3 DÍAS EN PARÍS ✏️ Blogs de Francia

PARIS (01/04/10-04/04/10)
Semana Santa

DÍA 1, jueves 1 de abril de 2010

Este viaje a París fue un poco “de repente”. París es uno de esos destinos que siempre tienes en mente visitar, un sitio al que en algún momento irás. Pues ese momento llegó pocos días antes de Semana Santa al ver que podíamos hacer una escapadita “apañada” de precio.

El vuelo lo cogimos con “Vueling” desde Santiago de Compostela, y dejamos le coche allí, en “Aparcamientos Lavacolla”.

El avión despegaba el jueves a las 17.35 horas y tuvo una media hora de retraso. Eso no nos importó, lo que realmente nos molestó fue que, a pesar de llevar una maleta que cumplía los requisitos de medidas y peso de equipaje de mano, al llegar al avión, al igual que a muchos otros viajeros, la bajaron a la bodega. Parece ser que cuando los vuelos están llenos y van con retraso, para agilizar el despegue bajan las maletas. Esto supuso que a la llegada al aeropuerto Charles de Gaulle tuviésemos que esperar bastante tiempo a que descargasen el equipaje en la cinta.

El traslado desde el aeropuerto a la ciudad lo hicimos en autobús (Roissy bus), nos dejó en Opéra y desde allí cogimos le metro hasta el barrio de Montmartre, donde se encontraba nuestro hotel.

Lo que al principio nos llamó la atención durante el recorrido en autobús, fue que apenas había gente por la calle y sobre todo, que en la mayoría de las ventanas de las viviendas o no había cortinas o estaban abiertas.

Llegamos a la parada de metro “Place de Clichy”, prácticamente pegada al hotel. El hotel era el “Ibis Paris Montmartre”.

Realizamos el check in y fuimos a dejar las maletas a la habitación para después bajar a cenar algo.

Ya en los pasillos se apreciaba que el hotel no era nuevo. Al llegar a la habitación, aunque estaba decorada exactamente igual que cualquier otra de cualquier hotel de la cadena Ibis, se notaba claramente que era un hotel que no estaba muy bien conservado (puertas, ventanas…) y al que podrían “lavarle la cara” pintando las paredes, cambiando la cortina de ducha por una mampara… Eso sí, como en el resto de los Ibis en los que hemos estado, la cama era bastante grande.

Dejamos las maletas y bajamos a cenar y a dar una vuelta por la zona.

Lo primero hicimos fue ir a ver el “Moulin Rouge”, que nos quedaba a unos 5 minutos del hotel. Habíamos intentado reservar para ir a ver el espectáculo alguno de los días que estuvimos en París, pero cuando nos venía bien estaba completo.

Está encastrado entre los edificios de la calle y llaman mucho la atención sus aspas rojas.

El Moulin Rouge es un famosísimo cabaret tradicional parisino construido en el año 1889 por el catalán Josep Oller. Es famoso por su gran imitación de un molino rojo en la azotea del edificio y es un símbolo emblemático de la noche parisina, el edificio posee una rica historia que aún continúa.
Desde hace más de cien años, el Moulin Rouge es un lugar de visita obligada para muchos turistas y fue el tema central de inspiración de muchas de las pinturas post-impresionistas del pintor Toulouse-Lautrec.


Había bastante ambiente por la zona y mucha iluminación. Destacaban los carteles luminosos de la multitud de sex-shops que hay por allí.

Después del paseíllo entramos a cenar en una cafetería muy cerca del hotel (Luz de Luna, o algo similar). Ahí fue donde probamos los crépes salados (más oscuros que los dulces), y tengo que reconocer que estaba bastante normalito.

Al terminar, a eso de las 12 de la noche, nos fuimos al hotel, al día siguiente teníamos que madrugar.

