![]() ![]() LA RIOJA EN VENDIMIA, PARA TODOS LOS GUSTOS ✏️ Blogs de España
Escapada de 4 días a La Rioja en Septiembre de 2012, pasando por Valladolid y Medina del Campo. Un viaje con todo tipo de actividades: turismo gastronómico, cultural, enológico, senderismo,…Autor: Marimerpa Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (30 Votos) Índice del Diario: LA RIOJA EN VENDIMIA, PARA TODOS LOS GUSTOS
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Etapas 1 a 3, total 4
Salimos temprano de Badajoz en coche, para poder llegar a Medina del Campo antes de comer. Aunque dormiríamos en Valladolid, queríamos parar a ver el Castillo de la Mota.
Pocos kilómetros antes de llegar, pasamos por Nava del Rey, y nos paramos a ver su iglesia, que nos llamó la atención. Una vez en Medina del Campo, nos dirigimos a la Plaza de la Hispanidad, donde hay varios edificios interesantes, como la Colegiata de San Antolín y el Real Palacio Testamentario, donde murió Isabel la Católica. Ese día había una carrera ciclista, por lo que la plaza estaba abarrotada. Comimos en el restaurante Continental, en la misma plaza, un menú especial por 15 euros. Nos gustó mucho la comida, de primero sopa castellana y revuelto de setas, respectivamente, y de segundo chuletón de ternera y merluza al horno, todo ello acompañado de una botella de vino. De postre tarta de queso, dulce de leche, y cafés. Con la barriga llena, nos dimos un paseo hasta el Castillo. La entrada es gratuita, pero la visita guiada cuesta 4 euros. Nosotros la hicimos por libre, la visita guiada era a las horas en punto y no nos venía bien. Nos llamó la atención que el castillo entero estaba hecho de ladrillo, ya que cuando se piensa en este tipo de edificaciones le viene a uno a la cabeza la piedra. Se puede visitar el patio, la capilla y una sala de exposiciones. Pusimos rumbo a Valladolid, donde nos alojamos en el Hotel NH Ciudad de Valladolid. Está bastante bien, a unos 10 minutos andando del centro, y con mucho aparcamiento en la calle. Junto al hotel, hay un par de cafeterías para desayunar, por si no contratas el desayuno en el hotel. Salimos a dar un paseo por la ciudad. Resultó muy agradable, el centro de Valladolid es bonito, y con mucho ambiente, había cantidad de gente por la calle. Me llevé una agradable sorpresa: había oído que era una ciudad fea, pero no me lo pareció, será que no llevaba expectativa ninguna, pero me resultó muy agradable. Por supuesto no es tan monumental como Salamanca o Segovia, pero merece una visita. A la hora de la cena no teníamos mucha hambre, después de todo lo que habíamos comido a mediodía. Vimos junto a la Catedral un restaurante japonés, y decidimos entrar y pedir un poco de sushi, ya que es una comida de fácil digestión. Había como 20 mesas, y solo 3 o 4 ocupadas. Entramos, pero nos paran y nos preguntan si teníamos reserva. Volvimos a mirar dentro y, efectivamente, estaba casi vacío: ¿reserva? ![]() ![]() Etapas 1 a 3, total 4
Salimos desde Valladolid rumbo a Santo Domingo de la Calzada, para ver la catedral, con el plan de pasar un rato en Ezcaray a la hora de comer, antes de ver los monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla. Pero los planes están para romperlos.
