Norte de Cataluña, con algún toque francés y Tarragona. ✏️ Blogs de EspañaRelato de nuestras vacaciones de verano en el norte de Cataluña: Valle de Arán, la Cerdanya, Nuria, Camprodón... Incluye algunos toques franceses y final imprevisto en Tarragona. Iré subiendo etapas conforme vaya teniendo tiempo para redactarlas, pero he pensado que cuanto antes lo empiece, antes lo terminaré. Así que allá va y disculpad si tardo en completarlo.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (9 Votos) Índice del Diario: Norte de Cataluña, con algún toque francés y Tarragona.
01: Itinerario y viaje hasta Vielha.
02: Lugares para visitar en el Valle de Arán (La Val d'Aran).
03: Vielha y Betrén.
04: Subida al Montcorbisón y Hayedo de Carlac. Bausén.
05: Tredós, Salardú, Arties, Artiga de Lin y Els Uehs Deth Joeus.
06: Lagos de Gerver y Saut Deth Pish. Collada de Varradós.
07: Lagos de Colomers y recuerdos de Beret. Se nos acabó el Valle de Arán.
08: Bellver de Cerdanya, Prat del Cadí y Prullans (Lleida). Llegamos a la Cerdaña.
09: Jardines Artigas y Fonts del Llobregat. Dos paseos en la provincia de Barcelona.
10: De Llivia a Puigcerdá, la Cerdaña de Girona con entornos franceses.
11: Nuria (Girona): Valle, Santuario, Tren Cremallera y ruta senderista. Queralbs.
12: Camprodón (Girona).
13: Tarragona: legado romano Patromonio de la Humanidad y pasado medieval.
Total comentarios: 15 Visualizar todos los comentarios
Etapas 4 a 6, total 13
Subida al Montcorbisón y Hayedo de Carlac. Bausén.En esta jornada hicimos dos rutas de senderismo, una de mañana y otra de tarde. Aunque muy diferentes, ambas nos gustaron mucho. Amaneció algo nublado pero con buena temperatura y sin que se anunciara lluvia hasta última hora de la tarde. Y es que, según las previsiones meteorológicas, habría tormentas por la noche y durante la mañana siguiente. Así que teníamos que aprovechar en lo posible nuestra primera jornada completa en el Valle.
Después de desayunar, decidimos hacer una de las rutas senderistas que más nos llamaban la atención. La encontré en internet, ya que no es una de las que se recomiendan normalmente en los folletos turísticos. Es la subida al pico del Montcorbisón, el más alto en las inmediaciones de Vielha con sus 2.176 metros, un maravilloso balcón sobre la población, el valle y todo un rosario de picos circundantes. Había visto fotos tomadas en la cumbre que me impactaron. Las que pongo a continuación son mías, así que tienen sus limitaciones.
SUBIDA AL MONTCORBISÓN (RUTA DE SENDERISMO). Para hacer esta ruta hay ir hasta el lugar conocido como Bassa d’Oles, donde hay un lago, uno de los pocos en la zona adonde se puede llegar en coche. Está muy frecuentado por familias en verano y hay un área de picnic. Creo recordar que se corta el paso si el aparcamiento está lleno, pero no estoy segura. No fue nuestro caso. Madrugamos un poco y como el día se presentaba un algo gris no había demasiada concurrencia, con lo cual no tuvimos ningún problema para dejar el coche. Junto al lago hay una caseta informativa sobre rutas y senderos, siendo el más transitado uno bastante sencillo, que se adentra en el bosque y rodea el estanque. Según leí, tiene unos 8 kilómetros y se completa en tres horas y media. No sé más.
Desde Vielha hasta Bassa d’Oles hay 8,6 kilómetros, que se recorren en poco más de un cuarto de hora tomando la carretera hacia Gausac para ascender después por una virada pista asfaltada de montaña. No tiene pérdida. Está todo muy bien señalizado. Pongo el itinerario según aparece en GoogleMaps.
Al lado de la caseta informativa, vimos el cartel de nuestro sendero, cuyos datos oficiales anuncian 6 kilómetros en total con unas tres horas de caminata de ida y vuelta por el mismo camino. En cuanto a su nivel, con buen tiempo carece de dificultades técnicas reseñables, pero el ascenso es duro porque algunos tramos presentan un desnivel muy pronunciado. El comienzo fue sencillo con algún pequeño repecho, hacia arriba y hacia abajo, según nos internamos en el bosque, hasta que un giro a la derecha y otro a la izquierda nos situó frente al pico que íbamos a afrontar. ¡Madre mía, menuda cuesta...!
El último kilómetro se nos hizo bastante largo por el desnivel, pero una vez arriba las espectaculares panorámicas del valle y las montañas que lo cierran compensaron todo el esfuerzo. Maravillosas las panorámicas de los picos y los valles.
Mis fotos ni mucho menos les hacen justicia. De verdad, resulta impactante. Por eso es necesario que se elija una jornada en que haya buena visibilidad, pues de lo contario no creo que merezca la pena darse la paliza. En nuestro caso, pese a las nubes y la ligerísima neblina, en vivo el paisaje lucía mucho más claro y bonito que en las fotos.
