las empinadas gargantas de sus dos laderas montañosas, la oriental (que limita con la Vera) y la occidental (con el valle de Ambroz).
![]() Como sólo estábamos a 16 kilómetros de El Barco de Ávila, nos entraron ganas de tomar unas judías blancas y decidimos ir a almorzar allí. Y bien ricas que estaban, por cierto. Pero como no pertenece al Valle del Jerte, eso lo contaré en otra etapa para no mezclar destinos.
JERTE. Después de comer, volvimos a pasar por el Puerto de Tornavacas y fuimos directamente a nuestro alojamiento de la jornada, la Hospedería de Jerte, donde nos atendieron tan bien como de costumbre en las hospederías extremeñas, por las que sentimos debilidad, lo confieso, sobre todo sus menús completos de comida o cena por 15 euros (resultan perfectos para nuestro gusto, que no requiere una ingente cantidad de comida en la mesa). Nuestra habitación daba al río y el rumor del agua nos hizo temer que nos molestase para dormir esa noche, lo cual luego no sucedió.
![]() ![]() ![]() Jerte es uno de los tres pueblos de referencia del Valle, junto con Navaconcejo y Cabezuela del Valle, y cuenta con cerca de 1.300 habitantes. Tras descansar un ratito, salimos a dar una vuelta por la localidad, que al igual que sus vecinas se asoma al río, con instalaciones veraniegas y varias piscinas naturales. En verano no sé, pero como hacía calor, metí el pie en el agua y lo saqué congelado.
![]() ![]() ![]() Jerte también muestra su encanto en las calles más céntricas y típicas, si bien, igual que El Torno, se vio muy perjudicado por la acción de las tropas francesas, que quemaron el pueblo durante varios días, impidiendo a los vecinos apagar las llamas, como represalia por su hostilidad durante la Guerra de la Independencia. Posteriormente, fue reconstruido conforme a la arquitectura original, que todavía pervive en la Calle de los Bueyes, donde algunas de las antiguas casas de adobe y madera se salvaron del fuego francés.
Calle de los Bueyes.
![]() Diversas vistas del pueblo. ![]() ![]() Otros lugares interesantes para ver son la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, barroca del siglo XVIII, con campanario exento, y la Ermita del Cristo del Amparo.
![]() ![]() RUTA SENDERISTA DEL PUENTE DE LOS PAPUOS. Por la tarde, cuando remitió un poco el calor, hicimos esta pequeña ruta a pie, que se inicia justo enfrente de la Hospedería de Jerte, cruzando la carretera, dejando a la izquierda la oficina de información turística. Muy cerca, al borde de la carretera, se encuentra la escultura dedicada a la cereza.
![]() Los datos de la ruta son los siguientes: Distancia: 5 kilómetros (ida y vuelta por el mismo sitio). Duración: algo más de hora y media. Dificultad: baja, aunque tiene bastante desnivel ascendente a la ida.
![]() ![]() Subimos por la calle de la Tahona hasta el final de las casas. Este tramo está asfaltado y tiene una pendiente acusada. Llegamos a un puente y cruzamos el río, dejando el agua a nuestra izquierda. Entre los árboles (al principio chopos y alisos, y luego robles) vimos correr el agua formando cascaditas.
![]() ![]() ![]() Pasamos el depósito de agua y en la siguiente bifurcación tomamos la pista de la izquierda, entre una frondosa vegetación que en muchos tramos nos proporcionaba sombra y frescor. Veíamos el río, aunque quedaba un tanto distante. La ruta carecía de dificultad, pero picaba siempre hacia arriba.
![]() ![]() ![]() ![]() Cuando recuperamos el cauce del río, que se abría entre las piedras, presentimos que estábamos cerca de nuestro destino. ![]() Hay que mantenerse atentos a la señalización pues, junto la izquierda, sale un pequeño sendero que conduce al Puente de los Papúos, desde el que se contempla una bella cascada, que se puede fotografiar desde varias perspectivas trepando entre las rocas, pero sin peligro alguno.
![]() ![]() ![]() ![]() Ni que decir tiene que el regreso, todo cuesta abajo, fue mucho más cómodo y rápido. Después de cenar fuimos a dar una vuelta por el pueblo.
![]() Lunes 6 de mayo. RUTA SENDERISTA DE LOS PILONES Y LA GARGANTA DE LOS INFIERNOS. Esta ruta siempre me había llamado la atención, pero nunca parecía llegar el momento propicio para ir. Tiene diversas variantes, con recorridos más o menos largos. Como no había pasado ni un mes de una intervención quirúrgica a la que me había sometido, no estaba segura de aguantar la ruta circular, de 16 kilómetros y más de seis horas, así que decidimos ser prudentes y, en principio, nos planteamos llegar a los Pilones, el punto más conocido y uno de los más bonitos de la caminata. Desde allí, ya veríamos. ![]() Rutas que se pueden hacer, entre otras, en la Garganta de los Infiernos según el panel informativo: - Tramo Jerte-Los Pilones. Itinerario de ida y vuelta. 4 kilómetros y 1 hora (sólo ida). - Tramo Los Pilones-Puente Nuevo. Itinerario de ida y vuelta. 6,5 kilómetros y 2 horas (sólo ida). - Ruta circular de la Garganta de los Infiernos. 16 kilómetros y 6/7 horas en total. ![]() Estas rutas se inician en el Centro de Interpretación de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, situado a un par de kilómetros de la localidad de Jerte. La zona se encuentra muy concurrida en fines de semana y, sobre todo, en verano, ya que hay piscinas y, que sepamos, el baño está permitido a lo largo del río. La ruta hasta los Pilones es muy conocida y con buen tiempo suele estar a tope, así que lo mejor es escoger un día laborable si lo que se pretende es hacer senderismo y disfrutar del paisaje sin más. Esa fue la razón por la que decidimos alargar nuestra estancia un día y hacer la ruta el lunes en vez del domingo, tranquilamente y sin aglomeraciones.