Llegamos a las 11:30 a Santo Domingo, y nos encontramos con que la catedral cerraba a las 12:15, por ser festivo y celebrar misa. Compramos la entrada para una visita guiada, con la que podías acceder también a la torre de la catedral, por 5 euros. Teniendo en cuenta que la entrada normal a la catedral costaba 3,50 y la de la torre 1 euro, nos pareció que merecía la pena. En la visita solo íbamos 4 personas y duró unos 45 minutos, hasta que cerraron la catedral a las 12:45 para la misa. Nos contaron la historia de la catedral, los detalles más importantes y el milagro del ahorcado, cuando “cantó la gallina después de asada”. Incluso tienen un gallo y una gallina viva dentro de la catedral para rememorar esta leyenda. El gallo es el suvenir del pueblo! De todos los tamaños, modelos, colores y nacionalidades. Vimos hasta gallos típicos de Portugal ![]() Subimos a la torre, muy bonita. Me llamó la atención que la torre de la catedral estuviera al lado de la misma, no integrada en la propia catedral, como suele suceder. Como todavía nos faltaban por ver las defensas de la catedral, decidimos dar una vuelta por el centro del pueblo y comer allí, en lugar de en Ezcaray. Entramos a comer en el Bar Hidalgo, que anunciaba menú a 12 euros, como en la mayoría de los restaurantes, pero entonces vimos la barra llena de pinchos, con una pinta espectacular, y no pudimos resistirnos, así que al final acabamos comiendo de pinchos. Particularmente buena la tortilla de patatas, de 4 o 5 dedos de grosor, deliciosa. Tenía pimientos y un puntito picante. Nos contó el dueño del bar que la hacía su madre, de 80 años. A eso de las 2, acabada la misa, llegó un mogollón de gente, y todos los pinchos que había en la barra se acabaron en menos de 15 minutos. Menos mal que nosotros ya nos habíamos puesto a gusto. Después de comer subimos a las defensas de la catedral. Me pareció curioso, nunca habíamos visto una catedral con este sistema defensivo, pero es que, al parecer, la Catedral de Santo Domingo de la Calzada tenía una función militar además de religiosa. Desde arriba hay unas vistas muy buenas de la torre. Finalmente la visita a Santo Domingo de la Cazada se demoró más de lo previsto y descartamos visitar Ezcaray, ya que a las 16:30 teníamos cita para ver el Monasterio de Suso. Tendremos que dejar esta localidad, que tiene fama de ser preciosa, para otra ocasión que paremos por La Rioja. Fue montarnos en el coche y comenzar a llover. Ya decían las previsiones que el otoño iba a llegar estos días y, aunque la lluvia no era mucha, hacía mucho viento, y el tiempo estaba algo desapacible. Compramos la entrada para ver el monasterio de Suso (el de arriba). Cuesta 3 euros y se compra en el Monasterio de Yuso, en la planta baja. Es necesario reservar, pues solo lo pueden visitar 200 personas al día. Los coches no pueden subir, así que te llevan en un autobús hasta arriba. El monasterio es muy pequeño, pero impresiona saber que es muy antiguo, del siglo VI, y por el lugar donde está ubicado, arriba en la montaña, tiene algo especial. Dentro no dejan hacer fotos, y lo que se puede ver son tres cuevas, una de ellas donde enterraron a San Millán de la Cogolla, otra con huesos de otros frailes, y otra, más profunda que las demás. Hay diferentes estilos, ya que se amplió en el siglo XI, por lo que pueden verse arcos de herradura y de medio punto. Llaman la atención los dibujos que los peregrinos han ido haciendo en las paredes del patio a lo largo de los años (o eso nos dijeron). A continuación visitamos el Monasterio de Yuso (el de abajo). La entrada cuesta 5 euros, la visita es guiada y dura una hora. Aquí no es necesario reservar. A este monasterio se le conoce como la “cuna del castellano”, pues aquí donde se guardan las primeras palabras escritas en este idioma (escritas en Suso), lo que se conoce como las glosas emilianenses. La iglesia del monasterio es muy bonita, así como la sacristía, ambas con una vistosa decoración. Los libros de canto gregorianos de los frailes llaman mucho la atención, sobre todo por su tamaño. Actualmente viven 11 frailes en el monasterio. Allí se conservan los restos de San Millán de la Cogolla. A pesar de que en el monasterio de Yuso hay muchas más cosas para visitar, no tiene el encanto especial que tiene el de Suso, su antigüedad, estar dentro de una roca y el paisaje lo hacen un sitio especial. Cuando terminamos la visita a Yuso nos fuimos a Logroño, donde pasaríamos las siguientes tres noches. Nos alojamos en el Hotel NH Logroño. La pega de este hotel es que está alejado del centro, a 20 minutos andando. Por lo demás, esta zona te facilita poder aparcar en la calle (en el centro de la ciudad es imposible), aunque no abunda el aparcamiento. Hay una parada de autobús urbano muy cerca, con muy buena frecuencia, que te deja en 5 minutos en el centro, y en Logroño el autobús urbano es barato (72 céntimos). Descansamos un rato y salimos a cenar. Por supuesto, nos fuimos a la famosa calle Laurel. ![]() Pensamos que no habría mucho ambiente, ya que el día antes se habían acabado las fiestas de San Mateo, pero nos equivocamos, estaba llenísima de gente. No me quiero imaginar lo que será un sábado, o en fiestas. Yo tenía muchas ganas de probar los “champis” del Soriano, ya que me encantan los champiñones, pero estaba cerrado ![]() * El Agus: En travesía de la Laurel. Pinchito de carne que te lo ponen en un pan con una salsa verde. Buenísimo, en este bar solo hacen pinchitos y Agus. * Cojonudo: En El Muro, en el centro de la Laurel. Pan con picadillo de chorizo y huevo frito de codorniz. No me hizo mucha gracia, no sé si en otros sitios lo prepararán mejor. Aquí era recalentado en microondas… * Pincho de sepia en El Abuelo. Pues eso, un pincho de sepia con salsa de aceite y perejil. Buenísimo, la sepia estaba en su punto. * Las Quejas: En la calle Albornoz. Son unas chapatitas con jamón, queso y setas. Muy bueno. * Los Rotos, en la taberna del mismo nombre. Pan de pita con un revuelto de huevo y patatas y otro ingrediente a elección. Pedimos en de setas en la calle San Juan. Ese día no tuvimos éxito, ya que se olvidaron de sacarlo y luego nos lo recalentaron. Así que no nos gustó mucho, tuvimos que probarlo al día siguiente para cogerle la gracia. ![]() Etapas 1 a 3, total 4
De las muchas rutas senderistas que existen en la Rioja, nos decantamos por la Ruta del Cañón del Río Leza.