Aunque he leído que existe una variante circular, como no estábamos seguros y no llevábamos track, preferimos no arriesgar, así que retornamos por donde habíamos venido, completando el habitual recorrido lineal. En este caso, se cumplió la lógica y tardamos bastante menos en bajar que en subir, aunque el desnivel tampoco ayudó a que el descenso fuese más cómodo. Al final, tardamos cuatro horas y catorce minutos en completar los 5,47 kilómetros que resultaron en nuestra ruta, pues nos lo tomamos con calma e hicimos múltiples paradas.
El relato completo de esta caminata figura en mi diario de senderismo y la etapa correspondiente la podéis ver pinchando en el siguiente enlace: SUBIDA AL MONCORBISÓN, VIELHA, VALLE DE ARÁN (LLEIDA). UN PANORAMA ESPECTACULAR
De nuevo en el lago de Bassa d’Oles, nos sentamos en sus orillas a tomar nuestros bocadillos. Como habíamos terminado pronto y dado para el día siguiente se preveía lluvia, decidimos hacer otra ruta de senderismo por la tarde, la del bosque de Carlac, aunque antes nos detuvimos en el Parador de Vielha a tomar un café.
BAUSEN Y RUtA SENDERISTA DEL BOSQUE DE CARLAC. Para hacer la ruta del Bosque de Carlac teníamos que dirigirnos a Bausen, el pueblo más septentrional de la provincia de Lleida y de toda Cataluña, ya muy cerca de la frontera francesa. Tardamos una media hora en recorrer los 25 kilómetros que hay desde Vielha, circulando por la N-230 hasta llegar a un cruce a la izquierda, donde se toma una serpenteante pista asfaltada que nos dejó a la entrada del caserío, donde se ha habilitado un aparcamiento para los foráneos, pues únicamente a los residentes se les permite internarse en coche por sus estrechas callejuelas de casas de piedra.
Había bastantes turistas, así que supongo que por la mañana aquello debió estar hasta los topes. Por fortuna, a esa hora ya se habían ido algunos y encontramos hueco para dejar nuestro vehículo.
El aparcamiento se encuentra a los pies de la Iglesia de Sant Peir Ad Vincula, junto a la cual hay una escalera que hay que subir para iniciar la ruta. Está señalizado. Al ser circular, se puede hacer en cualquier sentido, pero nosotros decidimos ir hacia la derecha, que es lo que se aconseja y creo que con razón, tanto si se desea hacer la ruta completa -lo que, por lo que vimos, no era el caso de la mayor parte de los que la iniciaban- como si no. Primero, porque en esta dirección, a una corta distancia del punto inicial, se pueden contemplar unas panorámicas estupendas, con lo cual es posible verlas sin apenas esfuerzo, a pocos metros de internarse en el bosque, y darse la vuelta. Y, segundo, porque el tramo más inclinado del bosque (que lo es y mucho) puede llegar a ser bastante más complicado para bajar que para subir por el peligro de resbalar.
Según el folleto de senderismo que nos habían entregado, los datos son los siguientes:
- Longitud: 5 kilómetros - Duración: 2 horas (sin paradas) - Desnivel: 275 metros - Grado de dificultad: medio Después de subir las escaleras y dejar atrás la Iglesia, empezamos a divisar unas preciosas vistas del Bajo Arán, con el Valle de Torán y el pueblo de Caneján como principal referencia, las dos picudas torres de su iglesia marcando la seña de identidad. No os lo pedais, aunque no queráis hacer la ruta completa. Un poco más adelante, pudimos distinguir otra perspectiva no menos interesante, en la que divisamos también la presa de Sant Joan de Torán y lo que se conoce como Eth Bocard de Cledes, instalaciones donde se trataban los minerales de zinc y plomo extraídos de las minas del valle que funcionaron desde la segunda mitad del siglo XIX hasta principios del XX.
A esta parte se accede por un sendero de piedra que se asoma a unos precipicios de bastante altura. No existen protecciones, así que si se va con niños pequeños habrá que permanecer muy atentos y llevar cuidado. Esta es la zona donde vimos que la mayor parte de los excursionistas se daban la vuelta. Y es que, aunque no se tenga intención de hacer la ruta, resulta muy recomendable llegar hasta aquí para ver las preciosas panorámicas. En lo sucesivo, apenas nos encontramos con siete u ocho personas. Luegos nos internamos en un espeso bosque donde predominan las hayas a través de un sendero sin demasiadas complicaciones pero en constante ascenso hasta llegar al punto más elevado, donde tomamos el camino de vuelta en constante descenso por un monte diferente, más pelado de vegetación pero que también nos regaló unas estupendas panorámicas pese a que la tarde estaba cayendo y las nubes aumentando amenazadoramente. Para quienes estén interesados, el relato completo de esta ruta figura en mi diario de senderismo, a cuya etapa se puede acceder pinchando en el siguiene enlace: BOSQUE DE CARLAC, BAUSÉN: VALLE DE ARÁN (LLEIDA).
Una vez concluida la caminata, nuestros datos resultaron un poco diferentes, pese a que seguimos un track que coincidió casi perfectamente con el de la ruta oficial. Así, hicimos 7,2 kilómetros, que tardamos 3 horas en completar. El nivel lo calificaría como fácil, sin dificultades técnicas que reseñar para senderistas habituales, sobre todo en verano, pero tiene algunos tramos de pendiente pronunciada y una zona, al final, ya de regreso, donde puede costar un poco encontrar el sendero bueno. Si ha llovido, seguramente habrá bastante barro en el bosque.