Inicio de la ruta.
![]() ![]() Toda el área de aparcamiento del Centro de Interpretación es zona azul y se paga por dejar el coche. Sin embargo, al ser día laborable, a nosotros no nos cobraron nada, así que desconozco el importe de la tarifa.
![]() ![]() Se puede acceder a los Pilones andando o en bicicleta por una pista forestal e incluso contratando una excursión organizada en 4X4, pero resulta más gratificante hacerlo a pie por el sendero, que comienza con una acusada subida, salvando también unos cuantos escalones. Sin embargo, como se camina entre árboles, a la sombra, no resulta demasiado incómodo a no ser que apriete mucho el calor. Según nos adentrábamos en la garganta, el paisaje se volvía más agreste y en algunas zonas divisábamos el río, a nuestros pies.
![]() ![]() Al cabo de un rato, nos encontramos con la vista panorámica de la Chorrera de la Virgen, cuyas aguas se deslizan por la ladera de la montaña en forma de abanico o manto. Hay un mirador al que se puede acceder tomando un desvío de ida y vuelta o siguiendo la ruta de la pista forestal, pero también se aprecia desde el sendero y, como en ambos casos se contempla desde bastante lejos, no nos pareció que mereciese la pena el retraso que nos ocasionaría llegar hasta el mirador. El caudal de esta cascada depende de las lluvias, con lo cual es muy variable.
![]() A partir de aquí, la vegetación se abrió un poco, proporcionando bonitas vistas del Valle y de la propia Garganta. Pasada la bifurcación de la pista forestal del Centro de Interpretación, apareció una calzada empedrada de un kilómetro, calculo yo, que aunque era cuesta abajo, nos llegó a resultar un tanto incómoda. Claro que peor sería a la vuelta, en subida.
![]() Después, llegamos ya cerca del cauce del río y empezamos a ver los “pilones”, si bien todavía no en su zona más espectacular y conocida. Nos rodeaba la vegetación de ribera, con ejemplares que alcanzan hasta los 20 metros de altura: acebos, fresnos, tejos, alisos, sauces, abedules… Una maravilla verde salpicada de flores de colores.
![]() Antes de alcanzar los Pilones, un panel informativo cuenta que estamos en la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, comprendida entre la vertiente noroeste de la Sierra de Tormantos y la sureste de la Sierra de Gredos y el río Jerte, con una altitud máxima de 2.308 metros en Castifrío. Durante el invierno, las cumbres se cubren de gran cantidad de nieve, cuyo deshilo produce un generoso caudal de aguas tumultuosas que resbalan por las laderas conformando gargantas.
![]() ![]() En este lugar concreto, la acción erosiva del agua sobre un gran bloque granítico origina un paisaje singular, constituido por una sucesión de grandes pozas circulares, cinceladas por las propias piedras que arrastra el río, que se llaman “pilones” o “marmitas de gigante”.
![]() Desde el puente que cruza el río, pudimos admirar con todo detalle este panorama único. Merece la pena contemplarlo en su belleza natural, sin gente bañándose. Una auténtica maravilla.
![]() ![]() Dejando el río a nuestra izquierda, un camino con escalones, postes y cuerdas está habilitado a modo de mirador, que recorre la orilla granítica durante unos doscientos metros. Las vistas eran preciosas.
![]() ![]() ![]() ![]() Al final, llegamos a la Fuente de los Pilones, donde nos detuvimos un rato a descansar y a refrescarnos, observando tranquilamente el paisaje, mientras un rebaño de cabras apareció de pronto para completar una idílica foto campestre.
![]() ![]() ![]() ![]() Hasta aquí, el camino había sido fácil y yo lo había superado sin mayores problemas, así que decidimos seguir adelante con el tramo que llega hasta Puente Nuevo, lo que suponía un par de horas más en nuestro itinerario de ida.
![]() Desde la Fuente de los Pilones, un corto trecho de ascenso conduce a un sendero que, en altura, ofrece una perspectiva distinta pero también estupenda de los Pilones.
![]() ![]() Con el río en el fondo del barranco de la espectacular Garganta de los Infiernos, la senda continuaba por la montaña, deparando preciosos paisajes verdes con el contrapunto de color que le brindaban miles de flores rosas, violetas y amarillas. Me encanta el campo en esta época del año.
![]() ![]() De vez en cuando, cruzábamos algún arroyo, cuyas aguas formaban bonitas chorreras. Y también pasamos junto a la Fuente del Camino. Esta parte de la ruta era una auténtica gozada porque apenas había desnivel y la naturaleza se ofrecía espléndida ante nuestros ojos.
![]() ![]() ![]() Dejamos a nuestra izquierda el Refugio de Pescadores, al que se puede acceder por un sendero que baja al río, y continuamos hasta alcanzar un hermoso lugar llamado Vado Cantares, donde confluyen las aguas de varios arroyos que bajan de gargantas diferentes. Aquí se separan la ruta hacia el Puente Nuevo (la que íbamos a seguir nosotros) de la ruta circular de la Garganta de los Infiernos, que continua sin cruzar el río, por la senda de la derecha, que asciende hacia la Garganta Chica o del Collado de las Yeguas y la rodea tras pasar el Puente del Carrascal.