DÍA 2, viernes 2 de abril de 2010

Cuando sonó el despertador nos hubiésemos quedado de buena gana un rato más en la cama, pero había que prepararse para “patear” París. Teníamos entradas para visitar la Torre Eiffel a las 10 de la mañana.

Al abrir las cortinas me encontré con dos desagradables sorpresas. Bueno, realmente la primera no nos pilló por sorpresa, habíamos estado mirando el parte meteorológico desde hacía varios días y sabíamos que iba a hacer frío y a llover. La segunda, puso el primer toque de humor del viaje. Recordé que mimarido me había preguntado por el famoso Cementerio de Montmartre, así que mientas él estaba en la ducha y yo abriendo las cortinas, le indiqué que finalmente sí podría ver el cementerio.

Los cementerios habían sido prohibidos en París desde la clausura del Cimetière des Innocents ('Cementerio de los Inocentes') en 1786, pues presentaban peligros sanitarios. Varios cementerios nuevos sustituyeron a todos los parisinos, fuera de los recintos de la capital, a principios del siglo XIX: Montmartre en el norte, el Cimetière du Père Lachaise en el este, Cimetière de Passy en el oeste y el Cimetière du Montparnasse en el sur.

El cementerio de Montmartre se construyó debajo del nivel de las calles, en el agujero de una vieja mina. El cementerio personifica el París artístico, quijotesco, apacible, casi caprichoso que todo visitante romántico secretamente anhela.

Bajamos a desayunar. Era un desayuno bufet abundante en variedad y cantidad y aproveché para probar los crépes dulces (del mismo color que los de España). Supongo que no era el mejor sitio para probarlos, pero no estaban mal. Para no irme de Francia sin comer el típico “croissant”, también aproveché y comí uno en el hotel. Honestamente, la pinta no era muy buena, pero me llevé una grata sorpresa; a pesar de su aspecto industrial, estaba realmente bueno (no quiero imaginar cómo puede saber uno de una pastelería de verdad!!).

Tras desayunar y recoger las cosas en la habitación, decidimos que para lo poco que llovía no merecía la pena estar cargando con el paraguas (craso error que pagaríamos más tarde).

Cogimos el metro en Plaza de Clichy y como el día anterior ya habíamos comprado un bono de 10 billetes, no tuvimos que esperar la gran cola que había par asacar el ticket.

Nos bajamos en École Militaire un poco desorientados, pero al caminar un poco ya vimos parte de la Torre Eiffel y nos dirigimos hacia allí.

La Escuela Militar de Francia es un conjunto de edificaciones en las que se imparten estudios militares, que cierra por el sureste el Campo de Marte. Construida durante el reinado de Luis XV, fue diseñada por el arquitecto Jacques-Ange Gabriel.

Hacía un poco de frío, pero con los guantes y la bufanda se estaba bien.

Llegamos al Campo de Marte, un gran jardín público, y ya se veía perfectamente la torre.


A medida que nos íbamos acercando a este monumento tan representativo de París, nos íbamos encontrando con cada vez más vendedores ambulantes de souvenirs.

Todo el mundo sabe que es una torre inmensa, pero hasta que no estás justo ahí, a sus pies, no te das realmente cuenta de la magnitud de esa obra arquitectónica.


Casi igualándola en tamaño, estaban las colas para acceder a su interior. Serían las 9.45, así que habíamos llegado bien de tiempo. Suerte que compramos los billetes por Internet y no hay que ir a las colas de las taquillas. Vimos un acceso vacío para los que ya tenían ticket ¡bien! Ah! ¿Qué no es aquí? Vaya, tenemos que esperar la cola para los que ya han comprado el billete.

Estuvimos esperando unos 45 minutos y el frío ya se notaba. Seguía lloviendo, pero al estar justo debajo de la torre casi no nos mojábamos. Estaba lleno de turistas y muchos eran españoles.