La parte final de la ruta pasa por el centro de Bausén, un pueblo con una interesante arquitectura popular, que ya a punto de anochecer estaba mucho más tranquilo que cuando llegamos, lo cual se agradecía bastante. Merece la pena visitar Bausén y conocer alguna de sus leyendas, como la historia de amor entre dos de sus habitantes, que tuvo lugar allá por 1920. Dos jóvenes del pueblo se enamoraron y querían casarse, pero eran primos y el cura del pueblo les exigió una fuerte suma para la dispensa. Como no disponían del dinero, decidieron vivir juntos sin vínculo matrimonial. Ella murió a los 33 años y el sacerdote se negó a darle cristiana sepultura, por lo cual los vecinos del pueblo excavaron una fosa fuera del cementerio, la Tumba de Teresa, en la que nunca faltan flores frescas. Después de una jornada tan intensa, volvimos a Vielha para cenar con la incertidumbre de lo que podríamos hacer al día siguiente ante las lluvias que se anunciaban. De momento, las nubes ya estaban al acecho...
Etapas 4 a 6, total 13
Tredós, Salardú, Arties, Artiga de Lin y Els Uehs Deth Joeus.Este fue un día improvisado por el mal tiempo, aunque al final no estuvo nada mal, pues estuvimos en Tredós, Salardú, Arties (comimos en el Parador de Turismo) y terminamos con la sencilla pero preciosa ruta pie para ver Artiga de Lin y Els Uehs Deth Joeus. Haciendo buenas las previsiones meteorológicas, estuvo lloviendo a cántaros toda la noche. Así que para ir a desayunar tuvimos que pertrecharnos con botas, pantalón largo, chubasquero y paraguas. Tocaba armarse de paciencia y aprovechar la mañana de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que los horarios de las iglesias tampoco ayudan mucho a combinar sus visitas. Al final, el itinerario de la jornada quedó de la siguiente manera, si bien no lo preparamos previamente y fue surgiendo sobre la marcha.
Como yo quería ir sí o sí a ver el interior de la iglesia de Salardú, decidimos hacer tiempo acercándonos antes a Tredós, donde habíamos estado alojados durante nuestro anterior viaje al Valle de Arán.
En el mismo sitio, durante nuestra anterior visita. Más adornado ahora. A la derecha, la capilla románica de la Virgen del Rosario.
TREDÓS. Tredós se encuentra a 11 kilómetros de Vielha, unos quince minutos en el coche por la C-28, una vez superados Arties y Salardú. Con poco más de cien habitantes, está a 1.348 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Aparcamos junto al Hotel Orri, nuestro alojamiento de antaño. Nos fijamos en que el restaurante seguía funcionando, pero el hotel estaba cerrado. Hoy mismo he leído que ha abierto de nuevo para la temporada de inverno, de lo cual me alegro sinceramente, pues nos dejó muy buen recuerdo.
Estaba chispeando, pero la lluvia amenazaba con volverse más intensa, así que nos bajamos del coche con el único propósito de dar un paseo hasta donde pudiéramos. Por lo demás, el pueblo continuaba casi igual que antaño, aunque nos dimos cuenta que han arreglado y embellecido la zona en torno al río Aiguamog, instalando barandillas, miradores, plantas y flores.
Ha quedado muy bonito, en especial la subida hasta la Ermita de San Esteve, que data del siglo XI y destaca por su campanario mezcla de torre y espadaña. No pudimos entrar porque no era hora de visita, pero el paseo hasta la puerta es corto y resultó muy agradable.
De las tres iglesias románicas con que cuenta Tredos, la más destacada es la Santa María de Cap d’Arán, construida entre los siglos XI y XIII, de planta basilical con tres naves, tiene dos campanarios, uno en torre exenta y otro de espadaña. Las pinturas murales que había en su interior se exponen actualmente en el Museo The Cloisters de Nueva York. Ya nos vale...
La tercera iglesia románica es la pequeña capilla de la Virgen del Rosario de Tredós, rectangular y sin ábside, cuenta con campanario y está situada junto al puente sobre el río. Se ve en las dos fotos del comienzo. Tredós es un pueblo muy cuidado, con detalles bastante bonitos. El único pero que le veo son las torres de alta tensión que afean algo el panorama.
No pudimos prolongar demasiado el paseo, ni siquiera llegar hasta la Iglesia de Santa María, porque empezó a llover a cántaros y tuvimos que refugiarnos en el coche.
Vistas desde Tredós hacia Salardú.
SALARDÚ. Nos dirigimos hacia Salardú, apenas a un par de kilómetros de Tredós. Por fortuna, dejó de llover tras unos minutos, con lo cual pudimos dar una vuelta, encarando sus calles en cuesta, ¡y qué cuestas! Con algo más de 600 habitantes, es la capital del municipio del Alto Arán.
Aparte de su ubicación, su mayor atractivo reside en su iglesia románica de San Andrés de Salardú, del siglo XIII. Según mis informaciones, se podía visitar a partir de las doce y media, así que fuimos para allá
Había bastante gente concentrada en el exterior y el interior estaba casi abarrotado. Pregunté a una chica que parecía ser la guía y me comentó que ya no quedaban plazas para la visita guiada, pero que, una vez finalizada dicha visita, dejarían las puertas abiertas para que el resto de la gente pudiera visitar el interior. ¡Pues menos mal!