Refugio de pescadores al fondo.
![]() ![]() ![]() ![]() En este punto hay que tener un poco de cuidado porque la señalización no está muy clara hacia Puente Nuevo. En todo caso, requiere cruzar el río, pero no por donde está el cartel que indica la dirección de la ruta. Hace algún tiempo, era preciso cruzar por las rocas, lo cual, según nos comentaron, podía resultar complicado si estaba el cauce crecido. Ahora, sin embargo, se ha instalado un llamativo puente de madera, que facilita completamente la tarea.
![]() Con el puente a nuestra espalda, tomamos el sendero que va paralelo al río, dejando sus aguas siempre a nuestra izquierda, lo que supone la mejor referencia.
![]() ![]() Este tramo me gustó mucho pues permite contemplar a vista de pájaro las imponentes cascadas que va formando el río. Al llegar a Paso Malo, el panorama era como de foto de revista, aunque las mías no le hacen justicia, ni mucho menos.
![]() ![]() Tras hacer cien fotos en Paso Malo (el paso será malo de nombre, pero las vistas son magníficas), iniciamos el descenso hasta Puente Nuevo, cuyos arcos ya podíamos divisar a lo lejos.
![]() ![]() Una vez junto al puente, nos cobijamos del sol bajo sus arcos de piedra y nos dispusimos a tomar nuestros bocadillos, viendo el agua correr y oyendo su bramido de fondo. Una naturaleza plena para nosotros solos. Todo un lujo.
![]() ![]() ![]() ![]() Allí consultamos el panel informativo: podíamos bien retomar la ruta circular de la Garganta de los Infiernos, que rodea el Collado de las Losas, o volver por el camino que habíamos traído. La distancia y el tiempo eran similares, aunque por la ruta circular los dos últimos kilómetros habría que hacerlos por la pista que va desde Jerte hasta el Centro de Interpretación, lo que no nos llamaba demasiado la atención.
En Puente Nuevo.
![]() ![]() En cualquier caso, la ruta por la que habíamos venido era tan bonita que no nos importaba repetirla en sentido contrario. Merecía la pena volver a cruzar Paso Malo y, luego, ver de nuevo los Pilones, ya con una luz diferente. Y eso fue lo que hicimos.
![]() Al final, fueron 14 kilómetros y unas seis horas de marcha, contando paradas para comer y sacar fotos. Como resumen, una caminata preciosa, imprescindible, diría yo, en cualquier viaje al Valle del Jerte.
![]() Dependiendo de la capacidad o ganas de cada cual, se puede elegir cualquiera de las tres variantes. Si es posible y no se tiene intención de bañarse, será mejor ir en primavera u otoño, evitando los fines de semana, cuando hay más gente. Aunque nunca pierda su belleza, esta ruta no puede resultar tan gratificante si nos encontramos con cientos de personas por el camino y con unas cuantas docenas metidas en los pilones.
![]() Y aquí acabó nuestro viaje de tres días y medio por el Valle del Jerte. Nos quedó por visitar algunos pueblos que pintan muy bien, como Barrado, Cabrero, Casas del Castañar y Piornal, pero no se puede ir a tantos sitios en tan poco tiempo, así que quedamos muy satisfechos con lo visto. La época del año y la meteorología ayudaron mucho. Nos gustó todo, aunque si tuviera que citar los lugares que nos llamaron más la atención serían: las casas típicas de Cabezuela del Valle y Navaconcejo, las cascadas de la Ruta de la Garganta de las Nogaledas, la cascada de Caozo y, en la Garganta de los Infiernos, los Pilones y el tramo entre Vado Cantares y el Puente Nuevo con mención especial a las vistas desde Paso Malo.
![]() ![]() Etapas 16 a 18, total 25
![]() Provincia de Cáceres: Puentes de Segura y Alcántara. Alcántara. Coria. Galisteo.Recorrido cacereños por los puentes de origen romano de Segura y Alcántara, y las poblaciones de Alcántara, Coria y Galisteo. Aunque no lo recorrimos exactamente así, creo que como lo voy a contar es la mejor forma de plantear esta ruta, que se puede hacer bien por sí misma o, mejor aún, aprovechando un viaje a Portugal a la ida o a la vuelta, o si se complementa con la visita a la pintoresca localidad portuguesa de Monsanto, como fue nuestro caso, pero cuyo relato queda para otro diario al tratarse de una zona y país diferentes.
Situación de la zona visitada en el mapa peninsular.
![]() El itinerario completo supone 110 kilómetros y poco más de hora y media en coche según GoogleMaps. ![]() PUENTE ROMANO DE SEGURA. Este puente sirve de frontera entre España y Portugal y forma parte del llamado Parque Natural del Tajo Internacional, aunque el río sobre el que se yergue no es el Tajo sino el Erjas. Se encuentra junto a la localidad portuguesa de Segura y a 58 kilómetros de Castelo Branco. En el lado español, se accede por la carretera EX207 desde la localidad de Piedras Albas y la distancia con Alcántara es de unos 15 kilómetros. Pasamos por allí a última hora de la tarde, por lo cual la luz del sol incidía sobre sus piedras y el agua de manera muy atractiva, proporcionando unos reflejos espectaculares y brillantes, pese a las inevitables sombras.
![]() ![]() Aunque casi toda la fama se la lleva el puente de Alcántara, el de Segura también tiene origen romano y fue construido en la misma época, durante el siglo II, siendo Trajano emperador. Tiene una longitud de 41 metros y un ancho de seis, con 5 vanos y 4 pilares. De la época romana conserva los dos arcos de las orillas y los bajos de los pilares; los otros tres arcos fueron reconstruidos en la Edad Media y siglos posteriores. El puente se encuentra en uso y sobre él pasa el tráfico que circula entre ambos países. Sin embargo, no es una ruta demasiado concurrida por lo que pudimos apreciar.