La Torre Eiffel, inicialmente nombrada torre de 330 metros, es una estructura de hierro diseñada por el ingeniero francés Gustave Eiffel y sus colaboradores para la Exposición Universal de 1889 en París.
Situada en el extremo del Campo de Marte a la orilla del río Sena, con una altura de 300 metros, prolongada más tarde con una antena a 325 metros, la Torre Eiffel fue el edificio más elevado del mundo durante más de 40 años, hasta que la superó el edificio Chrysler, de Nueva York, en 1930.
Fue construida en dos años, dos meses y cinco días en controversia con los artistas de la época, que la veían como un monstruo de hierro. Inicialmente utilizada para experimentos científicos, hoy sirve, además de atractivo turístico, como emisora de programas radiofónicos y televisivos.
Por fin es nuestro turno, hacen una pequeña revisión de bolsos y mochilas y podemos pasar.
Compramos la entrada para subir en ascensor, así que tuvimos que esperar a que bajasen los que estaban arriba para poder subir. Accedimos directamente a la segunda planta. Mientas subes ves toda la estructura de hierros y tornillos, y una vez arriba las vistas son increíbles, y el viento y el frío son mortales, mejor no quitarse la capucha que nos quedamos sin orejas.


Esperamos una pequeña cola para subir a la cima -Sommet- Para llegar hasta aquí hay que comprar otro billete, no te sirve la entrada normal, y sólo se puede ir en ascensor. El momento de la subida hasta la cima sí impresiona, no es recomendable si tienes vértigo.

La verdad es que París visto desde ahí arriba es espectacular, tienes una visión de 360º de la ciudad. El punto que más destaca es la Torre Montparnasse. La Tour de Montparnasse se construyó sobre el emplazamiento de la antigua estación Montparnasse y fue inaugurada en 1973. Ha un resturante el piso 56º y las barandillas de la terraza se pueden desmontar en 120 segundos para transformarla en una plataforma de aterrizaje de helicópteros. Las oficinas ocupan 52 pisos y el panorama que se puede ver desde el piso 56 y desde la terraza (ambos abiertos al público) hacen de ella una gran atracción turística.


Ya llevábamos un ratito arriba y no podíamos con el frío y el viento helado, así que decidimos bajar. Otra cola para el ascensor.
Nuestro siguiente destino: El Arco de Triunfo.
A pesar de las colas no íbamos mal de tiempo, y como el día no había hecho más que empezar, decidimos ir andando por Trocadero, desde donde hay unas perfectas vistas de la torre.
La Plaza del Trocadero, o jardines del Trocadero, a la vera del río Sena y al otro lado de la Torre Eiffel, ocupa una superficie de 93.930 m² y fue creado para la Exposición Universal de 1937 en el lugar en el que antiguamente estaban ubicados los jardines del Palacio del Trocadero, un palacio de estilo morisco, construido para la Exposición Universal de París de 1878.
Fuimos callejeando por la Avenida Kleber hasta nuestro destino.


Llegamos hasta esa inmensa rotonda donde se unen 12 avenidas y que acoge el Arco de Triunfo.
El Arco de Triunfo de París es uno de los arcos de triunfo más famosos del mundo. Está ubicado en la plaza Charles de Gaulle, en el extremo oeste de la avenida Champs-Élysées. Antiguamente, el nombre de la plaza era Place de l'Étoile.
Napoleón Bonaparte decidió construir este arco después de su victoria en la Batalla de Austerlitz (1805), tras prometer a sus hombres: «Volveréis a casa bajo arcos triunfales». Fue diseñado por Jean Chalgrin, inspirado en la arquitectura romana, y alcanza una altura de 49 metros y 45 de ancho.


Una de las avenidas que llega hasta aquí es la famosa Avenida de los Campos Elíseos, principal avenida de París. Mide 1880 metros de longitud, y va desde el Arco del Triunfo hasta la Plaza de la Concordia. Es considerada a nivel mundial como la avenida más hermosa, famosa y elegante del mundo, es también la zona de compras más exclusiva y cara del mundo.