Entre tanto, seguí paseando y llegué hasta el río Unhòla, desde donde sale una pequeña ruta de senderismo que lleva en poco más de media hora hasta el pueblo de Unha, donde se encuentra la Iglesia románica de Santa Eulalia, que me apetecía mucho visitar. Al final, entre unas cosas y otras, no conseguí cuadrarlo, con lo que el paseo y la visita han quedado para otra ocasión.
Unha desde Salardú. Volví a la Iglesia de San Andrés y estuve sacando algunas fotos del exterior, muy bonito, aunque resultaba complicado captarlo entero y, además, había mucha gente alrededor. Se trata de un templo románico de transición, construido entre los siglos XII y XIII. La portada lateral tiene cinco arquivoltas que descansan sobre columnas y capiteles.
El campanario es octogonal y se añadió en el siglo XV, cuenta con arpilleras que le confieren un aspecto defensivo. La cabecera cuenta con tres ábsides semicirculares y un campanario de espadaña.
Pocos minutos después, pudimos entrar en el interior, de planta basilical, rectangular y con tres naves. Aunque había mucha gente, pude admirar las pinturas al fresco del siglo XV, recientemente restauradas, de las que saqué algunas fotos.
Junto al Altar Mayor, en un habitáculo de cristal, se custodia su mayor tesoro, la fantástica talla románica del siglo XII, conocida como el Cristo de Salardú.
Al salir de la iglesia, intentamos en vano encontrar sitio para comer. En Salardú no abunda la oferta hostelera y lo poco que había estaba a tope. En un restaurante nos ofrecieron una mesa en un comedor interior abarrotado de gente, pero teniendo en cuenta la situación actual, no nos convenció. Entonces nos acordamos del Parador de Arties, a pocos minutos en coche, y allá que fuimos.
ARTIES. No conseguí contactar por teléfono con el Parador, así que nos presentamos directamente antes de que se hiciera demasiado tarde y pudiera llenarse. No hay que olvidar que estábamos en la primera quincena de agosto y con turistas por todos lados. Por fortuna, nos dieron mesa enseguida. El comedor estaba concurrido, pero la distancia con otros clientes nos pareció adecuada. Comimos bien, y aunque a estas alturas no me acuerdo de todo lo que tomamos, uno de los platos fue la tradicional olla aranesa, muy rica, aunque menos contundente que en otros restaurantes donde la probamos. Por lo demás, en la línea habitual de calidad y precio de Paradores.
El Parador se encuentra a la entrada de Arties, con vistas al río Garona y se denomina “Don Gaspar de Portolá” en honor a quien fue hijo ilustre de lugar, capital de Dragones, explorador de la Alta California en el siglo XVIII, fundador de la misión de San Diego y primer gobernador de la Ciudad de San Francisco. Está ubicado en la que fuera mansión medieval de la familia Portolá, de la que solo se conservan la torre fortificada del siglo XVI y la capilla contigua, en la que figura su fecha de construcción, en 1678.
Después de almorzar, estuvimos dando un paseo por el pueblo, que nos gustó bastante, ya que, aunque hay mucha oferta de restaurantes, terrazas y demás, no nos produjo agobio ni nos ofreció la imagen de un lugar masificado por el turismo y, además, conserva bastante bien su patrimonio y su arquitectura tradicional en un hermoso marco de bosques y prados, donde confluyen los ríos Garona y Valarties.
Desde tiempos remotos estos lugares eran conocidos por sus explotaciones de yacimientos de plomo y canteras de mármol blanco y también por los beneficios de sus aguas termales, de los que ya disfrutaban los romanos. El casco antiguo se extiende en torno a su plaza mayor, en cuyas proximidades contemplamos casas de piedra, típicas aranesas, y otras, junto al puente, con fachadas pintadas de colores que le proporcionan un aire diferente y atractivo a la vez.
Además de la citada Casa Portolá (Cò Portolá), otra que destaca es la casa Paulet (Cò de Paulet), del siglo XVI, que cuenta con ventanales góticos con relieves esculpidos, en uno de los cuales aparece una figura reclinada que rodea con las manos sus órganos sexuales. Se supone que puede ser una forma para protegerse de brujas y demonios o una representación del pecado de la lujuria. Ahora me doy cuenta de que no lo capté con la cámara. ¡Vaya fallo!
En el centro localizamos también una de las dos iglesias románicas de Arties, la de Santa María, construida entre los siglos XII y XIII. Antiguamente se hallaba aneja al castillo de Engresanaigües, del que hoy solo se conservan un trozo de la muralla y varias torres recuperadas en excavaciones arqueológicas.
Su arquitectura presenta planta basilical con tres naves coronadas por ábsides, dos portadas y un campanario con cubierta poligonal, que ya anunciaba el gótico. La portada principal cuenta con siete arquivoltas en degradación decoradas con elementos geométricos. Muy fotogénica.
El Altar Mayor contiene un retablo dedicado a la Virgen María considerado como obra maestra de la pintura gótica. Además, el interior está decorado con pinturas murales bien conservadas tras su restauración. Con lo que me gustan las pinturas, me dio mucha rabia no poder entrar, pero no nos coincidía el horario de visita de ninguna manera, ya que ni nos apetecía estar dos horas esperando en la puerta, ni nos cuadró luego, durante las jornadas siguientes. Una pena los escasos márgenes de tiempo dispuestos para ver estas iglesias estando, además, en plena temporada veraniega y con tanto turista.