![]() ![]() Además de su valor histórico, merece la pena detenerse a echar un vistazo al paisaje que lo rodea pues se encuentra frente a un cortado del río Erjas, desde donde se divisa en un cerro la población de Segura.
![]() ALCÁNTARA Y SU PUENTE ROMANO. Cuando llegamos a Alcántara estaba cayendo la tarde. Habíamos tenido un día espléndido de sol y con buena temperatura, pero estábamos en pleno mes de diciembre, lo cual significaba que anochecía muy pronto. Aun así, llegamos a tiempo de contemplar un bonito panorama desde el puente, cuya mención siempre me trae a la cabeza la coplilla que tantas veces me repitió mi padre cuando era pequeña: “Puente de Alcántara, no te caerás; y si te caes, no le levantarán; y si te levantan, no como estás”. Aunque eso no es exactamente así…
![]() Dejamos el coche en una de las zonas de aparcamiento que existen a ambos márgenes del río, en las que hay miradores habilitados. Lo mejor es cruzarlo de un lado a otro caminando y contemplar tranquilamente sus piedras, el pueblo encaramado en el cerro y el paisaje marcado por el río Tajo, sobre todo mirando aguas abajo, ya que en sentido contrario nos topamos con la mole de la presa del Embalse de José María de Oriol-Alcántara II, que rompe un tanto el bucólico panorama.
![]() Cierto es que, cuando el sol está tan bajo, en muchas ocasiones lo que se pierde en luminosidad se gana en reflejos y matices, y las fotos salen con un efecto romanticón que a mí, personalmente, me gusta mucho. Así que me dediqué a pasear por ambas orillas, enfocando por aquí y por allá todo lo que había que ver, que era bastante.
![]() También merece la pena detenerse a leer los paneles informativos que suponen una buena introducción a la historia de la localidad de Alcántara, al Parque Natural del Tajo Internacional y al propio puente romano, construido por el arquitecto Cayo Julio Lacer entre los años 103 y 104, bajo el imperio de Trajano. De piedra, con seis arcos, tiene una longitud aproximada de 194 metros, una anchura de 8 metros y una altura de 58,2 metros sobre el río Tajo, sin contar el arco. Consta de cinco pilares provistos de contrafuertes y destaca por su monumentalidad más que por el servicio que podía prestar entonces en una vía importante, entre Norba (la actual Cáceres) y Coninbriga (ya en Portugal), pero secundaria en la red de calzadas romanas de Hispania de la época. Dedicado al emperador Trajano, fue erigido y financiado por varios municipios lusitanos, cuyos nombres figuran en las inscripciones del Arco del Triunfo que se eleva en su centro con 13 metros de altura. Aunque las lápidas originales se perdieron, fueron reemplazadas en épocas posteriores conforme a las originales. En el siglo XVI, se le añadieron almenas a este Arco en el curso de una importante remodelación llevada a cabo siendo emperador Carlos V.
![]() El puente ha sufrido muchos avatares a lo largo de los siglos. Sus dos primeros arcos, los más próximos a la ciudad, fueron destruidos varias veces con motivo de las diferentes guerras que tuvieron lugar en la zona, como en el siglo XIII durante la reconquista, en el XVII durante la Guerra de Restauración entre Portugal y España, y a principios del siglo XIX en el curso de la Guerra de la Independencia contra los franceses. Consecuentemente, también ha sido restaurado y reconstruido en diversas ocasiones, siendo la más importante la que se llevó a cabo a mediados del siglo XIX, en el reinado de Isabel II. Pese a todo, conserva un aspecto imponente. Junto al puente se encuentra también un templete romano.
![]() ![]() Cruzando el puente, la carretera lleva en un par de kilómetros hasta la población de Alcántara. Hay varios paneles informativo con sus principales datos históricos y un mapa turístico con los monumentos y lugares para visitar.
![]() Son muchas las personas que van de paso y se detienen en los aparcamientos únicamente para echar un vistazo al famoso puente, dejando de lado la población, que se asoma al río desde un cerro cercano. No obstante, algunos datos que leí me animaron a hacer una visita a Alcántara. Además, me encontré con la sorpresa de que allí se encuentra una de las ocho Hospederías de la Junta de Extremadura en las que nos gusta mucho alojarnos por su calidad, su restauración y la belleza de los edificios históricos donde algunas se ubican, como era el caso. Así que decidimos pasar allí la noche ya que el sitio nos venía muy bien en el curso de nuestro viaje por tierras extremeñas.
Espectacular vista del Tajo al atardecer.
![]() La Hospedería ocupa el antiguo Convento de San Bartolomé, construido en 1478, que se utilizó posteriormente como fábrica de harinas. Su rehabilitación para hospedería ha permitido recuperar el edificio y resultó muy agradable alojarnos en una de las antiguas celdas de los monjes disfrutando de todas las comodidades modernas. Una de las zonas más bonitas que se conservan es el antiguo claustro.
![]() Cenamos en el restaurante de la Hospedería, que, como de costumbre, no nos defraudó. Ofrecen menús completos (tanto de comida como de cena) por 15 euros y normalmente preparan platos tradicionales de la zona con un toque moderno. Todo suele estar muy rico y para nosotros supone la cantidad ideal de comida, aunque quizás haya gente para quien pueda quedarse corto. En el tema culinario, la verdad es que prefiero comentar más que recomendar.