Aquí encontramos numeroso concesionarios de coches que no sólo se dedican a la venta, sino también a exposición, así que entramos en algunos.

Seguimos caminando y cada vez llovía más (empezamos a acordarnos de la feliz idea de dejar el paraguas en el hotel).

Llegamos al Puente de Alejandro III, desde donde vimos el Palacio de los Inválidos. El Puente Alejandro III es un exuberante puente que cruza el río Sena y une la explanada de Los Inválidos con el complejo monumental formado por dicho puente, el Gran Palais y el Petit Palais, y es el puente más largo de París. La primera piedra de su construcción fue puesta en 1896 por el zar Nicolás II de Rusia y fue inaugurado en 1900. El puente fue declarado monumento histórico en 1975.

El Palacio Nacional de los Inválidos es un imponente complejo arquitectónico francés del siglo XVII. Nacido originariamente como residencia real para soldados y militares franceses retirados, lisiados o ancianos, hoy alberga diversas instalaciones museísticas y religiosas, así como diferentes servicios y dependencias para antiguos combatientes.


No llegamos a cruzar para ver el palacio porque era muy desagradable pasear bajo tanta lluvia y además el hambre comenzaba a acechar.
Mientras buscábamos un sitio para comer atravesamos el Grand y Petit Palais.
El Grand Palais des Beaux-Arts, también llamado Grand Palais des Champs-Elysées y popularmente conocido como Grand Palais, es un edificio singular situado en los Campos Elíseos, conformando un entorno monumental conjuntamente con el Petit Palais y el Puente Alejandro III.
El Museo del Petit-Palais ocupa el edificio llamado Petit Palais y el Museo de Bellas Artes de la Villa de París.
Ambos palacios se construyeron para la Exposición Universal celebrada en 1900

Para llegar a la zona de Opéra pasamos también por la iglesia de la Magdalena.
La iglesia de la Madeleine es un templo católico de estilo neoclásico situado a algunos metros de la Plaza de la Concordia, en una zona muy comercial de alto nivel. La iglesia de la Madeleine llama la atención por su arquitectura en forma de templo clásico romano.

Después de mucho caminar y acabar completamente empapados, encontramos un restaurante de la cadena “Hipoppotamus” y entramos allí a comer. Aunque se trata de una cadena de comida rápida, la calidad de los productos no era mala y tampoco fue demasiado caro.
Al salir de allí seguía lloviendo, y recordamos que de camino habíamos pasado por un “Decathlon”, así que decidimos ir hacia allí para comprarme un chubasquero.
Volvimos a pasar por la Opéra. La Ópera Garnier, también conocida como Palacio Garnier u Ópera de París, es uno de los edificios más característicos del XIX Distrito de París y del paisaje urbano de la capital francesa. Napoleón III ordenó su construcción al arquitecto Charles Garnier, quien lo diseñó en estilo Neobarroco.
Desde su inauguración en 1875, la ópera fue llamada oficialmente Academia Nacional de Música -Teatro de la Ópera. Conservó su título hasta 1978 cuando fue renombrada Teatro Nacional de la Ópera de París. En 1989 la Compañía de la Ópera trasladó su sede al recién construido Teatro de la Bastilla y su vieja sede recibió el nombre de Palacio Garnier, donde permanece la Academia Nacional de Música.

Después nos encaminamos hacia Place Vendôme, donde vimos el Hotel Ritz.
La plaza Vendôme es típica del urbanismo clásico francés. En su centro, se encuentra la columna Vendôme. Ésta es una de las plazas de París mundialmente famosas.
La columna Vendôme fue erigida por orden de Napoleón Bonaparte, para celebrar su victoria en la batalla de Austerlitz.