![]() Parte de la localidad de Soto en Cameros, un pueblo pequeño a 30 kilómetros de Logroño, muy bonito, en la sierra. Dos kilómetros antes de llegar al pueblo, conviene pararse en el “Mirador del Cañón del Leza”, que ofrece unas vistas estupendas sobre las formaciones del relieve que ha causado la erosión del agua del Río Leza a los largo de los siglos. La ruta circular tiene una longitud de 9,5 km y sale de la parte alta de Soto en Cameros, junto a la ermita. La primera parte es bastante fácil, pues apenas tiene pendiente. Además, hay dos yacimientos de icnitas (huellas de dinosaurios): uno a los 20 minutos de comenzar, más pequeño, posiblemente de dinosaurios bípedos, y otro una media hora más tarde, con más huellas y más grandes, posiblemente cuadrúpedos. Desde este segundo yacimiento las vistas del cañón son alucinantes: ![]() Siguiendo la ruta te encuentras con un desvío para ver la “Sima del Chorrón”. Nosotros somos muy curiosos y allá que nos fuimos, pero por si a alguno se le ocurre, no lo recomiendo. El tramo hasta la sima es muy difícil, hay que bajar mucho, sin un camino definido, y la sima no deja de ser un gran pozo. Muy profundo, eso sí, que tirábamos una piedra y ni la oíamos caer. Y luego todo lo que bajamos había que subirlo por el mismo sitio… El desvío nos llevó una hora. Volvimos a la ruta principal y seguimos el camino. A partir de aquí, el sendero ya no está tan cuidado y hay que ir apartando vegetación. Se ve que lo han arreglado últimamente hasta los yacimientos de ignitas, pero no más adelante. Poco a poco vamos dejando atrás el cañón y cambiamos de ladera de la sierra. La vegetación todo este camino es muy variada: robles, enebros, arces,… También vimos buitres leonados sobrevolando la zona, y otros animales más “comunes” como vacas y caballos. La segunda mitad de la ruta es más difícil, pues tiene una ascensión de unos 200 metros en 2 kilómetros, y luego hay que bajar todo el desnivel acumulado en poco menos de 3 kilómetros, por lo que el descenso es un poco duro. En definitiva, una ruta recomendable, no demasiado dura, si no haces el descenso a la sima. Las señales, en general, están bastante claras, aunque en algunos puntos tuvimos que explorar para ver por donde era. En total tardamos 5 horas y media, aunque en los folletos pone que se hace en 4, supongo que no tienen en cuenta el desvío. Cansados, volvimos a Logroño para descansar un poco, que por la tarde teníamos intención de ver la ciudad. Pudimos entrar en la Catedral de Santa María la Redonda, la fachada es muy bonita, y el interior también, aunque no me gustó que la tenían totalmente a oscuras, y había que echar dinero para que se iluminaran las distintas partes: 1 euro para el retablo, otro euro para la sillería del coro, otro para un cuadro de Miguel Ángel… La Iglesia de San Bartolomé es pequeña, pero tiene una fachada gótica espectacular, y por detrás una torre de estilo mudéjar, que a mi me parece que no pega mucho, pero bueno, ahí está. Las iglesias de Santa María de Palacio y la de Santiago las vimos por fuera, y por dentro de refilón, ya que estaban en misa. Continuamos hasta la sede del Parlamento de La Rioja, donde dimos por finalizado el paseo y nos sentamos en una terraza que hay justo enfrente a tomar algo y descansar. Y luego a la calle Laurel, a por los pinchos correspondientes. Por fin pude probar el “Champi”, del Soriano, ¡qué cantidad de champiñones sirven allí! ![]() ![]() ![]() Seguimos en el Agus, que nos había gustado. Y volvimos a probar suerte con los rotos, pero en la taberna de la calle San Agustín. Esta vez nos lo sirvieron como Dios manda, y sí que estaban buenos, sí! Pedimos uno de bacalao y otro de morcilla, no sé decir cuál me gustó más. Ya estábamos casi llenos, pero… ¿y si pedimos un último champi para practicar? Ya casi le tenía cogido el truco! ![]() Etapas 1 a 3, total 4
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