![]() Lo que menos me gustó de la Hospedería es que, al estar ubicada en el antiguo convento, se encuentra a las afueras del casco urbano, a un kilómetro más o menos. Es una distancia muy pequeña que no supone ningún problema salvo por la noche ya que no existe iluminación en un tramo que cruza, incluso, la carretera. Con lo cual es muy aconsejable llevar una linterna o alumbrarse con el teléfono móvil, como hicimos nosotros en nuestra primera visita a Alcántara, durante la cual nos limitamos a dar un paseo pues, en el mes de diciembre, a las ocho de la tarde ya hacía frío y las calles estaban prácticamente desiertas.
![]() ![]() Resumen fotográfico de nuestro recorrido nocturno por Alcántara, en el cual nos gustó especialmente la iluminación de la Conventual de San Benito.
![]() ![]() ![]() Por la mañana nos encontramos con una sorpresa nada grata: la niebla. No es que fuera algo extraño para la época y el lugar, pero como habíamos gozado de unos días de sol y temperatura muy agradable en la Sierra de Gata nos pilló un tanto desprevenidos, y desde la pequeña ventana de la habitación apenas llegábamos a adivinar el paraje del río tras la bruma. Qué diferencia con el y el cielo casi despejado de la tarde anterior. Quizás lelvantase la niebla más tarde, pero se veía muy cerrada y no parecía que nos fuese a dar mucha tregua antes de marcharnos. Desayunamos en un bar del pueblo y luego empezamos nuestro recorrido, repasando previamente algunos datos históricos ofrecidos en los paneles informativos, en los que se cuenta que son numerosos los monumentos megalíticos (menhir de Cabezo y varios dólmenes) que prueban la existencia de asentamientos humanos desde el Neolítico en la zona y sus inmediaciones. Asimismo, el “Bronce de Alcántara”, una placa inscrita en el año 104 a.C., recoge el sometimiento del pueblo local a los romanos. Sin embargo, la primera reseña histórica del lugar va ligada a la construcción del puente, al que la localidad debe su nombre pues los árabes, que la ocuparon y la fortificaron, le pusieron Al-Qantara, que significa el puente.
![]() En 1213 fue tomada por Alfonso IX, quien, para su defensa, la cedió a la Orden de Calatrava y cuatro años más tarde a la portuguesa de San Julián de Pereiro, que pasó a denominarse Orden Militar de Alcántara. Este hecho le dio notoriedad a la villa, pero también ocasionó que se viera envuelta en un sinfín de conflictos hasta que los Reyes Católicos incorporaron la Orden a la Corona a principios del siglo XVI.
![]() Años después, los elevados gastos militares hicieron que se modificaran numerosas encomiendas, lo que favoreció a la alta nobleza. Así, destacadas familias construyeron palacios y casas solariegas, que llevaron a Alcántara a su mayor esplendor urbanístico en el siglo XVII. Posteriormente, sufrió las consecuencias de incendios y conflictos bélicos, como la Guerra de Sucesión con Portugal y la Guerra de la Independencia contra los franceses. La desamortización de Mendizábal supuso el golpe de gracia que condujo al deterioro de gran parte de su patrimonio histórico. Actualmente, la localidad cuenta con unos 1.500 habitantes.
![]() Aparcamos el coche cerca de la Plaza de Portugal, que da acceso a la antigua villa, a la que se accede por el Arco de la Concepción, una de las puertas que se conservan del antiguo recinto amurallado. Se remonta a 1611 y en la parte superior tiene una hornacina convertida en ventana de estilo barroco.
Las dos caras del Arco de la Concepción.
![]() ![]() El Arco se abre a la calle Llanada, donde ya se contempla la arquitectura popular de la villa, con casas blancas, rejas en las ventanas y zócalos de color ocre. También aparecen fachadas blasonadas, como el Palacio de los Barco, y a ella confluyen estrechas callejuelas empedradas que conservan su primitivo trazado intrincado y laberíntico. Aquí nos dimos cuenta del descuido de algunas de las fachadas. A la derecha, continuando por la calle Chapatal, llegamos al antiguo Convento de San Benito, uno de los lugares imprescindibles para visitar en Alcántara.
![]() [Junto con el puente, es sin duda la edificación que atrae más la atención. Se encuentra rehabilitado y en una plaza muy amplia y vistosa, que permite apreciarlo perfectamente. Los Reyes Católicos patrocinaron su construcción a principios del siglo XVI para convertirlo en sede de la Orden Militar de Alcántara. Sus grandes proporciones y su elevado coste hicieron que las obras se demorasen durante casi un siglo. Las guerras, el terremoto de Lisboa de 1755 y la desamortización casi ocasionaron la ruina de las dependencias conventuales, aunque no tanto de la iglesia. En 1966 el conjunto fue adquirido por Hidroeléctrica Española, que se ocupó de su restauración. Actualmente, se puede acceder al interior mediante una visita guiada, cuyos horarios conviene confirmar en la web de la Oficina de Turismo. Yo tuve la suerte de ir sola con la guía, que me hizo un recorrido casi privado muy interesante, durante el cual me dio tiempo para ver todo y hacer fotos a mi aire. La niebla le daba un toque entre tenebroso y bucólico al conjunto.
![]() Primero, se visita la iglesia, que destaca por su altura y su poca profundidad, con tres amplias naves cubiertas con bóvedas de crucería. En sus muros se aprecian las grietas provocadas por el terremoto de Lisboa.