Desde allí nos dirigimos a las Galerías Lafayette. Mi marido era un poco reacio a ir porque no entendía por qué teníamos que pararnos en un “Corte Inglés” a lo grande.
Las Galeries Lafayette Haussmann son unos grandes almacenes de París situados en el boulevard Haussmann. Actualmente recibe más de 20 millones de visitantes al año, es decir, unos 55.000 diarios. Se trata de la mayor superficie comercial del mundo occidental y del principal gran almacén europeo por cifra de negocios.


Al entrar mi marido descubrió que la visita había merecido la pena, sobre todo cuando subimos a la azotea para contemplar las vistas.

Aunque la visita a la zona del Louvre la teníamos programada para el día siguiente, como íbamos bien de tiempo decidimos acercarnos a esa zona.
Nos encontramos con el Arco de Carroussel, un arco de triunfo que Napoleón Bonaparte hizo construir en conmemoración de sus victorias militares. El arco fue construido entre 1806 y 1808 según el modelo del arco de Constantino en Roma.


Fuimos por Tullerías hasta la plaza de la Concordia.
El Jardín de las Tullerías es un parque público en el centro de París que antes formaba parte del hoy desaparecido Palacio de las Tullerías. Está ubicado entre el Museo del Louvre (del que le separa el Arco de Triunfo del Carrusel) y la Plaza de la Concordia. Por su costado sur, discurre el río Sena.


Hicimos un alto en el camino para descansar un poco porque empezábamos a estar agotados.

El descanso duró poco porque aún quedaba mucho camino hasta llegar al puerto desde donde zarpaba el barco que habíamos contratado para cenar.
Llegamos a la Plaza de la Concordia.
La plaza de la Concordia está situada al comienzo de la Avenida de los Campos Elíseos. Se trata de la segunda más grande de Francia después de la plaza de Quinconces, en Burdeos.
La plaza se convirtió en el sangriento escenario de la Revolución Francesa con la instalación de la famosa guillotina.
Con el fin del Terror, el gobierno decide rebautizar la Plaza de la Revolución como «Plaza de la Concordia»
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El obelisco de Luxor es un obelisco proveniente del templo de Luxor en Egipto y que está actualmente situado en el centro de la plaza de la Concordia

Desde allí tuvimos que acelerar el paso porque sin darnos cuenta se nos había echado el tiempo encima.
Volvimos a pasar por delante de la Torre Eiffel y las colas seguían en el mismo sitio donde las habíamos dejado esa mañana.
La verdad es que en el plano la distancia parecía bastante menor, aún así conseguimos llegar justo a tiempo, sofocados, agotados y empapados.
Habíamos reservado un crucerito por Sena para cenar esa noche y disfrutar de “París la nuit”. La pena fue que la mesa asignada no estaba en la ventana; de todas formas fue un paseo muy agradable. La comida no era muy buena, pero mereció la pena. Ah! Y vimos la Estatua de la Libertad.
La Estatua de la Libertad de Nueva York, fue un regalo de los franceses a los estadounidenses en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y como un signo de amistad entre las dos naciones.
Entre las principales réplicas francesas del monumento, encontramos la de la île des Cygnes en París, con una altura de 11,50 m, que se erige en el extremo situado río abajo de la isla.


El crucero duró dos horas, y llegamos puntuales al embarcadero a las 10.30.
La iluminación de París de noche es preciosa, y la Torre Eiffel con esas luces gana muchísimo.


Cada hora por la noche hay un juego de luces, tipo árbol de navidad, que dura unos minutos.
Fuimos caminando hacia la parada de metro para regresar al hotel, ya que al día siguiente teníamos que visitar el resto de París. Por lo menos ya no llovía.


DÍA 3, sábado 3 de abril de 2010

Después de desayunar (más o menos como el día anterior), esta vez con paraguas, cogimos el metro hacia Ille de la Cité, tocaba visitar Notre Dame y el Barrio Latino.
La cola para entrar en la catedral era larga pero rápida, así que en un ratito entramos, sin más incidencia que un intento de un listo para colarse.
La Catedral de Notre-Dame de París es una de las catedrales francesas más antiguas de estilo gótico, se empezó a construir en el 1163 y se terminó en 1245, y está dedicada a María, Madre de Jesucristo (de ahí el nombre Notre-Dame, Nuestra Señora).