En cualquier caso, merece la pena darse una vuelta por allí, ya que la iglesia junto con la torre cilíndrica del castillo templario forman un conjunto con mucho encanto, incluyendo el pequeño cementerio que se encuentra a espaldas de la iglesia.
Fuera del centro, junto a la carretera, está la Iglesia de San Joan, del siglo XIII, reformada posteriormente según los gustos góticos, lo que explica su portada ojival. Actualmente alberga una sección del Museo Etnológico de Arán.
Llegó un momento en que no sabíamos qué hacer a continuación, pues esperar dos horas a que abriera la iglesia sin hacer otra cosa nos parecía inasumible. Seguía muy nublado, pero había dejado de llover, así que se nos ocurrió acercarnos hasta Artiga de Lin, otro de los parajes emblemáticos del Valle de Arán. Aunque lo conocíamos de la otra vez, guardábamos un estupendo recuerdo y la caminata resulta muy sencilla, lo que no era mala noticia estando el tiempo tan inestable. Además, se trataba de ir entonces o dejarlo pasar. Y nos decantamos por el sí.
ARTIGA DE LIN Y CASCADA ELS UEHS DETH JOEUS. Estos dos fantásticos lugares se conocen de una sola tacada mediante un pequeño recorrido circular a pie de menos de 3 kilómetros en total, lo que supone una hora de duración, o una hora y cuarto si incluimos el pequeño desvío que conduce a la cascada de Pomero. Presenta un grado de dificultad bajo, con un desnivel de apenas 90 metros y es apto para casi todo el mundo; el tramo final (o el inicial, a gusto de cada cual) transcurre por una pista asfaltada. Mirando hacia atrás en el tiempo, por esta antigua foto está claro que las nubes bajas nos persiguen en este sitio.
La ruta comienza en el aparcamiento de Els Uehs Deth Joeus (cada vez que tengo que escribirlo me entran sudores), que se encuentra a unos 18 kilómetros de Vielha, desde donde se va por la N-230 hacia Francia, hasta que, a la altura de Es Bordes, se toma una pista asfaltada que sale a la izquierda. Está señalizado, por lo que prestando atención no tiene pérdida.
Itinerario desde Vielha en Google Maps.
Sin embargo, desde mediados de julio hasta mediados de septiembre, entre las 10:00 y las 17:00 hay restricciones para acceder al aparcamiento, por lo cual, si fuera el caso, habrá que dejar el coche en un parking anterior, mucho más grande, que está justo antes de la ermita de la Mare de Déu y junto al centro de Interpretación de la Artiga de Lin. Desde allí hay que continuar a pie (unos 3 kilómetros) o tomando el tren turístico, que cuesta 2 euros (niños y mascotas, 1 euro). Cuando llegamos, la barrera estaba todavía bajada y algunos coches ya hacián cola para subir sin restricciones a partir de las cinco. Este lugar se pone a tope y más en agosto, así que conviene madrugar o ir por la tarde para evitar en lo posible las aglomeraciones. Además, tuvimos suerte porque el mal tiempo debió desanimar a unos cuantos y, aunque había bastante gente, la ruta no parecía ni mucho menos un correcalles. Actualización 2023: ¡ojo! Regresamos en agosto de 2023 y ya no se permitía el paso con vehículos a ninguna hora, así que había que tomar el trenecito o seguir caminando desde el aparcamiento. Además, el tren, entonces, terminaba a las cinco de la tarde, con lo cual no podíamos tomarlo para la vuelta, ya que era justamente el último. Así que subimos en ese último tren y bajamos andando, es decir, lo contrario de lo que voy a contar a continuación. Así tuvimos la oportunidad de conocer la parte que va desde la cascada principal hasta el aparcamiento, que cuenta también con un par de zonas y miradores muy bonitos. Lo contaré todo en una etapa propia de senderismo.
Cartel de la ruta y sus alrededores.
Desde el aparcamiento de Els Oeus (hay todavía otro más arriba si no se quiere hacer la ruta circular), se tarda apenas un par de minutos en alcanzar el mirador de la fabulosa cascada que forma la surgencia de unas aguas que vienen directamente del glaciar del Aneto y que, en el Forau de Aiguallut (Benasque) se precipitan hacia una sima kárstica, donde desaparecen como por arte de magia y discurren de modo subterráneo para resurgir algunos kilómetros más adelante en el Valle de Arán, en este sitio, dando lugar al nacimiento del río Joeu. Y para estar en agosto, el caudal no estaba nada mal.
Un fenómeno geológico apasionante con un bello resultado. La caída de agua es realmente fantástica. Por cierto que el año pasado estuvimos haciendo la ruta del Forau de Aiguallut y nos encantó igualmente. Os la recomiendo.
Esta es la cascada en el Forau de Aiguallut, cuyas aguas aparecen en Els Oeus.
He comparado las fotos actuales con las que hicimos hace un montón de años y la cascada sigue igual, lo que siempre constituye una buena noticia para la naturaleza. Bueno, y también para nosotros que podemos seguir contemplándola pese a que nuestros aspecto sea un poquito... diferente
Atravesamos un puente metálico y comenzamos a subir por una senda con escalones de piedra o madera, dejando a nuestra derecha la cascada, cuya fuerza y belleza podíamos apreciar entre los árboles. ¡Qué bonita!
