Amaneció bastante nublado en Porrúa. Las nubes se localizaban sobre todo en la parte de la sierra del Cuera. Esto es lo que se veía desde la habitación del hotel:

De todas formas, estábamos animados porque la previsión meteorológica seguía anunciando tiempo soleado para los dos días siguientes, que eran los que en principio habíamos reservado para ir a los Picos de Europa.
Después de desayunar, decidimos variar el itinerario inicialmente previsto y acercarnos a Ribadesella, en lugar de hacerlo el día que bajásemos de los lagos de Covadonga.
Así que, tomando la autovía dirección Oviedo, en unos 20 minutos estábamos en Ribadesella. Estuvimos un rato dando vueltas intentando aparcar, y finalmente lo conseguimos en un aparcamiento gratuito, algo descuidado, situado justo al lado de la estación de autobuses.
En primer lugar nos dirigimos a la oficina de turismo, donde nos facilitaron un plano de la localidad y nos dieron algunas indicaciones. Empezamos la visita a Ribadesella por su parte antigua que encontré bastante menos atractiva que la de Llanes, y seguimos a continuación por un paseo que va bordeando la ría, ascendiendo hasta la ermita de Guía (unos 15 minutos andando desde la oficina de turismo, que está justo al lado del puente del río Sella). Desde la ermita se pueden contemplar hermosas vistas de la parte vieja de Ribadesella, la ría, la playa de Santa Marina y las espectaculares casas de indianos que se alinean en el paseo que da a dicha playa.


No fuimos a la cueva de Tito Bustillo, muy cercana a Ribadesella y célebre por sus pinturas rupestres, por cuanto hay que reservar la visita con antelación, y dado que nosotros habíamos priorizado los Picos de Europa y no sabíamos qué días en concreto podríamos visitarlos puesto que dependíamos de la climatología, pues eso, que no habíamos reservado. ¡Otra vez será!
Después de visitar Ribadesella, decidimos empezar a conocer las playas que han hecho célebre el litoral de Llanes, y nos dirigimos hacia la playa de Cuevas del Mar, a la que se accede por una pista que se toma en el pueblo de Nueva, en la parte occidental del concejo de Llanes. Aquí dejo un par de fotos para que disfrutéis de esta magnífica playa.


Se acerca la hora de comer, y vamos para Llanes. Comemos en el restaurante Colón, al lado del local en el que cenamos el día anterior. Menú a 10 € en el interior, y a 12 € en la terraza, que fue donde comimos. Precio asequible y buena calidad con raciones generosas. Yo me pedí unas fabes con almejas que no estaban nada mal.
Tras el ágape, paseo por el puerto de Llanes y subiendo por el otro lado del puerto fuimos hasta el mirador de “Los Cubos de la Memoria”, intervención artística que el escultor vasco Agustín Ibarrola realizó en el espigón del puerto pesquero de la villa. Sitio totalmente recomendable, el citado mirador (situado tras el faro): a un lado, los susodichos “Cubos de la Memoria”,

y al otro, la encantadora playa de Puertu Chicu.

Le costaba, pero el sol se iba abriendo paso entre las nubes, y no pudimos evitar coger el coche para ir a descubrir algunos lugares del concejo de Llanes que teníamos convenientemente anotados, todos ellos bastante próximos entre sí.
Primero, el conjunto monumental que forman la iglesia y el cementerio de Niembru, en la ensenada que separa este pueblo del de Barru.

En segundo lugar, el valle de Ardisana, en el interior del concejo, concretamente en la parte suroccidental. Todo un descubrimiento. Se trata de un paisaje de media montaña de una belleza serena, suave, con colinas onduladas teñidas del verdor común a toda Asturias y salpicado de pequeños pueblos. En este valle, existe un recorrido senderista circular, de unos nueve quilómetros de distancia, denominado “Camín Encantau”, que está jalonado con varias tallas de madera que representan a seres de la mitología asturiana. En algunos tramos discurre por sendas y en otros por la propia carretera. Seguro que en otra ocasión lo disfrutaremos, porque esta vez recorrimos algunas zonas del valle en coche y nos conformamos con tomar algunas fotos cuando podíamos detener el vehículo. Aquí va una, en la que aparece un pueblo llamado La Malatería.

Y por último, la traca final de la tarde, la célebre “playa interior” de Gulpiyuri. Pese a que creo que hay un camino más corto, nosotros accedimos a ella desde la playa de San Antolín, por una senda peatonal que en unos diez minutos nos condujo a nuestro destino, pese a algún que otro defecto de señalización.
Gulpiyuri es una playa que dista unos cien metros de la línea de costa y que se halla unida al mar subterráneamente, debido a un fenómeno kárstico. Dado que para apreciarla es necesario que haya pleamar (marea alta), fuimos a la hora en la que, según la tabla de mareas que me había traído desde casa, podíamos aún disfrutar de su belleza. Por la peculiaridad del fenómeno, recomiendo la visita a esta playa.

Volvimos a Porrúa, y como no nos apetecía volver a coger el coche para ir a Llanes (como inicialmente habíamos pensado), decidimos cenar en el mismo pueblo, concretamente en un restaurante situado en la parte más alta, denominado “La Peña´l Cura”, que tiene anexo un pequeño prado (“prao”, como dicen en Asturias) con mesas de pic-nic. Allí cayó la primera botella de sidra, además de unos trozos de queso de cabra de Porrúa, realmente delicioso. Tengo que decir que Porrúa es un pueblo muy conocido en Asturias por la calidad de los quesos que allí se elaboran. De hecho, estando en Oviedo, pudimos ver queso de Porrúa en varios establecimientos.
Se confirmaba que el pronóstico del tiempo era bueno para el día siguiente, por lo que nos aprestábamos para vivir nuestra primera jornada en los Picos de Europa, concretamente en los Lagos de Covadonga. Pero esto ya forma parte de la siguiente etapa.