Último día en Mexico, y la triste sensación de que esto se acaba justo cuando ya estábamos acostumbrados a la humedad, calor, horarios... Pero teníamos que seguir disfrutando a tope, así que nos levantamos pronto, y salimos hacia el buffet del BP Akumal que tanto nos había gustado el día anterior.
Desayuno algo más ligero que días anteriores, que el estómago empezaba a decir ya basta de tanta comida y salimos hacia playa Chemuyil a pasar allí la mañana.
Espectacular ver la playa de día y con el sol en su máximo esplendor. La anterior vez fue por la tarde, y ya cayendo la noche. Allí nos dimos unos baños, y después de dos horas, a las 11:15 volvimos al hotel a preparar las maletas.
Hacer el check-out es muy sencillo, dejas las maletas en la puerta de la habitación, devuelves la llave y pagas recargos si proceden en recepción, y sigues disfrutando del resort hasta la hora de recogida de los autobuses. En cada lobby están las maletas ya preparadas, así que puedes cogerlas, ir a la "casa club", donde te puedes duchar y cambiar y guardar ya todo, y salir listo para el viaje.
Lo peor fue la cola que se hizo y con la que no contábamos, y que nos tuvo más de 40 minutos en el lobby perdiendo ese preciado tiempo. Recomendable hacerlo a primera hora y disfrutar del día sin interrupciones.
Aunque no lo teníamos planeado, me dio tanta rabia no haberme llevado por la mañana las gafas y aletas a playa Chemuyil, que volvimos de nuevo. Así que allí estábamos de nuevo, en esa playa paradisíaca y solitaria, disfrutando de la paz y el relax que ese trozo del Yucatán era capaz de transmitirnos.
Con mucha pena, volvimos a resort para comer y cambiarnos, ya que a las 16:30 nos recogían. Comimos de nuevo en el buffet del BP Akumal, curiosamente en la misma mesa del día anterior (la que tenía la mejor brisa), y volvimos a nuestro lobby a ducharnos y prepararnos.
A la hora indicada, llegaron los autobuses para recogernos. Antes de entrar en el nuestro, tuvimos una amistosa charla con el director del hotel, que nos contó cosas sobre el funcionamiento del mismo y alguna curiosidad suya personal. Nos despedimos de aquel lugar, y subimos al bus a recorrer los 109 km que nos separaban del Aeropuerto de Cancún.
Ya en el aeropuerto, salimos rápido, y aunque otro autobús había llegado antes, fuimos de los 50 primeros en facturar (los 55€ de tasas se pagan justo antes de pasar al mostrador). Con asiento en ventanilla y juntos elegido, subimos a la terminal, compramos algún regalo de última hora, y esperamos la hora del embarque.
El vuelo salió con un ligero retraso de 30 min (lo malo es que estábamos ya en el avión, y eso cansa aun más) por papeleos de aduana de un tripulante, o eso nos dijeron. Ya durante el vuelo pudimos disfrutar de las vistas nocturnas de Cancún, de La Habana, Miami, Bahamas.....y la oscuridad del océano, momento perfecto para cenar y dormir.
Quizá la noche más corta que se puede tener, a las 2 de la mañana hora de Cancún ya salió el sol. Las azafatas nos bajaron los parasoles de las ventanillas, y seguimos con el sueño. De las 9 horas y media del trayecto, 6 las hicimos durmiendo.
Y llegamos a Madrid a las 13:30 (hora española) del día siguiente. Junto con el viaje a Punta Cana las experiencias más bonitas que hemos vivido. La cultura, la gente, el caribe....todo se suma y hace que nuestra vuelta a este paraíso, esté rondando ya por nuestras cabezas.
Muchas gracias por vuestro tiempo, y esperamos que os sirva de ayuda y guía si vais a Riviera Maya.