Ganamos altura rápidamente y ya por un sendero llano, sencillo y definido nos adentramos en el fantástico paraje de la Artiga de Lin, un inmenso prado verde donde pastan las vacas. Lo cierran altos picos que conforman un circo maravillo en cuyo fondo corre el agua.
Aunque las nubes bajas impedían ver el fondo del circo y tapaban algunos picos, lo cierto es que el lugar lucía realmente espectacular. Fuimos hasta el segundo puente y luego volvimos por la orilla opuesta.
Cuando llegamos a la pista asfaltada por la que se regresa, vimos el indicador del desvío a la cascada de Pomero, que añade un cuarto de hora más al recorrido y un pelín de dificultad, sobre todo si se quiere remontar la cascada por el lateral.
Hay un mirador natural desde el que se contempla bastante bien. Aun así, avanzamos un poco, pero el terreno estaba muy mojado por la lluvia caída la noche anterior y resultaba algo peligroso, así que nos conformamos con lo visto, que era mucho y muy bonito.
Desde allí, volvimos al aparcamiento, si bien todavía divisamos Els Oeus desde otro mirador. Así dimos por concluida la excursión.
Ya de regreso en Vielha, compramos viandas para los bocatas del día siguiente. Las lluvias se alejaban y los pronósticos confirmaban que el sol y el buen tiempo volvían para quedarse durante varios días. A la hora de la cena fuimos a una taberna donde tomamos sidra y unos pinchos.
Etapas 4 a 6, total 13
Lagos de Gerver y Saut Deth Pish. Collada de Varradós.Como nuestra intención de hacer la ruta senderista de los Lagos de Colomers salió rana, tuvimos que improvisar y fuimos a los Lagos de Gerver y al Saut deth Pish.
UN IMPREVISTO Y MONUMENTAL ATASCO MATUTINO.
Las previsiones meteorológicas acertaron de lleno y amaneció un día espléndido. Nos levantamos relativamente temprano (o eso creíamos), tardamos poco en desayunar y antes de que dieran las nueve ya estábamos en el coche para dirigirnos al punto de inicio de la ruta senderista de la jornada: los siete lagos de Colomers, una de las caminatas emblemáticas en el Valle de Arán. La habíamos hecho la vez anterior y nos gustó tanto que queríamos repetirla. Así que fuimos por la consabida carretera C-28 hasta las inmediaciones de Salardú para tomar la pista asfaltada que lleva al aparcamiento de Baños de Tredós, donde tendríamos que dejar nuestro vehículo y coger un taxi que nos llevase hasta un sitio llamado la Montanheta y desde allí continuar a pie, cumpliendo el recorrido habitual. Hasta entonces todo parecía desarrollarse estupendamente bien, pero… El valle del Aiguamoc desde el puerto de la Bonaigua. Se puede ver la pista asfaltada que conduce a Baños de Tredós.
Un par de kilómetros después del desvío, nos topamos con una enorme fila de coches parados en la calzada y en sentido contrario pasaban también bastantes, algo extraño a esa hora. Aquello pintaba mal. A seis kilómetros de nuestro destino, apenas nos habíamos movido cincuenta metros en veinte minutos y seguramente el avance se debía a algún coche que se había dado la vuelta. A todo esto, detrás de nosotros la cola empezaba a ser inmensa igualmente. En fin, nos hallábamos inmersos en un bonito embotellamiento de tráfico en pleno Valle de Arán, que dejaba en minucias los de la Gran Vía madrileña. Al parecer, después de un día lluvioso, la vista del sol había obrado un efecto llamada en los veraneantes, animándoles a emprender una de las rutas más deseadas. Nos empezamos a impacientar y varios salimos de los coches, preguntando qué pasaba. Uno de los conductores que retrocedían nos explicó que los aparcamientos se habían cerrado porque estaban llenos, lo cual implicaba que debíamos tomar una decisión ya. No podíamos perder media jornada metidos en un atasco, así que, aunque eso nos iba a suponer cierto descalabro en cuanto a los planes futuros, pusimos en marcha un plan b, que suponía un intercambio de rutas: haríamos la ruta de los Lagos de Gerber, la caminata que teníamos prevista para el día siguiente, y los lagos de Colomers quedaban para nuestra última jornada en el Valle de Arán.
De camino hacia los Lagos de Gerber, teníamos que subir el Puerto de la Bonaigua, que ofrece unas panorámicas muy hermosas.
Aun así, tardamos un buen rato en volver a la C-28 por el tremendo lío que se originó en la estrecha pista asfaltada entre los coches que llegaban y los que pretendíamos salir, lo que obligaba a menudo a hacer maniobras a unos y otros. Un caos, realmente. Así que la moraleja de todo esto es que para hacer esta ruta conviene madrugar y bastante si se va en un día en que se prevea mucha afluencia de gente.
LOS LAGOS DE GERBER. Ya en la C-28, giramos a la derecha, en dirección al Puerto de la Bonaigua, que tendríamos que pasar para llegar al inicio de la ruta de los Lagos de Gerber, que se encuentra en el aparcamiento de Gerber-Peulla, también conocido como Clot Gran. Desde Vielha son 26 kilómetros, media hora en coche, por la C-28. Acompaño itinerario en Google Maps.