Lo peor llegó después, cuando salimos para dirigirnos a la entrada de una de las torres. Aquélla cola sí era inmensa, y el número de gente que entraba en cada tanda era reducido, por lo que tardamos casi dos horas en entrar. Mi espalda no podía más, seguía lloviendo y desde arriba nos vigilaban las famosas gárgolas.



Hay bastantes escaleras, pero se sube bien. Como suele pasar en estos casos, a medida que ascendíamos las escaleras se hacían más estrechas y cerradas.

La torre sur contiene la famosa campana Emmanuel. Puede visitarse, pasando por la galería de las quimeras. Este es otro buen lugar para ver una perspectiva aérea de París. Seguía haciendo mucho frío.





Al bajar cruzamos el puente para dirigirnos al Barrio Latino y visitar la Librería Shakespeare and Company.
La librería Shakespere and Company es una librería independiente que sirve al mismo tiempo como librería y biblioteca especializada en literatura anglosajona. El primer piso es también refugio para los viajeros, conocidos como "tumbleweeds", albergados a cambio de algunas horas de trabajo en la librería cada día.



Es un lugar curioseo que merece la pena ver. Cuando fuimos nosotros había una turista (inglesa, creo) tocando un antiguo piano en una de la salas de descanso.

Cominos por la zona en “Le Tango du Chat”, un menú del día que estaba bien de precio y acompañado de una magnífica “garrafe d´eau” para beber, o sea, agua del grifo de toda la vida, que las bebidas en Francia están muy caras.
Paseamos hasta el Ayuntamiento, que alberga las instituciones del gobierno municipal de París y se ubica frente a la Plaza del Ayuntamiento. Acoge el ayuntamiento de París desde 1357; actualmente se utiliza para múltiples funciones: aloja la administración de la ciudad, allí tiene su despacho el alcalde de París (desde 1977), y también se utiliza para brindar grandes recepciones.

Vimos por fuera la Sainte Chappele y la Concergerie, volvimos a cruzar el puente y bordeando el Sena llegamos hasta el Pont Neuf.


El Pont Neuf además de ser el más antiguo, es también el puente más largo de la ciudad (232 metros). Su nombre se debe a que fue el primer puente de piedra que se construyó en París (los anteriores eran de madera).

Llegamos al Louvre, esta vez por la parte de atrás.
El Museo del Louvre es el gran museo nacional de Francia consagrado al arte anterior al impresionismo, tanto bellas artes como arqueología y artes decorativas. Es considerado el museo más importante del mundo, por la riqueza de sus colecciones y por la influencia que ha ejercido en los restantes museos del planeta.
El edificio que alberga el museo desde su fundación es el viejo castillo del Louvre, luego reconvertido en palacio real. Su origen se remonta al siglo XII, y fue embellecido con ampliaciones renacentistas y otras más tardías.


Decidimos entrar, y después de pasar los controles de seguridad, ya una vez dentro, en la cola para comprar las entradas, una chica nos ofreció sus dos tickets. Ella ya se iba y los billetes sirven para todo el día; así que muy agradecidos entramos gratis en uno de los museos más importantes del mundo.
Entre lo grande que es y lo cansados que estábamos, vimos sólo una mínima parte; pero no nos olvidamos de la obra estrella, la Gioconda.



Al salir del museo decidimos ir en metro hasta Montmartre, pasear un poco e irnos pronto al hotel.
Nos bajamos en la estación de “Abesses” y como consejo, es mejor esperar el ascensor para salir al exterior que subir las interminables escaleras. Fue peor que las de Notre Dame!
Caminamos hasta el Sacré Coeur subiendo por un montón de cuestas y escaleras ¡ya no podíamos más! Y aún encima perdí un guante, con el frío que hacía…

La Basílica del Sagrado Corazón es un famoso edificio de París situado en lo alto de la colina Montmartre.
Se trata de una basílica cuya construcción fue decidida por la Asamblea Nacional en 1873, como un edificio religioso a perpetuidad en homenaje a la memoria de los numerosos ciudadanos franceses que habían perdido la vida durante la guerra franco-prusiana y para expiar los pecados cometidos por la Comuna de París.

