En el diario de abordo nos indican QUE EN TIERRA ES UNA HORA MAS QUE LA QUE TENEMOS NOSOTROS pero que no es necesario que cambiemos la hora. Las instrucciones de Fabio con quien contratamos la excursión, eran muy claras, y en cuanto desembarcamos, a las 8, tenemos a Pedro esperando en el lugar de la cita con varios autobuses preparados. (Hoy no ha habido ningún problema a la hora de bajar a tierra). Nuestra guía es Renata.
Hay un pequeño lio a la hora de cobrar con un grupo numeroso que van juntos y tenían algo más de reducción, pero como la parte que les toca pagar por cabeza incluyen decimales, redondeando (van a dejar la diferencia como propinas) les sale lo mismo que hemos pagado nosotros (30 € adultos y 24 estudiantes).
En Klaipeda nos dan a cada uno un papelín escrito en Lituano por si tenemos la mala suerte de perdernos, entregárselo a cualquier paisano para que pueda llamar a nuestro guía. (¿Les habrá pasado alguna vez?..)
No sé si hay algo que visitar en la ciudad porque nos llevan directamente a la tienda de ámbar (no importa mucho porque en ese momento llueve y así hacemos algo de tiempo mientras escampa) y a la plaza anexa donde hay un mercado artesanal (¡ y un grupo de Pullmantur!). Media hora después volvemos al bus y visitamos la colina de Las Brujas

*** Imagen borrada de Tinypic ***
A las 12 estamos de vuelta en el Empress. Nos hacen una foto de grupo, que Fabio ya nos ha hecho llegar, y Renata nos pide que os recomendemos a todos los del foro la excursión con ellos. Yo lo hago desde aquí y no me llevo comisión je, je.
Aprovechamos antes de comer para ver y degustar la exquisiteces de los cocineros-artesanos del barco

Levamos anclas y ¡ale! a por la sopa y los garbanzos al salón Miramar, ¡¿pero qué es esto?! Todo el mundo parece borracho de cómo se tambalean, y te dan ganas de esconderte debajo de la mesa cada vez que pasa alguien a tu lado con un cuenco de sopa, porque no sabes si tendrá un buen sentido del equilibrio, y es que parece que el Báltico se ha puesto un poco bravo. ..¿un poco solo?, bueno, en mi caso tengo que dejar a medias el postre porque mi marido se ha puesto súbitamente pálido y parece que se va a desplomar de un momento a otro. Menos mal que el camarote está cerca y llega a tiempo para no montar el numerito en el pasillo.
Al rato también llega mi hijo, con una bolsa de papel en la mano, (vacía, por fortuna) ¡las han empezado a distribuir por todos los rincones!.
Los dejo a los dos acostados y mecidos por el mar y voy a entretenerme con las actividades de animación. Mi gozo en un pozo. Las están suspendiendo porque con los vaivenes algunas son impracticables.
Voy a buscar a mi otro hijo, que estará con el grupo de los mayores haciendo cosas. Si, ahí está: lleva dos horas sentado sin atreverse a levantarse y parece que cuando me ve aparecer soy su salvación para llegar al camarote.
En vista del éxito opto por pedir en recepción unas pastillas para el mareo a ver si con ello mi familia se asienta un poco.
Lo consigo a medias, porque ha llegado la hora del cóctel con el capitán y sólo uno está dispuesto a acompañarme e incluso a vestirse “de gala”. Yo la gala la he apañado con un vestidito de cóctel negro, un chal mono y unos complementos a juego, y el personal se presenta con todo tipo de atuendos desde trajes largos a sencillos combinados de falda y blusa. Veo también el inevitable vaquero con americana y corbata.
Nos bombardean a fotos antes de poder entrar al cóctel, que a mi parecer con todo lo que tenemos a disposición para comer y beber en el barco, no vale la pena ni estar pendiente de que se te acerque el camarero con la bandeja ni mucho menos perseguirle tú a él. Así que nos retiramos rápido a ver si los otros se han recuperado y quieren venir a cenar.
Nada, siguen en estado catatónico. Y eso mismo les debe pasar a la mitad del pasaje porque el comedor esta medio vacío, y lo mismo ocurre a la hora de ir a ver el espectáculo. Me entra la duda de si esa deserción se debe al mareo o a las pocas ganas que ha tenido el personal de engalanarse para la ocasión.

En vista del éxito, lo mejor hoy es irse a dormir “pronto”. ¡Dulces sueños!