Enfilando el Puerto de la Bonaigua, a la derecha, las vistas de los valles son impresionantes, de hecho las recordábamos bien por las fotografías de nuestro viaje anterior. Viniendo desde Vielha, los mejores panoramas se obtienen parando en las zonas habilitadas en el arcén de la carretera, con precaución y si hay sitio, claro está.
Foto de arriba, el Valle de la Ruda. Foto de abajo, vistas de Salardú y Tredós de camino a Baqueira Beret (esta de nuestro anterior viaje, obviamente).
Al llegar al aparcamiento localizamos varios paneles informativos con las diversas rutas de senderismo que parten desde allí. Necesitábamos aprovechar bien el tiempo, ya que era nuestro último día completo en el Valle de Arán, así que optamos por hacer una caminata corta y sencilla, con 6,6 kilómetros en total (ida y vuelta por el mismo camino) y unas tres horas de duración, pasando por tres lagos. El desnivel es de 290 metros (cota mínima 1900 metros y máxima 2.220) y el grado de dificultad se considera bajo siempre que haga buen tiempo, sin lluvia ni nieve.
Salida del Valle de Arán por el Puerto de la Bonaigua. Al principio se afronta un sendero muy pedregoso en ascenso, con fantásticas vistas en torno al Puerto de la Bonaigua y al Valle de Gerber, situado en la zona periférica (extremo nordeste) del Parque Nacional de Aguas Tuertas y Lago de San Mauricio (Aigüestortes i Estany de Sant Maurici). Cuenta con varias crestas y cimas por encima de los 2.500 metros, hasta la máxima altura que alcanzan los Picos de Bassiero, con 2.903.
El primer lago por el que pasamos fue la Estanyola de Gerber, donde se quedaron buena parte de los excursionistas menos aventureros. Por cierto que está prohibido bañarse en los lagos. En fin, los perros no saben de restricciones y buenos chapuzone que se daban
Seguimos adelante hasta la Estanyera del Mig, un lago alargado que ofrece unas panorámicas bellísimas, como las que saldrían en un documental de lujo. Precioso.
Por último, tras remontar un sendero paralelo al río Gerber, llegamos al Estany de Gerber, de origen glaciar, el de mayor tamaño del Valle. Una maravilla, también. Allí paramos a comer. Con gusto hubiésemos continuado otro trecho más, pero preferimos esperar a otra ocasión en que podamos contar con más tiempo y así hacer una ruta circular que regresa por el valle de la Ruda hasta el Puerto de la Bonaigua.
Al final, recorrimos 8,13 kilómetros y empleamos 4 horas y media, incluyendo múltiples paradas para hacer fotos y tomar el bocadillo en el Lago de Gerber. En resumen, una ruta preciosa, con unos paisajes insuperables, por lo tanto muy agradecida, teniendo en cuenta su corta longitud y su baja dificultad, ya que es asequible para cualquier senderista habituado a caminar por la montaña, si bien hay que tener en cuenta que tampoco se trata de un paseo para hacer en zapatillas.
Quien esté interesado puede leer el relato completo de esta ruta en una etapa de mi diario de senderismo, cuyo enlace es el siguiente: LAGOS DE GERBER DESDE EL APARCAMIENTO DEL CLOT GRAN. (LLEIDA) CIMA DEL PUERTO DE LA BONAIGUA. A la vuelta, estuvimos un rato descansando en las praderas del aparcamiento y, luego, volvimos hasta el Puerto de la Bonaigua, en cuya cima nos detuvimos un rato en el aparcamiento para hacer unas fotos, aunque las panorámicas no resultan tan espectaculares como cabría esperar después de lo visto más abajo, en el arcén de la carretera. Pero, bueno, tampoco están mal.
La foto de arriba es actual, la de abajo es del anterior viaje. Salvo las nubes, el resto poco ha cambiado. SAUT DETH PISH. Durante la comida estuvimos pensando qué hacer por la tarde, pues el atasco nos había chafado las previsiones. ¿Iglesias? ¿Alguna otra caminata? ¿Pueblos? Lo de las iglesias era complicado: nos quedaba regresar desde la Bonaigua y los horarios de visita se nos escapaban. ¡Dichosos horarios, qué pesadilla! Pueblos… ¿cuál? Al final, habíamos decidido ir al Saut deth Pish, lo que desde nuestra ubicación en la Bonaigua suponía una distancia de 40 kilómetros y una hora de coche. Desde Vielha, hay 17 kilómetros, que se hacen en una media hora.
Itinerario desde Viella hasta el Saut deth Pish en Google Maps.
Fuimos por la C-28 hasta Viella y allí tomamos la N-230 en dirección a Francia, hasta un desvío, a la derecha, en El Pont d’Arros, donde comienza la pista asfaltada que asciende hasta el Saut. Prestando atención no hay problema, ya que está bien indicado. De los diez kilómetros que hay a continuación la gente cuenta de todo, incluso hay quien lo considera un trayecto muy peligroso. En fin, todo depende de la pericia de cada cual al volante, aunque es cierto que se trata de una pista estrecha, con muchas curvas y que va a una altura muy considerable, abierta en ciertos puntos a precipicios inmensos sin protecciones.
