El barco llega con antelación al puerto, así que a las 9:50 estamos desembarcando. Hemos tenido la precaución de adelantar en 5 minutos (suficiente) a los de las excursiones pullmantur, y no hemos tenido problemas con el control de pasaportes que ha sido sencillo y rápido, a pesar de que en el barco nos comentaban que eran muy exhaustivos y lentos y que había que armarse de paciencia. Eso sí, mejor si se lleva a mano la hoja de excursiones (o visado si no la has contratado), el pasaporte y la tarjeta del barco.

Ya nos está esperando Ana, de la agencia de Dinara, y el grupito de 14 se reúne rápido. Pagamos en el bus (con tarjeta) y nos vamos al Hermitage de 10 a 13 horas. Es impresionante el continente y el contenido. Lo malo es el calor (no hay más aclimatación que las ventanas abiertas) y todos los que somos allí dentro. Ana es muy buena con sus explicaciones y sabe muchos trucos para evitar a los grupos enormes.
El bus nos espera en la calle y nos dirigimos ahora al palacio de Peterhof o de las fuentes. En ruta nos dan un picnic para ir ganando tiempo.
Ana nos ilustra con una charla sobre la historia de SPB que es realmente interesante, pero ¡desgraciadamente el sopor de después de comer y el runrún del minibús son implacables! Sorry Ana, pero la mitad hemos entrado en modo stand-by.

Menos mal que cuando llegamos corre una brisita reconfortante y nos vamos despejando un poco. El resto lo hace las vistas que tenemos delante: Son fabulosas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La visita dura poco más de una hora y es muy recomendable. Hay unas cuantas sorpresas muy agradables en el parque. En un momento dado vemos que vuelan monedas por el aire: Nos encontramos con un montón de gente lanzándolas al alto para intentar colarlas en la caña de la bota de la estatua que hay en medio de la rotondilla. Las recogen y vuelven a intentarlo, pero algunos del grupo optan por recogerlas ¡y llevarlas de recuerdo!.
Vamos muy bien de tiempo para la siguiente visita, pero ¡ay, ay, ay todo el margen que teníamos nos lo fundimos en un súper atasco que nos pilla de vuelta a SPB!. Hacer 30 Km nos lleva 1h 30, y eso que el conductor intenta varias rutas alternativas. Menos mal que Ana tuvo la precaución de pararnos en un híper para poder entrar al lavabo antes de eso.
Por fin llegamos al canal donde tenemos la embarcación para hacer el tour. Ya son las 19 h y la luz es muy bonita. Hay una par de familias con chiquitines pero aún tenemos que esperar a otro grupo que también ha sufrido el atasco. Llegan un pelín estresados invadiendo los pocos sitios que quedan en cubierta. A mí me tapa la visión una compatriota que a pesar de las indicaciones de “permanezca sentado” decide quedarse de pie en la cubierta exterior. El oído me lo regalan los lloros de uno de los niños que está aburridos de tanta explicación y que pasa olímpicamente de todos los intentos que su madre hace por calmarlo. Sus primos mientras se pelean por un juguete. Total, como la megafonía tampoco es muy buena hay que agudizar mucho el oído para pillar la explicación que la guía va dando desde el interior del barco. En cualquier caso, navegar por el Neva en su parte más ancha es todo un lujo.
A las 20:30 según lo previsto estamos en el barco. Nos aseamos, nos vestimos de blanco y nos vamos a cenar. Cada día le llegamos mas tarde a Luis, que no obstante nos recibe con bromas y sonrisas. Solo se pone serio al final de la cena, para decirnos que pronto nos pasarán la encuesta de satisfacción. Es muy claro: ¿nos ha parecido bien como nos ha atendido? ¿si? Pues a su ayudante Roberto y a él les tenemos que poner “muy bien”. Nada de poner “bien” en el servicio de comedor, porque entonces la dirección les aprietan aún más las tuercas. Tampoco podemos poner en ese punto que la comida es regular, porque como él tiene la obligación de aconsejarnos lo mejor de la carta, si ponemos que no es buena, también la bronca va para él. Cualquier comentario al respecto HAY QUE PONERLO EN OBSERVACIONES.
Como realmente estamos muy satisfechos con el trato que nos ha dado, decidimos seguir su consejo, porque sí queremos hacer patente la poca excelencia en la calidad de la comida, sin que él o su ayudante se vean perjudicados.

En cuanto al los trajes blancos que se ven esa noche, digamos que no llega ni a la mitad de los que por allí andan, viendo desde cubierta la magnífica iluminación nocturna de la ciudad. Ana nos ha dicho que entre la 1:30 y las 3 de la madrugada abren los puentes para dejar pasar a los barcos grandes y que es bonito.
Las voces de los cantantes en el salón son muy buenas, pero a mi hoy, me están adormeciendo. Va a ser que no aguanto a ver los puentes levantados, y es que la vida del crucerista ¡es muy dura!… ¡Haaasta mañana!