Dimos una pequeña vuelta por Montmartre y bajamos hacia el Boulevard de Clichy, lleno de Sex-Shops y tiendas eróticas. Pasamos por delante del Moulin Rouge y de día casi pasa desapercibido.
Ya eran las 8, así que fuimos a cenar a una pizzería próxima al hotel y nos fuimos a descansar.

DÍA 4, domingo 4 de abril de 2010


Éste era nuestro último día en Parías y después de desayunar, hacer el check out y dejar el equipaje en la consigna del hotel, fuimos a pasear con más calma por Montmartre.
Montmartre es una colina de 130 metros de altura principalmente conocida por la cúpula blanca de la Basílica del Sacré Coeur, ubicada en su cumbre. El barrio fue cuna de los impresionistas, de la bohemia parisina del siglo XIX e importante teatro de batallas durante la Guerra Franco-Prusiana y la Comuna.
Pasamos por la casa donde vivió Vang Gogh con su hermano y por el Moulin de la Galette, un molino de viento ubicado en el corazón de Montmartre. Con el paso de los años y de la revolucionaria historia francesa el Moulin de la Galette sufrió importantes cambios: lo que en un principio fue para moler el trigo y hacer la vendimia, ha terminado sirviendo de cabaret.



También vimos el edificio que alberga el museo de Montmartre.
El museo de Montmartre se ubica en la casa donde vivó el pintor Maurice Utrillo, un estudio del segundo piso. La mansión principal en el jardín trasero es el hotel más antiguo del barrio.

Llegamos a la Place du Tertre, donde te encuentras con numerosos pintores y caricaturistas y es uno de los lugares más visitados por los turistas.

Hicimos un alto en el camino para tomar un café y un crépe dulce (más o menos como los del hotel). También compramos alguna lámina para colgar en casa.
Todavía nos quedaban unas horas hasta tener que ir al aeropuerto, así que volvimos en metro al Barrio Latino y nos adentramos en los Jardines de Luxemburgo.
Los Jardines del Luxemburgo es un parque público parisino de 22,45 ha, es el jardín del Senado francés, cuya sede se encuentra en el Palacio de Luxemburgo.
El palacio y los jardines fueron construidos por el arquitecto Salomon de Brosse para María de Médici de 1615 a 1627.
Los jardines incluyen una gran zona de juegos cercada, muy popular entre los más pequeños y sus padres.
Antes de comer visitamos también el Panteón con sus criptas.
El Panteón de es un monumento en el corazón del Barrio Latino. Es uno de los primeros monumentos neoclásicos de Francia. Inicialmente estaba previsto que fuera una iglesia dedicada a la patrona de la ciudad, Santa Genoveva. El Panteón alberga los féretros de 65 personalidades de la historia de Francia.
Comimos en un “Quick”, un local de la cadena de hamburgueserías que encontramos en la zona y nos dirigimos en metro al hotel para recoger nuestras maletas.
Esta vez fuimos al aeropuerto en tren, un poco más rápido que el autobús.
El vuelo de vuelta sí tuvo un considerable retraso y no llegamos a Santiago hasta casi las 12 de la noche, y al día siguiente yo tenía que trabajar. Por lo menos esta vez pudimos subir el equipaje al avión.
Fue un viaje corto pero intenso. A ver si en la próxima ocasión podemos entrar en el Moulin Rouge y visitamos Versalles.

Bueno, me hubiese gustado acompañar el diario con fotitos, d hecho las había preparado, pero no soy capaz de subirlas...

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