Con buen tiempo y llevando cuidado no tiene por qué haber problemas mayores, así que tampoco hay que exagerar. Eso sí, ya de regreso, en un punto concreto el conductor del coche que llevábamos delante tuvo que bajarse a ayudar a otro que no se veía capaz de poner la marcha atrás de su vehículo para que pudiéramos pasar los demas. En su defensa debo explicar que su coche estaba del lado del barranco . Por eso, quien tenga algo de inseguridad al volante será mejor que evite las horas de máxima afluencia para encontrarse con el menor número de coches posible. Cuando fuimos nosotros, ya pasadas las seis de la tarde, nos cruzamos con muy pocos vehículos que bajaban y a la vuelta, los que subían eran todavía menos. En las zonas más expuestas de la carretera, las vistas eran alucinantes, si bien el sol daba de frente y no pude sacar fotos en condiciones que lo demuestren. Además, llevábamos un par de coches detrás y detenernos en un arcén inexistente no era una opción.
Dejamos el coche en el aparcamiento de Plan des Artiguetes y fuimos caminando hacia las cascadas siguiendo las indicaciones. El paisaje era muy bonito, todo verde, con los bosques de Siesso y una maraña de picos imponentes de fondo.
Cruzamos el río Varradós y, en pocos minutos, ya vimos de lejos las caídas de agua del Sauth, aunque primero nos acercamos hasta el lago Varradós.
Después fuimos hacia la zona del Saut deth Pish, considerado el salto de agua más importante y emblemático del Valle de Arán. A una altitud de 1.612 metros sobre el nivel del mar, consta de dos cascadas, la superior y más espectacular, de entre 15 y 20 de altura, y la inferior, de unos cinco metros.
Las aguas provienen en su mayor parte del lago Long de Liat, situado unos kilómetros más al norte, y llegan a través de un curso cárstico que acaba saliendo a la superficie en la fuente de Era Pila, en el barranco de Siesso. Las cascadas se pueden observar bastante cómodamente desde unos miradores habilitados con escaleras y cable de acero, a los que se accede por un sendero muy fácil, incluso pavimentado al final, si bien conviene llevar calzado adecuado. Si se desea llegar hasta al pie de las mismas para contemplarlas con una perspectiva diferente, hay que aventurarse un poquito más por un sendero que baja al río y que se acerca a través de la hojarasca. Hay que ir con precaución para evitar resbalones, si bien no tiene demasiado peligro y de hecho había bastante gente con niños, metidos incluso en el agua. Ignoro si está permitido. Me acerqué lo más que pude, saqué unas fotos y me di la vuelta.
En resumen, el sitio es muy bonito y merece la pena. Supongo que en primavera la caída de agua lucirá espectacular, pero en verano tampoco desentona ni mucho menos. Y así acabó la excursión, si bien antes de pasar a otra cosa, me voy a permitir la licencia de añadir otras fotos “vintage”. Comparandolas, encontré las cascadas tal cual estaban entonces, quizás ahora con un poquito menos de agua. Lo que no recuerdo es si ya habían instalado los miradores actuales. Por cierto que en nuestro anterior viaje hicimos una ruta más amplia por la zona, recorriendo las praderas de la Collada del Varradós, donde pastaban (supongo que lo sigen haciendo) libremente los caballos. Unos lugares agrestes y solitarios, a los que se accedía por pistas sin asfaltar, donde incluso nos rodearon las ovejas, y que esta vez no hemos visitado por falta de tiempo.
Más tarde, decidimos variar el fin de jornada y, en vez de cenar en Vielha, fuimos hasta Arties, donde habíamos visto varias tascas prometedoras y mucho ambiente la tarde anterior. Lo malo fue que en el centro había fiestas y la concurrencia nos pareció “excesiva” para tiempos de pandemia. Así que fuimos hasta la zona más cercana a la carretera, mucho más tranquila, donde nos acomodamos en la terraza del restaurante La Sal Gorda, que nos gustó bastante y donde nos atendieron muy bien. Era nuestra última noche en el Valle de Arán. Etapas 4 a 6, total 13
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (9 Votos)
Últimos comentarios al diario Norte de Cataluña, con algún toque francés y Tarragona.
Total comentarios: 15 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados De viaje por España
Pueblos, ciudades y naturaleza. En coche y rutas de senderismo. Destinos y recorridos clásicos y lugares no tan conocidos. Lo iré ampliando e incorporando...
⭐ Puntos 4.79 (99 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 1690
Senderismo por España. Mis rutas favoritas: emblemáticas, paseos y caminatas
Recopilación de algunas de las rutas de...
⭐ Puntos 4.94 (16 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 1266
Recorriendo Andalucía.
Recopilación de todas las etapas de Andalucía que estaban en mi diario De viaje por España junto con las nuevas que iré incluyendo, aunque el general...
⭐ Puntos 5.00 (6 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 908
Comunidad de Madrid: pueblos, rutas y lugares, incluyendo senderismo
Recorrido por lugares bonitos de la Comunidad de Madrid...
⭐ Puntos 5.00 (5 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 724
Paseando por España-1991/2024
En este diario me voy a centrar más en todo lo relacionado con la naturaleza. rutas, embalses, lagos, parques nacionales, jardines, etc...
⭐ Puntos 5.00 (6 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 705
Galería de Fotos
|