![]() ![]() El convento se levanta en el lado norte de la iglesia. Un pequeño claustro da acceso al principal, que muestra la evolución del estilo gótico al renacimiento, aunque lo más destacado es la galería porticada de la Hospedería o de Carlos V, compuesta por tres plantas con columnas jónicas y arcos. Se ha restaurado y ofrece un aspecto magnífico desde el exterior al asomarse a una amplia plaza que también sirve de mirador sobre el río y el recinto amurallado.
![]() ![]() ![]() Seguimos por la calle Regimiento y Argel, con casas señoriales como la de la Clavería o la de Bernardo de Aldana, hasta que llegamos a la Plaza de España, con el Ayuntamiento y la Iglesia Parroquial de Santa María de Almocóvar, cuyo origen se remonta al siglo XIII y que conserva sus tres portadas románicas.
![]() Un poco más adelante se encuentra la Iglesia de San Pedro de Alcántara, del siglo XVII. Entre ambos templos, en medio de una plazoleta, se levanta una escultura de gran tamaño dedicada al Patrón de Extremadura, que mira de frente a la Iglesia Parroquial, dejando a su espalda la parte posterior de la que lleva su nombre.
![]() Un camino empedrado conduce al Convento del Sancti Spiritu con la Iglesia de la Encarnación (la Antigua). Muy cerca, está el Mirador de las Comendadoras, que ofrece una bonita vista panorámica del puente y el río, si bien la niebla no me lo puso fácil esa mañana.
![]() ![]() Habíamos alcanzado el extremo de Alcántara y tuvimos que retroceder, paseando entre callejuelas, hasta llegar a la calle Zapatería, que conduce a la Plaza de la Corredera.De grandes dimensiones, acoge las residencias palaciegas de las que fueron las familias más importantes: la Casa de los Pacheco, el Palacio de los Topete Escobar, el Palacio de los Roco Campofrío y el Palacio de los Marqueses de Torreorgaz. .
![]() ![]() Confieso que la Plaza de la Corredera me dejó un sabor agridulce pues me pareció un testimonio elocuente de la decadencia de un lugar cargado de historia. Da bastante pena ver el lamentable estado en que se encuentran unos edificios que debieron ser muy bellos en su época, la representación de la enjundia y el poder de sus propietarios. Espero que se puedan recuperar de alguna manera para que no terminen convertidos no ya en ruinas, como ahora, sino en escombros.
![]() ![]() ![]() Sin embargo, esta plaza cuenta también con rincones con bastante encanto, como el arco que da paso a la [b]calle del Balconcito, que conviene recorrer pese a estar muy empinada, ya que muestra la arquitectura popular característica de la localidad.
![]() ![]() En resumen, me resultó interesante el paseo por Alcántara, una población que se puede visitar en un par de horas y ofrece más de lo que se espera en un principio, si bien sería deseable un esfuerzo por parte municipal o una ayuda de quien corresponda para recuperar su rico patrimonio y mejorar el estado de algunas fachadas, cuyas calles lucen bien bonitas estando cuidadas.
![]() También nos hubiera gustado hacer una pequeña caminata, que se llama “Ruta Bajo el Puente”, de 2,5 kilómetros y una hora de duración, que va desde la población pasando por debajo del mismo puente, pero el día no animaba demasiado, así que, ya con el coche, nos dirigimos hacia el Mirador del Embalse. Lamentablemente, de nuevo nos encontramos con el engorro de la niebla, lo mismo que en las inmediaciones de la presa, desde donde también el panorama se nos ofreció emborronado.
![]() ![]() Pensando que estaba cerca de la carretera, intentamos encontrar el camino hacia el Menhir del Cabezo, pero no lo conseguimos. Así que queda pendiente para otra ocasión.
CORIA. Desde Alcántara hasta Coria hay 66 kilómetros, que se recorren en poco menos de una hora. La distancia desde Madrid es de 280 kilómetros, con dos horas y tres cuartos de viaje, aproximadamente. Coria es una ciudad relativamente grande, de casi 13.000 habitantes, pero su casco histórico se circunscribe a un área bastante pequeña que se asoma al río Alagón y que no se tarda demasiado en visitar. Llegamos sobre la una de la tarde y encontramos aparcamiento en la calle Ancha del Rollo, a unos metros de las murallas y de la Puerta de San Francisco, en mi opinión uno de los mejores lugares para comenzar el recorrido. Desde allí fuimos directamente a la Oficina de Turismo, sita en la Plaza de San Pedro nº 1, donde nos facilitaron muy amablemente un plano e información. Para comer, nos aconsejaron los restaurantes La Campana, con menú a muy buen precio, enfrente de la propia Oficina de Turismo, y El Bobo de Coria, la opción más típica y conocida. Nos decidimos por el primero, lo que fue un acierto por relación calidad/precio (no recuerdo si fueron 10 u 11 euros el menú) y servicio, destacando su rapidez, lo cual siempre es de valorar en una visita de estas características.
A la izquierda, plano que proporcionan en la Oficina de Turismo; a la derecha, plano en un panel informativo. ![]() ![]() Como lo prueban las piezas arqueológicas encontradas, la ciudad ya existía con el nombre de Caura en tiempos de los vetones, entre los siglos VIII y VII a.C. Los romanos la ocuparon en el siglo I a.C., integrándola en la provincia de Lusitania con el nombre de Caurium, y a finales del siglo la dotaron de murallas. En el siglo V pasó a manos visigodas, pasando a constituir sede episcopal, que se mantuvo hasta el siglo XX, salvo lógicamente en tiempos de la dominación musulmana, desde el 711 hasta el 1142, cuando fue reconquistada por Alfonso VII de León. Su suerte fue similar a la de otras poblaciones de la zona, convirtiéndose en frente de luchas eclesiásticas, de la realeza y nobiliarias, hasta que a finales del siglo XV se incorporó como marquesado a la Casa de Alba. También sufrió el azote de la Guerra de Sucesión con Portugal y la de la Independencia contra los franceses y se vio afectada por el terremoto de Lisboa de 1755.
![]() Aunque no fue exhaustivo (tampoco lo pretendíamos), durante nuestro recorrido pudimos echar un vistazo a casi todos los puntos turísticos más destacados de la ciudad.
![]() Las Murallas romanas del siglo III d.C. rodean el recinto histórico en un trazado irregular con sólidos muros de sillería y torres cuadradas. Fueron reconstruidas tras la reconquista de la ciudad por los cristianos. Hay cuatro puertas que permiten el acceso al recinto intramuros: al norte, la Puerta del Sol o de San Pedro; al este, la Puerta Nueva o del Carmen; al oeste, la Puerta de la Ciudad o de la Guía; y al noroeste, la Puerta de San Francisco o del Rollo.
![]() Accedimos a la ciudad por la Puerta de San Francisco o de la Cava, abierta en el siglo XVI. Presenta una hornacina y cuenta con dos escudos, el del concejo de la ciudad y otro irreconocible.
![]() Nada más traspasar esta puerta, en la Plaza de la Cava, nos encontramos con el Castillo de los Duques de Alba, del siglo XV, en el que destaca su Torre del Homenaje de estilo gótico, junto a la cual hay un pequeño cuerpo amurallado llamado “castillejo”. Es de propiedad privada y su interior no se puede visitar.
![]() Continuando por la calle del Rey, llegamos hasta la Plaza de San Pedro, en la que está el Ayuntamiento Nuevo y la Oficina de Información Turística. Enfrente, la Puerta de San Pedro, más sencilla que la de San Francisco.
![]() ![]() Dejando la Oficina de Turismo a la derecha, seguimos por la calle de las Monjas, llamada así porque aquí se encuentra el Convento de la Madre de Dios (S. XVI-XVII), donde se pueden adquirir ricos dulces elaborados por las monjas y visitar su precioso claustro gótico-renacentista del siglo XVI con pavimento de factura mudéjar. Lamentablemente, ya estaba cerrado y no me cuadraba el horario de visita posterior, así que me quedé con ganas de verlo. Lo enseñan las propias monjas por un precio módico. Al final de la calle, haciendo esquina con la Plaza de España, está el edificio de la Cárcel Real, construido en el siglo XVII en estilo barroco. La antigua prisión se ha convertido en Museo de Historia, Arqueología y Etnografía de la Ciudad y se puede visitar de manera gratuita. Me pareció muy interesante la planta baja, en cuyas antiguas celdas se ha habilitado la exposición de los restos arqueológicos que reflejan los diferentes periodos históricos de Coria. La segunda planta se ha dedicado casi en exclusiva a las Fiestas de San Juan, cuyo origen proviene de antiguas mitologías, que guardan relación sobre todo con la tauromaquia. Como no soy aficionada, esta parte del museo no me atrajo demasiado.
![]() En la Plaza de España pudimos ver también la Iglesia de Santiago Apóstol (gótica y renacentista de los siglos XVI a XVIII) y el Ayuntamiento Viejo (siglo XV), muy remodelado a lo largo del tiempo, pero que conserva parte del pórtico de la entrada con columnas del siglo XVI. En las calles adyacentes se encuentran también la Alhóndiga (del siglo XVI, convertida en Biblioteca Pública) y la Casa de la Carnicería Municipal, de la que solo se conserva su portada abierta con el escudo de la villa y una inscripción en piedra que alude a la fecha de construcción en 1583. Continuando calle abajo, llegamos a la Plaza de la Catedral, en la que a la izquierda se sitúa el antiguo Palacio Episcopal, que se ha rehabilitado como hotel de cuatro estrellas.
Con un pequeño efecto a la foto, incluso los coches aparcados frente al Ayuntamiento quedan mejor
![]() ![]() Sin embargo, el edificio que domina la Plaza es la Catedral de Santa María de la Asunción, que comenzó a erigirse en el siglo XV sobre el lienzo meridional de la antigua muralla romana, al borde del barranco que, por entonces, se asomaba al cauce del río Alagón, en el mismo lugar que ocuparon anteriormente la catedral visigoda, la mezquita musulmana y la primitiva catedral románica. Las obras no se concluyeron hasta el siglo XVIII, con lo cual se produjo una mezcla de estilos gótico y plateresco con añadidos barrocos, con la torre campanario diseñada por Manuel de Lara Churriguera. El templo está labrado en piedra de fina cantería granítica y su planta se eleva a 25 metros de altura.
![]() ![]() Consta de dos portadas, una de estilo gótico tardío con elementos flamígeros y otra plateresca, conocida como la Puerta del Perdón. En su interior, destaca el Retablo Mayor del siglo XVIII, varios sepulcros episcopales y el coro, con sillería mudéjar de nogal (siglos XV y XVI) y verja renacentista. Si está abierta, se puede visitar gratuitamente y hacer fotos.
![]() A ambos lados de la Catedral, hay miradores que se asoman al barranco, desde donde se ve el Puente de Piedra construido en 1518, pero no el río, cuyo cauce se desvió en el siglo XVIII tras una gran crecida.
![]() Siguiendo el consejo que nos dieron en Turismo, dimos un paseo por el exterior de la muralla. Salimos por la Puerta de San Pedro, pasamos por la Puerta del Sol, hasta llegar a una calle amplia que baja al Puente de Piedra, desde donde se tienen unas bonitas vistas de la Catedral.
Interior y exterior de la Puerta del Sol. ![]() La Catedral desde el puente.
![]() Volviendo al casco urbano por una calle muy empinada, que sale desde el puente a la izquierda, pasamos muy cerca del antiguo Palacio de los Duques de Alba, edificio de los siglos XV y XVI, adosado a la muralla y de estilo gótico-renacentista. Aunaba las funciones residenciales con las militares defensivas, por lo que contaba con torres y aspilleras, elegantes salones, patios góticos y hasta un jardín con lo que debió ser un precioso mirador renacentista que conserva sus columnas jónicas. Lo que queda del conjunto se puede contemplar desde el exterior de la muralla y también desde el puente, en una perspectiva que le aporta un punto de melancolía porque entre las ruinas se intuye su antigua grandeza. Una lástima que se encuentre en semejante estado.
![]() El paseo se completa llegando a la Puerta de la Ciudad o de la Guía, que puede cruzarse para regresar al casco viejo o seguir hasta la Puerta de San Francisco, por donde habíamos entrado al principio.
Puerta de la Ciudad o de la Guía.
![]() GALISTEO. También por consejo de la señora que nos atendió en la Oficina de Turismo de Coria, fuimos hasta Galisteo, una pequeña localidad de unos mil habitantes que se encuentra a medio camino entre Coria y Plasencia, en la carretera EX108 que conduce a Portugal. Aunque nunca lo habíamos oído mencionar, Galisteo está declarado Conjunto Histórico Artístico y cuenta con una muralla singular, que merece la pena conocer.
![]() Ya desde la carretera tuvimos una panorámica de la población, asentada en lo alto de un cerro, en la confluencia de los ríos Jerte y Alagón. Se apreciaba perfectamente la espléndida muralla que rodea todo el casco antiguo, por encima de la cual destaca una torre poco convencional, sobre todo por la “caperuza” que la coronaba.
![]() Por los restos de una mansión de la Vía de Plata, de nombre Rusticiana, se conoce que los romanos deambularon por aquí. En cuanto a su etapa musulmana, los hay que afirman que esta población pudo ser la Medina Ghaliayah desde la que Almanzor lanzó varias acometidas contra los cristianos. En cualquier caso, su primera reseña histórica no se produjo hasta 1217, cuando el Alfonso IX de León cedió a la Orden Militar de San Julián de Pereiro el término de Alcántara, al que pertenecía Galisteo. Posteriormente, la localidad pasó por diversas vicisitudes, siendo otorgada por la realeza a diversas familias nobles a lo largo de la Edad Media, hasta que se convirtió en ducado en 1631.
![]() Aparcamos extramuros pues se trata de un pueblo pequeño y, en lo posible, siempre procuramos no meternos con el coche por callejuelas intrincadas en las que con frecuencia resulta difícil circular e incluso puede ser problemático salir. Fue un acierto ya que el casco histórico es muy pequeño y se recorre fácil y rápidamente a pie. Como ya he mencionado, el principal interés turístico de Galisteo, que hoy cuenta con unos mil habitantes, reside en su muralla almohade del siglo XIII, construida con cantos rodados de río y unidos con argamasa, lo que la convierte en un caso singular. La muralla consta de tres puertas: la del Rey, la de la Villa y la de Santa María. Entramos por la Puerta de la Villa y enseguida nos encontramos, de frente, con la Plaza de España y el Ayuntamiento. ![]() ![]() Callejeando, hacia la izquierda, llegamos hasta la Torre de la Picota, que tanto nos llamó la atención desde la carretera. Constituía la torre del homenaje de una fortificación erigida por los cristianos en el siglo XIV sobre el alcázar almohade. Se trata de un edificio rectangular de sillería con terraza, rematada por un chapitel en forma de pirámide octogonal que se levantó con posterioridad. Lamentablemente, sólo pudimos verla a cierta distancia pues la verja de acceso al recinto donde se encuentra estaba cerrada. No se encuentra en las mejores condiciones de conservación y nos pareció que están realizando obras para su rehabilitación. Esperemos que sea verdad.
![]() ![]() El tercer atractivo de Galisteo es la Iglesia parroquial de la Asunción, en especial, el ábside de ladrillo mudéjar, que se conserva del primitivo templo románico del siglo XIII y que supone una muestra típica del llamado estilo románico mudéjar castellanoleonés, bastante característico de la provincia de Salamanca. La nave de la iglesia se reconstruyó y se amplió durante el siglo XVI.
![]() Al lado de la iglesia, está la Puerta de Santa María, la más monumental de las tres existentes, junto a la cual hay unas escaleras que llevan a lo alto de la muralla, cuyo adarve parecía que se podía recorrer, al menos parcialmente, a juzgar por unas barandillas allí instaladas. Los escalones eran altos e irregulares y no me ofrecieron demasiada confianza con el calzado poco apropiado que llevaba, así que preferí no subir por si acaso.
![]() ![]() Cruzamos la puerta y dimos una vuelta, rodeando la muralla por la parte exterior, desde donde contemplamos buenas panorámicas de los valles del Jerte y del Alagón, así como de la Sierra de Ambroz. También pudimos ver sobre el río Jerte el llamado “puente romano”, aunque en realidad es medieval, del siglo XVI.
![]() ![]() En resumen, resulta interesante parar un ratito en Galisteo si se viaja a Plasencia o a Coria, o si se va de camino hacia Portugal por esta carretera. Además, no requiere mucho tiempo.
![]() Etapas 16 a 18, total 25
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